Hechos 26 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 32 versitos |
1 Y Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar en tu favor. Entonces Pablo, extendiendo la mano, dijo en defensa suya:
2 En cuanto a todas las cosas de las cuales me acusan los judíos, oh rey Agripa, me considero afortunado de presentar mi defensa hoy delante de ti,
3 sobre todo porque sé que eres experto en todas las controversias y costumbres de los judíos. Por eso te pido que me escuches con paciencia,
4 porque también ellos son judíos, y si desean testificar, ellos conocen mi manera de vivir desde mi juventud, la cual pasé desde el principio entre mi pueblo y en Jerusalén,
5 porque desde hace mucho ellos estaban enterados acerca de mí, y tenían conocimiento de que viví bajo la mejor enseñanza de los fariseos,
6 pero hoy estoy aquí a causa de la esperanza de la promesa que Dios hizo a nuestros padres y soy juzgado,
7 porque nuestras doce tribus esperan llegar a esta esperanza a través de diligentes oraciones de día y de noche. A causa de esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos.
8 ¿Por qué consideran ustedes que no es propio creer que Dios resucite a los muertos?
9 Porque desde un principio yo me había propuesto hacer muchas cosas adversas en contra del nombre de Jesús de Nazaret,
10 y también hice esto en Jerusalén. Y debido a que recibí autoridad de los principales sacerdotes, eché en prisión a muchos santos, y cuando daban muerte a algunos de ellos, yo tomaba parte con los que los condenaban,
11 y yo los torturaba en todas las sinagogas, forzándolos a blasfemar el nombre de Jesús, y salía contra ellos persiguiéndolos con gran ira, aun a otras ciudades.
12 Y al dirigirme por esta causa hacia Damasco, con autoridad y permiso de los principales sacerdotes,
13 al mediodía, por el camino, oh rey, miré una luz del Cielo más resplandeciente que la luz del sol, la cual resplandeció sobre mí y sobre todos los que me acompañaban.
14 Enseguida caímos todos al suelo, y escuché una voz que me decía en lengua hebrea: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones”.
15 Entonces yo dije: “¿Quién eres, Señor mío?” Y nuestro Señor me dijo: “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues”.
16 Luego me dijo: “Ponte de pie, porque para esto me he aparecido a ti, para designarte como ministro y testigo de que me has visto y de que en el futuro me verás,
17 y yo te libraré del pueblo de los judíos y de los otros pueblos a los cuales te envío,
18 para que abras sus ojos, para que se vuelvan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, y reciban el perdón de pecados y tengan parte con los santos por medio de la fe en mí”.
19 A causa de esto, oh rey Agripa, no puse resistencia a la visión celestial,
20 sino que primeramente prediqué a los que se encontraban en Damasco, en Jerusalén y en todas las aldeas de Judea; y prediqué a los gentiles que se arrepintieran, se volvieran a Dios, y tuvieran hechos que sean considerados dignos de arrepentimiento.
21 A causa de esto, los judíos me prendieron en el templo y procuraban darme muerte,
22 pero Dios me ha ayudado hasta este día, y he aquí, yo me presento a dar testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada ajeno a Moisés ni a los profetas, sino las mismas cosas que ellos dijeron que acontecerían:
23 que el Cristo habría de padecer y sería las primicias de la resurrección de entre los muertos, y que Él proclamaría luz al pueblo y a los gentiles.
24 Y mientras Pablo se defendía de ese modo, Festo gritó en alta voz: ¡Estás loco, Pablo; las muchas letras te han vuelto loco!
25 Pero Pablo le dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura,
26 y en verdad el rey Agripa es el que sabe más respecto a estas cosas. Por esta causa es que hablo abiertamente ante él, porque no pienso que le haya pasado desapercibida ni una de estas cosas, por cuanto no fueron hechas en secreto.
27 ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.
28 Entonces el rey Agripa le dijo: Por poco me convences de ser cristiano,
29 y Pablo dijo: A Dios ruego que, por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que me escuchan este día lleguen a ser como yo, excepto por estas cadenas.
30 Entonces se pusieron de pie el rey, el gobernador, Berenice y los que estaban sentados con ellos,
31 y después de que salieron de allí, hablaban unos con otros, diciendo: Este hombre no ha hecho nada que amerite la muerte o prisión.
32 Entonces Agripa dijo a Festo: Este varón podría ser liberado si no hubiera apelado al César.

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