II Samuel  14 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 33 versitos |
1 Entonces Joab, hijo de Sarvia, comprendió que el corazón del rey David se había reconciliado con Absalón,
2 por lo cual Joab envió a alguien hacia Tecoa, de donde hizo traer a una mujer astuta, y le dijo: Finge que estás de duelo, ponte ropa de luto y no te unjas con aceite, sino aparenta ser una mujer que por mucho tiempo guarda luto por algún muerto.
3 Luego entra ante el rey y háblale de este modo. Entonces Joab preparó un mensaje, y lo puso en su boca.
4 Cuando aquella mujer de Tecoa entró ante el rey, cayó con su rostro en tierra en actitud de reverencia, y dijo: Líbrame, oh rey, señor mío.
5 Y el rey le preguntó: ¿Qué te sucede? Ella le respondió: Ciertamente soy una mujer viuda; mi marido ha muerto.
6 Tu sierva tenía dos hijos; riñeron entre sí en el campo, y no hubo quien los separara; uno prevaleció sobre el otro y lo mató.
7 Y he aquí que la familia entera se ha levantado contra tu sierva, diciendo: “Entréganos al hombre que mató a su hermano para que nosotros lo matemos por la vida de su hermano, a quien mató”. De manera que ellos quieren también destruir al heredero y apagar el carbón encendido que me queda, a fin de no dejar a su padre nombre ni familia sobre la faz de la tierra.
8 Entonces el rey dijo a la mujer: Ve a tu casa, y yo daré instrucciones respecto a ti.
9 La mujer de Tecoa dijo al rey: ¡Oh rey, señor mío, esta falta sea sobre mí y sobre la casa de mi padre! Pero el rey y su trono sean sin culpa.
10 Entonces el rey le dijo: Cualquiera que te diga algo, tráelo ante mí, y no te molestará más.
11 Y ella dijo: Que se acuerde mi señor el rey de Yahweh Dios, para que los derramadores de sangre no vuelvan a causar gran destrucción y no hagan perecer a mi hijo. Y el rey le dijo: ¡Vive Yahweh Dios que no caerá en tierra ni un cabello de la cabeza de tu hijo!
12 Entonces la mujer dijo: Permite que tu sierva hable al rey una palabra. Y él le dijo: Habla.
13 Entonces la mujer le dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tal cosa contra el pueblo de Dios? ¿Y por qué el rey habla como uno que es culpable y no haces que regrese, oh rey, tu desterrado?
14 De hecho, vamos a morir, y somos como el agua que se derrama en el suelo y no se puede volver a recoger. Pero Dios no quita la vida, sino que establece maneras de que el hombre no se extravíe de Él.
15 Ahora pues, he aquí que he hablado esta palabra a mi señor el rey porque el pueblo me ha intimidado; por lo cual tu sierva dijo: “Hablaré con el rey. Tal vez él pueda librar a su sierva de la mano de los hombres,
16 para que no me eliminen a mí ni a mi hijo de la heredad de Dios”.
17 Y tu sierva añadió: “Sea confirmada la palabra de mi señor el rey y sea una ofrenda, porque como un ángel de Dios, así es mi señor el rey para discernir lo bueno y lo malo. Que Yahweh tu Dios esté contigo”.
18 Entonces el rey respondió a la mujer, y le dijo: No me encubras nada de lo que te voy a preguntar. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey.
19 El rey le preguntó: ¿No está contigo la mano de Joab en todo esto? La mujer le respondió, diciéndole: ¡Vive tu alma, oh rey, señor mío, que nadie puede apartarse ni a derecha ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado! Joab tu siervo fue quien me envió y fue él quien puso todas estas palabras en boca de tu sierva,
20 porque él quiso hacerlo por medio de mí, por lo cual tu siervo Joab actuó de esta manera. Pero mi señor es sabio, conforme a la sabiduría de los ángeles de Dios, para entender todo lo que sucede en la tierra.
21 Entonces dijo el rey a Joab: He aquí que he decidido hacer como tú has hablado; ve a traerme al joven Absalón.
22 Y Joab cayó con su rostro en tierra en una actitud de reverencia, y bendijo al rey; entonces Joab dijo: Ahora ha comprendido tu siervo que he encontrado gracia ante tus ojos, oh rey, señor mío; porque el rey ha concedido la petición de su siervo.
23 Enseguida Joab se incorporó y se dirigió a Gesur y trajo a Absalón a Jerusalén.
24 Pero el rey dijo: Que se vaya a su casa, y que no se presente ante mí. Y Absalón fue a su casa, y no vio el rostro del rey.
25 Y no había en Israel varón tan admirado como Absalón; desde la planta del pie hasta su coronilla no había defecto en él.
26 Cuando se cortaba el cabello (una vez al año se lo cortaba, pues le era muy pesado y por eso se lo cortaba), el cabello de su cabeza pesaba doscientos siclos según el siclo real.
27 A Absalón le nacieron tres hijos y una hija cuyo nombre era Tamar. También ella era una mujer de hermoso aspecto.
28 Y Absalón se quedó en Jerusalén durante dos años, y no vio el rostro del rey.
29 Entonces Absalón envió a llamar a Joab para enviarlo ante el rey, pero él se negó a venir. Y volvió a enviar a llamarlo por segunda vez, pero él se negó a venir.
30 Entonces Absalón dijo a sus siervos: Miren, hay un campo de Joab junto al mío, de trigo o de cebada; vayan y préndanle fuego. Y los siervos de Absalón incendiaron el campo de Joab.
31 Entonces Joab se levantó, fue a la casa de Absalón, y Joab preguntó a Absalón: ¿Por qué tus siervos han prendido fuego a mi campo?
32 Y Absalón respondió a Joab: He aquí que yo envié por ti, diciendo: “Ven, te enviaré ante el rey para que le digas: ‘¿Para qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido estar aún allá’”. Ahora pues, quiero presentarme ante el rey. Si hay transgresión en mí, que me mate.
33 Joab fue ante el rey y le dio a conocer las palabras de Absalón. Entonces llamó a Absalón, y Absalón entró ante el rey y se postró con su rostro en tierra ante el rey. Y el rey besó a Absalón.

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Introducción a II Samuel 

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