Hechos 16 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 40 versitos |
1 También llegó a las ciudades de Derbe y Listra, y estaba allí cierto discípulo cuyo nombre era Timoteo, hijo de una judía creyente y de padre pagano,
2 y de quien todos los discípulos de Listra y de Iconio daban testimonio.
3 Por tal motivo quiso Pablo llevarlo consigo, así que lo tomó y lo circuncidó a causa de los judíos que había en aquella región, porque todos sabían que su padre era pagano.
4 Y mientras iban por las ciudades, les predicaban y les enseñaban a guardar las ordenanzas que los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén habían escrito,
5 y las congregaciones eran confirmadas en la fe y aumentaban en cantidad cada día.
6 Pero cuando andaban por las regiones de Frigia y de Galacia, el Espíritu Santo les impidió que hablaran la palabra de Dios en Asia,
7 y habiendo llegado a la región de Misia, deseaban partir de allí hacia Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se los permitió.
8 Al salir de Misia, llegaron a la región de Troas,
9 donde se le apareció a Pablo en visión de noche uno como un varón macedonio, que estaba de pie y le suplicaba, diciendo: Ven a Macedonia y ayúdame.
10 Cuando Pablo tuvo esta visión, de inmediato deseamos partir hacia Macedonia, pues entendimos que nuestro Señor nos llamaba para que les predicáramos,
11 y zarpamos de Troas y nos dirigimos a Samotracia, y de allí, al siguiente día fuimos a la ciudad de Neápolis.
12 De allí fuimos hacia Filipos, que es la capital de Macedonia y es una colonia, y permanecimos algunos días en esta misma ciudad.
13 Y durante el día de reposo salimos fuera de la entrada de la ciudad, a la ribera del río, porque allí se miraba una casa de oración, y cuando nos sentamos, hablamos con las mujeres que se habían reunido allí.
14 Y había cierta mujer de la ciudad de Tiatira cuyo nombre era Lidia, que vendía púrpura y tenía temor de Dios, y nuestro Señor abrió su corazón y escuchaba lo que decía Pablo.
15 Entonces ella se bautizó juntamente con los de su familia, y nos suplicaba, diciendo: Si realmente están seguros de que yo he creído en nuestro Señor, vengan a alojarse en mi casa. Y nos insistió mucho.
16 Y sucedió que yendo nosotros a la casa de oración, salió a nuestro encuentro una muchacha que tenía un espíritu de adivinación, y producía muchas ganancias a sus amos con las adivinaciones que hacía.
17 Y siguiendo ella a Pablo y a nosotros, gritaba, diciendo: ¡Estos hombres son siervos del Dios Altísimo que les anuncian el camino de salvación!
18 Y de esta manera lo hacía durante muchos días. Entonces Pablo, enojado, dijo al espíritu: ¡En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella!, y en ese mismo momento salió.
19 Y viendo sus amos que había salido de ella la esperanza de su ganancia, echaron mano a Pablo y a Silas y los arrastraron y los llevaron hasta la plaza,
20 y los presentaron ante los soldados y ante las autoridades de la ciudad, diciendo: Estos hombres alborotan nuestra ciudad, porque son judíos,
21 y nos predican costumbres que no nos es lícito aceptar ni practicar, porque somos romanos.
22 Y se reunió una gran multitud contra ellos. Entonces los magistrados les rasgaron sus vestidos, y ordenaron que los azotaran,
23 y después de haberlos castigado severamente, los echaron en la prisión y dieron órdenes al guardia de la prisión de que los vigilara con mucho cuidado,
24 y habiendo recibido esta orden los recluyó en el calabozo de la prisión, asegurándoles los pies en el cepo.
25 Y a media noche, Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas a Dios, y los prisioneros los escuchaban,
26 y repentinamente sobrevino un gran terremoto, y los cimientos de la prisión fueron sacudidos, y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.
27 Y al despertar el guardia de la prisión, vio que las puertas de la prisión estaban abiertas, y tomando la espada quería quitarse la vida, porque pensaba que los prisioneros habían escapado,
28 pero Pablo lo llamó en alta voz, y le dijo: ¡No te hagas ningún daño, porque todos estamos aquí!
29 Entonces él, encendiendo una lámpara, se precipitó hacia adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas,
30 y habiéndolos sacado les dijo: Señores míos, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?
31 Entonces ellos le dijeron: Cree en nuestro Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa,
32 y les hablaron la palabra del Señor a él y a todos los de su casa.
33 Y él los tomó en ese mismo momento durante la noche, y les lavó las heridas de los azotes, y después fueron bautizados él y todos los de su familia,
34 y los llevó y los hizo subir a su casa y puso mesa delante de ellos, y él y toda su familia se regocijaban en la fe de Dios.
35 Cuando amaneció, los magistrados enviaron a sus oficiales para que dijeran al jefe de los prisioneros: Pon en libertad a esos hombres;
36 y al escuchar esto el carcelero, entró y dijo a Pablo estas mismas palabras: Los magistrados han dado órdenes de liberarlos, de modo que salgan ahora y vayan en paz.
37 Pero Pablo le contestó: Nosotros, sin haber cometido ninguna falta, fuimos azotados por ellos en público, aunque somos ciudadanos romanos, y luego nos pusieron en prisión, ¿y ahora nos hacen salir secretamente? ¡De ninguna manera, sino que vengan ellos a sacarnos!
38 Entonces los oficiales fueron y dijeron a los magistrados estas palabras que ellos les habían dicho, quienes, al escuchar que eran romanos, tuvieron temor,
39 y vinieron a ellos y les suplicaron que salieran y se marcharan de la ciudad.
40 Y después de salir de la prisión, entraron en casa de Lidia, y al ver allí a los hermanos, los confortaron y luego partieron.

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Introducción a Hechos

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Notas

Hechos 16,349 Aram., jaimanuta d’Alaha. La fe de Dios puede ser el Evangelio mismo, la vida y la obra de Jesucristo, su doctrina y su práctica. No es lo mismo tener fe en Dios, que cualquier persona, nacida de nuevo o no, la puede tener, a tener la fe de Dios, que sólo la pueden tener los cristianos nacidos de nuevo, lavados por la sangre de Jesucristo y cuya vida es el Evangelio y la obediencia a éste. No se refiere, pues, sólo al acto de creer en Dios o de creerle a Dios, sino a un privilegio concedido por Dios a los que han sido renovados para salvación. Aunque es un don de Dios, aquí no se refiere al don espiritual de la fe (1Co 12:9), sino a algo especial y sublime que el Señor otorga a quienes se rinden genuinamente a Él. Es importante distinguir que no se trata de fe en sino de la fe de. Ver nota a Mar 11:22.


Hechos 16,1a Hch 17:14-15;b 2Ti 1:5; 2Ti 3:15
Hechos 16,3a Gál 2:3
Hechos 16,4a Hch 15:28-29
Hechos 16,5a Hch 9:31
Hechos 16,6a Hch 8:29;b 2Co 1:8
Hechos 16,9a Hch 9:10
Hechos 16,14a Hch 13:43; Hch 18:7
Hechos 16,15a Hch 11:14
Hechos 16,16a Hch 16:13;b Lev 19:31; Lev 20:6; Lev 20:27; Isa 8:19;c Hch 19:24
Hechos 16,17a Mar 5:7
Hechos 16,18a Mar 16:17
Hechos 16,22a 2Co 11:24
Hechos 16,24a Jer 29:26;b Job 13:27; Job 33:11
Hechos 16,25a Efe 5:19
Hechos 16,26a Hch 4:31
Hechos 16,27a Hch 16:23
Hechos 16,30a Hch 2:37; Hch 22:10
Hechos 16,31a Mar 16:16b Hch 11:14; Hch 16:15
Hechos 16,34a Mar 11:22; Hch 19:20; Rom 3:3; Efe 6:23; 1Ti 1:4
Hechos 16,37a Hch 22:25-29
Hechos 16,38a Hch 22:29
Hechos 16,40a Hch 15:31-33