1 Les dijo también: En verdad les digo que hay algunos de los que están aquí que no experimentarán la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con poder. |
2 Seis días más tarde, tomando Jesús a Cefas, a Jacobo y a Juan, sólo a ellos, y haciéndolos subir a un monte alto, se transfiguró ante sus ojos, |
3 y sus vestidos se tornaron resplandecientes y muy blancos, como la nieve, tal como ningún hombre en la tierra los puede emblanquecer. |
4 Entonces Moisés y Elías se les aparecieron, y conversaban con Jesús. |
5 Cefas entonces le dijo: Maestro mío, es conveniente para nosotros que permanezcamos aquí. Hagamos tres enramadas; una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. |
6 Pero no sabía lo que decía, pues estaban asustados. |
7 Luego una nube vino y los cubrió, y una voz dijo desde la nube: Éste es mi Hijo amado, a Él obedezcan. |
8 Y repentinamente, al mirar los discípulos, no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo. |
9 Al ir descendiendo del monte, Él les ordenaba que no dijeran a nadie lo que habían visto, sino hasta después de que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. |
10 Y guardaron para sí lo que les había sido dicho, y discutían qué significaba esa palabra “después de que resucite de entre los muertos”. |
11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que primero ha de venir Elías? |
12 Y Él respondió: Elías viene primero para restaurar todas las cosas, y como está escrito acerca del Hijo del Hombre, en gran manera sufrirá y será rechazado . |
13 Pero yo les digo que Elías verdaderamente ya ha venido, e hicieron todo cuanto quisieron con él, tal como estaba escrito acerca de él.
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14 Cuando llegó a donde estaban sus discípulos, vio a una gran multitud con ellos, y a los escribas que discutían con ellos. |
15 Y al verlo toda la multitud, se sorprendieron y corrieron a saludarlo. |
16 Y Él preguntó a los escribas: ¿Qué discuten con ellos? |
17 Y uno de entre la multitud le respondió, y dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo porque tiene un espíritu mudo, |
18 y al venir sobre él, lo derriba, arroja espumarajos, cruje los dientes y desfallece. Y dije a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron. |
19 Respondiendo Jesús, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con ustedes? ¿Hasta cuándo los he de soportar? Tráiganmelo. |
20 Y se lo llevaron, y al verlo el espíritu, al instante derribó al muchacho, quien cayó al suelo convulsionándose y arrojando espumarajos. |
21 Jesús preguntó al padre del muchacho: ¿Desde cuándo está así? Y él le respondió: Desde su niñez, |
22 y en muchas ocasiones lo ha arrojado al fuego y al agua para destruirlo, pero si puedes hacer algo, ayúdame y ten misericordia de mí. |
23 Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le será posible. |
24 Al instante el padre del muchacho clamó, y llorando, dijo: Creo; ayuda a mi escasa fe. |
25 Y al ver Jesús que la gente corría y se congregaba ante Él, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu sordo y mudo, yo te ordeno: ¡Sal de él y no entres de nuevo en él! |
26 Y gritando el espíritu maligno fuertemente, le hizo mucho daño, y salió, y el joven quedó como muerto, de tal manera que muchos decían: Está muerto. |
27 Pero Jesús lo tomó de la mano, y lo levantó. |
28 Y entrando Jesús a la casa, sus discípulos le preguntaron en privado: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? |
29 Y Él les respondió: Este género con nada puede salir, sino con ayuno y oración.
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30 Y saliendo Él de allí, pasaron por Galilea, aunque Él deseaba que nadie se enterara, |
31 porque enseñaba a sus discípulos mientras iba, y les decía: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y le darán muerte, pero después de ser muerto, resucitará al tercer día, |
32 pero ellos no entendían esta palabra y temían preguntarle. |
33 Al llegar a Capernaúm, cuando entraron en la casa les preguntaba: ¿Qué discutían entre ustedes por el camino? |
34 Pero ellos callaban, porque por el camino habían discutido entre sí quién era el más grande entre ellos. |
35 Y sentándose Jesús, llamó a los doce, y les dijo: El que desee ser el primero, será el último de todos y el siervo de todos. |
36 Entonces tomó a un niño y poniéndolo en medio de ellos, lo tomó en sus brazos, y les dijo: |
37 Todo el que en mi Nombre reciba como este niño, a mí me recibe; y el que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.
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38 Juan le dijo: Maestro, vimos a uno que expulsaba espíritus malignos en tu Nombre, y se lo impedimos, porque no nos sigue. |
39 Jesús les dijo: No se lo impidan, porque nadie hay que haga milagros en mi Nombre y después pueda hablar en contra mía. |
40 Por tanto, el que no está contra ustedes, está a favor de ustedes, |
41 porque todo aquel que les dé a beber por lo menos un vaso de agua porque ustedes vienen en el Nombre del Cristo, en verdad les digo que no perderá su recompensa, |
42 y todo aquel que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera si se colocara una piedra de molino de asno al cuello y se lanzara al mar.
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43 Y si tu mano te hace tropezar, córtatela; mejor te es entrar manco en la vida, que teniendo las dos manos, ir a la Guejana, |
44 donde SU GUSANO NO MUERE Y SU FUEGO NUNCA SE EXTINGUE. |
45 Y si tu pie te hace tropezar, córtatelo; te es mejor entrar cojo en la vida, que teniendo los dos pies, ser arrojado a la Guejana, |
46 donde SU GUSANO NO MUERE Y SU FUEGO NUNCA SE EXTINGUE. |
47 Y si tu ojo te hace tropezar, sácatelo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo los dos ojos, ser arrojado en la Guejana de fuego, |
48 donde SU GUSANO NO MUERE Y SU FUEGO NUNCA SE EXTINGUE .
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49 Porque todo será salado en el fuego, y todo sacrificio será salado con sal. |
50 La sal es buena, pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se salará? Haya en ustedes sal, y estén en paz unos con otros.
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