I Crónicas 29 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 30 versitos |
1 El rey David dijo luego a toda la comunidad: Mi hijo Salomón, al que Dios eligió, es joven e inmaduro; sin embargo, la empresa es enorme, porque no se trata de construir una casa cualquiera, sino un templo al Señor Dios.
2 Por eso fui haciendo los preparativos según mi capacidad: oro para los objetos de oro, plata para los de plata, bronce para los de bronce, hierro para los de hierro, madera para el mobiliario, ónice, piedras de engaste, azabache, piedras para mosaicos, toda clase de piedras preciosas y gran cantidad de alabastro.
3 Además, por amor al templo de mi Dios, aparte de lo que ya he preparado para el santuario, entrego mis tesoros de oro y plata:
4 mil quintales de oro, de oro de Ofir; dos mil cuatrocientos quintales de plata finísima, para recubrir las paredes interiores del templo,
5 para los diversos objetos de oro y plata y para los trabajos de los orfebres. ¿Quién quiere hoy ofrecer generosamente al Señor?
6 Los jefes de familia, los jefes de las tribus de Israel, los jefes y oficiales y los superintendentes
7 ofrecieron generosamente para la construcción del templo ciento setenta quintales de oro, diez mil dáricos, tres mil cuatrocientos treinta quintales de plata, seis mil ciento setenta y cuatro toneladas de bronce y tres mil cuatrocientas treinta toneladas de hierro.
8 Los que tenían piedras preciosas las entregaron a Yejiel, guersonita, para el tesoro del templo.
9 El pueblo, lleno de generosidad, se alegraba de ofrecer algo al Señor, y también David sentía gran alegría.
10 Entonces bendijo al Señor en presencia de toda la comunidad y dijo: Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre.
11 A ti, Señor, la grandeza, el poder, el honor, la majestad y la gloria, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. Tuyo el reino y el que está por encima de todos.
12 Riqueza y gloria vienen de ti. Todo lo gobiernas. En tus manos están la fuerza y el poder, en tus manos engrandecer y fortalecer a quien quieras.
13 Nosotros, Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu nombre glorioso.
14 Ni yo ni mi pueblo somos nadie para ofrecerte todo esto, porque todo es tuyo, y te ofrecemos lo que tu mano nos ha dado.
15 Ante ti somos inmigrantes y extranjeros, igual que nuestros padres. Nuestra vida terrena no es más que una sombra sin esperanza.
16 Señor, Dios nuestro, todo lo que hemos preparado para construir un templo a tu santo Nombre viene de tus manos y a ti te pertenece.
17 Sé, Dios mío, que sondeas el corazón y amas la sinceridad. Con sincero corazón te ofrezco todo esto, y veo con alegría a tu pueblo aquí reunido ofreciéndote sus dones.
18 Señor, Dios de nuestros padres Abrahán, Isaac e Israel, conserva siempre en tu pueblo esta forma de pensar y de sentir, mantén sus corazones fieles a ti.
19 Concede a mi hijo Salomón un corazón íntegro para poner en práctica todos tus preceptos, normas y mandatos, y para edificarte este templo que he proyectado.
20 David dijo a toda la comunidad: Bendecid al Señor, vuestro Dios. Toda la comunidad bendijo al Señor, Dios de sus padres, y postrándose rindieron homenaje al Señor y al rey.
21 Al día siguiente ofrecieron sacrificios y holocaustos al Señor: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus libaciones, y numerosos sacrificios por todo Israel.
22 Festejaron aquel día comiendo y bebiendo en presencia del Señor. Entronizaron por segunda vez a Salomón, hijo de David, y lo ungieron jefe por la gracia de Dios. A Sadoc lo ungieron sacerdote.
23 Salomón se sentó en el trono del Señor como sucesor de su padre, David, y tuvo éxito. Todo Israel le prestó obediencia
24 y todos los generales, los guerreros y los hijos del rey David prestaron juramento al nuevo rey.
25 El Señor engrandeció a Salomón ante todo Israel y le otorgó una majestad regia que no habían conocido los reyes anteriores de Israel.
26 David, hijo de Jesé, fue rey de todo Israel.
27 Reinó cuarenta años, siete en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.
28 Murió en buena vejez, colmado de años, riquezas y gloria. Su hijo Salomón le sucedió en el trono.
29 Las gestas de David, de la primera a la última, están escritas en los Libros de Samuel, el vidente, en la Historia del profeta Natán y en la Historia del vidente Gad,
30 con todo lo referente a su reinado, a sus batallas y lo que le sucedió a él, a Israel y a todos los reinos vecinos.

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Introducción a I Crónicas

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