Jeremías  20 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 18 versitos |
1 Pasjur, hijo de Imer, sacerdote comisario del templo del Señor, oyó a Jeremías profetizar aquello;
2 Pasjur hizo azotar al profeta Jeremías y lo metió en el cepo que se encuentra en la puerta superior de Benjamín, en el templo del Señor.
3 A la mañana siguiente, cuando Pasjur lo sacó del cepo, Jeremías le dijo: El Señor ya no te llama Pasjur, sino Cerco de Pavor;
4 pues así dice el Señor: Serás el pavor tuyo y de tus amigos, que caerán a espada enemiga, ante tu vista; entregará a todos los judíos en poder del rey de Babilonia, que los desterrará a Babilonia y los matará con la espada.
5 Entregaré todas las riquezas de esta ciudad, sus posesiones, objetos preciosos, los tesoros reales de Judá a los enemigos, que los saquearán, los agarrarán y se los llevarán a Babilonia.
6 Y tú, Pasjur, con todos los de tu casa, irás al destierro, a Babilonia; allí morirás y serás enterrado con todos tus amigos, a quienes profetizabas tus embustes.
7 Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste, y me violaste. Yo era motivo de risa todo el día, todos se burlaban de mí.
8 Si hablo, es a gritos, clamando: ¡violencia, destrucción!, la Palabra del Señor se me volvió escarnio y burla constantes,
9 y me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre. Pero la sentía dentro como fuego ardiente encerrado en los huesos: hacía esfuerzos por contenerla y no podía.
10 Oía el cuchicheo de la gente: Cerco de Pavor, ¡a delatarlo, a delatarlo! Mis amigos acechaban mi traspié: A ver si se deja seducir, lo violaremos y nos vengaremos de él.
11 Pero el Señor está conmigo como fiero soldado, mis perseguidores tropezarán y no me vencerán; sentirán la confusión de su fracaso, un sonrojo eterno e inolvidable.
12 Señor Todopoderoso, examinador justo que ves las entrañas y el corazón, que yo vea cómo tomas venganza de ellos, pues a ti encomendé mi causa.
13 Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró al pobre del poder de los malvados.
14 ¡Maldito el día en que nací, el día que me parió mi madre no sea bendito!
15 ¡Maldito el que dio la noticia a mi padre: Te ha nacido un hijo, dándole un alegrón!
16 ¡Ojalá fuera ese hombre como las ciudades que el Señor trastornó sin compasión! ¡Ojalá oyese gritos por la mañana y alaridos al mediodía!
17 ¡Por qué no me mató en el vientre! Habría sido mi madre mi sepulcro; su vientre me habría llevado por siempre.
18 ¿Por qué salí del vientre para pasar trabajos y penas y acabar mis días derrotado?

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Introducción a Jeremías 

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