Isaías 60 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 22 versitos |
1 ¡Levántate, brilla, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!
2 Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti;
3 y acudirán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.
4 Echa una mirada en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
5 Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti el tráfico del mar y te traigan las riquezas de los pueblos.
6 Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, proclamando las alabanzas del Señor.
7 Reunirá para ti los rebaños de Cadar y los carneros de Nebayot estarán a tu servicio; subirán a mi altar como víctimas gratas y honraré mi noble casa.
8 ¿Quiénes son ésos que vuelan como nubes y como palomas al palomar?
9 Son navíos que acuden a mí, en primera línea las naves de Tarsis, trayendo a tus hijos de lejos, y con ellos su plata y su oro, por la fama del Señor, tu Dios, del Santo de Israel, que así te honra.
10 Extranjeros reconstruirán tus murallas y sus reyes te servirán; si te herí con ira, con amor te compadezco.
11 Tus puertas estarán siempre abiertas, ni de día ni de noche se cerrarán: para traerte las riquezas de los pueblos con sus reyes desfilando.
12 El pueblo y el rey que no se te sometan, perecerán; las naciones serán arrasadas.
13 Vendrá a ti el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estrado.
14 Los hijos de tus opresores vendrán a ti encorvados, y los que te despreciaban se postrarán a tus pies; te llamarán Ciudad del Señor, Sión del Santo de Israel.
15 Estuviste abandonada, aborrecida, sin un transeúnte, pero te haré el orgullo de los siglos, la delicia de todas las edades.
16 Mamarás la leche de los pueblos, mamarás al pecho de reyes; y sabrás que yo, el Señor, soy tu salvador, que el Campeón de Jacob es tu redentor.
17 En vez de bronce, te traeré oro; en vez de hierro, te traeré plata; en vez de madera, bronce, y en vez de piedra, hierro; te daré por magistrado la paz, y por gobernador, la justicia.
18 No se oirá más en tu tierra: ¡Violencia!, ni dentro de tus fronteras: ¡Ruina, destrucción!; tu muralla se llamará: Salvación, y tus puertas: Alabanza.
19 Ya no será el sol tu luz en el día, ni te alumbrará la claridad de la luna; será el Señor tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor;
20 tu sol ya no se pondrá ni menguará tu luna, porque el Señor será tu luz perpetua y se habrán acabado los días de tu luto.
21 En tu pueblo todos serán justos y poseerán por siempre la tierra: es el brote que yo he plantado, la obra de mis manos, para gloria mía.
22 El pequeño crecerá hasta mil, y el menor se hará pueblo numeroso: yo soy el Señor y apresuraré el plazo.

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Introducción a Isaías

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