Daniel  10 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 21 versitos |
1 El año tercero de Ciro, rey de Persia, le revelaron a Daniel una cosa: la cosa era cierta, pero era una tarea enorme. Comprendió la cosa, gracias a la visión logró comprender.
2 Por entonces, yo, Daniel, estaba cumpliendo un luto de tres semanas:
3 no comía manjares exquisitos, no probaba vino ni carne, ni me ungía durante las tres semanas.
4 El día veinticuatro del mes primero estaba yo junto al Río Grande.
5 Alcé la vista y vi aparecer un hombre vestido de lino con un cinturón de oro;
6 su cuerpo era como el crisólito, su rostro como un relámpago, sus ojos como antorchas, sus brazos y piernas como destellos de bronce bruñido, sus palabras resonaban como una multitud.
7 Sólo yo veía la visión; la gente que estaba conmigo, aunque no veía la visión, quedó sobrecogida de terror y corrió a esconderse.
8 Así quedé solo; al ver aquella magnífica visión me sentí desfallecer, mi semblante quedó desfigurado y no hallaba fuerzas.
9 Entonces oí ruido de palabras, y al oírlas caí en un letargo con el rostro en tierra.
10 Una mano me tocó, me sacudió poniéndome a cuatro pies.
11 Luego me habló: Daniel, predilecto: fíjate en las palabras que voy a decirte y ponte en pie, porque me han enviado a ti. Mientras me hablaba así, me puse en pie temblando.
12 Me dijo: No temas, Daniel. Desde el día aquel en que te dedicaste a estudiar y a humillarte ante Dios, tus palabras han sido escuchadas y yo he venido a causa de ellas.
13 El príncipe del reino de Persia me opuso resistencia durante veintiún días; Miguel, uno de los príncipes supremos, vino en mi auxilio; por eso me detuve allí junto a los reyes de Persia.
14 Pero ahora he venido a explicarte lo que ha de suceder a tu pueblo en los últimos días. Porque la visión va para largo.
15 Mientras me hablaba así, caí de bruces y enmudecí.
16 Una figura humana me tocó los labios: abrí la boca y hablé al que estaba frente a mí: La visión me ha hecho retorcer de dolor, y no hallo fuerzas.
17 ¿Cómo hablará este esclavo a tal señor? ¡Si ahora las fuerzas me abandonan y he quedado sin aliento!
18 De nuevo la figura humana me tocó y me fortaleció.
19 Después me dijo: No temas, predilecto; ten calma, sé fuerte. Mientras me hablaba, recobré las fuerzas y dije: Me has dado fuerzas, señor, puedes hablar.
20 Me dijo: ¿Sabes para qué he venido? Ahora tengo que volver a luchar con el príncipe de Persia; cuando termine, vendrá el príncipe de Grecia.
21 Pero te comunicaré lo que está escrito en el libro de la verdad. Nadie me ayuda en mis luchas si no es vuestro príncipe Miguel.

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Introducción a Daniel 

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