Salmos 141 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 10 versitos |
1 Salmo de David. Señor, te estoy llamando, ven deprisa, escucha mi voz cuando te llamo.
2 Aquí está mi súplica, como incienso en tu presencia, mis manos levantadas, como ofrenda de la tarde.
3 Coloca, Señor, una guarda en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios.
4 No inclines mi corazón a un mal asunto, a cometer crímenes perversos con hombres malhechores. No seré comensal en sus banquetes;
5 Que el justo me golpee y el leal me reproche, que el ungüento del impío no perfume mi cabeza; mi súplica persiste en sus desgracias.
6 Sus jefes fueron despeñados junto a una peña aunque oyeron mis palabras amables.
7 Sus huesos se esparcieron a la boca del Abismo como astillas o pedruscos por el suelo.
8 Sí, Señor, a ti se vuelven mis ojos, en ti me refugio, no desnudes mi cuello.
9 Guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.
10 Caigan en sus redes los malvados mientras yo logro escapar.

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Introducción a Salmos

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