Salmos 31 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 25 versitos |
1 Al director de coro. Salmo de David.
2 A ti me acojo, Señor: no quede yo nunca defraudado; por tu justicia ponme a salvo.
3 Préstame oído, ven aprisa a librarme, sé mi roca de refugio, mi alcázar salvador;
4 que mi peña y alcázar eres tú: por tu nombre dirígeme y guíame;
5 sácame de la red que me han escondido, que tú eres mi amparo.
6 En tu mano encomendaba mi vida: y me libraste, Señor, Dios fiel.
7 Odias a quienes veneran ídolos vanos, yo en cambio confío en el Señor.
8 Festejaré, celebraré tu lealtad, pues te fijaste en mi aflicción velaste por mi vida en peligro.
9 No me entregaste en poder del enemigo, colocaste mis pies en terreno espacioso.
10 Piedad, Señor, que estoy en aprieto: se consumen de pena mis ojos, mi garganta y mi vientre;
11 mi vida se gasta en la congoja, mis años se van en gemidos, por mi culpa decae mi vigor y se consumen mis huesos.
12 Soy la burla de todos mis rivales, mis vecinos me hacen gestos, soy el espanto de mis conocidos: me ven por la calle y escapan de mí.
13 Me han olvidado como a un muerto, me he vuelto un cacharro inútil.
14 Oigo a muchos motejarme: pájaro de mal agüero, mientras se conjuran contra mí y traman quitarme la vida.
15 Pero yo confío en ti, Señor, digo: Tú eres mi Dios.
16 En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen.
17 Muestra a tu siervo tu rostro radiante, sálvame por tu lealtad.
18 Señor, que no fracase por haberte invocado; que fracasen los malvados y bajen mudos al Abismo;
19 queden mudos los labios mentirosos que profieren insolencias contra el justo con soberbia y desprecio.
20 Qué bondad tan grande reservas a tus fieles y despliegas, a la vista de todos, con los que a ti se acogen.
21 En tu escondite personal los escondes de las conjuras humanas, los ocultas en tu tienda de lenguas pendencieras.
22 Bendito el Señor que hizo por mí prodigios de lealtad en la plaza fuerte;
23 y yo que decía a la ligera: me has echado de tu presencia, pero tú escuchaste mi súplica cuando te pedí auxilio.
24 Amad al Señor, sus leales, que el Señor guarda a los fieles, pero paga con creces a quien obra con soberbia.
25 ¡Sed valientes y animosos los que esperáis en el Señor!

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Introducción a Salmos

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