Salmos 38 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 23 versitos |
1 Salmo de David. Para conmemorar.
2 Señor, no me reprendas con ira, no me corrijas con cólera.
3 Que tus flechas se me han clavado y tu mano pesa sobre mí.
4 No hay parte ilesa en mi carne, a causa de tu furor, no me queda un hueso sano, a causa de mi pecado.
5 Pues mis culpas sobrepasan mi cabeza, son un peso superior a mis fuerzas.
6 Supuran enconadas mis llagas, a causa de mi insensatez.
7 Voy todo encorvado y encogido, todo el día camino sombrío.
8 Porque tengo las espaldas ardiendo: no hay parte ilesa en mi carne.
9 Estoy todo agotado y deshecho, me ruge bramando el corazón.
10 Señor mío, en tu presencia están mis ansias, no se te ocultan mis gemidos.
11 Se me agita el corazón, me faltan las fuerzas, y me falta hasta la luz de los ojos.
12 Mis amigos y compañeros ante mi dolencia se detienen; mis prójimos se mantienen a distancia.
13 Me tienden lazos los que atentan contra mi vida, los que buscan mi desgracia me difaman, todo el día rumorean calumnias.
14 Pero yo me hago el sordo y no oigo, me hago el mudo y no abro la boca,
15 soy como uno que no oye y no tiene qué replicar.
16 En ti, Señor, espero y tú me escucharás, Señor Dios mío.
17 Temía que se alegraran de mi caída, que al tropezar yo cantaran victoria.
18 Pues yo estoy a punto de resbalar y tengo siempre presente mi pena.
19 Mi culpa la confieso, me duele mi pecado.
20 Mis enemigos mortales son poderosos, son muchos los que me aborrecen sin razón.
21 Los que me pagan males por bienes me atacan cuando procuro el bien.
22 No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes a distancia;
23 ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación.

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Introducción a Salmos

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