Salmos 5 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 13 versitos |
1 Al maestro de coro, con flautas. Salmo de David.
2 Escucha mis palabras, Señor, percibe mi susurro,
3 haz caso de mis gritos de socorro, ¡Dios mío y Rey mío! A ti te suplico, Señor,
4 por la mañana oye mi voz; por la mañana te expongo mi causa y quedo aguardando...
5 Pues tú no eres un Dios que quiera el mal ni el malvado es tu huésped
6 ni se mantendrán los arrogantes ante ti. Detestas a los malhechores,
7 destruyes a los mentirosos; a sanguinarios y embusteros los aborrece el Señor.
8 Yo en cambio, por tu gran bondad, puedo entrar en tu casa y postrarme hacia tu santuario con reverencia.
9 Por tu justicia guíame, Señor, en respuesta a mis detractores; allana ante mí tu camino.
10 Que en su boca no hay sinceridad, su mente es una sima, su garganta es un sepulcro abierto y halagan con la lengua.
11 Condénalos, oh Dios, que fracasen sus planes: por sus muchos crímenes, expúlsalos, que se rebelan contra ti.
12 Que se alegren los que se acogen a ti con júbilo perpetuo, que se regocijen contigo los que aman tu nombre.
13 Que tú, Señor, bendices al inocente, lo cubres y lo rodeas con el escudo de tu bondad.

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Introducción a Salmos

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