Salmos 78 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 72 versitos |
1 Makil de Asaf. Escucha, pueblo mío, mi instrucción, prestad oído a las palabras de mi boca:
2 que voy a abrir la boca a una paráblola, haré brotar enigmas del pasado.
3 Lo que oímos y aprendimos y nos contaron nuestros padres
4 no lo encubriremos a sus hijos, lo contaremos a la siguiente generación: las glorias del Señor y su poder y las maravillas que realizó.
5 Pues él hizo un pacto con Jacob y dio una instrucción a Israel el mandó a nuestros padres que lo hicieran saber a sus hijos,
6 de modo que lo conociera la generación siguiente, los hijos que habían de nacer; que ellos sucedieran y se lo contaran a sus hijos,
7 para que pusieran en Dios su esperanza y no olvidaran las hazañas de Dios y cumplieran sus mandatos.
8 Para que no imitaran a sus antepasados: generación rebelde y contumaz, generación de corazón inconstante, de espíritu desconfiado de Dios.
9 Los arqueros de la tribu de Efraín volvieron la espalda en la batalla.
10 No guardaron la alianza de Dios y rehusaron seguir sus instrucciones,
11 echando en olvido sus acciones, las maravillas que les había mostrado.
12 A vista de sus padres hizo portentos, en territorio egipcio, en la campiña de Soán.
13 Hendió el mar para abrirles paso sujetando las aguas como un dique.
14 Los guiaba de día con la nube, de noche con el resplandor del fuego.
15 Hendió la roca en el desierto y les dio a beber raudales de agua.
16 Sacó arroyos de la peña e hizo bajar el agua como ríos.
17 Pero ellos volvieron a pecar contra él rebelándose en el yermo contra el Altísimo.
18 Tentaron a Dios en el corazón pidiendo una comida para su apetito.
19 Hablaron contra Dios, dijeron: ¿podrá Dios poner la mesa en el desierto?
20 Es verdad, golpeó la roca, brotó agua y se desbordó en torrentes; ¿podrá también darnos pan y proveer de carne a su pueblo?
21 Lo oyó el Señor y se indignó, un incendio estalló contra Jacob, hervía su cólera contra Israel,
22 porque no se fiaban de Dios ni confiaban en su auxilio.
23 Dio orden arriba a las nubes y abrió las compuertas del cielo;
24 hizo que les lloviese maná para comer y les sirvió un trigo celeste.
25 Un pan de héroes comió el hombre, les mandó provisiones hasta la hartura.
26 Transportó por el cielo el viento de levante y guió el viento sur con su fuerza.
27 Hizo que les lloviese carne como una polvareda, y volátiles como arena de la playa.
28 Los hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus moradas.
29 Comieron hasta hartarse y les satisfizo su avidez.
30 Con la avidez apenas saciada, con la comida aún en la boca,
31 la ira de Dios hirvió contra ellos: dio muerte a los más robustos y doblegó la flor de Israel.
32 Y con todo, volvieron a pecar y no se fiaron de sus milagros.
33 Consumió sus días en un soplo, sus años en un momento.
34 Cuando los mataba, lo buscaban y madrugaban para volverse a Dios;
35 se acordaban de que Dios era su Roca, el Dios Altísimo, su Redentor.
36 Lo adulaban con la boca, le mentían con la lengua;
37 su corazón no era constante con él ni eran fieles a su alianza.
38 El, en cambio, era compasivo: perdonaba la culpa y no los destruía; muchas veces reprimió la cólera y no excitaba todo su furor,
39 recordando que eran de carne, un aliento fugaz que no torna.
40 ¡Cómo se rebelaron en el desierto enojando a Dios en la estepa!
41 Volvían a tentar a Dios, irritando al Santo de Israel,
42 sin acordarse de aquella mano que un día los libró de la opresión,
43 cuando hizo señales en Egipto y portentos en la campiña de Soán.
44 Convirtió sus canales en sangre y sus arroyos, para que no bebieran;
45 les mandó tábanos que los picasen y las ranas que los destruyesen;
46 entregó a la langosta su cosecha, a saltamontes el fruto de sus fatigas;
47 mató con granizo sus viñedos y con aguacero sus moreras;
48 entregó al pedrisco sus ganados a las centellas sus rebaños;
49 lanzó contra ellos su ira ardiente, su cólera, su furor, su indignación:
50 despachando unos siniestros mensajeros, dio libre curso a su ira; no salvó su vida de la muerte, entregó sus vidas a la peste.
51 Hirió a los primogénitos en Egipto, a las primicias de la virilidad en las tiendas de Cam.
52 Sacó como un rebaño a su pueblo, los guió como un hato por el desierto;
53 los condujo seguros, sin alarmas, mientras el mar cubría a sus enemigos.
54 Los hizo entrar por la santa frontera, al monte que su diestra había adquirido.
55 Les quitó de delante los pueblos, les asignó por suerte su heredad, instaló en sus tiendas a las tribus de Israel.
56 Pero ellos tentaron al Dios Altísimo, se rebelaron y no guardaron sus preceptos;
57 desertaron, lo traicionaron como sus padres, fallaron como un arco engañoso:
58 lo irritaban con sus altozanos, con sus ídolos le daban celos.
59 Lo oyó Dios y se indignó y rechazó gravemente a Israel.
60 Arrancó la morada de Siló, la tienda que había instalado entre los hombres.
61 Abandonó sus valientes al cautiverio, su orgullo a la mano enemiga;
62 entregó su pueblo a la espada, indignado con su heredad.
63 A los jóvenes los devoraba el fuego, para las doncellas no había requiebros;
64 sus sacerdotes caían a espada y las viudas no los lloraban.
65 Se despertó como de un sueño el Señor, como soldado aturdido por el vino,
66 hirió al enemigo por la espalda infligiéndole una derrota definitiva.
67 Rechazó la tienda de José y no eligió a la tribu de Efraín;
68 eligió a la tribu de Judá y el monte Sión, su preferido.
69 Se construyó un santuario como el cielo, como la tierra que cimentó para siempre.
70 Eligió a David, su siervo sacándolo de los apriscos del rebaño;
71 de andar tras las ovejas lo llevó a pastorear a Jacob, su pueblo, a Israel, su heredad.
72 Los pastoreaba con corazón íntegro, los guiaba con mano experta.

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