Proverbios 8 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 36 versitos |
1 La Sensatez pregona, la Prudencia levanta la voz.
2 En puestos elevados junto al camino, plantada en medio de las sendas,
3 junto a las puertas, a la boca de la ciudad, en los accesos a los portales grita
4 A vosotros, caballeros, os pregono, y dirijo la voz a los plebeyos;
5 los incautos, aprended sagacidad; los necios, aprended a tener juicio.
6 Escuchad, que hablo sin rodeos, abro los labios con sinceridad;
7 mi paladar repasa la verdad y mis labios aborrecen el mal;
8 todas mis palabras son justas, ninguna es desatinada ni tortuosa;
9 son claras para el que entiende y rectas para el que comprende.
10 Recibid mi corrección y no plata, un saber más precioso que el oro;
11 porque la sensatez vale más que los corales y ninguna joya se le puede comparar.
12 Yo, Sensatez, soy vecina de la Sagacidad y consigo el trato de la Reflexión
13 odiar el mal es respetar al Señor . Orgullo y soberbia, mal camino y boca falsa, los detesto.
14 Son míos el consejo y el acierto, son míos la prudencia y el valor.
15 Por mí reinan los reyes y los príncipes dan decretos justos,
16 por mí gobiernan los gobernantes y los nobles dan sentencias justas.
17 Yo amo a los que me aman, los que madrugan por mí me encuentran.
18 Yo traigo riqueza y gloria, fortuna sólida y justicia;
19 mi fruto es mejor que el oro puro, mi renta vale más que la plata.
20 Camino por la vía de la justicia y sigo las sendas del derecho,
21 para legar riquezas a mis amigos y colmar sus tesoros.
22 El Señor me creó como primera de sus tareas, antes de sus obras;
23 desde antiguo, desde siempre fui formada, desde el principio, antes del origen de la tierra;
24 no había océanos cuando fui engendrada, no había manantiales ni hontanares;
25 todavía no estaban encajados los montes, antes de las montañas fui engendrada;
26 no había hecho la tierra y los campos ni los primeros terrones del orbe.
27 Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del océano,
28 cuando sujetaba las nubes en la altura y reprimía las fuentes abismales,
29 cuando imponía su límite al mar, y las aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra,
30 yo estaba junto a él, como artesano, yo estaba disfrutando cada día, jugando todo el tiempo en su presencia,
31 jugando con el orbe de su tierra, disfrutando con los hombres.
32 Por tanto, hijos, escuchadme: dichosos los que siguen mis caminos.
33 Escuchad mi corrección y seréis sensatos, [no la rechacéis ,
34 dichoso el hombre que me escucha, velando en mi portal cada día, guardando las jambas de mi puerta.
35 Pues quien me alcanza, alcanza vida y goza del favor del Señor.
36 Quien me pierde, se arruina a sí mismo; los que me odian aman la muerte.

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