Isaías 1 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 31 versitos |
1 Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén en tiempos de Ozías, de Yotán, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá.
2 Oíd, cielos; escucha, tierra; que habla el Señor: Hijos he criado y educado, y ellos se han rebelado contra mí.
3 Conoce el buey a su amo, y el asno el pesebre del dueño; Israel no conoce, mi pueblo no recapacita.
4 ¡Ay gente pecadora, pueblo cargado de culpas, raza de malvados, hijos degenerados! Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel.
5 ¿Dónde seguiros hiriendo, si acumuláis delitos? La cabeza es una llaga, el corazón está agotado,
6 de la planta del pie a la cabeza no queda parte ilesa: llagas, cardenales, heridas recientes, no exprimidas ni vendadas, ni aliviadas con ungüento.
7 Vuestra tierra, devastada; vuestras ciudades, incendiadas; vuestros campos, ante vosotros, los devoran extranjeros. ¡Devastación como en la catástrofe de Sodoma!
8 Y Sión, la capital, ha quedado como cabaña de viñedo, como choza de melonar, como ciudad sitiada.
9 Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado un resto, seríamos como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra.
10 Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
11 ¿Qué me importa el número de vuestros sacrificios? dice el Señor . Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de cebones; la sangre de novillos, corderos y machos cabríos no me agrada.
12 Cuando entráis a visitarme y pisáis mis atrios. ¿quién exige algo de vuestras manos?
13 No me traigáis más dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas... no aguanto reuniones y crímenes.
14 Vuestras solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga que no soporto más.
15 Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre.
16 Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones.
17 Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda.
18 Entonces, venid, y litigaremos dice el Señor. Aunque sean vuestros pecados como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana.
19 Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis;
20 si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor.
21 ¡Cómo se ha vuelto una ramera la Villa Fiel! Antes llena de derecho, morada de justicia; ahora de criminales.
22 Tu plata se ha vuelto escoria, tu vino está aguado,
23 tus jefes son bandidos, socios de ladrones: todos amigos de sobornos, en busca de regalos. No defienden al huérfano, no se encargan de la causa de la viuda.
24 Pues bien oráculo del Señor de los ejércitos, Paladín de Israel : tomaré venganza de mis enemigos, satisfacción de mis adversarios.
25 Volveré mi mano contra ti: para limpiarte de escoria en el crisol y apartarte la ganga;
26 te daré jueces como los antiguos, consejeros como los de antaño: entonces te llamarás Ciudad Justa, Villa Fiel.
27 Sión será redimida con el derecho, los repatriados con la justicia.
28 Vendrá la ruina para rebeldes y pecadores juntos, los que abandonan al Señor perecerán.
29 Os avergonzaréis de las encinas que amabais, os sonrojaréis de los jardines que elegíais.
30 Seréis como encina de hojas secas, como jardín sin agua.
31 El poderoso será la estopa, su obra será la chispa: arderán los dos juntos y no habrá quien los apague.

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Introducción a Isaías

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