Jeremías  13 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 27 versitos |
1 El Señor me ordenó: Ve, cómprate un cinturón de lino y póntelo a la cintura; que no lo toque el agua.
2 Según la orden del Señor, me compré el cinturón y me lo puse a la cintura.
3 El Señor me ordenó de nuevo:
4 Toma el cinturón comprado, que llevas ceñido, ve al río Éufrates y escóndelo allí en las hendiduras de una peña.
5 Fui y lo escondí en el Éufrates, según la orden del Señor.
6 Pasados muchos días, me ordenó el Señor: Ve al Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder.
7 Fui al Éufrates, cavé donde lo había escondido y recogí el cinturón: estaba gastado e inservible.
8 Entonces el Señor me dirigió la palabra:
9 Así dice el Señor: Lo mismo desgastaré el orgullo de Judá y el orgullo desmedido de Jerusalén,
10 de ese pueblo que se niega a obedecerme, que se porta obstinadamente, que sigue a dioses extranjeros y les rinde adoración. Serán como ese cinturón inservible.
11 Como se adhiere el cinturón a la cintura del hombre, así me ceñí a judíos e israelitas para que fueran mi pueblo, mi fama, mi gloria y mi honor -oráculo del Señor-, pero no obedecieron.
12 Les dirás lo siguiente: Así dice el Señor, Dios de Israel: Las vasijas se llenan de vino; te contestarán: Como si no supiéramos que las vasijas se llenan de vino.
13 Les replicarás: Así dice el Señor: Yo mismo llenaré de embriaguez a todos los habitantes del país, a los reyes que se sientan en el trono de David, a sacerdotes y profetas y a todos los vecinos de Jerusalén.
14 Los haré chocar unos con otros, padres con hijos -oráculo del Señor-; ni piedad, ni perdón, ni compasión me impedirán destruirlos.
15 Oíd, atended, y no seáis soberbios, que habla el Señor:
16 Confesaos ante el Señor, vuestro Dios, antes de que oscurezca, antes de que tropiecen vuestros pies por los montes y a media luz, y convierta en lóbregas tinieblas la luz que esperáis.
17 Y si no escucháis, lloraré a escondidas vuestra soberbia, mis ojos se desharán en lágrimas, cuando se lleven el rebaño del Señor.
18 Di al rey y a la reina madre: sentaos en el suelo, porque se os ha caído de la cabeza la corona real.
19 Los poblados del Negueb están cercados, nadie rompe el cerco, todo Judá marcha al destierro, al destierro sin faltar uno.
20 Alza la vista y míralos venir por el norte: ¿dónde está el rebaño que te encomendaron?
21 ¿Qué dirás cuando te falte la gala de tus ovejas, los que habías educado para gobernarte? ¿No sentirás dolores como la parturienta?
22 Y si preguntas por qué te sucede todo eso, por tus muchas culpas te levantan las faldas y te violentan los tobillos.
23 ¿Puede un etíope mudar de piel o una pantera de pelaje? Igual vosotros: ¿podréis enmendaros, habituados al mal?
24 Los dispersaré como tamo arrebatado por el viento de la estepa.
25 Ésta es tu suerte, mi paga por tu rebelión -oráculo del Señor-, porque me olvidaste confiando en la mentira,
26 también yo te alzaré las faldas por delante, y se verá tu vergüenza,
27 tus adulterios, tus relinchos, tus pensamientos de fornicación. Sobre las colinas del campo he visto tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén, que no te purificas! ¿Hasta cuándo darás largas?

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Introducción a Jeremías 

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