Ezequiel  37 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 28 versitos |
1 La mano del Señor se posó sobre mí y el Señor me llevó en espíritu, dejándome en un valle todo lleno de huesos.
2 Me hizo pasarles revista: eran muchísimos los que había en la cuenca del valle; estaban resecos.
3 Entonces me dijo: Hijo de Adán, ¿podrán revivir esos huesos? Contesté: Tú lo sabes, Señor Dios.
4 Me ordenó: Conjura así a esos huesos: Huesos calcinados, escuchad la Palabra del Señor.
5 Esto dice el Señor Dios a esos huesos: Yo os voy a infundir espíritu para que reviváis.
6 Os injertaré tendones, os haré criar carne; tensaré sobre vosotros la piel y os infundiré espíritu para que reviváis. Así sabréis que yo soy el Señor.
7 Pronuncié el conjuro que se me había mandado, y mientras lo pronunciaba, resonó un trueno, luego hubo un terremoto y los huesos se ensamblaron, hueso con hueso.
8 Vi que habían prendido en ellos los tendones, que habían criado carne y tenían la piel tensa; pero no tenían aliento.
9 Entonces me dijo: Conjura al aliento, conjura, hijo de Adán, diciéndole al aliento: Esto dice el Señor Dios: Ven, aliento, desde los cuatro vientos y sopla en estos cadáveres para que revivan.
10 Pronuncié el conjuro que se me había mandado. Penetró en ellos el aliento, revivieron y se pusieron en pie: era una muchedumbre inmensa.
11 Entonces me dijo: Hijo de Adán, esos huesos son toda la Casa de Israel. Ahí los tienes diciendo: Nuestros huesos están calcinados, nuestra esperanza se ha desvanecido; estamos perdidos.
12 Por eso profetiza diciéndoles: Esto dice el Señor Dios: Yo voy a abrir vuestros sepulcros, os voy a sacar de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os voy a llevar a la tierra de Israel.
13 Sabréis que yo soy el Señor cuando abra vuestros sepulcros, cuando os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío.
14 Infundiré mi espíritu en vosotros para que reviváis, os estableceré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago -oráculo del Señor-.
15 Me dirigió la palabra el Señor:
16 Y tú, Hijo de Adán, agarra una vara y escribe en ella: Judá; agarra luego otra vara y escribe en ella: José.
17 Empálmalas la una con la otra de modo que formen una sola vara y queden unidas en tu mano.
18 Y cuando te pregunten tus paisanos: Explícanos lo que quieres decir,
19 respóndeles: Esto dice el Señor Dios: Voy a coger la vara de José y a empalmarla con la vara de Judá, de modo que formen una sola vara y queden unidas en mi mano.
20 Toma en la mano las varas escritas, y enseñándoselas, diles:
21 Esto dice el Señor Dios: Yo voy a recoger a los israelitas de las naciones adonde marcharon, voy a congregarlos de todas partes y los voy a repatriar.
22 Los haré un solo pueblo en su país, en los montes de Israel, y un solo rey reinará sobre todos ellos. No volverán a ser dos naciones ni a desmembrarse en dos monarquías.
23 No volverán a contaminarse con sus ídolos y fetiches y con todos sus crímenes. Los libraré de sus pecados y prevaricaciones, los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
24 Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis mandatos y cumplirán mis preceptos, poniéndolos por obra.
25 Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, en la que habitaron vuestros padres; allí vivirán para siempre, ellos y sus hijos y sus nietos, y mi siervo David será su príncipe para siempre.
26 Haré con ellos una alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos. Los estableceré, los acrecentaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre;
27 tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
28 Y sabrán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté entre ellos mi santuario para siempre.

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Introducción a Ezequiel 

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