Daniel  3 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 33 versitos |
1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, treinta metros de alto por tres de ancho, y la colocó en la vega de Dura, provincia de Babilonia.
2 Mandó convocar a los sátrapas, ministros, prefectos, consejeros, tesoreros, letrados, magistrados y gobernadores de provincia para que acudieran a la inauguración de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor.
3 Se reunieron los sátrapas, ministros, prefectos, consejeros, tesoreros, letrados, magistrados y gobernadores de provincia para la inauguración de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor, y mientras estaban en pie frente a ella,
4 el heraldo proclamó con voz potente:
5 A todos los pueblos, naciones y lenguas: Cuando oigáis tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, os postraréis para adorar la estatua que ha erigido el rey Nabucodonosor.
6 El que no se postre en adoración será al punto arrojado dentro de un horno encendido abrasador.
7 Así pues, cuando los diversos pueblos oyeron tocar la trompeta, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron adorando la estatua de oro que Nabucodonosor había erigido.
8 Entonces unos caldeos fueron al rey a denunciar a los judíos:
9 ¡Viva el rey eternamente!
10 Su majestad ha decretado que cuantos escuchen tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos se postren adorando la estatua de oro,
11 y el que no se postre en adoración será arrojado dentro de un horno encendido abrasador.
12 Pues bien, hay unos judíos, Sidrac, Misac y Abdénago -a quienes has encomendado el gobierno de la provincia de Babilonia-, que no obedecen la orden real, ni veneran a tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has erigido.
13 Nabucodonosor, en un acceso de ira, ordenó que trajeran a Sidrac, Misac y Abdénago, y cuando los tuvo delante, les dijo:
14 ¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetáis a mis dioses ni adoráis la estatua que he erigido?
15 Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero si no la adoráis, seréis arrojados al punto dentro del horno encendido abrasador, y ¿qué Dios os librará de mis manos?
16 Sidrac, Misac y Abdénago contestaron:
17 Majestad, a eso no tenemos por qué responder. Si es así, el Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos.
18 Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has levantado.
19 Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre,
20 y ordenó a algunos de sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido abrasador.
21 Así, vestidos con sus pantalones, camisas, gorros y demás ropa, los ataron y los echaron en el horno encendido abrasador.
22 La orden del rey era severa y el horno estaba ardiendo; sucedió que las llamas abrasaron a los que conducían a Sidrac, Misac y Abdénago;
23 mientras los tres, Sidrac, Misac y Abdénago, caían atados en el horno abrasador.
24 Entonces el rey, estupefacto, se levantó apresuradamente y preguntó a sus consejeros: ¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno? Le respondieron: Así es, majestad.
25 Preguntó: Entonces ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino.
26 Y acercándose a la puerta del horno encendido, dijo: Sidrac, Misac y Abdénago, siervos del Dios Altísimo, salid y venid.
27 Sidrac, Misac y Abdénago salieron del horno. Los sátrapas, ministros, prefectos y consejeros se apretaron para ver a aquellos hombres a prueba de fuego: no se les había quemado el pelo, los pantalones estaban intactos, ni siquiera olían a chamuscados.
28 Nabucodonosor entonces dijo: Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo.
29 Por eso decreto que quien blasfeme contra el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, de cualquier pueblo, nación o lengua que sea, sea hecho pedazos y su casa sea derribada. Porque no existe otro Dios capaz de librar como éste.
30 El rey dio cargos a Sidrac, Misac y Abdénago en la provincia de Babilonia.
31 El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en la tierra: Paz y prosperidad.
32 Quiero contar los signos y prodigios que el Dios Altísimo ha hecho conmigo:
33 ¡Qué grandes son sus signos, qué admirables sus prodigios! Su reinado es eterno, su poder dura por todas las edades.

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Introducción a Daniel 

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