Daniel  4 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 34 versitos |
1 Estaba yo en paz en mi casa, con buena salud en mi palacio,
2 cuando tuve un sueño que me asustó y las fantasías de mi mente me turbaron.
3 Mandé que se presentaran todos los sabios de Babilonia para explicarme el sentido del sueño.
4 Acudieron los magos, astrólogos, agoreros y adivinos; les conté mi sueño, pero no supieron explicarme su sentido.
5 Después se presentó Daniel, llamado Belsazar en honor de mi dios, hombre dotado de espíritu profético, y le conté mi sueño:
6 Belsazar, jefe de los magos, sé que posees espíritu profético y que no se te resiste ningún secreto; te contaré mi sueño y tú me lo explicarás.
7 Estando yo acostado tuve esta visión: Vi un árbol gigantesco en medio del orbe:
8 el árbol se hacía corpulento, su copa tocaba el cielo, se le veía desde los cabos de la tierra.
9 Su follaje era hermoso, de sus frutos copiosos se alimentaban todos, bajo él se guarecían las fieras agrestes y en su ramaje anidaban las aves del cielo; sustentaba a todos los vivientes.
10 Estando yo acostado tuve esta visión: Vi bajar del cielo un Guardián Sagrado
11 que gritó con voz fuerte: Derribad el árbol, tronchad su ramaje, arrancadle el follaje, esparcid sus frutos; que huyan de su sombra las fieras y las aves de su ramaje.
12 Dejad en tierra sólo el tocón con las raíces. Encadenado con hierro y bronce pacerá la hierba; mojado de relente, compartirá con las fieras los pastos del suelo.
13 Perderá el instinto de hombre y adquirirá instintos de fiera, y pasará en ese estado siete años.
14 Lo han decretado los Guardianes, lo han anunciado los Santos, para que todos los vivientes reconozcan que el Altísimo es dueño de los reinos humanos, que da el reino a quien quiere y pone al más humilde en el trono.
15 Éste es el sueño que he visto, yo, el rey Nabucodonosor; tú, Belsazar, explícame su sentido, porque ningún sabio ha sido capaz de hacerlo, mientras que tú posees espíritu profético.
16 Por un rato, Daniel, llamado Belsazar, quedó perplejo, turbado por sus pensamientos. El rey le dijo: Belsazar, no te asustes de mi sueño o de su sentido. Belsazar replicó: Señor, vaya el sueño por tus enemigos y su interpretación por tus rivales.
17 El árbol gigantesco que viste, cuya copa tocaba el cielo y se veía hasta los cabos de la tierra,
18 de hermoso follaje y frutos copiosos que sustentaban a todos, a cuya sombra habitaban las fieras agrestes y en cuyo ramaje anidaban las aves del cielo,
19 eres tú mismo, majestad; porque tu poder es inmenso, tu dominio alcanza hasta el cielo y tu imperio se extiende hasta los cabos de la tierra.
20 El Guardián Sagrado que viste bajar del cielo y que dijo: Derribad el árbol, destrozadlo dejando sólo su tocón y sus raíces en tierra; encadenado con bronce pacerá la hierba, mojado de relente compartirá con las fieras la hierba del suelo y pasará en ese estado siete años, significa lo siguiente:
21 Es el decreto del Altísimo pronunciado contra el rey, mi señor.
22 Te apartarán de los hombres, vivirás con las fieras, pacerás hierba como los toros, te mojará el relente, y así pasarás siete años; hasta que reconozcas que el Altísimo es dueño de los reinos humanos y da el poder a quien quiere.
23 Mandaron dejar el tocón con las raíces porque volverás a reinar cuando reconozcas que Dios es soberano.
24 Por tanto, majestad, acepta mi consejo: expía tus pecados con limosnas, tus delitos socorriendo a los pobres, para que dure tu tranquilidad.
25 Todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor.
26 Al cabo de doce meses, paseando por su palacio de Babilonia,
27 dijo: Ésta es Babilonia la magnífica, que yo he construido como capital de mi reino, en un alarde de poder y para honrar mi majestad.
28 No había acabado de hablar, cuando se oyó una voz en el cielo:
29 ¡Contigo hablo, rey Nabucodonosor! Has perdido el reino, te apartarán de los hombres, vivirás en compañía de las fieras paciendo hierba como los toros, te mojará el relente, y así pasarás siete años, hasta que reconozcas que el Altísimo es dueño de los reinos humanos y da el poder a quien quiere.
30 Inmediatamente ejecutaron la sentencia contra Nabucodonosor, lo alejaron de los hombres, pació hierba como los toros, lo mojó el relente, le crecieron plumas de buitre y garras de ave rapaz.
31 Pasado el tiempo, yo, Nabucodonosor, alcé los ojos al cielo, recobré la razón, bendije al Altísimo, alabé al que vive siempre:
32 Su reino es eterno, su imperio dura de edad en edad; no cuentan los que habitan la tierra, y trata como quiere al ejército del cielo; nadie puede atentar contra él ni exigirle cuentas de lo que hace.
33 En aquel momento recobré la razón, recobré los honores y la dignidad real, mis consejeros y nobles acudieron a mí, volví a ocupar el trono y creció mi poder incomparable.
34 Y ahora yo, Nabucodonosor, alabo y ensalzo y glorifico al Rey del cielo, porque sus obras son justas y rectos sus caminos; al que procede con arrogancia lo humilla.

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Introducción a Daniel 

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