Mateo 9 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 38 versitos |
1 Jesús subió a una barca, cruzó a la otra orilla y llegó a su ciudad.
2 Le trajeron un paralítico tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Ánimo, hijo! Tus pecados te son perdonados.
3 Entonces algunos letrados pensaron: Éste blasfema.
4 Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis mal?
5 ¿Qué es más fácil? ¿Decir: se te perdonan tus pecados; o decir: levántate y camina?
6 Pues, para que sepáis que este Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, dirigiéndose al paralítico, le dijo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
7 Él se levantó y se fue a su casa.
8 La multitud al verlo quedó atemorizada y daba gloria a Dios por haber dado tal autoridad a los hombres.
9 Cuando se iba de allí vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado junto a la mesa de recaudación de los impuestos. Le dijo: Sígueme. Él se levantó y le siguió.
10 Estando Jesús en casa, sentado a la mesa, muchos recaudadores y pecadores llegaron y se sentaron con él y sus discípulos.
11 Al verlo, los fariseos dijeron a los discípulos: ¿Por qué vuestro maestro come con recaudadores y pecadores?
12 Él lo escuchó y contestó: No tienen necesidad del médico los sanos, sino los enfermos.
13 Id a aprender lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificios. No vine a llamar a justos, sino a pecadores.
14 Entonces se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos [mucho mientras que tus discípulos no ayunan?
15 Jesús les respondió: ¿Pueden los invitados a la boda hacer duelo mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que les arrebaten el novio y entonces ayunarán.
16 Nadie usa un trozo de tela nueva para remendar un vestido viejo; porque lo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
17 Ni se echa vino nuevo en odres viejos, pues los odres reventarían, el vino se derramaría y los odres se echarían a perder. El vino nuevo se echa en odres nuevos y los dos se conservan.
18 Mientras les explicaba eso, se le acercó un funcionario, se postró y le dijo: Mi hija acaba de morir. Pero ven a imponerle tu mano y ella recobrará la vida.
19 Jesús se levantó y le siguió con sus discípulos.
20 Entre tanto, una mujer que llevaba doce años padeciendo hemorragias, se le acercó por detrás y le tocó la orla de su manto.
21 Pues se decía: Con sólo tocar su manto, quedaré sana.
22 Jesús se volvió y al verla dijo: ¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Al instante la mujer quedó sana.
23 Jesús llegó a casa del funcionario y al ver a los flautistas y el barullo de gente,
24 dijo: Retiraos; la muchacha no está muerta, sino dormida. Se reían de él.
25 Pero, cuando echaron a la gente, él entró, la tomó de la mano y la muchacha se levantó.
26 El hecho se divulgó por toda la región.
27 Cuando se iba de allí, dos ciegos le seguían dando voces: ¡Hijo de David, ten piedad de nosotros!
28 Al entrar en casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacerlo? Contestaron: Sí, Señor.
29 Él les tocó los ojos diciendo: Que suceda como habéis creído.
30 Se les abrieron los ojos, y Jesús les advirtió: ¡Cuidado, que nadie se entere!
31 Pero ellos se fueron y divulgaron su fama por toda la región.
32 Mientras salían los ciegos, le trajeron un mudo endemoniado.
33 Expulsó al demonio, y el mudo comenzó a hablar. La multitud comentaba asombrada: Nunca se vio tal cosa en Israel.
34 Pero los fariseos decían: Expulsa demonios con el poder del jefe de los demonios.
35 Jesús recorría todas las ciudades y pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y sanando toda clase de enfermedades y dolencias.
36 Viendo a la multitud, se conmovió por ellos, porque andaban maltrechos y postrados, como ovejas sin pastor.
37 Entonces dijo a los discípulos: La mies es abundante pero los braceros son pocos.
38 Rogad al amo de la mies que envíe braceros a su mies.

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Introducción a Mateo

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