Marcos 5 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 43 versitos |
1 Pasaron a la otra orilla del lago, al territorio de los gerasenos.
2 Al desembarcar, le salió al encuentro desde un cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo.
3 Habitaba en los sepulcros. Nadie podía sujetarlo, ni con cadenas;
4 en muchas ocasiones lo habían sujetado con cadenas y grillos y él los había roto. Y nadie podía con él.
5 Se pasaba las noches y los días en los sepulcros o por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, se puso a correr, se postró ante él,
7 y, dando un grito estentóreo, dijo: ¿Qué tienes contra mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por Dios te conjuro que no me atormentes!
8 Pues le decía: ¡Espíritu inmundo, sal de este hombre! .
9 Jesús le preguntó: ¿Cómo te llamas? Contestó: Me llamo Legión, porque somos muchos.
10 Y le suplicaba con insistencia que no los echase de la región.
11 Había allí una gran piara de cerdos hozando en la ladera del monte.
12 Le suplicaron: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Y él los permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y se metieron en los cerdos. La piara se precipitó al lago por el acantilado y unos dos mil cerdos se ahogaron en el agua.
14 Los pastores huyeron, y lo contaron en la ciudad y en los campos; y la gente vino a ver lo que había sucedido.
15 Se acercaron a Jesús y al ver al endemoniado, sentado, vestido y en sus cabales, al mismo que había tenido dentro la legión, se asustaron.
16 Los testigos les explicaban lo que había pasado con el endemoniado y los cerdos.
17 Y empezaron a suplicarle que se marchara de su territorio.
18 Cuando se embarcaba, el que había estado endemoniado le pidió que le permitiese acompañarlo.
19 Pero no se lo permitió, sino que le dijo: Ve a tu casa y a los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, por su misericordia, ha hecho contigo.
20 Se fue y se puso a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él, y todos se maravillaban.
21 Jesús cruzó, de nuevo [en la barca , al otro lado del lago, y se reunió junto a él un gran gentío. Estando a la orilla
22 llegó un jefe de la sinagoga llamado Jairo, y al verlo se postró a sus pies
23 y le suplicó insistentemente: Mi hijita está en las últimas. Ven e impón las manos sobre ella para que sane y conserve la vida.
24 Se fue con él. Le seguía un gran gentío que lo apretaba por todos lados.
25 Una mujer que llevaba doce años padeciendo hemorragias,
26 que había sufrido mucho en manos de distintos médicos gastando todo lo que tenía, sin obtener mejora alguna, al contrario, peor se había puesto,
27 al escuchar hablar de Jesús, se mezcló en el gentío, y por detrás le tocó el manto.
28 Porque pensaba: Con sólo tocar su manto, quedaré sana.
29 Al instante desapareció la hemorragia, y sintió en su cuerpo que había quedado sana.
30 Jesús, consciente de que una fuerza había salido de él, se volvió a la gente y preguntó: ¿Quién me ha tocado el manto?
31 Los discípulos le decían: Ves que la gente te está apretujando, y preguntas ¿quién te ha tocado?
32 Él miraba alrededor para descubrir a la que lo había tocado.
33 La mujer, asustada y temblando, pues sabía lo que le había pasado, se acercó, se postró ante él y le confesó toda la verdad.
34 Él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz y sigue sana de tu dolencia.
35 Aún estaba hablando cuando llegaron algunos de la casa del jefe de la sinagoga y dijeron: Tu hija ha muerto. No importunes al Maestro.
36 Jesús, sin hacer caso de lo que decían, dijo al jefe de la sinagoga: No temas, basta que tengas fe.
37 Y no permitió que lo acompañara nadie, salvo Pedro, Santiago y su hermano Juan.
38 Llegaron a casa del jefe de la sinagoga, vio el alboroto y a los que lloraban y gritaban sin parar.
39 Entró y les dijo: ¿A qué viene este alboroto y esos llantos? La muchacha no está muerta, sino dormida.
40 Se reían de él. Pero él, echando afuera a todos, tomó al padre, a la madre y a sus compañeros y entró adonde estaba la muchacha.
41 Sujetando a la niña de la mano, le dijo: Talitha qum, que significa: Chiquilla, te lo digo a ti, ¡levántate!
42 Al instante la muchacha se levantó y se puso a caminar tenía doce años . Quedaron fuera de sí del asombro.
43 Entonces les encargó encarecidamente que nadie se enterara de esto. Después dijo que le dieran de comer.

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