Lucas 6 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 49 versitos |
1 Un sábado cuando atravesaba unos campos de trigo, sus discípulos arrancaban espigas, las frotaban con las manos y comían el grano.
2 Unos fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis en sábado una cosa prohibida?
3 Jesús les contestó: ¿No habéis leído lo que hizo David con sus compañeros cuando estaban hambrientos?
4 Entró en la casa de Dios, tomó los panes consagrados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió y compartió con sus compañeros.
5 Y añadió: Este Hombre es Señor del sábado.
6 Otro sábado entró en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
7 Los letrados y los fariseos lo espiaban para ver si sanaba en sábado, para tener algo de qué acusarlo.
8 Él, leyendo sus pensamientos, dijo al hombre de la mano paralizada: Levántate y ponte de pie en medio. Él se puso en pie.
9 Después se dirigió a ellos: Yo os pregunto qué está permitido en sábado: ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
10 Después, mirando a todos en torno, dijo al hombre: Extiende la mano. Lo hizo y la mano quedó sana.
11 Ellos montaron en cólera y deliberaban qué hacer con Jesús.
12 Por aquel tiempo subió a una montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios.
13 Cuando se hizo de día, llamó a los discípulos, eligió entre ellos a doce y los llamó apóstoles:
14 Simón, a quien llamó Pedro; Andrés, su hermano; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé;
15 Mateo y Tomás; Santiago hijo de Alfeo y Simón el zelota;
16 Judas hijo de Santiago y Judas Iscariote, el traidor.
17 Bajó con ellos y se detuvo en un llano, donde había un gran número de discípulos y un gran gentío del pueblo, venidos de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y Sidón,
18 para escucharlo y sanarse de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus inmundos quedaban sanos,
19 y toda la gente intentaba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
20 Dirigiendo la mirada a los discípulos, les decía: Dichosos los pobres, porque el reinado de Dios les pertenece.
21 Dichosos los que ahora pasáis hambre, porque seréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
22 Dichosos cuando os odien los hombres y os destierren, os insulten y denigren vuestro nombre a causa de este Hombre.
23 Saltad entonces de alegría que vuestro premio en el cielo es abundante. Del mismo modo trataron sus padres a los profetas.
24 Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya recibís vuestro consuelo.
25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque pasaréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque lloraréis y haréis duelo.
26 ¡Ay de vosotros cuando todos hablen bien de vosotros! Del mismo modo trataron sus padres a los falsos profetas.
27 A vosotros que escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, tratad bien a los que os odian;
28 bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os injurian.
29 Al que te golpee en una mejilla, ofrécele la otra, al que te quite el manto no le niegues la túnica;
30 da a todo el que te pide, al que te quite algo no se lo reclames.
31 Como queréis que os traten los hombres tratadlos vosotros a ellos.
32 Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a sus amigos.
33 Si hacéis el bien a los que os hacen el bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.
34 Si prestáis esperando cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan para recobrar otro tanto.
35 Amad más bien a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio. Así será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, que es generoso con ingratos y malvados.
36 Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.
37 No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados.
38 Dad y os darán: recibiréis una medida generosa, apretada, remecida y rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros.
39 Y añadió una comparación: ¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?
40 El discípulo no es más que el maestro; cuando haya sido instruido, será como su maestro.
41 ¿Por qué te fijas en la mota que lleva tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacarte la mota de tu ojo, cuando no ves la viga del tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás distinguir para sacar la mota del ojo de tu hermano.
43 No hay árbol sano que dé fruto podrido, ni árbol podrido que dé fruto sano.
44 Por los frutos distinguís cada árbol. No se cosechan higos de las zarzas ni se vendimian uvas de los espinos.
45 El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro interior bueno; el malo saca lo malo de su tesoro malo, porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
46 ¿Por qué me invocáis: ¡Señor, Señor!, si no hacéis lo que os digo?
47 Os voy a explicar a quién se parece el que acude a mí, escucha mis palabras y las pone por obra.
48 Se parece a uno que iba a construir una casa: cavó, ahondó y colocó un cimiento sobre la roca. Vino una crecida, el caudal se estrelló contra la casa, pero no pudo sacudirla porque estaba bien construida.
49 En cambio, el que escucha y no las pone en obra se parece a uno que construyó la casa sobre la tierra, sin cimiento. Se estrelló el caudal y la casa se derrumbó. Y fue una ruina colosal.

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