Juan  6 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 71 versitos |
1 Después de esto pasó Jesús a la otra orilla del lago de Galilea --el Tiberíades--.
2 Le seguía un gran gentío, pues veían las señales que hacía con los enfermos.
3 Jesús se retiró a un monte y allí se sentó con sus discípulos.
4 Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
5 Alzando la vista y viendo el gentío que acudía a él, Jesús dice a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman ésos?
6 --lo decía para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer--.
7 Felipe le contestó: Doscientos denarios de pan no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.
8 Uno de los discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dice:
9 Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es eso para tantos?
10 Jesús dijo: Haced que la gente se siente. Había hierba abundante en el lugar. Se sentaron. Los varones eran cinco mil.
11 Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados: dándoles todo lo que quisieron.
12 Cuando quedaron satisfechos, dice Jesús a los discípulos: Recoged las sobras para que no se desaproveche nada.
13 Las recogieron y, con los trozos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los comensales, llenaron doce cestas.
14 Cuando la gente vio la señal que había hecho, dijeron: Éste es el profeta que había de venir al mundo.
15 Jesús, conociendo que pensaban venir para llevárselo y proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.
16 Al atardecer los discípulos bajaron hasta el lago.
17 Subieron a la barca y cruzaron el lago hacia Cafarnaún. Había oscurecido y Jesús no los había alcanzado aún.
18 Soplaba un viento recio y el lago se encrespaba.
19 Cuando habían remado unos cinco o seis kilómetros, ven a Jesús que se acercaba al barco caminando sobre el agua, y se asustaron.
20 Él les dice: Yo soy, no temáis.
21 Quisieron subirlo a bordo, y enseguida la barca tocó tierra, donde se dirigían.
22 A la mañana siguiente la gente que se había quedado en la otra orilla vio que allí no había más que un bote, siendo así que los discípulos se habían ido solos y Jesús no se había ido con ellos.
23 Desde Tiberíades llegaron otras barcas cerca del lugar donde el Señor dio gracias y ellos comieron el pan.
24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron en los botes y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús.
25 Lo encontraron a la otra orilla del lago y le preguntaron: Rabí, ¿cuándo llegaste aquí?
26 Jesús les respondió: Os aseguro que me buscáis, no por las señales que habéis visto, sino porque os habéis hartado de pan.
27 Trabajad no por un sustento que perece, sino por un sustento que dura y da vida eterna; el que os dará este Hombre. En él Dios Padre ha puesto su sello.
28 Le preguntaron: ¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?
29 Jesús les contestó: La obra de Dios consiste en que creáis a aquél que él envió.
30 Le dijeron: ¿Qué señal haces para que veamos y creamos? ¿En qué trabajas?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.
32 Les respondió Jesús: Os lo aseguro, no fue Moisés quien os dio pan del cielo; es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo.
33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan.
35 Jesús les contestó: Yo soy el pan de la vida: el que acude a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed.
36 Pero ya os dije que, aunque [me habéis visto, no creéis.
37 Los que el Padre me ha confiado vendrán a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera;
38 porque no bajé del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y ésta es la voluntad del que me envió, que no pierda a ninguno de los que me confió, sino que los resucite [en el último día.
40 Porque ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que contempla al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré [en el último día.
41 Los judíos murmuraban porque había dicho que era el pan bajado del cielo;
42 y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice que ha bajado del cielo?
43 Jesús les dijo: No murmuréis entre vosotros.
44 Nadie puede venir a mí si antes no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré el último día.
45 Los profetas han escrito que todos serán discípulos de Dios. Quien escucha al Padre y aprende vendrá a mí.
46 No es que alguien haya visto al Padre, sino el que está junto al Padre; ése ha visto al Padre.
47 Os aseguro que quien cree tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de la vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron.
50 Éste es el pan que baja del cielo, para que quien coma de él no muera.
51 Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo doy para la vida del mundo es mi carne.
52 Los judíos se pusieron a discutir: ¿Cómo puede éste darnos de comer [su carne?
53 Les contestó Jesús: Os aseguro que si no coméis la carne y bebéis la sangre de este Hombre, no tendréis vida en vosotros.
54 Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
55 Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
56 Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
57 Como el Padre que me envió vive y yo vivo por él, así quien me come vivirá por mí.
58 Éste es el pan bajado del cielo y no es como el que comieron vuestros padres, y murieron. Quien come este pan vivirá siempre.
59 Esto dijo enseñando en la sinagoga de Cafarnaún.
60 Muchos de los discípulos que lo oyeron comentaban: Este discurso es bien duro: ¿quién podrá escucharlo?
61 Jesús, conociendo por dentro que los discípulos murmuraban, les dijo: ¿Esto os escandaliza?
62 ¿Qué será cuando veáis a este Hombre subir a donde estaba antes?
63 El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida.
64 Pero hay algunos de vosotros que no creen --desde el comienzo sabía Jesús quiénes no creían y quién lo iba a traicionar--.
65 Y añadió: Por eso os he dicho que nadie puede acudir a mí si el Padre no se lo concede.
66 Desde entonces muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.
67 Así que Jesús dijo a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos?
68 Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién iremos? Tú dices palabras de vida eterna.
69 Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios.
70 Jesús les respondió: ¿No os he elegido yo a los Doce? Pero uno de vosotros es un diablo
71 --lo decía por Judas Iscariote, uno de los Doce, que lo iba a entregar--.

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