Hechos 1 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 26 versitos |
1 En la primera parte, querido Teófilo, conté todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio
2 hasta que, después de dar instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo.
3 Se les había presentado vivo durante cuarenta días, después de su pasión, con muchas pruebas, mostrándose y hablando del reinado de Dios.
4 Estando comiendo con ellos, les encargó que no se alejaran de Jerusalén sino que esperaran lo prometido por el Padre: Lo que me habéis escuchado les dijo
5 que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados dentro de poco con Espíritu Santo.
6 Estando ya reunidos le preguntaban: Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?
7 Les contestó: No os toca a vosotros saber los tiempos y circunstancias que el Padre ha fijado con su exclusiva autoridad.
8 Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.
9 Dicho esto, en su presencia se elevó y una nube se lo quitó de la vista.
10 Seguían con los ojos fijos en el cielo mientras él se marchaba, cuando dos personajes vestidos de blanco se les presentaron
11 y les dijeron: Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este Jesús, que os ha sido arrebatado al cielo, vendrá como lo habéis visto marchar.
12 Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que dista de Jerusalén tan sólo un camino de sábado.
13 Cuando llegaron, subieron al piso superior donde se alojaban: Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago de Alfeo, Simón el Zelota y Judas de Santiago.
14 Todos ellos, con algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes en la oración.
15 Un día de aquellos Pedro se puso de pie en medio de los hermanos, ciento veinte personas reunidas, y dijo:
16 Queridos hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo profetizó por medio de David acerca de Judas, el que guió a los que arrestaron a Jesús,
17 que era uno de los nuestros y compartía nuestro ministerio.
18 Con la paga de su iniquidad compró un terreno, cayó cabeza abajo, reventó por medio y se le salieron las entrañas.
19 Todos los vecinos de Jerusalén se enteraron, de modo que el terreno se llama en su lengua Akeldama, es decir Campo de Sangre.
20 Ya que está escrito en el libro de los Salmos: Quede su morada despoblada sin que nadie la habite, y que su puesto lo ocupe otro.
21 Es necesario, pues, que uno de los que nos acompañaron mientras el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros,
22 desde el bautismo de Juan hasta que nos fue arrebatado, sea constituido junto a nosotros testigo de su resurrección.
23 Designaron a dos: José, llamado Barsabas, apodado Justo, y Matías.
24 Después rezaron así: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, indícanos a cuál de los dos eliges
25 para ocupar el puesto de este ministerio apostólico, que Judas abandonó para marchar al lugar que le correspondía.
26 La suerte tocó a Matías y fue incorporado a los once apóstoles.

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