Romanos  7 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 25 versitos |
1 Os hablo, hermanos, como a gente entendida en leyes: ¿No sabéis que la ley obliga al hombre sólo mientras vive?
2 La mujer casada está legalmente ligada al marido mientras éste vive. Si muere el marido, queda libre de la potestad marital.
3 Si se junta con otro mientras vive el marido, se la considera adúltera. Cuando muere el marido, queda libre del vínculo legal y no es adúltera si se junta con otro.
4 Pues vosotros, hermanos, por el cuerpo del Mesías habéis muerto a la ley y podéis pertenecer a otro: al que resucitó de la muerte a fin de que diéramos frutos para Dios.
5 Mientras vivíamos bajo el instinto, las pasiones pecaminosas, incitadas por la ley, actuaban en nuestros miembros y dábamos fruto para la muerte.
6 Pero ahora, emancipados de la ley, al morir para el que nos tenía presos, servimos a Dios con un espíritu nuevo, no según un código caduco.
7 ¿Qué concluimos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ningún modo! Sólo que el pecado lo llegué a conocer sólo por la ley. No sabría de codicia si la ley no dijera: No codiciarás.
8 Entonces el pecado, aprovechándose del precepto, provocó en mí toda clase de codicias. Pues donde no hay ley, el pecado está muerto.
9 Yo vivía un tiempo sin ley; llegó el precepto, revivió el pecado
10 y yo morí; y así el precepto destinado a la vida resultó para mí mortal.
11 Pues el pecado, aprovechándose del precepto, me sedujo y por él me dio muerte.
12 O sea que la ley es santa, el precepto es santo y justo y bueno.
13 Entonces lo bueno, ¿fue para mí mortal? ¡De ningún modo! Antes bien, el pecado, para delatar su naturaleza, usando el bien me provocó la muerte: así el pecado por medio del precepto llegó a la plenitud de su malicia.
14 Nos consta que la ley es espiritual, pero yo soy carnal y estoy vendido al pecado.
15 Lo que realizo no lo entiendo, porque no ejecuto lo que quiero, sino que hago lo que detesto.
16 Pero si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con que la ley es excelente.
17 Ahora bien, no soy yo quien lo ejecuta, sino el pecado que habita en mí.
18 Sé que en mí, es decir, en mi vida instintiva, no habita el bien. Querer lo tengo al alcance, ejecutar el bien no.
19 No hago el bien que quiero, sino que practico el mal que no quiero.
20 Pero si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo ejecuta, sino el pecado que habita en mí.
21 Y me encuentro con esta fatalidad: que deseando hacer el bien, se me pone al alcance el mal.
22 En mi interior me agrada la ley de Dios,
23 en mis miembros descubro otra ley que guerrea con la ley de la razón y me hace prisionero de la ley del pecado que habita en mis miembros.
24 ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de esta condición mortal?
25 ¡Gracias a Dios por Jesucristo Señor nuestro! En resumen, con la razón yo sirvo a la ley de Dios, con el instinto a la ley del pecado.

Patrocinio

 
 

Introducción a Romanos 

No hay comentario

Fuente:

Patrocinio

Notas

No hay notas