Deuteronomio  29 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 28 versitos |
1 Moisés convocó a todo Israel y les dijo: Vosotros sois testigos de todo lo que el Señor hizo en Egipto contra el faraón, sus ministros y todo su país:
2 aquellas grandes pruebas que vieron vuestros ojos, aquellos grandes signos y prodigios;
3 pero el Señor no os ha dado inteligencia para entender, ni ojos para ver, ni oídos para escuchar hasta hoy:
4 Yo os he hecho caminar cuarenta años por el desierto: no se os gastaron los vestidos que llevabais ni se os gastaron las sandalias de los pies;
5 no comisteis pan ni bebisteis vino ni licor; para que reconozcáis que yo, el Señor, soy vuestro Dios.
6 Al llegar a este lugar, Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, nos salieron al encuentro en son de guerra; los vencimos,
7 conquistamos sus territorios y se los dimos en heredad a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.
8 Por eso guardaréis los términos de esta alianza y los cumpliréis, y así prosperaréis en todas vuestras obras.
9 Vosotros os habéis colocado hoy en presencia del Señor, vuestro Dios vuestros jefes de tribu, concejales y magistrados y todos los hombres de Israel;
10 vuestros niños y mujeres y los inmigrantes que están en el campamento: tus aguadores y leñadores
11 para entrar en alianza con el Señor, tu Dios, y aceptar el pacto que el Señor, tu Dios, concluye contigo hoy;
12 en virtud de él, te constituye hoy pueblo suyo, y él será tu Dios, como te dijo y como había jurado a tus padres, a Abrahán, Isaac y Jacob.
13 No sólo con vosotros concluyo esta alianza y este pacto;
14 lo concluyo con el que está hoy aquí con nosotros, en presencia del Señor, y con el que hoy no está aquí con nosotros.
15 Vosotros sabéis que habitamos en Egipto y que cruzamos por medio de todos aquellos pueblos,
16 visteis sus ídolos monstruosos, de piedra y leño, de plata y oro.
17 Que no haya nadie entre vosotros, hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy del Señor, vuestro Dios, yendo a dar culto a los dioses de estos pueblos; que no arraiguen en vosotros plantas amargas y venenosas,
18 alguien que al escuchar los términos de este pacto se felicite diciendo por dentro: Tendré paz aunque siga en mi obstinación; pues se acabarán secano y regadío,
19 porque el Señor no está dispuesto a perdonarlo; su ira y su celo echarán humo contra ese hombre, se asentará sobre él la maldición de este código, y el Señor borrará su nombre bajo el cielo;
20 el Señor lo apartará, para su perdición, de todas las tribus de Israel, según las maldiciones que sancionan la alianza, escritas en este código.
21 Las generaciones venideras, los hijos que os sucedan y los extranjeros que vengan de lejanas tierras, cuando vean las plagas de esta tierra, las enfermedades con que la castigará el Señor
22 azufre y sal, tierra calcinada, donde no se siembra, ni brota, ni crece la hierba, catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, Adamá y Seboín, arrasadas por la ira y la cólera del Señor ,
23 todos esos pueblos se preguntarán: ¿Por qué trató el Señor así a esta tierra? ¿Qué significa esta cólera terrible?
24 Y les responderán: Porque abandonaron la alianza del Señor, Dios de sus padres, el pacto que hizo con ellos al sacarlos de Egipto,
25 porque fueron a dar culto a dioses extranjeros, postrándose ante ellos dioses que no conocían, dioses que no les había asignado ;
26 por eso la ira del Señor se encendió contra esta tierra, haciendo recaer sobre ella todas las maldiciones escritas en este código;
27 por eso el Señor los arrancó de su suelo, con ira, furor e indignación, y los arrojó a una tierra extraña, como sucede hoy.
28 Lo oculto es del Señor, nuestro Dios; lo revelado es nuestro y de nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todos los artículos de esta ley.

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Introducción a Deuteronomio 

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