Hebreos 3 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 19 versitos |
1 Por tanto, hermanos consagrados, partícipes de una vocación celeste, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra confesión, a Jesús:
2 Fiel al que lo nombró, como Moisés entre [todos los de su casa.
3 Más digno de gloria que Moisés, como es más estimado el constructor que la casa.
4 Toda casa es construida por alguien, pero el constructor de todo es Dios.
5 Entre todos los de su casa, Moisés era un servidor fiel, para garantizar lo que Dios iba a decir.
6 Cristo, en cambio, como Hijo, está al cargo de la casa; y esa casa somos nosotros si mantenemos la confianza y nos gloriamos de la esperanza.
7 En consecuencia, como dice el Espíritu Santo: Si hoy escucháis su voz,
8 no endurezcáis el corazón como cuando lo irritaron, el día de la prueba en el desierto,
9 cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis acciones
10 durante cuarenta años. Por eso me indigné contra aquella generación y dije: Su mente siempre se extravía y no reconoce mis caminos.
11 Por eso, airado, juré: No entrarán en mi descanso.
12 Cuidado, hermanos: que ninguno de vosotros tenga un corazón perverso e incrédulo, desertor del Dios vivo.
13 Antes bien, animaos unos a otros cada día, mientras suena ese hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado.
14 Porque, si mantenemos firme hasta el fin nuestra posición del principio, somos compañeros de Cristo.
15 Cuando dice: Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis el corazón, como cuando lo irritaron.
16 ¿Quiénes, aunque oyeron, lo irritaron? Cierto, todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés.
17 ¿Con quiénes se indignó durante cuarenta años? Cierto, con los pecadores, cuyos cadáveres cayeron en el desierto.
18 ¿A quiénes juró que no entrarían en su descanso? A los rebeldes.
19 Y así vemos que por su incredulidad no pudieron entrar.

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Introducción a Hebreos

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