Tobías 12 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 22 versitos |
1 Cuando acabaron los festejos de la boda, Tobit llamó a Tobías y le recordó: Hijo, ya es hora de pagarle lo convenido a tu compañero. Y dale aún más.
2 Tobías respondió: Padre, ¿cuánto le doy? No salgo perdiendo ni aunque le dé la mitad de los bienes que trajo conmigo.
3 Me ha guiado sin que me pasara nada malo, sanó a mi mujer, trajo el dinero conmigo y te sanó a ti. ¿Cuánto le doy?
4 Tobit dijo: Hijo, bien se merece la mitad de todo lo que ha traído.
5 Así es que lo llamó y le dijo: Como paga, toma la mitad de todo lo que has traído, y vete en paz.
6 Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les dijo: Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os ha hecho, para que todos canten himnos en su honor. Manifestad a todos las obras del Señor como él se merece, y no seáis negligentes en darle gracias.
7 Si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas y proclamarlas como se merecen. Obrad bien, y no os vendrá ninguna desgracia.
8 Vale más la oración sincera y la limosna generosa que la riqueza adquirida injustamente. Vale más hacer limosnas que atesorar dinero.
9 La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosnas gozarán de una larga vida.
10 Los pecadores y los malhechores son enemigos de sí mismos.
11 Os descubriré toda la verdad sin ocultaros nada. Ya os dije que si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas como se merecen.
12 Ahora bien, cuando Sara y tú estabais rezando, yo presentaba al Señor de la gloria el memorial de vuestra oración. Lo mismo cuando enterrabas a los muertos.
13 Y cuando te levantaste de la mesa sin dudar, y dejaste la comida por ir a enterrar a aquel muerto, Dios me envió para probarte;
14 pero me ha enviado de nuevo para sanarte a ti y a tu nuera, Sara.
15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios y tienen acceso ante el Señor de la gloria.
16 Los dos hombres se asustaron y cayeron rostro en tierra, temerosos.
17 Rafael les dijo: No temáis. ¡Paz! Bendecid a Dios siempre.
18 Mi presencia entre vosotros no se ha debido a mí, sino a la voluntad de Dios. Bendecidlo siempre y cantadle himnos.
19 Aunque me veíais comer, no comía; era pura apariencia.
20 Así, pues, bendecid al Señor en la tierra, dad gracias a Dios. Yo subo ahora al que me envió. Vosotros escribid todo lo que os ha ocurrido. El ángel desapareció.
21 Cuando se pusieron de pie, ya no lo vieron.
22 Entonces bendijeron y cantaron a Dios, dándole gracias por aquellas maravillas que hizo, porque se les había aparecido un ángel de Dios.

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Introducción a Tobías

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