Judith 9 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 14 versitos |
1 Era el momento en que acababan de ofrecer en el templo de Jerusalén el incienso vespertino. Judit se echó ceniza en la cabeza, y postrada en tierra, se descubrió el sayal que llevaba a la cintura y gritó al Señor con todas sus fuerzas:
2 Señor, Dios de mi padre Simeón, al que pusiste una espada en la mano para vengarse de los extranjeros que forzaron vergonzosamente a una doncella, la desnudaron para violentarla y profanaron su seno deshonrándola. Aunque tú habías dicho: No hagáis eso, lo hicieron.
3 Por eso entregaste sus jefes a la matanza, y su lecho, envilecido por su engaño, con engaño quedó ensangrentado: heriste a esclavos con amos, y a los amos en sus tronos,
4 entregaste sus mujeres al pillaje, sus hijas a la cautividad; sus despojos fueron repartidos entre tus hijos queridos, que, encendidos por tu celo, y horrorizados por la mancha causada a su sangre, te habían pedido auxilio. ¡Dios, Dios mío, escucha a esta viuda!
5 Tú hiciste aquello, y lo de antes y lo de después. Tú proyectas el presente y el futuro, lo que tú quieres, sucede;
6 tus proyectos se presentan y dicen: Aquí estamos. Porque todos tus caminos están preparados, y tus designios, previstos de antemano.
7 Ahí están los asirios: en el apogeo de su fuerza, orgullosos de sus caballos y jinetes, soberbios por el vigor de su infantería, seguros de sus escudos, lanzas, arcos y hondas; ¡y no saben que tú eres el Señor, que pone fin a la guerra!
8 ¡Tu nombre es el Señor! Quebranta su fuerza con tu poder, aplasta su dominio con tu cólera. Porque han decidido profanar tu templo, manchar la tienda donde reside tu Nombre glorioso, echar abajo con el hierro los salientes de tu altar.
9 Mira su soberbia, descarga tu ira sobre sus cabezas, ayuda a esta viuda a realizar la hazaña que ha pensado.
10 Por mi lengua seductora hiere a esclavos con amos, al señor con el siervo; quebranta su arrogancia a manos de una mujer.
11 Tu poder no está en el número ni tu imperio en los guerreros; eres Dios de los humildes, socorredor de los pequeños, protector de los débiles, defensor de los desanimados, salvador de los desesperados.
12 Sí, sí, Dios de mi padre, Dios de la heredad de Israel, dueño de cielo y tierra, creador de las aguas, rey de toda la creación, escucha mi súplica
13 y concédeme hablar seductoramente para herir de muerte a los que han planeado una venganza cruel contra tus fieles, tu santa morada, el monte Sión y la casa que es posesión de tus hijos.
14 Haz que todo tu pueblo y todas las tribus vean y conozcan que tú eres el único Dios, Dios de toda fuerza y de todo poder, y que no hay nadie que proteja a la raza israelita fuera de ti.

Patrocinio

 
 

Introducción a Judith

No hay comentario

Fuente:

Patrocinio

Notas

No hay notas