Jueces 6 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 40 versitos |
1 Los israelitas hicieron lo que el Señor reprueba, y el Señor los entregó a Madián por siete años.
2 El régimen de Madián fue tiránico. Para librarse de él, los israelitas tuvieron que valerse de las cuevas de los montes, las cavernas y los refugios.
3 Cuando los israelitas sembraban, los madianitas, los amalecitas y los orientales venían a hostigarlos;
4 acampaban frente a ellos y destruían todos los sembrados, hasta la entrada de Gaza. No dejaban nada con vida en Israel, ni oveja, ni buey, ni asno;
5 porque venían con sus rebaños y sus tiendas, numerosos como langostas, hombres y camellos sin número, e invadían la comarca asolándola.
6 Con esto Israel iba empobreciéndose por culpa de Madián.
7 Entonces los israelitas gritaron al Señor. Y cuando los israelitas gritaron al Señor por causa de Madián,
8 el Señor les envió un profeta a decirles: Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto, os saqué de la esclavitud,
9 os libré de los egipcios y de todos vuestros opresores, los expulsé ante vosotros para entregaros sus tierras, y os dije:
10 Yo soy el Señor, Dios vuestro; no adoréis a los dioses de los amorreos, en cuyo país vais a vivir. Pero no me habéis obedecido.
11 El ángel del Señor vino y se sentó bajo la Encina de Ofrá, propiedad de Joás, de Abi-Ezer, mientras su hijo, Gedeón, estaba trillando trigo al látigo en el lagar, para esconderse de los madianitas.
12 El ángel del Señor se le apareció y le dijo: El Señor está contigo, valiente.
13 Gedeón respondió: Perdón; si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: De Egipto nos sacó el Señor? La verdad es que ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas.
14 El Señor se volvió a él y le dijo: Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío.
15 Gedeón replicó: Perdón, ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en la casa de mi padre.
16 El Señor contestó: Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.
17 Gedeón insistió: Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo.
18 No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente. El Señor dijo: Aquí me quedaré hasta que vuelvas.
19 Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero; se lo llevó al Señor y se lo ofreció bajo la encina.
20 El ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y derrama el caldo. Así lo hizo.
21 Entonces el ángel del Señor alargó la punta del cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció.
22 Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó: ¡Ay, Dios mío, que he visto al ángel del Señor cara a cara!
23 Pero el Señor le dijo: ¡Paz, no temas, no morirás!
24 Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de Señor de la Paz. Hasta hoy se encuentra en Ofrá de Abi-Ezer.
25 Aquella noche habló el Señor a Gedeón: Toma el buey de siete años que tiene tu padre, derriba el altar de tu padre dedicado a Baal y corta el árbol sagrado que está junto a él;
26 levanta luego un altar al Señor, tu Dios, en la cima del barranco, con las piedras bien puestas; toma el buey y ofrécelo en sacrificio aprovechando la leña del árbol ya cortado.
27 Gedeón escogió a diez de sus criados e hizo lo que le había mandado el Señor; pero por temor a sus familiares y a la gente del pueblo, en lugar de hacerlo de día, lo hizo durante la noche.
28 Cuando los vecinos se levantaron temprano, se encontraron derruido el altar de Baal, cortado el árbol sagrado junto a él y sacrificado el buey sobre el altar recién construido.
29 Se preguntaban: ¿Quién habrá sido? Indagaron, averiguaron y llegaron a la conclusión: Ha sido Gedeón, hijo de Joás.
30 Entonces le dijeron a Joás: Sácanos a tu hijo, que muera; porque ha derribado el altar de Baal y cortado el árbol sagrado que había junto a él.
31 Joás respondió a todos los que lo amenazaban: ¿Qué tenéis vosotros que defender a Baal? ¿Como si vosotros fuerais a salvarlo? El que lo defienda, muera antes de que salga el sol. Si Baal es Dios que se defienda a sí mismo, ya que han derribado su altar
32 por eso aquel día pusieron a Gedeón el apodo de Yerubaal, comentando: ¡Que Baal se defienda de él, ya que él derribó su altar!.
33 Los madianitas, los amalecitas y los orientales se aliaron, cruzaron el río y acamparon en la llanura de Yezrael.
34 El Espíritu del Señor se apoderó de Gedeón, que tocó a rebato, y Abiezer corrió a unírsele.
35 Envió mensajeros a Manasés, y se le unió; luego a Aser, Zabulón y Neftalí, y también se le unieron.
36 Gedeón dijo a Dios: Si realmente vas a salvar a Israel por mi medio, como aseguraste,
37 mira, voy a extender en la era esta zalea: si cae el rocío sobre la lana mientras todo el suelo queda seco, me convenceré de que vas a salvar a Israel por mi medio, como aseguraste.
38 Así sucedió. Al día siguiente Gedeón madrugó, retorció la lana, exprimiéndole el rocío, y llenó una cazuela de agua.
39 Entonces Gedeón dijo a Dios: No te enfades conmigo si te hago otra propuesta; haré sólo otra vez la prueba con la zalea: que sólo ella quede seca, y, en cambio, caiga rocío sobre el suelo.
40 Así lo hizo Dios aquella noche: sólo la zalea quedó seca, mientras que cayó rocío en todo el suelo.

Patrocinio

 
 

Introducción a Jueces

No hay comentario

Fuente:

Patrocinio

Notas

No hay notas