Eclesiástico 23 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 27 versitos |
1 Señor, Padre y Dueño de mi vida, no permitas que mis ojos sean soberbios, no me dejes caer por su culpa.
2 ¡Quién pusiera un guardia sobre mis pensamientos y un sabio instructor en mi mente que no perdonara mis yerros ni disimulara mis pecados!
3 Para que no aumenten mis ignorancias ni se multipliquen mis pecados; para que no caiga ante mis adversarios ni se alegre el enemigo de mi ruina.
4 Señor, Padre y Dios de mi vida, no me des ojos altaneros,
5 aparta de mí los malos deseos;
6 gula y lujuria no se apoderen de mí, no me entregues a pasiones vergonzosas.
7 Hijos, escuchad mi instrucción sobre el hablar: el que la guarda no quedará atrapado.
8 El pecador se enreda en sus propios labios, el arrogante e injurioso tropieza con ellos.
9 No te acostumbres a pronunciar juramentos ni pronuncies a la ligera el Nombre santo.
10 Como el criado sometido a interrogatorio no saldrá sin azotes, así el que jura por el Nombre continuamente no quedará limpio de pecado.
11 El que mucho jura se llena de maldad, y el látigo no se apartará de su casa; si se equivoca, cae en pecado, si no cumple, peca el doble; si jura en falso no será perdonado, y su casa estará llena de desgracias.
12 Hay palabras que merecen la muerte: ¡que no se pronuncien en los pueblos de Jacob! Los hombres religiosos están lejos de tales cosas y no se revuelcan en pecados.
13 No acostumbres tu boca a mal hablar, porque será causa de pecado;
14 acuérdate de tu padre y tu madre cuando te sientes entre los nobles: no sea que te descuides en su presencia y eches una mancha en tu educación; desearás no haber nacido y maldecirás el día que viste la luz.
15 El que se acostumbra a insultar no aprenderá en toda la vida.
16 Dos clases de hombres multiplican pecados y una tercera provoca la cólera de Dios:
17 el sensual que arde como fuego, no se apagará hasta consumirse; el que fornica con una pariente, no cesará hasta abrasarse; el lujurioso que encuentra sabroso cualquier pan, no parará hasta que el fuego lo consuma.
18 El que es infiel al lecho matrimonial diciéndose: "¿Quién me ve?, la oscuridad me rodea, las paredes me encubren, nadie me ve, ¿por qué temer?, el Altísimo no tendrá en cuenta mis pecados",
19 sólo teme la mirada de los hombres y no sabe que los ojos del Altísimo son mil veces más brillantes que el sol y contemplan todos los caminos de los hombres y penetran hasta lo más escondido.
20 Todo lo conocía antes de crearlo y lo mismo después de terminado.
21 Pues cuando menos lo piense, será arrestado y será castigado en la plaza pública.
22 Lo mismo la mujer que abandona al marido y proporciona un heredero de un extraño:
23 En primer lugar, desobedeció la ley del Altísimo; en segundo lugar, ofendió a su marido; en tercer lugar, se prostituyó con adulterio y le ha dado hijos de un extraño.
24 Habrá de comparecer ante la asamblea, y el castigo recaerá sobre sus hijos;
25 sus hijos no echarán raíces y sus vástagos no darán fruto;
26 su recuerdo será maldecido y su infamia no se borrará.
27 Los restantes reconocerán que nada hay más importante que respetar al Señor ni más dulce que guardar sus mandamientos.

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