Baruc 4 Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993) | 37 versitos |
1 La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna: los que la guarden vivirán, los que la abandonen morirán.
2 Vuélvete, Jacob, a recibirla, camina a la claridad de su resplandor;
3 no entregues a otros tu gloria ni tu dignidad a un pueblo extranjero.
4 ¡Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al Señor!
5 ¡Ánimo, pueblo mío, que llevas el nombre de Israel!
6 Os vendieron a los gentiles, pero no para ser aniquilados; por la cólera de Dios contra vosotros os entregaron a vuestros enemigos,
7 porque irritasteis a vuestro Creador sacrificando a demonios y no a Dios;
8 os olvidasteis del Señor eterno, que os había criado, y afligisteis a Jerusalén, que os sustentó.
9 Cuando ella vio que el castigo de Dios os alcanzaba, dijo: Escuchad, vecinas de Sión. Dios me ha enviado una pena terrible:
10 vi cómo el Eterno desterraba a mis hijos e hijas;
11 yo los crié con alegría, los despedí con lágrimas de pena.
12 Que nadie se alegre viendo a esta viuda abandonada de todos. Si estoy desierta, es por los pecados de mis hijos, que se apartaron de la ley de Dios.
13 No hicieron caso de sus mandatos ni siguieron la vía de sus preceptos, no pisaron fielmente la senda de su instrucción.
14 Que se acerquen las vecinas de Sión, recuerden que el Eterno llevó cautivos a mis hijos e hijas.
15 Les envió un pueblo remoto, pueblo cruel y de lengua extraña que no respetaba a los ancianos ni sentía piedad por los niños;
16 arrebataron a la viuda sus hijos queridos, la dejaron sola y sin hijas.
17 Y yo, ¿qué puedo hacer por vosotros?
18 Sólo el que os envió tales desgracias os librará del poder enemigo.
19 Marchad, hijos, marchad, mientras yo quedo sola.
20 Me he quitado el vestido de la paz, me he puesto el sayal de suplicante, gritaré al Eterno toda mi vida.
21 ¡Ánimo, hijos! Clamad a Dios para que os libre del poder enemigo.
22 Yo espero que el Eterno os salvará, el Santo ya me llena de alegría, porque muy pronto el Eterno, vuestro Salvador, tendrá misericordia de vosotros.
23 Si os expulsó entre duelo y llantos, Dios mismo os devolverá a mí con gozo y alegría sin término.
24 Como hace poco las vecinas de Sión os vieron marchar cautivos, así pronto verán la salvación que Dios os concede, acompañada de gran gloria y el esplendor del Eterno.
25 Hijos, soportad con entereza el castigo que Dios os ha enviado; si tus enemigos te dieron alcance, muy pronto verás su perdición y pondrás el pie sobre sus cuellos.
26 Mis niños mimados recorrieron caminos ásperos, los robó el enemigo como a un rebaño.
27 ¡Ánimo, hijos, gritad a Dios! Que el que os castigó se acordará de vosotros.
28 Si un día os empeñasteis en alejaros de Dios, volveos a buscarlo con redoblado empeño.
29 El que os mandó las desgracias os mandará el gozo eterno de vuestra salvación.
30 ¡Ánimo, Jerusalén! El que te dio su Nombre te consuela.
31 Malditos los que te hicieron mal y se alegraron de tu caída,
32 malditas las ciudades que esclavizaron a tus hijos, maldita la ciudad que los aceptó.
33 Como se alegró de tu caída y disfrutó con tu ruina, llorará su propia desolación.
34 Le quitaré la población de que se enorgullece y su arrogancia se convertirá en duelo.
35 El Eterno le enviará un fuego que arderá muchos días, y la habitarán largos años los demonios.
36 Mira hacia levante, Jerusalén, contempla el gozo que Dios te envía.
37 Ya llegan alegres los hijos que despediste, reunidos por la Palabra del Santo en oriente y occidente; ya llegan alegres y dando gloria a Dios.

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Introducción a Baruc

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