II Reyes  4 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 44 versitos |
1

El milagro del aceite

Una mujer, casada con uno de la comunidad de profetas, fue a suplicar a Eliseo: — Mi marido, servidor tuyo, ha muerto; y tú sabes que era un hombre religioso. Ahora ha venido el acreedor a llevarse a mis dos hijos como esclavos º. º
2 Eliseo le dijo: — ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Ella respondió: — Sólo me queda en casa una alcuza de aceite.
3 Eliseo le dijo: — Sal a pedir vasijas a todas tus vecinas, vasijas vacías en abundancia.
4 Cuando vuelvas, te encierras en casa con tus hijos, empiezas a echar aceite en todas esas vasijas y pones aparte las llenas.
5 La mujer se marchó y se encerró en casa con sus hijos. Ellos le acercaban las vasijas, y ella echaba el aceite.
6 Cuando llenó todas las vasijas, pidió a uno de sus hijos: — Acércame otra vasija. Pero él le dijo: — Ya no quedan más. Entonces se agotó el aceite.
7 La mujer fue a contárselo al profeta y este le dijo: — Ahora vende el aceite, paga a tu acreedor y con el resto podrán vivir tú y tus hijos.
8

Eliseo y la sunamita

Un día Eliseo pasó por Sunán º y una mujer rica que vivía allí le insistió para que se quedase a comer. Desde entonces, cada vez que pasaba por allí, se detenía a comer.
9 La mujer dijo a su marido: — Mira, creo que ese que nos visita cada vez que pasa es un profeta santo.
10 Vamos a construirle en la terraza una habitación pequeña con una cama, una mesa, una silla y un candil, para que se aloje en ella cuando venga a visitarnos.
11 Un día que Eliseo llegó allí, subió a la terraza y se acostó en la habitación.
12 Luego dijo a su criado Guejazí: — Llama a esa sunamita. Él la llamó y cuando se presentó ante él,
13 Eliseo ordenó a su criado que le dijese: — Ya que te has tomado todas estas molestias por nosotros, dinos qué podemos hacer por ti. ¿Necesitas pedir algo al rey º o al jefe del ejército? Pero ella respondió: — Vivo a gusto entre mi gente.
14 Eliseo insistió: — ¿Qué podríamos hacer por ella? Entonces Guejazí sugirió: — No sé. No tiene hijos y su marido es viejo. º
15 Eliseo dijo: — Llámala. La llamó y ella se quedó en la puerta.
16 Eliseo le dijo: — El año que viene por estas fechas estarás abrazando a un hijo. Ella respondió: — ¡No, señor mío, hombre de Dios! ¡No engañes a tu servidora!
17 Pero la mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo al año siguiente por aquellas fechas, tal como le había anunciado Eliseo.
18 El niño creció. Un día, en que salió a ver a su padre que estaba con los segadores, º
19 le dijo: — ¡Se me estalla la cabeza º! El padre ordenó a un criado: — Llévaselo a su madre.
20 El criado lo llevó a su madre y ella lo tuvo sentado en su regazo hasta el mediodía. Pero el niño murió.
21 La mujer lo subió, lo acostó en la cama del profeta, cerró la puerta y salió.
22 Luego llamó a su marido y le dijo: — Mándame a un criado con una burra; quiero ir corriendo a ver al profeta y regresaré inmediatamente.
23 Él le preguntó: — ¿Cómo es que vas a visitarlo hoy, si no es luna nueva ni sábado º? Ella contestó: — No te preocupes º.
24 La mujer aparejó la burra y ordenó a su criado: — Llévame, camina y no me detengas hasta que yo te lo ordene.
25 Partió y llegó al monte Carmelo, donde estaba el profeta. Al verla de lejos, el profeta dijo a su criado Guejazí: — Por ahí viene la sunamita.
26 Corre a su encuentro y pregúntale como están ella, su marido y su hijo. Ella respondió: — Estamos bien.
27 Cuando llegó al monte en donde estaba el profeta, ella se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo: — Déjala, que está llena de amargura. El Señor me lo había ocultado, sin hacérmelo saber.
28 Ella le dijo: — ¿Acaso te pedí yo un hijo? ¿No te advertí que no me engañaras?
29 Eliseo ordenó a Guejazí: — Prepárate, coge mi bastón y ponte en camino. Si encuentras a alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas. Luego pones mi bastón en la cara del niño. º
30 La madre del niño le dijo: — Juro por el Señor y por tu vida, que no me iré sin ti º. Entonces Eliseo se levantó y partió detrás de ella.
31 Guejazí se les había adelantado y había puesto el bastón sobre la cara del niño, pero no obtuvo respuesta ni señales de vida. Entonces salió al encuentro de Eliseo y le dijo: — El niño no ha despertado.
32 Eliseo entró en la casa y encontró al niño muerto y acostado en su cama.
33 Pasó a la habitación, cerró la puerta tras de sí y se puso a orar al Señor.
34 Luego se subió a la cama y se tendió sobre el niño º, poniendo boca sobre boca, ojos sobre ojos y manos sobre manos. Mientras estaba tendido sobre él, el cuerpo del niño empezó a entrar en calor.
35 Eliseo se bajó y se puso a andar de un lado para otro. Luego volvió a subirse y a tenderse sobre él. Entonces el niño estornudó siete veces y abrió los ojos.
36 Entonces Eliseo llamó a Guejazí y le dijo: — Llama a la sunamita. La llamó, y ella se presentó ante Eliseo, que le dijo: — Toma a tu hijo.
37 Ella se acercó, se echó a sus pies, le hizo una reverencia, tomó al niño y se fue.
38

La comida envenenada

Eliseo regresó a Guilgal y por entonces había mucha hambre en la región. Los profetas estaban sentados a su alrededor y él ordenó a su criado: — Pon al fuego la olla grande y prepara un guiso para los profetas.
39 Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas, encontró un arbusto silvestre y llenó su manto con sus frutos. Cuando volvió, los troceó y los echó a la olla del guisado sin saber lo que era.
40 Cuando sirvieron la comida a los hombres y probaron el guiso, se pusieron a gritar: — ¡La comida está envenenada, hombre de Dios! Y no pudieron comer.
41 Entonces Eliseo ordenó: — Tráiganme harina. La echó en la olla y dijo: — Sirve a la gente, para que coman. Y desapareció el veneno de la olla.
42

La multiplicación de los panes

Por entonces llegó un hombre de Baal Salisá a traer al profeta el pan de las primicias º: veinte panes de cebada y grano nuevo en su alforja. Eliseo ordenó: — Dáselo a la gente para que coma. º
43 Pero el criado respondió: — ¿Cómo puedo dar esto a cien personas? Y Eliseo insistió: — Dáselo a la gente, para que coma; pues el Señor ha dicho que comerán y sobrará.
44 Entonces el criado les sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.

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Introducción a II Reyes 

VER 1 REYES.


Fuente:

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Notas

II Reyes  4,1— como esclavos: La esclavitud como pago de una deuda estaba contemplada en la antigua legislación israelita (Éxo 21:7); aunque se hicieron esfuerzos por mitigarla (Deu 15:12-18), continuó vigente en Israel incluso en tiempos postexílicos (Neh 5:5).


II Reyes  4,11Re 17:10-16.
II Reyes  4,8— Sunán: Ver 1Sa 28:4 y nota.
II Reyes  4,13— pedir algo al rey...: El ofrecimiento de Eliseo sugiere una posición de influencia en la corte, bien distinta a la de Elías. A pesar de la negativa actual de la mujer, el ofrecimiento de Eliseo se cumplirá más tarde (ver 2Re 8:6).
II Reyes  4,14Gén 18:9-11.
II Reyes  4,181Re 17:17-24+.
II Reyes  4,19— Se me estalla la cabeza: Lit. ¡Mi cabeza, mi cabeza!.
II Reyes  4,23— no es luna nueva ni sábado: Días festivos en que se solía visitar a los profetas.

— No te preocupes: Lit. shalom, es decir, paz. El silencio de la mujer sobre la muerte del hijo revela su confianza en la intervención del profeta.
II Reyes  4,29Luc 10:4.
II Reyes  4,30— ... que no me iré sin ti: El texto hebreo repite literalmente la triple negativa de Eliseo a abandonar a Elías en su partida (ver 2Re 2:2; 2Re 4:6).
II Reyes  4,34— se tendió sobre el niño: La acción de Eliseo es casi un calco de la de Elías en 1Re 17:21.
II Reyes  4,422Re 4:42-44 : Este episodio nos ofrece el esquema literario que pudo inspirar los relatos afines del Evangelio (Mar 6:30-34; Mar 8:1-10 y par.).
II Reyes  4,42— el pan de las primicias: Pan amasado con la harina del grano nuevo, que la legislación posterior reserva para los sacerdotes (Lev 23:20).
II Reyes  4,42Mat 14:13-21 y par.; 2Re 15:32-38 y par.