Jeremías  51 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 64 versitos |
1 Así dice el Señor: Voy a suscitar contra Babilonia y contra sus habitantes, los caldeos *, un viento que será devastador º. º
2 Enviaré contra Babilonia extranjeros que la aventarán y vaciarán su territorio: la atacarán por todas partes el día de la catástrofe.
3 ¡Que no desfallezcan los arqueros ni se cansen los que visten coraza! No perdonen a sus guerreros, exterminen a todo su ejército. º
4 Caerán heridos en tierra caldea, gente atravesada en sus calles.
5 ¡Que no han enviudado º Israel y Judá de su Dios, el Señor del universo! En cambio la tierra caldea es culpable ante el Santo de Israel.
6 Huyan de en medio de Babilonia, pongan a salvo sus vidas, no perezcan por su culpa; que es la hora de la venganza del Señor, el día en que les dará su merecido. º
7 Babilonia era una copa de oro, manejada por la mano del Señor, que emborrachaba a toda la tierra; las naciones bebían de su vino y así quedaban aturdidas. º
8 Y Babilonia cayó de repente y se rompió: ¡lloren por ella! Traigan bálsamo para sus heridas, tal vez la podamos curar. º
9 Quisimos curar a Babilonia, pero es imposible: ¡déjenla, vayamos cada cual a nuestra tierra! Pues su condena llega hasta el cielo, alcanza la altura de las nubes.
10 El Señor ha sentenciado a nuestro favor; vamos, contaremos en Sión la hazaña del Señor, nuestro Dios. º
11 Afilen las flechas, embracen los escudos; el Señor incita a los reyes de Media, porque ha decidido destruir Babilonia: es la venganza del Señor por haber destruido su Templo. º
12 Levanten las enseñas contra los muros de Babilonia; refuercen la guardia, pongan centinelas, tiendan emboscadas. El Señor ejecuta lo que piensa, lo que predijo contra Babilonia. º
13 Ciudad llena de tesoros º, situada junto a aguas caudalosas, te ha llegado el fin, terminan tus rapiñas.
14 El Señor del universo lo jura por su vida: Te he llenado de gente, innumerable como plaga de langosta, que cantarán victoria sobre ti.
15 Él hizo * la tierra con su poder, estableció el orbe con su sabiduría, desplegó el cielo con su inteligencia. º º
16 Cuando él alza la voz º, retumban las aguas del cielo, hace subir a las nubes desde el confín de la tierra; con los rayos provoca la lluvia y saca de sus depósitos el viento. º
17 Se embrutece quien se fía de su ciencia, el orfebre se avergüenza del ídolo que ha hecho: sus imágenes son mentira, sin espíritu; º
18 son frustrantes, obras engañosas, desaparecerán el día del castigo.
19 No es así la porción de Jacob, pues él ha creado todo; Israel es tribu de su propiedad, su nombre es Señor del universo º. º
20 Tú eres mi maza º, mi instrumento de guerra: contigo machacaré naciones, contigo aniquilaré reinos;
21 machacaré caballos y jinetes, machacaré carros y aurigas;
22 machacaré hombres y mujeres, machacaré jóvenes y adultos, machacaré muchachos y muchachas;
23 machacaré pastores y rebaños, machacaré labriegos y yuntas, machacaré gobernadores y magistrados.
24 Y haré que pague Babilonia y toda la gente caldea todo el mal que perpetraron en Sión delante de ustedes —oráculo del Señor—. º
25 Aquí me tienes, montaña asesina *, asesina de toda la tierra —oráculo del Señor—. Extenderé mi mano contra ti, te lanzaré rodando desde las peñas º, te convertiré en montaña quemada.
26 Nadie acudirá donde ti a buscar una piedra angular o una piedra para cimentar, pues serás una ruina perpetua —oráculo del Señor—.
27 Alcen º el estandarte sobre la tierra, toquen a rebato entre los pueblos; convoquen naciones a una guerra santa contra ella, recluten reinos contra ella: Ararat, Miní y Asquenaz *; designen contra ella un general, envíen caballos como langostas erizadas º.
28 Convoquen naciones a una guerra santa contra ella, llamen a los reyes de Media, a sus gobernadores y magistrados, y a todo el territorio que gobierna.
29 La tierra temblará º y se estremecerá cuando se cumplan contra Babilonia los planes del Señor para con ella: conviértanla en pura desolación, sin nadie que la habite. º
30 Los soldados de Babilonia ya no luchan, se quedan metidos en las fortalezas, se agota su valor, son como mujeres; el fuego consume sus edificios, sus cerrojos están destrozados.
31 Un correo alcanza a otro correo º, un mensajero a otro mensajero, para comunicar al rey de Babilonia que ha caído totalmente su ciudad. º
32 Los vados están cortados, han incendiado las esclusas, los soldados están aterrados.
33 Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Ha quedado la capital de Babilonia como una era en tiempo de trilla º; cuando pase un poco de tiempo, le llegará la hora de la cosecha.
34 Nabucodonosor, rey de Babilonia, me ha comido, me ha devorado y ha dejado el plato vacío; me ha engullido como un dragón º, ha llenado su vientre con lo más delicioso de mí, y después me ha vomitado.
35 Dice la población de Sión: “Sea Babilonia responsable de la violencia que he sufrido”. dice también Jerusalén: “Sean los caldeos responsables de haber derramado mi sangre”.
36 Por eso, así dice el Señor: Voy a defender tu causa, voy a tomar venganza en tu lugar: secaré todas sus aguas, agotaré todas sus fuentes; º
37 Babilonia acabará en ruinas, en una cueva de chacales, objeto de espanto y de burla, sin nadie que la habite. º
38 Rugen todos como leones, gruñen como crías de león.
39 Cuando estén en pleno ardor, les proporcionaré bebidas, haré que se emborrachen º para que, llegada la euforia, duerman un sueño eterno y no despierten —oráculo del Señor—. º
40 Los llevaré como corderos al matadero, lo mismo que carneros o cabritos.
41 ¡Cómo ha sido conquistada Babilonia º, capturada la admiración de toda la tierra! ¡Cómo ha sido reducida a espanto en medio de las naciones! º
42 El mar se estrelló contra Babilonia, la inundó con sus olas tumultuosas º;
43 sus ciudades quedaron desoladas, como tierra desértica y reseca; ya no habrá nadie que las habite, nadie que pase por ellas.
44 Pediré cuentas a Bel º en Babilonia, le haré vomitar lo que ha tragado; ya no afluirán los pueblos a ella, hasta su muralla se ha derrumbado.
45 ¡Salgan de ella, pueblo mío, que todos se pongan a salvo del incendio de la ira del Señor! º
46 Que no desfallezca su ánimo por los rumores que recorren el país, pues cada año corre un rumor º: “la violencia reina en el país, un gobernante expulsa a otro gobernante”. º
47 Pues bien, llegan días en que destruiré los ídolos de Babilonia, su país quedará desconcertado, todo él repleto de víctimas.
48 Cielo, tierra y cuanto hay en ellos prorrumpirán en gritos de alegría cuando sepan lo que le espera a Babilonia, pues los devastadores llegan del norte contra ella —oráculo del Señor—.
49 Por toda la tierra º cayeron los heridos que causó Babilonia; ahora tiene que caer Babilonia por las víctimas causadas a Israel.
50 Los que han sobrevivido a la espada, márchense, no se queden aquí: acuérdense del Señor, cuando estén lejos, lleven a Jerusalén en el corazón. º
51 Hemos oído avergonzados la ignominia, nuestro rostro se cubrió de vergüenza: dicen que extranjeros han pisado la parte más santa del Templo del Señor. º
52 Pues bien, llegan días —oráculo del Señor— en que pediré cuentas a sus ídolos, y sus heridos gemirán por todo el país.
53 Aunque Babilonia suba hasta el cielo º y ponga su fortaleza en las alturas, enviaré contra ella a los devastadores —oráculo del Señor—. º
54 Se oyen gritos pidiendo auxilio en Babilonia, intenso llanto en el país de los caldeos; º
55 es que el Señor devasta Babilonia, pone fin a todo su griterío, aunque bramen como las olas del océano y alcen sus voces tumultuosas.
56 El devastador ataca Babilonia: sus soldados caerán prisioneros, sus arcos serán destrozados, porque el Señor, Dios que retribuye, les va a dar lo que merecen. º
57 Emborracharé a sus nobles, a sus sabios y gobernantes, a sus magistrados y soldados; dormirán un sueño eterno del que no despertarán —oráculo del rey que se llama Señor del universo—. º
58 Así dice el Señor del universo: La ancha muralla de Babilonia será destruida sin remedio, sus altas puertas, quemadas; ha sido inútil el esfuerzo de los pueblos, para ser pasto del fuego se afanaron las naciones º. º
59

El rollo arrojado al Éufrates

Encargo que dio el profeta Jeremías a Seraías, hijo de Nerías y nieto de Majsías, cuando fue a Babilonia con Sedecías, rey de Judá. Corría el año cuarto de su reinado, y Seraías era jefe de intendencia.
60 Jeremías escribió en un rollo la catástrofe que le aguardaba a Babilonia, es decir, las profecías escritas hasta aquí contra Babilonia. º
61 Jeremías dijo a Seraías: — Cuando llegues a Babilonia, busca la forma de leer todas estas profecías.
62 Dirás: “Señor, tú has dicho que este lugar sería destruido, que no iba a quedar en él alma viviente, ni personas ni animales, y que sería una perpetua desolación”. º
63 Pues bien, cuando termines de leer este rollo, le atas una piedra y lo arrojas al Éufrates,
64 mientras dices: “Así se hundirá Babilonia, para no levantarse”, pues pienso provocar contra ella una terrible desgracia. Hasta aquí las palabras de Jeremías. º

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Introducción a Jeremías 

INTRODUCCIÓN


1. Características generales


No hace falta someter el libro de Jeremías a un minucioso examen para descubrir que se trata de una obra fruto de un largo y complicado proceso de composición. Como ocurre con otras grandes obras proféticas (p. ej. Isaías), el lector se encuentra ante una recopilación de recopilaciones.


Pero a diferencia de otros libros proféticos, el libro de Jeremías sorprende por la gran cantidad de material narrativo que, junto con las partes poéticas, da lugar a una notable variedad de formas literarias. Aunque tanto en su prosa como en su poesía predomina el elemento oracular, destacan también invectivas y amenazas (Jer 22:13-19), canciones de guerra (Jer 4:13-16; Jer 4:19-22), “confesiones” redactadas en el estilo del género literario “lamentación” (Jer 20:7-18), acciones simbólicas o signos proféticos (Jer 13:1-11), relatos autobiográficos (cps. Jer 26:1-24; Jer 27:1-22; Jer 28:1-17), discursos (Jer 34:12-22), cartas (Jer 29:4-23), visiones (Jer 1:11-12), y otras formas menores.


El rasgo probablemente más llamativo del libro de Jeremías como obra compuesta es su combinación de orden y desorden. En efecto, por una parte se pueden descubrir indicios de una planificación sistemática: desde la vocación del profeta hasta su desaparición camino de Egipto, pasando por su actividad profética durante los últimos años del Reino de Judá. Por otra parte, resulta evidente el estado de confusión y desorden del libro, debido al cual el lector tiene la impresión de ser conducido con frecuencia adelante y atrás en la cronología de ese período histórico. Además, muchos oráculos carecen de una estructura formal progresiva, con continuos cortes y saltos. Es probable que esta falta de consistencia se deba a que muchos poemas y oráculos circularon oralmente antes de su puesta por escrito y que, durante este proceso de transmisión, sufrieron alteraciones y ampliaciones. Idéntica sospecha puede aplicarse a la historia literaria del libro, en el sentido de que, tanto algunas unidades literarias menores como ciertos complejos narrativos más amplios, se vieron sometidos a correcciones y adiciones. Algunas unidades individuales han padecido el intrusismo de determinados materiales, que han trastornado su secuencia lógica y su estructura original. A este respecto contamos, por una parte, con duplicados literarios (Jer 6:12-15 y Jer 8:10-12; Jer 10:12-16 y Jer 51:15-19; Jer 16:14-15 y Jer 23:7-8; etc.); y por otra, son evidentes las divergencias entre el texto hebreo y la traducción griega de los LXX. Es particularmente notable el hecho de que en los LXX, los oráculos contra las naciones (en hebreo cps. Jer 46:1-28Jer 51:1-64) aparecen después de Jer 25:13 y en un orden distinto. Por otro lado, hay partes del texto hebreo que no aparecen en los LXX: p. ej. Jer 27:20-22; Jer 33:14-26; Jer 39:3-14; Jer 48:45-47; etc.


A pesar de esta compleja historia del material del libro de Jeremías, resulta evidente el esfuerzo de los redactores por sistematizarlo de alguna manera, lo que permite dividir el libro con cierta coherencia en las siguientes partes:


I. — ORÁCULOS CONTRA JUDÁ Y SUS MONARCAS (Jer 1:1-19Jer 25:1-38)


II. — RELATOS BIOGRÁFICOS Y ORÁCULOS DE RESTAURACIÓN (Jer 26:1-24Jer 45:1-5)


III. — ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES (Jer 46:1-28Jer 51:1-64)


IV. — EPÍLOGO (Jer 52:1-34)


La mayor cantidad de material original de Jeremías aparece en la primera parte. La segunda parte, redactada casi exclusivamente en prosa, suele atribuirse a Baruc, secretario del profeta. Dentro de ella encontramos dos bloques de oráculos especialmente significativos: a) el llamado “Libro de la Consolación” de Jeremías (cps. Jer 30:1-24Jer 31:1-40, que algunos comentaristas amplían hasta el cp. Jer 33:1-26 inclusive) que contiene oráculos muy tempranos, algunos originarios del Reino del Norte y otros pertenecientes a la primera época del profeta; y b) los relatos biográficos (Jer 19:1-15; Jer 26:1-24; Jer 27:1-22; Jer 28:1-17; Jer 29:1-32; Jer 32:1Jer 33:13; Jer 33:17Jer 45:5), de estilo claro, directo y detallado y sobre cuya veracidad histórica no hay serios motivos para dudar. En cuanto a la tercera parte — los llamados “oráculos contra las naciones” (cps. Jer 46:1-28Jer 51:1-64) — se discute qué oráculos se remontan al propio Jeremías y cuáles son de otra procedencia. Finalmente, el epílogo histórico (cp. Jer 52:1-34) se inspira en 2Re 24:182Re 25:27-30.


2. Marco histórico


El año 722/721 a. C. Samaría, la capital del Reino del Norte (Israel), era conquistada por los asirios que mantuvieron bajo control durante un siglo a todo el Oriente Próximo. Pero, a raíz de la muerte de Asurbanipal (hacia el año 631 a. C.), comienza una revuelta generalizada contra el poder asirio. Testigo de estos conflictos es la Crónica Babilónica, que completa admirablemente los informes que nos ofrece el AT sobre los acontecimientos de los años 626-623 y 616-594 a. C.


A partir del año 616 a. C., el caldeo Nabopolasar comienza a penetrar en territorio asirio, pero son los medos de Ciaxares quienes capturan Asur (614 a. C.). Caldeos y medos, tras sellar un pacto, ponen sitio a Nínive, que sucumbe el año 612 a. C. El año 610 a. C. cae Harrán, a pesar de que el faraón Sammético (663-609 a. C.) había acudido en ayuda del rey asirio. El año siguiente, coincidiendo con su ascensión al trono, el faraón Necó (o Necao, 609-593 a. C.) se puso en marcha hacia Mesopotamia, con ánimo de ayudar a los asirios. Josías, rey de Judá, le sale al encuentro cerca de Meguido, en la llanura de Jezrael, con la intención al parecer de impedirle el paso. El rey judaíta murió en la batalla, pero la ayuda del faraón llegó demasiado tarde: el poder estaba ya en manos de los caldeos. La tensión entre las dos grandes potencias acabó el año 605 a. C., fecha en la que Nabucodonosor consiguió una victoria decisiva sobre los egipcios en Carquemis.


Entre tanto, en Judá se fueron sucediendo los reinados de Manasés (687-642 a. C.), Amón (642-640 a. C.) y Josías (640-609 a. C.). Este último emprendió una reforma drástica de índole religiosa, social y política que se inspiró en el “descubrimiento” del llamado “Libro de la Ley” — ¿primera edición del Deuteronomio? — (ver 2Re 22:8-10) y que, en el fondo, aspiraba al restablecimiento del reino de David en todo su esplendor.


Tras la trágica muerte de Josías en Meguido, ocupó el trono de Judá su segundo hijo Joacaz; pero el faraón Necó, que regresaba fracasado de Asiria, lo destronó y puso en su lugar a su hermano mayor Eliaquín a quien cambió el nombre por Joaquín (609-598 a. C.).


La actividad profética de Jeremías comenzó hacia la mitad del reinado de Josías — el año décimo tercero de Josías, dice Jer 1:1 — y algunos de sus oráculos (más bien pocos) se remontan a esta época. Es sobre todo en el reinado de Joaquín, particularmente a partir de la victoria de Nabucodonosor en Carquemis, cuando la actividad del profeta se hace más intensa.


El reinado de Joaquín estuvo marcado por todo tipo de intrigas y tensiones. Su inclinación proegipcia y la reiterada negativa a pagar tributo a Babilonia, desembocaron en el asedio y conquista de Jerusalén por parte de las tropas de Nabucodonosor, siendo ya rey de Jerusalén Jeconías, hijo de Joaquín. Tuvo entonces lugar (año 597 a. C.) la primera gran deportación a Babilonia, integrada por los ciudadanos más influyentes y los artesanos más cualificados de la nación (ver 2Re 24:10-17). El propio rey Jeconías fue llevado prisionero a Babilonia, si bien, pasado algún tiempo, fue puesto en libertad y recibió un tratamiento propio de un monarca (ver 2Re 25:27-30).


Nabucodonosor impuso como rey de Judá a Sedecías (después de cambiarle el nombre original que era Matanías), el tercer hijo de Josías. El reinado de Sedecías, como el de Joaquín, transcurrió entre la agitación, el confusionismo y una ardiente fiebre nacionalista que culminó el año 587 a. C. con la destrucción definitiva de Jerusalén y de su Templo. La tragedia se completó con la segunda gran deportación a Babilonia (incluido el rey Sedecías a quien previamente dejaron ciego) y la desaparición de Judá como nación. Los babilonios colocaron a Godolías como gobernador de los que permanecieron en Jerusalén; pero Godolías fue asesinado por la facción proegipcia, grupo que huyó a Egipto llevando consigo, bien que a la fuerza, al profeta Jeremías cuyo rastro se pierde camino del sur.


Este es el dramático y, a la vez, apasionante telón de fondo del mensaje de Jeremías que fue protagonista singular y al mismo tiempo víctima de los trágicos acontecimientos que le correspondió vivir e interpretar por encargo de Dios. Su prosa y su poesía son fiel reflejo del doloroso papel que le tocó desempeñar y del compromiso total con su pueblo al que amaba entrañablemente.


3. Características literarias


La compleja historia textual del libro de Jeremías, reflejada en la incorporación de glosas y añadidos a los que nos hemos referido en el primer apartado, dificulta no poco un análisis correcto y objetivo del estilo literario de Jeremías. Contando, pues, con esta limitación, señalemos las siguientes características literarias generales del libro:


a) Los 25 primeros capítulos, que la mayoría de los críticos relacionan más directamente con la actividad predicadora o literaria del profeta, se caracterizan por la presencia casi continua de poemas construidos a partir de sencillas realidades de la vida cotidiana: una rama florida de almendro o un caldero hirviendo (Jer 1:11; Jer 1:13), la función que cumple un cinturón en el atavío del varón (Jer 13:1-11), la visión de unas cántaras de vino (Jer 13:12-14), la observación de los trabajos de un alfarero (Jer 18:1-12), la contemplación de cascotes de recipientes en un basurero (Jer 19:1-13), la visión de unas cestas de higos (cp. Jer 24:1-10). Jeremías convierte el pequeño detalle de la experiencia concreta en un poema o un discurso. El lenguaje de estos poemas suele ser directo e incisivo, con un recurso muy limitado a las imágenes; señalemos, entre otras: el Señor como fuente de agua viva (Jer 2:13); la lascivia de Judá (Jer 2:23-24; Jer 3:1); el matrimonio (Jer 3:20); los amoríos (Jer 4:30); el león: (Jer 4:7; Jer 5:6; Jer 25:38); el viento sofocante, destructor (Jer 4:11-13; Jer 13:24); la viña (Jer 5:10; Jer 6:9; Jer 8:13); el rebaño (Jer 13:20); los pastores (Jer 25:34-36); la oposición tiniebla/luz (Jer 13:16).


b) Casi exclusivo de la poesía de Jeremías es el impulso dramatizador mediante el recurso a la intervención directa de los destinatarios de las amenazas o de los oráculos de destrucción. Dicha intervención puede estar limitada a un versículo introducido por un ¡Ay! (ver Jer 6:4 cd) o extenderse a toda una serie de versos (Jer 8:14-16; Jer 14:7-9). La dramatización queda expresada también mediante la implicación del propio profeta. Esta implicación es doble: reacción ante el amargo destino de su pueblo (Jer 4:19-21; Jer 6:10-11; Jer 6:26; Jer 14:17-22) y la tortura psicológica que le produce la persecución de que se siente objeto por parte de las autoridades (Jer 11:18-20). Este último tipo de implicación se manifiesta sobre todo en las llamadas “confesiones” (Jer 15:10-21; Jer 18:19-23; Jer 20:7-18).


c) No puede decirse que Jeremías sea muy original en el uso de la personificación como recurso estilístico: la muerte (Jer 9:21); Jerusalén (Jer 4:30-31; Jer 10:19-20; Jer 14:17 d); el territorio (Jer 23:10). Sorprende, sin embargo, la yuxtaposición de términos idénticos para imprimir profundidad a una idea o para describir exhaustivamente una situación: cuádruple uso de “terrenos” en Jer 2:6; de “miré” en Jer 4:23-26; de “devorarán” en Jer 5:17; de “el destinado” en Jer 15:2; triple mención de “que no alardee” en Jer 9:23, con el contrapunto “el que alardee” en Jer 9:24 a. Este recurso estilístico tiene su origen probablemente en el ámbito de la sabiduría israelita. Tono sapiencial descubrimos también, entre otros textos, en Jer 2:32 y Jer 18:14-15.


d) La poesía de Jeremías es casi siempre directa y lineal y rara vez alcanza las altas cotas de lirismo características del Primer Isaías. Pero lo que sí impresiona es la ternura que casi siempre rezuman sus poemas y que dulcifica de algún modo la dureza de ciertos pasajes. En cuanto a los informes en prosa, el estilo es un tanto repetitivo, siendo probablemente el material en que más han intervenido los últimos redactores del libro.


e) El estilo de la última parte del libro, constituida básicamente por los oráculos contra las naciones (cps. Jer 46:1-28Jer 51:1-64), es notablemente distinto al de los poemas de la primera parte. El vocabulario es vivo, colorista y creativo; abundan las imágenes y el ritmo poético resulta mucho más acusado; son también más numerosas las personificaciones y es preciso tomar nota del lenguaje alusivo y críptico. Todo ello contribuye a que el lirismo de esta parte del libro alcance tales alturas que se aproxime a la poesía del primer Isaías.


4. Claves de lectura


El tema de la alianza es clave en Jeremías y constituye el telón de fondo de la vida y las palabras del profeta. Así lo indican las casi continuas invectivas contra la idolatría, concebida como alta traición al compromiso adquirido por Judá para con el Señor, y la imagen de la esposa infiel, que se ha prostituido con otros “amantes”. Este es el hilo conductor de todo el libro o, si se prefiere, el núcleo en torno al cual gira el resto de los elementos teológicos.


La dinámica de la alianza requiere un castigo ejemplar para el pueblo cuando este ha incurrido en infidelidad. Con frecuencia Jeremías parece dar por sentado que el castigo es ineludible y no existe el menor resquicio de esperanza. Pero otras veces parece suponer que una conversión a tiempo puede evitar la catástrofe. ¿A qué responde esta perspectiva plural? ¿A dos momentos distintos de la vida del profeta, que cambió paulatinamente de parecer respecto al destino de su pueblo? ¿O a las distintas “manos” que completaron el libro de Jeremías años después de ocurrida la catástrofe, cuando comenzaban a vislumbrarse algunos rayos de esperanza en una inmediata liberación? Resulta difícil dar una respuesta satisfactoria a uno u otro de estos interrogantes.


Un aspecto sorprendente desde el punto de vista teológico-político es la insistencia de Jeremías en que si el pueblo quiere salvarse es preciso que se someta al caldeo Nabucodonosor. Porque no parece tratarse de simple “pragmatismo político”; se trata más bien de una decisión del Señor a la que nadie debe poner cortapisas. Más aún, Nabucodonosor recibe el título de “siervo del Señor” (Jer 25:9; Jer 27:6; Jer 43:10), con lo que sugiere que su función no es sólo militar, sino teológica. Esta desconcertante predicación le valió a Jeremías el desprecio y la persecución por parte de sus compatriotas.


Relacionado con cuanto acaba de decirse, está el tema-problema de la escatología en el libro de Jeremías. Los textos — sin duda existentes en el libro — relativos a la restauración nacional, a la reunificación del pueblo a partir de un resto cualificado, a la esperanza en un vástago legítimo de David en el que se reencarnará la figura del gran rey, ¿son patrimonio de la predicación de Jeremías o se deben a incorporaciones posteriores? En todo caso, aun admitiendo que los oráculos de restauración se deben al propio Jeremías, la escatología del profeta sería siempre intrahistórica, relacionada con la eventual caída de Babilonia.


Digamos, en fin, que para Jeremías — que en este particular conecta estrechamente con Isaías — todo radica en que el pueblo sea o no sea capaz de conocer al Señor. Conocer al Señor, que consiste en la aceptación práctica de Yahvé como Señor de los destinos individuales y colectivos de las naciones, del cosmos y de la historia. Carecer de este conocimiento desencadena la tragedia; poseerlo es fuente segura de salvación.


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Notas

Jeremías  51,1— sus habitantes, los caldeos: Lit. el corazón de mis oponentes; se describe, pues, a los babilonios como el núcleo de la oposición al Señor.

— viento devastador: Ver nota a Jer 41:2.


Jeremías  51,1Jer 4:11.
Jeremías  51,2-64— Alcen...: En este poema encontramos ciertos matices que más tarde utilizará la apocalíptica (la tierra entera como escenario; convocatoria de las naciones; temblor de la tierra; etc.).
Jeremías  51,3Jer 50:21; Jer 50:30.
Jeremías  51,5— enviudado: La imagen de la viuda para describir a la nación abandonada (el Señor implícito como esposo) es novedosa en Jeremías, aunque aparece en otros textos (ver Lam 1:1; también Isa 54:4).
Jeremías  51,6Isa 48:20+.
Jeremías  51,7Apo 14:8.
Jeremías  51,8Jer 46:11; Jer 50:16; Jer 51:45; Apo 18:2; Apo 18:5.
Jeremías  51,10Jer 23:6.
Jeremías  51,11Jer 46:10; Jer 50:15; Isa 13:17.
Jeremías  51,12Jer 50:45; Jer 51:29.
Jeremías  51,13— llena de tesoros: No se condenan los tesoros y las fuentes de prosperidad en sí, sino la fuerza que tienen para alejar de Dios a pueblos y personas (ver Jer 48:7; Jer 49:4).
Jeremías  51,15Isa 45:18; Pro 8:22-29.
Jeremías  51,15Jer 10:12-16.
Jeremías  51,15-19— Él hizo... del universo: Repetición literal de Jer 10:12-16. Tanto por su carácter hímnico, como por el contenido, estos versículos nos recuerdan a Isaías y a Job.
Jeremías  51,16Sal 135:7.
Jeremías  51,16— voz: La palabra hebrea traducida por “voz” puede también significar “trueno” cuando se trata de una teofanía del Señor (ver Sal 29:3-9).
Jeremías  51,17Jer 10:3-5+.
Jeremías  51,19Deu 32:9; Isa 48:2.
Jeremías  51,20-23— maza: Junto a la canción de la espada (Jer 50:33-38) tenemos esta canción de la maza. En Jer 50:23 maza era imagen del poder babilónico; aquí lo es, con toda probabilidad, del poder de los persas.
Jeremías  51,24Ver Eze 28:22.
Jeremías  51,25— montaña asesina: En contraposición con Sión (mencionada en v. Jer 51:24) que es la “montaña santa”.

— te lanzaré rodando desde las peñas: Equivale a “acabaré con tu altanería y te humillaré”.
Jeremías  51,27— Ararat, Miní, Asquenaz: Se trata de distintas provincias de Armenia.

— langostas erizadas: La plaga de langosta es emblemática en la Biblia por su voracidad y capacidad de arrasar, así como por los incalculables miembros que la componen y por el orden desplegado en sus desplazamientos, que la asemejan a un ejército en formación.
Jeremías  51,29— la tierra temblará: Ver nota a Jer 50:46.
Jeremías  51,29Jer 50:37; Isa 19:16; Nah 3:13.
Jeremías  51,31Job 1:14-18.
Jeremías  51,31— otro correo: Las noticias del desastre se suceden con tal rapidez que los correos se pisan los talones.
Jeremías  51,33— como era en tiempo de trilla: Antes de la trilla, los labradores empapan de agua la era y le pasan unos rodillos pesados para que quede totalmente lisa. Así quedará Babilonia pues ha llegado la hora de la cosecha.
Jeremías  51,34— como un dragón: La violencia desplegada por el ejército babilónico contra Judá y Jerusalén es descrita con rasgos mitológicos.
Jeremías  51,36Jer 50:34.
Jeremías  51,37Jer 50:12-13; (ver Jer 9:20).
Jeremías  51,39— en pleno ardor... se emborrachen: Nótese cómo en este pequeño poema contra Babilonia se contraponen magistralmente dos tipos de ardores: el del poder y el de la borrachera letal probablemente relacionada con la “copa del vino de la cólera” (ver nota a Jer 13:12; Jer 25:15-17).
Jeremías  51,39Jer 13:13; Jer 51:57.
Jeremías  51,41Jer 47:2; Jer 48:17; Jer 49:18; Jer 49:33; Jer 50:12; Jer 50:40.
Jeremías  51,41— Babilonia: En realidad el TM dice Sisac; ver nota a Jer 25:26.
Jeremías  51,42— olas tumultuosas: El mar, símbolo de los poderes caóticos destructores, representa aquí a las naciones y a los reyes que han desolado Babilonia.
Jeremías  51,44— Bel: Ver nota a Jer 50:2. Obsérvese que en Jer 51:34 el dragón devorador era el rey Nabucodonosor, mientras que aquí es el mismísimo dios Bel.
Jeremías  51,45Isa 48:20+.
Jeremías  51,46Ver Mat 24:6-7.
Jeremías  51,46— rumor: Se trata probablemente de las noticias que llegan de Judá, donde las luchas intestinas entre distintas facciones políticas por el control del poder no animaban a la gente a regresar.
Jeremías  51,49— por toda la tierra...: Comienzo de un poema que se alarga hasta el v. Jer 51:53 inclusive, y que ofrece una retrospectiva histórica: se vuelve a la situación previa al destierro y se invita a los que parten a no olvidarse de Jerusalén (ver Sal 137:5).
Jeremías  51,50Sal 137:5.
Jeremías  51,51Sal 79:1.
Jeremías  51,53Jer 49:16; Isa 14:13; Job 20:6-7.
Jeremías  51,53— hasta el cielo: Imagen del orgullo y la altanería humanas (ver Isa 14:11-15; ¡precisamente contra Babilonia!).
Jeremías  51,54Jer 50:22.
Jeremías  51,56Isa 59:18; Isa 66:6.
Jeremías  51,57Jer 48:26+; Nah 3:11.
Jeremías  51,58Jer 50:15; Jer 51:44; Hab 2:13.
Jeremías  51,58— las naciones: Magistral broche de cierre, en tono sapiencial, de los oráculos contra Babilonia. El poder pasa de nación a nación, y todas sucumben y van siendo devoradas por el paso del tiempo. El afán de poder y la gloria política son engullidos por la historia.
Jeremías  51,59-64— ... al Éufrates: Este pasaje final en prosa constituye un apéndice narrativo a los oráculos contra Babilonia de los últimos capítulos. El encargo tiene lugar con ocasión de la segunda y definitiva deportación. Jeremías encarga a Seraías realizar un signo profético que completa la eficacia que ya tiene de por sí la palabra del auténtico profeta del Señor. Babilonia no podrá escapar a la decisión divina.
Jeremías  51,60Jer 36:2.
Jeremías  51,62Jer 50:3.
Jeremías  51,64Jer 50:32; Apo 18:21.