Tobías 1 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 22 versitos |
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Introducción

Este es el libro de los hechos de Tobit, hijo de Tobiel, hijo de Ananiel, hijo de Aduel, hijo de Gabael, hijo de Rafael, hijo de Ragüel º, del linaje de Asiel, de la tribu de Neftalí.
2 En tiempos de Salmanasar º, rey de los asirios, Tobit fue deportado desde Tisbé, al sur de Cadés de Neftalí, en la alta Galilea, por encima de Jasor, detrás de la ruta occidental y al norte de Sefat. º
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Tobit en el destierro

Yo, Tobit, me he mantenido en las sendas de la verdad y la justicia º a lo largo de toda mi vida. He hecho muchas limosnas para ayudar a mis hermanos y mis compatriotas, quienes, lo mismo que yo, habían sido deportados a Nínive, al país de los asirios.
4 En mi juventud, cuando aún vivía en Israel, la tribu entera de mi antepasado Neftalí se había separado de la casa de David y de la ciudad de Jerusalén, ciudad elegida entre todas las tribus de Israel para ofrecer sacrificios a Dios. En ella se había levantado el Templo, la morada consagrada a Dios para todas las generaciones.
5 Todos mis hermanos, y también la tribu de mi antepasado Neftalí, ofrecían sacrificios sobre los montes de Galilea al becerro que Jeroboán, el rey de Israel, había mandado colocar en Dan. º
6 Yo, sin embargo, acudía muchas veces, por lo general solo, a las fiestas de Jerusalén, cumpliendo así el deber prescrito a perpetuidad para todo Israel. Me apresuraba a llevar a Jerusalén los primeros frutos de la cosecha, las primeras crías y diezmos del ganado y la primera lana de las ovejas. º
7 Lo entregaba todo a los sacerdotes, descendientes de Aarón, para ofrecer sacrificios sobre el altar. Y el diezmo del trigo, del vino, del aceite, de las granadas, de los higos y de otros frutos, se lo daba a los levitas que cumplían su servicio en Jerusalén. Cada seis años cambiaba este segundo diezmo por dinero, que luego gastaba cada año en Jerusalén.
8 Un tercer diezmo º lo repartía entre los huérfanos, las viudas y los prosélitos que se habían unido al pueblo de Israel. Se lo entregaba cada tres años, y lo comíamos de acuerdo con lo prescrito por la ley de Moisés y siguiendo las instrucciones de Débora, madre de mi abuelo Ananiel —mi padre ya había muerto, dejándome huérfano—.
9 Cuando fui mayor, tomé por esposa a una mujer llamada Ana *, perteneciente a nuestra propia familia. De ella tuve un hijo, a quien puse por nombre Tobías º.
10 Después de esto me deportaron a Asiria y, cautivo como estaba, llegué a Nínive. Por aquel tiempo, todos mis hermanos y mis compatriotas comían los mismos alimentos que los paganos,
11 pero yo me guardé en extremo de comer tales viandas. º
12 En todo cuanto hacía, siempre tenía presente a mi Dios.
13 Por eso, el Altísimo hizo que me ganara el favor de Salmanasar, de modo que me convertí en el encargado de sus aprovisionamientos. º
14 Hasta la muerte del rey, yo iba a Media a hacer las compras para él. Por cierto que, en una ocasión, dejé en Ragués * de Media, en casa de Gabael, hijo de mi hermano Gabrí, unos sacos con diez talentos º de plata.
15 Cuando murió Salmanasar y le sucedió en el trono su hijo Senaquerib º, se interrumpieron las comunicaciones con Media y ya no tuve ocasión de volver allá.
16 En tiempos de Salmanasar ayudé con muchas limosnas a mis hermanos, es decir, a mis compatriotas: º
17 daba mi pan a los hambrientos y ropas a los que estaban desnudos. Y si alguno de mi raza moría y su cuerpo era arrojado fuera de las murallas de Nínive, yo iba y lo enterraba º.
18 También enterré a los que Senaquerib hizo asesinar cuando tuvo que salir huyendo de Judea, después que el rey del cielo lo castigara por las blasfemias que había proferido. Lleno de ira, hizo matar a muchos israelitas, cuyos cadáveres yo robé para enterrarlos. Senaquerib los buscó, pero no logró encontrarlos. º
19 Por entonces, un ninivita fue a informar al rey de que era yo quien los había enterrado. Entonces me escondí, y al enterarme de que el rey sabía que yo era el responsable y que me buscaba para matarme, tuve miedo y me escapé.
20 Me confiscaron, entonces, todos mis bienes y se los llevaron al tesoro real. Tan sólo me dejaron a Ana, mi esposa, y a mi hijo Tobías.
21 Todavía no habían pasado cuarenta días *, cuando Senaquerib fue asesinado por sus dos hijos, los cuales huyeron en seguida a los montes de Ararat. En lugar suyo reinó su hijo Asaradón, quien confió a Ajicar º, hijo de mi hermano Anael, la hacienda general del reino y la responsabilidad de su administración.
22 Ajicar habló entonces a mi favor, de manera que pude regresar a Nínive; porque mientras Senaquerib fue rey de Asiria, Ajicar había sido copero mayor, guardián del sello y encargado de la administración y la contabilidad del reino. Asaradón lo confirmó en sus cargos anteriores. Era Ajicar sobrino mío, perteneciente por tanto a mi familia.

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Introducción a Tobías

LOS LIBROS DEUTEROCANONICOS


INTRODUCCIÓN


1. Terminología y problemática


Por libros deuterocanónicos entendemos una serie de escritos pertenecientes al ámbito del AT sobre cuya inclusión o no en la lista —canon— de libros sagrados de la Biblia existieron serias dudas primero en el judaismo palestinense y más tarde en la Iglesia cristiana. Se trata de ocho escritos pertenecientes a los tres principales géneros literarios de la Biblia: histórico, profético, sapiencial. Aunque varios fueron escritos originariamente en lengua semita (hebreo o arameo), sólo han llegado completos hasta nosotros en lengua griega. Son en concreto los libros de Judit, Tob 1:1-22 -2 Macabeos, Baruc, Carta de Jeremías, Eclesiástico y Sabiduría. A ellos hay que añadir varios fragmentos griegos de los libros de Daniel y Ester.


Las dudas sobre su inclusión en el canon bíblico tuvieron distinto desenlace según se trate de la ortodoxia judía o de la Iglesia cristiana. En el judaismo terminaron por ser rechazados como libros sagrados y parece ser que una probable asamblea de rabinos en Yamnia hacia el año 95 d. C. pudo constituir un momento importante del proceso de rechazo que culminó en la segunda mitad del siglo II. En la Iglesia cristiana de los primeros siglos también existieron algunas dudas, pero fueron solventadas de diferente modo. Ello se debe sobre todo a que la primitiva Iglesia usó como Biblia habitual en la liturgia y en la predicación la traducción griega de los LXX; esta traducción que comenzó a elaborarse a mediados del siglo III a. C. contenía, intercalados con todos los demás libros bíblicos, estos que llamamos deuterocanónicos. Con el paso del tiempo el uso de estos libros se fue haciendo cada vez más habitual y a partir del siglo V puede hablarse de una casi unanimidad en la aceptación de estos libros como bíblicos y sagrados con todas las consecuencias. Sólo se mantuvieron algunas voces discordantes —el caso de Jerónimo, el traductor de la Vulgata, es emblemático— que llegaron hasta las puertas mismas del Concilio de Trento que en el año 1546 zanjó la cuestión para los creyentes católico-romanos afirmando la total y absoluta canonicidad de estos libros. mientras, las Iglesias de la Reforma, sin embargo, juzgaron más correcto mantener los criterios del judaismo ortodoxo y no reconocieron como inspirados y normativos para la fe y la conducta a estos libros a los que acostumbraron a am ar apócrifos en el sentido etimológico de “oculto", es decir, libros que debían ocultarse o no utilizarse en el uso litúrgico.


Dentro de la Iglesia Católico-Romana el primero en denominarlos deuterocanónicos fue Sixto de Siena (año 1569) distinguiéndolos de los protocanónicos indiscutiblemente admitidos como sagrados por judíos y cristianos.


2. Historia de la cuestión


La forma nación del canon o lista autorizada de los libros sagrados de la Biblia ha sido enormemente compleja, tanto entre judíos como entre cristianos.


Entre los judíos la lista fue bastante fluctuante, sobre todo en lo que se refiere al grupo de los llamados “Escritos", al menos hasta el año 70 d. C. Fluctuación o dudas que alcanzaron incluso a algunos de los libros que hemos llamado protocanónicos (Eclesiastés y Cantar de los Cantares, por ejemplo). Por lo que se refiere a los deuterocanónicos, las reservas fueron mucho mayores entre los judios de Palestina que entre los de Alejandría donde se había hecho común el uso de la Biblia griega de los LXX que contenía tales libros. Pero de hecho, cuando el judaismo ortodoxo palestinense fija el canon corto sin los deuterocanónicos, debemos pensar que los judíos de Alejandría aceptaron tal decisión, pues no se conoce ningún atisbo de conflicto entre ambas comunidades judías por dicha causa. En el rechazo definitivo de los libros deuterocanónicos por parte de los judíos, debieron influir tres principales razones: a) el origen relativamente tardío de los mismos sin apenas vinculación con el tiempo de los profetas; b) el hecho de que, incluso los que fueron escritos originaria· mente en lengua semita como Tobías, Judit, Eclesiástico y 1 Macabeos, sólo se conservaran en griego; c) y finalmente, su inclusión en la Biblia de los LXX utilizada preferentemente por los cristianos.


En la Iglesia cristiana la historia tuvo un recorrido y un desenlace distinto. En primer lugar, el uso masivo que tal Iglesia hizo desde sus mismos comienzos de la Biblia griega de los LXX favorecía abiertamente la consideración y aceptación de los deuterocanónicos como libros sagrados en absoluta parí· dad con el resto. En segundo lugar, en el NT encontramos citas o al menos alusiones explícitas de Sb, Eclo, Tb y Jdt. En tercer lugar, es evidente la familiaridad de numerosos escritores cristianos de los primeros siglos con los libros deuterocanónicos. Pero también es verdad que la mencionada fijación del canon corto hebreo por parte del judaismo, fijación que es ya firme a finales del siglo II, no pudo menos de tener sus repercusiones en la Iglesia cristiana, sobre todo en aquellos ambientes que vivían en contacto relativamente amistoso con los comunidades judías; o por el contrario, en autores cristianos enzarzados en controversias con los judíos. Orígenes, en concreto, aun apreciando y citando con frecuencia los deuterocanónicos, no les dedica ningún comentario, como tampoco lo hará el resto de la Iglesia griega hasta bien entrado el siglo V. Hemos aludido más arriba al caso de Jerónimo, el traductor de la Vulgata, que fascinado por lo que él llamaba hebraica veritas (“la verdad hebrea") se resistió a aceptar los deuterocanónicos; sólo por complacer a unos amigos tradujo a toda prisa (obra de un par de noches de insomnio) Tobías y Judit. Pero las dudas fueron desapareciendo casi por completo y la Iglesia dé Roma decretó en Trento para los suyos el carácter canónico de los libros en cuestión.


Las Iglesias de la Reforma, sin embargo, siguieron otro camino. De entrada recuperaron como lista normativa de libros bíblicos la del canon corto judío. A los libros deuterocanónicos los consideraron útiles para una lectura devota, pero no como fuente de fe. Martín Lutero los incluyó en su traducción de la Biblia al alemán, pero lo hizo colocándolos en una sección propia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Así lo hizo también Cipriano de Valera cuan- do en 1602 publicó su revisión de la Biblia que en 1569 tradujo Casiodoro de Reina, conocida con el nombre de Biblia del Oso. Este proceder fue seguido por la mayoría de las ediciones protestantes de la Biblia, hasta que en el siglo XIX la Sociedad Bíblica Escocesa decidió publicar sus ediciones de la Biblia sin los deuterocanónicos. Esta decisión fue seguida por otras Sociedades Bíblicas debido a su especial vinculación entonces con las Iglesias Protestantes de diferentes confesiones.


En cuanto a las Iglesias Ortodoxas orientales, hasta el siglo XVIII no tuvieron ningún problema en admitir como inspirados y canónicos los libros deuterocanónicos. Pero a partir de esta época —sobre todo en la Rusia de Pedro el Grande—, la Iglesia Ortodoxa Rusa decide excluirlos del canon bíblico, mientras que la Iglesia Ortodoxa Griega ha mantenido una postura de mayor flexibilidad a este respecto, aunque la tendencia mayoritaria es considerarlos libros canónicos.


3. Los deuterocanónicos en las Biblias Interconfesionales


En las ediciones interconfesionales de la Biblia, siguiendo las Normas para la Cooperación Interconfesional en la traducción de la Biblia suscritas por el secretariado para la promoción de la Unidad de los Cristianos y las Sociedades Bíblicas Unidas, los libros deuterocanónicos se colocan en un bloque propio aparte al final de los libros hebreos del AT indiscutiblemente admitidos como canónicos por todas las confesiones cristianas. En todo caso, los libros deuterocanónicos son un magnífico testigo de cómo el mundo judío —cultura y religión— tuvo que entrar en contacto y relacionarse para bien o para mal c0n la civilización helenística que invadió todo el Oriente Próximo —Palestina incluida— a raíz de las conquistas de Alejandro Magno. Y son también un espléndido ejemplo de una religiosidad sincera y profunda.



TOBIAS


INTRODUCCIÓN


1. Datos generales


El libro de Tobías cuenta las vicisitudes de dos familias judías que viven en la diáspora y en las que parece haberse cebado la desgracia. Cuando, ante la desesperación, claman al cielo, su oración es escuchada. El desarrollo de la obra va a narrar la acción providente de Dios que se pone en movimiento a través de vías insospechadas. De este modo va transformando los aparentes obstáculos del camino en medios que capacitarán a los protagonistas para resolver los problemas de una forma imprevisible. La aparente desgracia queda superada sobreabundantemente en el desenlace final.


2. Características literarias


A pesar de la abundancia de datos y detalles concretos que pudieran dar una primera impresión de realismo y de historicidad, un mínimo examen deja al descubierto la poca precisión o el desconocimiento de la historia y la geografía. Realmente al autor no le interesan estos datos; simplemente utiliza unas referencias históricas, que tienen su eco en la memoria colectiva de sus lectores, para situar su narración en un determinado contexto.


De hecho, el libro de Tobías es una obra de ficción, un relato corto de tipo edificante. No es difícil reconocer en su trasfondo la cercanía a otras obras literarias extrabíblicas, tales como La sabiduría de Ajicar o El cuento del muerto agradecido. Se pueden percibir con facilidad otros motivos frecuentes en la literatura antigua y en el folclore: el drama del sufrimiento del justo, el joven inexperto al que se le encomienda una misión y al que las pruebas sucesivas del viaje hacen madurar, el compañero de viaje desconocido que a la postre resulta ser divino...


Pero es del AT de dónde esta obra toma sus motivos principales; sobre todo se inspira en los relatos patriarcales de Isaac y Jacob, y tiene muchos elementos comunes con la historia de José. A su vez, el marcado interés didáctico del relato, lo lleva a contactar con los libros sapienciales, especialmente con Proverbios y Eclesiástico.


Sin embargo, el libro de Tobías no hace ninguna concesión al folclore. Los efectos narrativos aparecen con frecuencia sacrificados en función del interés didáctico: los problemas y los misterios quedan explicados con rapidez por la voz autorizada del narrador o del ángel; las soluciones se anticipan sin dar lugar a la intriga o a la tensión argumental. Es como si el autor no permitiera que nada pueda distraer a los lectores del verdadero centro de atención que es la acción providencial de Dios. El relato abunda en ironías narrativas y sobre todo en discursos directos llenos de consejos y normas de conducta que pretenden instruir sobre lo que debe de ser la vida de un judío en la diáspora. En el plano narrativo hay que valorar la utilización de algunos recursos muy logrados: paralelismo de escenas, superposición de los diferentes planos de conocimiento en que se mueven personajes y lector, juego con el que se nos introduce constantemente en la dinámica oculto-manifiesto. Este recurso es fundamental a la hora de exponer su tesis sobre la providencia divina.


En el conjunto del libro podemos percibir un gran número de géneros literarios menores: autobiografía (Tob 1:1-22Tob 3:1-17); oraciones (Tob 3:2Tob 6:11-15; Tob 8:5-7; Tob 8:15-17; Tob 13:1-18); contrato de depósito (Tob 5:3); contrato matrimonial (Tob 7:9-14); discurso de despedida (Tob 4:3-10; Tob 14:4-11).


3. El texto del libro de Tobías


El texto griego del libro de Tobías ha llegado a nosotros en dos formas un poco diferentes: una recensión más larga que encontramos testimoniada en el códice Sinaítico y que es la que seguimos fundamentalmente en la presente traducción; y otra recensión más breve que aparece testimoniada principalmente en los códices Vaticano y Alejandrino; en determinados momentos utilizaremos este segundo texto para suplir alguna laguna del texto largo. No podemos determinar la relación que existe entre ambas versiones, cuál depende de cuál o si ambas dependen de un original en lengua semítica. Hay muchos indicios lingüísticos que podrían hacer suponer un original en arameo o en hebreo, pero estos indicios tampoco son definitivos.


4. Fecha y lugar de composición


El autor de Tobías fue un judío que vivía probablemente en la diáspora y que escribe para otros judíos que viven en su mismo ambiente. Precisar más el lugar es bastante difícil. En cuanto a la fecha de composición habría que suponer una época en que la realidad de la diáspora ya no se vive como problema. Algunos datos podrían hacernos pensar que estamos en plena era helenística: el nombre de Ragués, los nombres de los meses y las monedas son nombres griegos: distros (Tob 2:12), la dracma (Tob 5:15). No se percibe nada que nos haga sospechar la crisis de la persecución seléucida y la reacción de los Macabeos; ello hace suponer que el libro es anterior a todos estos acontecimientos. Los comienzos del siglo II a. C podría ser una buena fecha.


Fuente:

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Notas

Tobías 1,1— Tobiel... Ragüel: Nos encontramos en la genealogía de Tobit con una serie de nombres teóforos (finalizados en el = Dios). Probablemente cada uno de estos nombres tenía un significado pero ahora no tenemos todas las claves para interpretarlos: Tobiel: “mi bien es Dios”; Ananiel: “Dios me ha escuchado”; Aduel: “¿Dios es ornamento?”; Gabael: “¿Dios es excelso?”; Rafael: “Dios cura”; Ragüel (omitido por el texto más breve; ver Introducción): “Dios es amigo”. Se inscribe a Tobit dentro de una familia en la que Dios es invocado desde generaciones.


Tobías 1,2— Salmanasar: Los textos griegos hablan de Enemesar, y los latinos de Salmanasar. Históricamente fue Teglatfalasar III (745-727 a. C.) y no Salmanasar V quien deportó a la tribu de Neftalí.
Tobías 1,22Re 15:29.
Tobías 1,3— en las sendas de la verdad y la justicia: La fidelidad de Tobit a Dios es medida según los principios deuteronomistas de adorar a Dios en el santuario único de Jerusalén y de solidaridad con los más pobres del pueblo.
Tobías 1,51Re 12:26-33.
Tobías 1,6Lev 27:30-33; Deu 12:1-28; Deu 14:22-29.
Tobías 1,8— Un tercer diezmo: Siguiendo el texto breve.
Tobías 1,9— Ana: Significa “gracia”.

— Tobías: significa “el Señor es mi bien”.
Tobías 1,11Lev 11:1-47; Deu 14:3-21.
Tobías 1,13Gén 39:4; Dan 2:48.
Tobías 1,14— Ragués: Antigua ciudad de media que corresponde a las actuales ruinas de Rai, a 13 km al sudeste de Teherán.

— talentos: Ver TABLA DE PESAS, MEDIDAS Y MONEDAS.
Tobías 1,15— su hijo Senaquerib: Salmanasar V fue sucedido por Sargón II (721-705); Senaquerib fue hijo de Sargón y sucedió a su padre en el 704. El autor puede haber obtenido esta lista de reyes de 2Re 17:1-6 y 2Re 18:9-13 donde no aparece mencionado el nombre de Sargón. De todas formas recordamos que el marco histórico sólo tiene para el autor un valor secundario de trasfondo.
Tobías 1,16Isa 58:7; Mat 25:35-36.
Tobías 1,17— y lo enterraba: El no ser enterrado era para un semita una de las deshonras más graves (Deu 21:22-23; 1Re 21:23-24; 2Re 9:10; 2Re 9:30-37).
Tobías 1,182Re 18:13-19; 2Re 18:37; Isa 37:36-38; 2Cr 32:21.
Tobías 1,21— cuarenta días: El autor sigue 2Re 19:37, pero históricamente la muerte de Senaquerib no se produjo hasta veinte años más tarde.

— Ajicar: Se trata de un personaje de la literatura popular de Oriente Medio cuya historia tiene algunas similitudes con la de Tobit. Aparecerá a lo largo del relato (Tob 2:10; Tob 11:19; Tob 14:10), pero su presencia no desempeña ningún papel relevante dentro del desarrollo de la trama.