Juan  13 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 38 versitos |
1

II.— LIBRO DE LA PASIÓN Y DE LA GLORIA (13—20)

Jesús lava los pies a sus discípulos

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de dejar este mundo º para ir al Padre y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el fin. º
2 Se habían puesto a cenar º y el diablo había metido ya en la cabeza de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús. º
3 Con plena conciencia de haber venido de Dios y de que ahora volvía a él, y perfecto conocedor de la plena autoridad que el Padre le había dado, º
4 Jesús interrumpió la cena, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura.
5 Después echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies º de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
6 Cuando le llegó la vez a Simón Pedro, este le dijo: — Señor, ¿vas a lavarme los pies tú a mí?
7 Jesús le contestó: — Lo que estoy haciendo, no puedes comprenderlo ahora; llegará el tiempo en que lo entiendas.
8 Pedro insistió: — Jamás permitiré que me laves los pies. Jesús le respondió: — Si no me dejas que te lave, no podrás seguir contándote entre los míos º.
9 Le dijo entonces Simón Pedro: — Señor, no sólo los pies; lávame también las manos y la cabeza.
10 Pero Jesús le replicó: — El que se ha bañado y está completamente limpio, sólo necesita lavarse los pies *. Y ustedes están limpios º, aunque no todos.
11 Jesús sabía muy bien quién iba a traicionarlo; por eso añadió: “No todos están limpios.” º
12 Una vez que terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y les preguntó: — ¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque efectivamente lo soy. º
14 Pues bien, si yo, el Maestro y Señor, les he lavado los pies, lo mismo deben hacer ustedes unos con otros. º
15 Les he dado ejemplo para que se porten como yo me he portado con ustedes. º
16 Les aseguro que el siervo no puede ser mayor que su amo; ni el enviado, superior a quien lo envió. º
17 Si comprenden estas cosas y las ponen en práctica serán dichosos. º
18 No me refiero ahora a todos ustedes; yo sé muy bien a quiénes he elegido. Pero debe cumplirse la Escritura: El que comparte el pan conmigo * se ha vuelto contra mí º. º
19 Les digo estas cosas ahora, antes que sucedan, para que, cuando sucedan, crean que “yo soy º”. º
20 Les aseguro que todo el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí mismo, y al recibirme a mí, recibe al que me envió. º
21

Jesús predice la traición de Judas

(Mt 26:20-25; Mc 14:17-21; Lc 22:21-23)

Después de decir esto, Jesús se sintió profundamente conmovido y declaró — Les aseguro que uno de ustedes va a traicionarme. º
22 Los discípulos se miraban unos a otros preguntándose a quién se referiría.
23 Uno de ellos, el discípulo a quien Jesús tanto quería, estaba recostado º al lado de Jesús.
24 Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a quién se refería.
25 El discípulo, inclinándose hacia Jesús, le preguntó: — Señor, ¿quién es?
26 Jesús le contestó: — Aquel para quien yo moje un bocado de pan y se lo dé, ese es. Lo mojó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
27 Y, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dijo: — Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes. º
28 Ninguno de los comensales entendió por qué Jesús le dijo esto.
29 Como Judas era el depositario de la bolsa, algunos pensaron que le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o que diera algo a los pobres. º
30 Judas tomó el bocado de pan y salió inmediatamente. Era de noche. º
31

El mandamiento nuevo

Apenas salió Judas, dijo Jesús: — Ahora va a manifestarse la gloria del Hijo del hombre, y Dios va a ser glorificado en él. º
32 Y si Dios va a ser glorificado en él º, Dios, a su vez, glorificará al Hijo del hombre. Y va a hacerlo muy pronto.
33 Hijos míos, ya no estaré con ustedes por mucho tiempo. Me buscarán, pero les digo lo mismo que ya dije a los judíos: a donde yo voy ustedes no pueden venir. º
34 Les doy un mandamiento nuevo: Ámense unos a otros; como yo los he amado, así también ámense los unos a los otros. º
35 El amor mutuo entre ustedes será el distintivo por el que todo el mundo los reconocerá como discípulos míos.
36

Jesús predice la negación de Pedro

Simón Pedro le preguntó: — Señor, ¿a dónde vas? Jesús le contestó: — A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora; algún día lo harás. º
37 Pedro insistió: — Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Estoy dispuesto a dar mi vida º por ti.
38 Jesús le dijo: — ¿De modo que estás dispuesto a dar tu vida por mí? Te aseguro que antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.

Patrocinio

 
 

Introducción a Juan 

INTRODUCCIÓN


1. Un evangelio singular


Digamos antes de nada que, con independencia de quién sea su autor concreto y preciso — cuestión que será tratada más adelante — , seguiremos denominando Evangelio de Juan (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Jn) a este cuarto evangelio canónico de acuerdo con la venerable y multisecular tradición cristiana. En este punto, la unanimidad es absoluta entre las diversas iglesias cristianas.


Lo primero que sorprende, y hasta cierto punto desconcierta, al abordar la lectura de Jn, es su notable divergencia con los otros tres evangelios, los llamados evangelios sinópticos: Mt, Mc y Lc. Diferencias que no serán detalladas aquí en todos sus pormenores, pero que son relativamente profundas y afectan a la geografía, a la cronología, al estilo, al lenguaje y al contenido. Dato este tanto más significativo cuanto, por otra parte, nadie discute que este singular escrito pertenece al género literario “evangelio”. Se trata, en efecto, como en el caso de los sinópticos, del anuncio de la buena noticia de Jesús y sobre Jesús, que comienza con la predicación-testimonio de Juan el Bautista (Jua 1:19-34) y culmina con el relato de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, el protagonista indiscutible de los acontecimientos (Jua 18:1Jua 21:25). En medio, una amplia información, que ha sido cuidadosamente seleccionada y formulada, sobre la actividad de Jesús, tanto taumatúrgica como docente (Jua 2:1Jua 11:50). Cabría incluso decir que si atendemos a la intención básica del autor, a saber, presentar a Jesús como el supremo revelador del Padre para provocar así en los oyentes y lectores la fe en el propio Jesús como Hijo unigénito del Padre (Jua 20:21), el evangelio de Jn es el más puro y radical de los cuatro.


Junto a estas coincidencias fundamentales de contenido y finalidad con los otros tres, el cuarto evangelio presenta rasgos y peculiaridades únicos. Estos hacen de él un escrito singular dentro de su género y un punto de referencia obligado para comprender la complejidad del cristianismo primitivo. Porque, aunque en última instancia se remonte a una tradición primitiva común, el evangelio de Jn está construido sobre la base de una tradición cristiana independiente de la tradición en que se inspiran los sinópticos. No se escribió para completar lo que faltaba a aquellos, ni para ofrecer una interpretación correcta de ellos, ni mucho menos para suplantarlos y retirarlos de la circulación por la causa que fuera. Se escribió para suscitar y alimentar la fe de unas comunidades singulares que nacieron y se desarrollaron en torno a un personaje también singular — el “discípulo amado” — . A esas comunidades les tocó vivir una historia tormentosa al lado de los otros grupos, tanto cristianos (comunidades paulinas, petrinas, judeocristianas, sectores escindidos de la propia comunidad joánica), como no cristianos (los judíos, el mundo pagano, los discípulos de Juan el Bautista). De todo esto se deduce que la singularidad del cuarto evangelio tiene algo que ver con la personalidad de su autor (o autores), pero tiene mucho más que ver con la vida y las circunstancias de la comunidad o comunidades en cuyo seno se gestó su composición. Por eso, conocer las características de esa comunidad es, en la exégesis actual del cuarto evangelio, objeto de una búsqueda cada vez más apasionada.


2. Dimensión literaria y proceso de composición


Un estilo propio y unos peculiares rasgos literarios presentes en todo el evangelio de Jn hacen pensar en una unidad de composición bastante más fuerte que en el caso de los sinópticos. El entramado literario-ideológico del cuarto evangelio es más intenso y coherente que en los otros tres. Las formas literarias múltiples y variopintas de los sinópticos, los relatos numerosos pero breves, las frases sueltas intercaladas aquí y allá en el curso de la redacción, han sido substituidas en Jn por unas pocas composiciones literarias mucho más amplias y complejas en general y tan elaboradas que hacen muy difícil distinguir entre tradición y redacción. En más de una ocasión no se sabe si quien habla es Jesús o es el evangelista.


¿Quiere esto decir que, a diferencia de los sinópticos, Juan no ha utilizado fuentes para redactar su evangelio? ¿O que si las ha utilizado, han sido tan profundamente elaboradas por él que apenas quedan huellas de tales fuentes? Esto segundo parece lo más probable.


Otro tema relacionado con las posibles fuentes del cuarto evangelio es el de su lengua original. Que abundan en Jn los arameísmos es manifiesto. ¿Habría sido, entonces, escrito originalmente en arameo y más tarde traducido al griego? Así lo han sugerido algunos autores. Una hipótesis, sin embargo, que no es ni necesaria ni probable. El evangelio de Jn ha sido redactado originalmente en griego. No es, evidentemente, el griego de Platón. Ni siquiera es el griego de otros libros del NT tales como el de la obra lucana o el del escrito a los Hebreos. Es un griego más bien popular y poco brillante, pero correcto. Tiene, como contrapartida, una profunda intensidad a la que hay que añadir el encanto del objeto — en este caso la persona de Jesús — largamente contemplado y amado.


Esta profunda unidad literaria y coherencia interna del cuarto evangelio no es, sin embargo, obstáculo para que también en él podamos hablar de una historia más o menos compleja en su proceso de composición y redacción. Hay indicios sobrados para ello. Por ejemplo, un vocabulario no siempre uniforme; la especial belleza y calidad poética de algunas partes (en concreto, el prólogo: Jua 1:1-18); los saltos bruscos en algunas secuencias geográfico-cronológicas (en concreto, Jua 3:22-30 interrumpiría una secuencia natural entre Jua 3:1-21 y Jua 3:31-36; el capítulo Jua 6:1-71 debería estar colocado antes del Jua 5:1-47; lo que se dice en Jua 14:31 enlazaría mejor con Jua 18:1 que con los cps. Jua 15:1-27; Jua 16:1-33 y Jua 17:1-26); a todo esto hay que añadir ciertas repeticiones, adiciones (de manera especial el capítulo Jua 21:1-25) e incoherencias difícilmente explicables en una única redacción.


Los autores suelen hablar de tres momentos en el proceso de composición: a) un primer escrito, muy parecido a los sinópticos, que habría seleccionado una serie de hechos y dichos relacionados con Jesús; b) una profunda remodelación de este primer escrito, llevada a cabo por el autor principal de Jn, autor que sería sobre todo el responsable de los grandes discursos y controversias y probablemente del prólogo; c) una redacción final que habría matizado determinadas afirmaciones conflictivas sobre Jesús y habría añadido el capítulo Jua 21:1-25.


3. Transfondo religioso-cultural


¿Dónde se ha inspirado el autor principal del cuarto evangelio o qué raíces religioso-culturales están en la base de una obra tan singular como la suya? ¿Se trata de un escrito realmente original o es más bien un amasijo de elementos ajenos tomados en préstamo? Se ha hablado de:


— influencias judías: Notable presencia del AT, particularmente de temas de la literatura sapiencial (el agua, el alimento celestial — es decir, el maná — , la viña, el pastor, la palabra, el camino). No abundan las citas explícitas, pero las reminiscencias son muy numerosas.


— influencias helenísticas: El interés por los conceptos de verdad y conocimiento, el uso de la alegoría, la presencia del término “logos” tan característico de Filón de Alejandría.


— influencias del movimiento gnóstico: Esta corriente filosófico-religiosa nos es conocida por documentos más bien posteriores al siglo I. Pero tal vez algunas tradiciones gnósticas se remontan a épocas anteriores y pudieron ser conocidas y utilizadas por el autor del cuarto evangelio; esto vale en particular para temas como el del ser humano divinizado o el de Dios como ser misterioso, fuente de vida y de luz.


— influencias de la literatura qumrámica: Se han subrayado sobre todo los aspectos dualistas tan característicos del evangelio de Jn y de los escritos de Qumrán (luz-tinieblas, verdad-mentira, vida-muerte).


— influencias de los escritos y del pensamiento paulino: Parecen innegables ciertos puntos de contacto entre Jn y las cartas a los Filipenses, a los Colosenses y a los Efesios.


¿Qué decir de todo esto? Es difícil no reconocer preocupaciones y formulaciones comunes entre el cuarto evangelio y todas estas corrientes de pensamiento, especialmente el judaísmo y el helenismo. Cabría decir que Juan ha vivido en la confluencia de las grandes corrientes filosófico-religiosas de su tiempo. Pero no hay que dejarse seducir por contactos más o menos superficiales. La originalidad de fondo del cuarto evangelio es indiscutible y nadie ha podido probar convincentemente su dependencia de otras fuentes que, si han existido, han sido tratadas con total libertad e independencia por parte de Juan.


4. Dimensión teológica y claves de lectura


El evangelio de Jn es básicamente una respuesta a la situación en que vive la comunidad a la que pertenece su autor. Una comunidad que tiene que vivir la fe en Jesús en confrontación, tanto con el judaísmo ortodoxo nacido de la asamblea de Yamnia (finales del siglo I), como con otros grupos cristianos que profesan una fe deficiente o incorrecta con respecto a Jesús. La polémica sobre la divinidad y la humanidad de Cristo está en el centro de todo. En este sentido podría decirse que el evangelio de Jn sigue las huellas del de Mc y trata de encontrar el auténtico rostro de Jesús. No busquemos, pues, un sistema teológico meticulosamente desarrollado, ni un principio teológico fundamental en torno al cual se organicen todos los demás. La atención se concentra en la persona de Cristo teniendo en cuenta que, si bien el esquema preexistencia-encarnación no es exclusivo del cuarto evangelio (ver Col 1:15; Flp 2:6-10; Heb 1:1-6), sí lo es que Jn lo desarrolla de manera original.


Para el autor del cuarto evangelio, Cristo es ante todo el enviado y el revelador de Dios Padre con quien mantiene una doble y misteriosa relación: relación de igualdad (Jua 1:1; Jua 1:14; Jua 5:17-18; Jua 10:30; Jua 17:11) y de dependencia-sumisión (Jua 4:34; Jua 5:30; Jua 6:38). Cristo nos revela también la existencia del Espíritu y su actuación, a la vez confortadora e iluminadora, con respecto a la comunidad cristiana (Jua 14:16-17; Jua 14:26; Jua 16:7-15). Cristo, en fin, se constituye en punto de referencia obligado para todo creyente porque sólo él es agua viva (Jua 4:14), luz que no se apaga (Jua 8:12; Jua 9:5), espíritu vivificante (Jua 3:5-8), pan bajado del cielo (Jua 6:35), puerta hacia el Padre (Jua 10:7; Jua 14:6 b), pastor bueno (Jua 10:11; Jua 10:14-16), camino seguro (Jua 14:6), verdad que nos libera (Jua 8:32), vid que nos trasvasa su savia (Jua 15:1; Jua 15:4-5), promesa imprescriptible de resurrección y de vida eterna (Jua 11:25-26), amor que se entrega sin reservas ni limitaciones (Jua 13:1; Jua 13:34; Jua 15:9; Jua 15:12-13).


Así pues, es preciso leer el evangelio de Jn como lo que verdaderamente es, a saber, como una profunda reflexión-contemplación sobre el misterio de Jesús que los protagonistas de entonces (Nicodemo, la Samaritana, el paralítico de la piscina, el ciego de nacimiento, el grupo de los discípulos) y los de ahora van descubriendo de forma progresiva. En ese proceso de descubrimiento, unos creen y otros no creen, unos se colocan a favor de Jesús y otros en contra, unos son de la luz y otros de las tinieblas, unos pertenecen a Dios y otros al “mundo” (en el sentido joánico peyorativo de oposición a Dios), unos poseen la vida y otros caminan hacia la muerte.


También es preciso conocer las tendencias y preocupaciones que embargaban tal vez al evangelista en el momento de escribir. Cabría señalar: una tendencia antijudía (los dirigentes judíos han decidido romper definitivamente con el cristianismo y establecer una oposición radical entre Iglesia y Sinagoga); una tendencia antibautista (Juan el Bautista es precursor y testigo de Jesús, pero nada más; no hay que sobrevalorar su figura); una tendencia antignóstica (el Hijo de Dios se ha hecho verdaderamente hombre en Jesucristo y, por tanto, su dimensión humana es incuestionable); y finalmente, una tendencia antieclesiástica (autoridad en la Iglesia sí, pero partiendo de que todos los discípulos de Jesús son radicalmente iguales dentro de la comunidad).


5. Historicidad del cuarto evangelio


Si el evangelio de Jn es ante todo una reflexión-contemplación creyente sobre Jesucristo, si su intención primordial no es la narración, sino la enseñanza doctrinal, alguien podría concluir que el valor histórico de su contenido es más bien escaso, por no decir prácticamente nulo. De hecho se le ha denominado evangelio “espiritual” y ya desde antiguo, pero particularmente desde el siglo XIX, se ha subrayado su dimensión teológico-simbólica.


¿Es, pues, menos fiable, históricamente hablando, el evangelio de Jn que los sinópticos? A primera vista podría parecerlo. Pero es preciso señalar que la historicidad de un evangelio no debe medirse por la cantidad de información histórica que pueda contener. No es más histórico el evangelio que ofrezca más información de este tipo, sino aquel en que la historia — aunque los datos consignados sean menos — tiene para el autor un valor y una significación más importante. En este sentido, el evangelio de Jn no es una reflexión construida sobre el aire; la historia, aunque sea una historia “cualitativa”, una historia elevada a la categoría de símbolo, tiene en él una importancia capital. Así lo demuestra el interés por ofrecer datos geográficos, cronológicos y sociológicos lo más precisos y exactos posibles. El evangelista conoce y quiere reconstruir las condiciones reales de la historia de Jesús tal como se vivían en el primer tercio del siglo I. En la misma línea está el carácter testimonial del cuarto evangelio y la utilización masiva de términos relacionados con la experiencia física (ver, escuchar, tocar), que marcan el objetivo del testimonio que el evangelista quiere dar. Es como si el autor quisiera decir a sus lectores, de entonces (cristianos de la segunda generación) y de hoy, que el acercamiento a Jesús por vía sensible fue esencial durante la vida física de Jesús y, salvadas las distancias, sigue siéndolo en la actualidad.


Pero la peculiaridad del evangelio de Jn impide entender sin más este interés histórico como un interés por las anécdotas o los detalles. No se trata de reconstruir los acontecimientos en todos sus detalles; no es necesario contar toda la historia de Jesús. Basta con presentar los rasgos más significativos de la misma y presentarlos de tal manera que nos conduzcan a conocer en profundidad la personalidad de Jesús y el auténtico contenido de su mensaje.


6. Autor y fecha de composición


Si tenemos en cuenta lo dicho más arriba sobre el proceso de composición del cuarto evangelio, habría que hablar no de autor, sino de autores. Parece, en efecto, que la obra, tal como ha llegado hasta nosotros, es fruto de una colaboración. Pero la pregunta que nos hacemos no versa sobre posibles retoques — más o menos importantes — de la obra, sino sobre su autor principal.


A partir de Ireneo (finales del siglo II) y hasta el siglo XIX, la tradición cristiana ha sido unánime en atribuir el cuarto evangelio canónico a Juan el apóstol, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago. Es verdad que con anterioridad a Ireneo, un escrito de Papías, obispo de Hierápolis, parece distinguir, al hablar de los discípulos de Jesús, entre el apóstol Juan y el presbítero (anciano) Juan, atribuyendo a este último la transmisión de ciertas cosas en relación con Jesús. Pero no se dice que se trate de escritos; más bien parece referirse a tradiciones orales.


Esta tradición, prácticamente unánime (que identificaba también al apóstol Juan con “el discípulo amado”) se ha roto en los últimos siglos y en la actualidad son aplastante mayoría los que piensan que no es posible atribuir el cuarto evangelio al apóstol Juan. Dentro de esta mayoría, los matices son variadísimos: desde posturas abiertamente radicales (ningún contacto con testigos oculares, ningún valor histórico, simple elaboración teológica llevada a cabo bien entrado el siglo II, especie de síntesis interesada de las corrientes petrina y paulina), hasta considerar que el autor es un discípulo del apóstol Juan que no dudó en poner su obra a la sombra del maestro con quien estaba plenamente compenetrado.


Como casi única razón para negarle a Juan Zebedeo la paternidad directa del cuarto evangelio se aduce el hecho de que su preparación literaria y teológica — ¡un pescador del lago de Tiberíades! — estaría a siglos luz de lo que exigen las características de este singular evangelio. Suele añadirse que la forma de expresarse (tanto cuando narra el propio evangelista, como cuando hace hablar a Jesús) no es propia de un testigo ocular; y que además, no encontramos en la obra misma ninguna indicación en el sentido de que Juan apóstol pueda ser el autor. Sin embargo, el apóstol Juan es el único entre los principales componentes del grupo de los Doce que sorprendentemente nunca se menciona por su nombre en el cuarto evangelio. Y dígase lo que se quiera, sigue siendo el que más probabilidades tiene de identificarse con “el discípulo a quien Jesús tanto quería”, si atendemos a los datos objetivos que nos proporciona este evangelio (Jua 13:23-26; Jua 19:26; Jua 20:2; Jua 21:7; Jua 21:20); otros nombres propuestos, el de Lázaro por ejemplo (Jua 11:3; Jua 21:23), no ofrecerían menor dificultad. Por otra parte, en lo que se refiere a la preparación literaria y sobre todo teológica de Juan Zebedeo, no hay que pasar por alto la profunda transformación de los discípulos de Jesús a raíz de la experiencia pascual y la venida del Espíritu Santo.


7. Estructura y plan de composición


Partiendo del supuesto de que el propósito del autor del cuarto evangelio no fue redactar una simple crónica biográfica, sino más bien crear una atmósfera de reflexión-contemplación en torno al misterio de Jesús, existe hoy un consenso casi general en distinguir en este evangelio, tal como ha llegado hasta nosotros, dos grandes bloques narrativo-discursivos acompañados de un prólogo y un epílogo. Como es habitual, el acuerdo es menor a la hora de establecer divisiones más precisas y pormenorizadas. Con las reservas del caso, proponemos como itinerario de lectura el siguiente plan de composición:


— Introducción (Jua 1:1-51)


- Prólogo teológico (Jua 1:1-18)


- Testimonio del Bautista (Jua 1:19-34)


- Testimonio de los primeros discípulos (Jua 1:35-51)


I. — EL LIBRO DE LOS SIGNOS (Jua 2:1-25Jua 12:1-50)


- Primer signo: el agua convertida en vino. Jesús, el Mesías que viene de Dios (Jua 2:1Jua 4:42)


- Segundo signo: curación del hijo de un funcionario real. Jesús, palabra que sana y vivifica (Jua 4:43-54)


- Tercer signo: curación de un paralítico. Jesús, el Hijo autorizado por el Padre (Jua 5:1-47)


- Cuarto y quinto signos: Jesús da de comer a una multitud y camina sobre las aguas. Jesús, pan de vida y agua viva del Espíritu (Jua 6:1-71Jua 8:1-59)


- Sexto signo: curación de un ciego de nacimiento. Jesús, luz del mundo y pastor que se desvive por el rebaño (Jua 9:1-41Jua 10:1-42)


- Séptimo signo: resurrección de Lázaro. Jesús, vida que triunfa de la muerte (Jua 11:1-57Jua 12:1-50)


II. — LIBRO DE LA PASIÓN Y DE LA GLORIA (Jua 13:1Jua 20:29)


- Cena con los discípulos (Jua 13:1-38)


- Discursos de despedida (Jua 14:1-31Jua 17:1-26)


- Pasión y muerte de Jesús (Jua 18:1-40Jua 19:1-42)


- Resurrección de Jesús (Jua 20:1-29)


- Primera conclusión del evangelio (Jua 20:30-31)


— Conclusión (Jua 20:30Jua 21:25)


- Primera conclusión (Jua 20:30-31)


- Aparición junto al lago (Jua 21:1-14)


- Jesús, Pedro y el discípulo amado (Jua 21:15-23)


- Segunda conclusión del evangelio (Jua 21:24-25)


Fuente:

Patrocinio

Notas

Juan  13,1Jua 2:4; Jua 2:13; Jua 12:23; Jua 12:27; Jua 13:34; Jua 15:9; Jua 16:28; Jua 17:1; Mat 26:45 y par.; Rom 5:8; Rom 8:35; 2Co 5:14; Gál 2:20; Efe 3:19; Efe 5:2; 1Jn 3:16.


Juan  13,1— dejar este mundo: Lit. pasar de este mundo al Padre. Una tradición judía muy extendida interpretaba la palabra Pascua en el sentido de paso, aludiendo a los episodios del paso del ángel exterminador y del paso del mar Rojo, narrados en Éxo 12:12-14; Éxo 12:27-29; Éxo 14:21-31.
Juan  13,2Jua 13:27; Luc 22:3.
Juan  13,2— cenar: El relato de esta cena coincide en algunos aspectos con el de los tres evangelios sinópticos (Mat 26:17-30 y par.), pero presenta también notables diferencias.
Juan  13,3Jua 3:35; Jua 5:20; Jua 7:33; Jua 16:28; Mat 11:27; Mat 28:18; Luc 10:22.
Juan  13,5— lavar los pies: Era este un oficio reservado por lo general a esclavos (ver 1Sa 25:41).
Juan  13,8— no podrás seguir contándote entre los míos: Este parece ser el sentido del semitismo del texto griego: no tendrás parte conmigo.
Juan  13,10— lavarse los pies: Algunos mss. suprimen las palabras los pies y dicen: no necesita lavarse.

— limpios: Como en castellano, también en griego la misma palabra puede designar la limpieza física y la limpieza moral.
Juan  13,11Jua 6:64; Jua 6:70-71.
Juan  13,13Mat 23:8-10.
Juan  13,14Mat 20:28; 1Ti 5:10.
Juan  13,15Jua 13:34; Jua 15:12; Flp 2:5; 1Pe 2:21.
Juan  13,16Mat 12:24.
Juan  13,17Stg 1:22-25.
Juan  13,18— comparte el pan conmigo: Según varios mss., alguno de valor, habría que traducir: el que come mi pan.

— se ha vuelto contra mí: La expresión original, de claro corte semita, podría traducirse: me ha puesto la zancadilla.
Juan  13,18Sal 41:9.
Juan  13,19— yo soy: Ver nota a Jua 8:24.
Juan  13,19Jua 14:29; Jua 16:4.
Juan  13,20Jua 12:44; Mat 10:40; Mat 18:5 y par.; Luc 10:16.
Juan  13,21Jua 11:33; Jua 12:27.
Juan  13,23— recostado: El texto griego deja sobreentender que los comensales estaban tendidos sobre divanes alrededor de la mesa, apoyados sobre el brazo izquierdo, a la manera antigua. En cuanto al discípulo a quien Jesús tanto quería, es la primera vez que se lo menciona como tal (ver Jua 19:26; Jua 20:2; Jua 21:7; Jua 21:20) y ha sido tradicionalmente identificado con el apóstol y evangelista Juan; pero no es segura tal identificación.
Juan  13,27Jua 13:2; Luc 22:3.
Juan  13,29Jua 12:6.
Juan  13,30Jua 9:4; Jua 10:11; (ver Luc 22:53).
Juan  13,31Mat 8:20.
Juan  13,32— y si Dios va a ser glorificado en él: Numerosos mss., entre ellos algunos de los más antiguos y mejores, omiten esta frase.
Juan  13,33Jua 7:33 (ver Jua 16:16; Jua 16:19).
Juan  13,34Jua 15:12; Jua 15:17; 1Jn 2:8; 1Jn 3:11; 1Jn 3:14; 1Jn 3:23; 2Jn 1:5.
Juan  13,36Jua 7:34-35 (ver Jua 14:5; Jua 16:5; Jua 21:18-19).
Juan  13,37— mi vida: Ver nota a Jua 10:15.