Deuteronomio  28 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 68 versitos |
1

Bendiciones y maldiciones

(Lv 26:3-13; Dt 7:12-24)

Si realmente obedeces al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te prescribo, el Señor tu Dios hará que seas superior a todas las naciones de la tierra º.
2 Si obedeces al Señor tu Dios, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones:
3 Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo.
4 Benditos serán el fruto de tus entrañas y el fruto de tu tierra, las crías de tu ganado, las terneras de tus manadas y las crías de tus rebaños.
5 Bendita será tu cesta y bendita tu artesa º.
6 Bendito serás al salir y bendito al entrar º.
7 El Señor te entregará vencidos a los enemigos que se alcen contra ti: vendrán a atacarte por un camino, y por siete caminos huirán de ti.
8 El Señor tu Dios bendecirá tus graneros y todo el trabajo de tus manos; te bendecirá en la tierra que él te da.
9 Si cumples los mandamientos del Señor tu Dios y sigues sus caminos, el Señor hará de ti un pueblo consagrado a él, tal como te ha jurado.
10 Todos los pueblos de la tierra verán que con razón eres llamado pueblo de Dios º, y te respetarán.
11 El Señor te concederá abundancia de bienes: te dará muchos hijos y multiplicará tus ganados y tus cosechas en la tierra que prometió darte según juró a tus antepasados.
12 El Señor abrirá los cielos —su rico tesoro— para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Prestarás a muchas naciones, pero tú no tendrás que pedir prestado.
13 El Señor te pondrá a la cabeza, nunca a la cola; estarás siempre encima, nunca debajo; sólo es preciso que obedezcas los mandamientos del Señor tu Dios que yo te prescribo hoy, que los pongas en práctica,
14 y que no te apartes jamás, ni a derecha ni a izquierda, de ninguna de las palabras que yo te prescribo hoy, y que no sirvas ni rindas culto a otros dioses. º
15

Maldiciones por la desobediencia

(Lv 26:14-46)

Pero si no obedeces al Señor tu Dios ni pones en práctica todos sus mandamientos y preceptos que yo te prescribo hoy, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:
16 Maldito serás en la ciudad y maldito en el campo.
17 Maldita serán tu canasta y maldita tu artesa.
18 Malditos serán el fruto de tus entrañas, y el fruto de tu tierra, las crías de tu ganado, las terneras de tus manadas y las crías de tus rebaños.
19 Maldito serás al salir y maldito al entrar.
20 El Señor hará que maldición, angustia y fracaso te acompañen en todo lo que emprendas, hasta que seas exterminado y desaparezcas sin tardanza, por tu mal proceder al abandonarle º.
21 El Señor te enviará la peste hasta acabar contigo en la tierra que va a darte en posesión.
22 El Señor te castigará con epidemias mortales, fiebres malignas e inflamaciones, con calor sofocante y sequía, y con plagas y pestes sobre tus cultivos *. Estos desastres te perseguirán hasta que te hagan perecer completamente º.
23 Sobre tu cabeza, el cielo será como bronce; bajo tus pies, la tierra será como hierro.
24 El Señor cambiará la lluvia de tu tierra en arena y ceniza º que caerán del cielo sobre ti hasta que seas aniquilado.
25 El Señor hará que tus enemigos te derroten. Avanzarás contra ellos en perfecta formación, pero huirás en desbandada. ¡Todos los reinos de la tierra sentirán espanto al verte!
26 Tu cadáver servirá de pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y no habrá quien las ahuyente.
27 El Señor te hará sufrir con úlceras como las de Egipto *, con tumores, sarna y tiña incurables º.
28 El Señor también te hará padecer locura, ceguera y delirio,
29 de manera que en pleno día andarás a tientas, como el ciego en la oscuridad. Fracasarás en todo lo que hagas; día tras día serás oprimido; te robarán y nadie acudirá en tu ayuda.
30 Te casarás con una mujer, pero será otro quien se acueste con ella; te construirás una casa, y no llegarás a habitarla; plantarás un viñedo, pero no llegarás a disfrutar de su fruto.
31 Tu buey será degollado ante tus propios ojos y no probarás su carne; te arrebatarán tu asno, estando tú presente, y no te lo devolverán; tus ovejas pasarán a manos de tus enemigos, y nadie te ayudará a recuperarlas.
32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a un pueblo extranjero; tú lo contemplarás con desconsuelo, pero nada podrás hacer.
33 Un pueblo desconocido se comerá los frutos de tu tierra y todo el producto de tu trabajo; te explotará y te maltratará sin parar.
34 Y enloquecerás cuando veas con tus propios ojos esas cosas.
35 El Señor te herirá con úlceras purulentas e incurables en las rodillas, en las piernas, desde la planta del pie hasta la coronilla.
36 El Señor hará que tanto tú como el rey que hayas elegido para ser tu soberano, sean deportados a un país que ni tú ni tus antepasados conocieron. Allí rendirás culto a otros dioses, hechos de madera y de piedra. º
37 Serás motivo de espanto, de burla y escarnio en todas las naciones a las que te lleve el Señor.
38 Sembrarás abundante semilla en el campo, pero cosecharás una miseria, porque la langosta la devorará.
39 Plantarás viñedos y los cultivarás, pero no vendimiarás las uvas ni beberás el vino, porque el gusano atacará la cepa.
40 Tendrás olivos por toda tu tierra, pero no te darán aceite ni para ungirte, porque se pudrirán las aceitunas.
41 Tendrás hijos e hijas, pero no podrás tenerlos contigo, porque serán llevados al cautiverio.
42 ¡Enjambres de langosta devorarán todos los árboles y las cosechas de tu tierra!
43 El emigrante que resida contigo subirá cada día más alto, mientras que tu caerás cada vez más bajo;
44 él será tu acreedor y tú serás su deudor; él irá a la cabeza y tú quedarás rezagado.
45 Todas estas maldiciones caerán sobre ti. Te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, porque desobedeciste al Señor tu Dios y no cumpliste los mandamientos y preceptos que él te ha mandado.
46 Ellos serán una señal y una advertencia permanente para ti y tu descendencia,
47 pues no rendiste culto al Señor tu Dios con alegría y generosidad cuando tenías de todo en abundancia.
48 Por eso sufrirás hambre y sed, desnudez y suma pobreza, y serás esclavo de los enemigos que el Señor enviará contra ti. Ellos te pondrán un yugo de hierro sobre el cuello hasta que te aniquile.
49 El Señor hará que se levante contra ti una nación muy lejana, cuyo idioma no podrás entender; vendrá de los confines de la tierra, veloz como un águila.
50 Esa nación, de aspecto feroz, no sentirá compasión de los ancianos ni se apiadará de los niños.
51 Se comerá las crías de tu ganado y las cosechas de tu tierra, hasta arruinarte; no te dejará trigo, ni mosto, ni aceite, ni terneras en las manadas, ni corderos en los rebaños. ¡Te dejará completamente arruinado!
52 Sitiará todas tus ciudades hasta que se desplomen en todo el país las murallas altas y fortificadas en que habías depositado tu confianza. Sí, él te sitiará en todas las ciudades, en toda la tierra que el Señor tu Dios te da.
53 Tal será tu penuria durante el asedio a que te someta tu enemigo, que acabarás comiéndote el fruto de tu vientre, ¡la carne misma de los hijos y las hijas que el Señor tu Dios te ha dado!
54 Incluso el hombre más delicado y sensible de tu pueblo recelará de su propio hermano, de su esposa a la que ama y de los hijos que todavía le queden,
55 hasta el punto de no compartir con ellos nada de la carne de sus hijos, que comerá por no haberle quedado ninguna otra cosa después de la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus ciudades.
56 Igualmente, la mujer más fina y delicada de tu pueblo, tan fina y delicada que no se atrevería a rozar el suelo con la punta de su pie, recelará de su propio esposo al que ama, de sus hijos y de sus hijas.
57 No compartirá * el hijo que acaba de parir º ni su placenta, sino que se los comerá en secreto, pues será lo único que le quede debido a la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus ciudades. º
58 Si no cumples cuidadosamente todas las palabras de esta ley, que están escritas en este libro, ni respetas el glorioso y temible nombre del Señor tu Dios,
59 entonces el Señor enviará terribles y persistentes plagas contra ti y tus descendientes, junto con enfermedades malignas e incurables.
60 Enviará sobre ti todas las plagas de Egipto, que tanto espanto te causaron, y no te podrás librar de ellas.
61 El Señor enviará contra ti, hasta exterminarte, toda clase de enfermedades y desastres, incluso las que no se mencionan en el libro de esta ley.
62 Y ustedes, que como pueblo llegaron a ser tan numerosos como las estrellas del cielo, quedarán reducidos a unos cuantos por no haber obedecido al Señor tu Dios.
63 Así como el Señor se complacía en multiplicarte y hacerte prosperar, ahora se complacerá en arrasarlos y destruirlos. ¡Serán arrancados de la tierra adonde van a entrar para tomarla en posesión!
64 El Señor te dispersará por todas las naciones, de uno al otro extremo de la tierra. Allí rendirás culto a otros dioses, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocieron.
65 En esas naciones no hallarás paz ni descanso, porque el Señor hará que vivas atemorizado, triste y acongojado.
66 Tu vida estará pendiente de un hilo; tendrás miedo de día y de noche; nunca vivirás seguro.
67 Será tanto el miedo que se apoderará de ti y tales las cosas que verán tus ojos, que por la mañana dirás: “¡Ojalá fuera de noche!”, y por la noche: “¡Ojalá fuera de día!”.
68 Y aunque el Señor te dijo que no volverías a recorrer el camino de Egipto, sin embargo te hará volver allí en barcos º. Allí serán ofrecidos como esclavos y esclavas a sus enemigos, pero nadie los querrá comprar.

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Introducción a Deuteronomio 

INTRODUCCIÓN


El libro de Números se centra sobre todo en narrar la marcha de los israelitas a través del desierto, camino de la tierra prometida. Fue esta una vivencia histórica que dejó una profunda huella en la memoria colectiva de Israel. Los profetas Oseas y Jeremías describen esta época con rasgos netamente positivos, como el tiempo de las relaciones ideales entre Dios y su pueblo (Jer 2:2-3; Ose 2:14-21). Para la escuela deuteronomista es el tiempo y el lugar en que Dios pone a prueba a su pueblo (Deu 8:2-6), una prueba de la que no siempre los israelitas salieron bien parados, como lo hace notar el profeta Ezequiel (Eze 20:1-49) y también el salmista que invita a su generación a no comportarse como lo hizo la generación del desierto, generación terca y rebelde que no fue fiel a Dios (Sal 78:8).


Llegados los tiempos de la Nueva Alianza, Juan Bautista y Jesús de Nazaret buscarán repetir esta experiencia del desierto (Mat 3:1; Mat 4:1; Luc 1:80) tratando de encontrarse allí con Dios, de ser plenamente fieles a los planes divinos y de introducir al nuevo pueblo de Dios en la verdadera “tierra prometida”, una tierra que de veras mane leche y miel.


1. Título y texto


Siguiendo la costumbre semita de referirse a los libros bíblicos por sus primeras palabras, los judíos designaban a este libro —que hoy denominamos de NÚMEROS— con el título de “y él habló” y más comúnmente con el de bemidbar, es decir “en el desierto”, que es el que mejor corresponde al contenido y el que actualmente lleva en la Biblia hebrea.


El título castellano actual —libro de Números— procede de la versión griega de los LXX y se debe al interés del autor o autores del mismo por los censos, y a las abundantes cifras que se consignan en él.


En cuanto al texto hebreo que ha llegado hasta nosotros, hay que decir que el de Números presenta un excelente estado de conservación; sólo hay que exceptuar algún que otro versículo en pasajes poéticos (ver Núm 21:14; Núm 21:30 y Núm 24:22-24). Como testigos cualificados del texto primitivo disponemos del Texto Masorético, de la traducción griega de los LXX, del Pentateuco Samaritano y de algunos manuscritos de Qumrán (4QNm). Entre las traducciones antiguas merecen también mencionarse el targum arameo de Ónkelos, la Peshita siriaca y la Vulgata latina.


2. Contexto histórico


El libro de Números se sitúa históricamente en la época de formación del pueblo israelita, concretamente abarca el tramo que va desde la teofanía del Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35) hasta su llegada a las llanuras de Moab, en la ribera oriental del Jordán (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18; Núm 26:1-65; Núm 27:1-23; Núm 28:1-31; Núm 29:1-40; Núm 29:40-15; Núm 31:1-54; Núm 32:1-42; Núm 33:1-56). En este sentido podemos decir que Números continúa la trama narrativa de Éxodo y enmarca geográficamente los discursos parenéticos del Deuteronomio.


Es difícil para el historiador precisar el contorno exacto de los acontecimientos que tuvieron lugar en este período y que podrían fecharse en el último cuarto del segundo milenio a. C. Parece que diversos clanes seminómadas, unos procedentes de Egipto y otros oriundos de Canaán, pero étnicamente afines, se fusionaron para dar origen a una nación fuertemente aglutinada por lazos sobre todo religiosos. Ni los restos arqueológicos ni los textos extrabíblicos de la época nos proporcionan noticias sobre ello; se limitan a constatar movimientos de diversos grupos tribales en el marco de las migraciones de distintos clanes seminómadas en dirección a Palestina. Pero los avatares vividos por los clanes israelitas en esta marcha hacia Palestina dejaron un recuerdo perdurable en su memoria: incidentes de todo tipo, conflictos entre los componentes de las distintas tribus, derrotas sufridas, victorias obtenidas, itinerarios recorridos. El libro de Números es una evocación teológico-literaria de todas estas vivencias; ello hace que bastantes datos resulten poco verosímiles históricamente hablando. A la hora de organizar los materiales que integran el libro de Números, el autor tiene ante todo un interés religioso que relega a un segundo plano la precisión histórica.


3. Proceso de composición


Como el resto de los libros que integran el Pentateuco, el libro de Números es el resultado de un largo y complejo proceso redaccional. Remitimos sobre el particular a lo dicho en la introducción general al Pentateuco. Así pues, también en Números están presentes los grandes estratos literarios que conocemos con el nombre de tradición yavista (J), tradición elohista (E) y tradición sacerdotal (P). Los textos yavistas, más vinculados a las tribus del sur, resaltan sobre todo los aspectos humanos de los orígenes históricos del pueblo israelita e insisten en su destino universal (Núm 22:1-41; Núm 24:1-25); los elohistas, por su parte, ponen énfasis en la unidad de la nación que se está gestando, condenan cualquier tendencia separatista (Núm 16:12-34) y alumbran el despertar de la institución profética (Núm 11:25-29).


Pero es sobre todo la tradición sacerdotal la que vertebra de principio a fin el libro de Números. Podemos decir al respecto que autores de la escuela sacerdotal han reelaborado profundamente las antiguas tradiciones yavistas y elohistas, aportando al mismo tiempo una gran cantidad de materiales nuevos; con ello han dado origen a una obra que podemos considerar nueva, tanto en la forma como en el fondo. Por lo demás, lo mismo que en Éxodo y Deuteronomio, en el libro de Números alternan secciones narrativas y legales, de forma que los pasajes narrativos son como el marco de los textos legales y cultuales.


4. Contenido teológico y claves de lectura


Se ha dicho más arriba que el contenido teológico fundamental de Números está sobre todo inspirado por la tradición sacerdotal que considera a Israel no tanto como una nación más, implicada en la vida política internacional y preocupada por tanto de su organización militar, cuanto como una comunidad dedicada a rendir culto al Señor, su Dios. Así las cosas, todo en esta comunidad está perfectamente regulado, hasta en sus más mínimos detalles, por la voluntad divina. Aunque aparentemente es Moisés el que preside y guía a la comunidad, quien realmente la gobierna es la palabra del Señor.


Al ser un pueblo en marcha —la larga marcha a través del desierto—, Israel no dispone de un santuario asentado de manera estable en un lugar concreto, sino que Dios se hace presente, es decir mora (de donde el nombre peculiar del santuario: la Morada) en una Tienda movible y transportable; nadie puede monopolizar la presencia del Señor al mismo tiempo protectora y temible. Por su parte, la institución de los sacerdotes y levitas actúa de pararrayos para que el pueblo, tantas veces infiel y pecador, no sea fulminado por la cólera divina (Núm 8:19; Núm 16:47-48). Cabría, pues, decir que la marcha de los israelitas a través del desierto tiene más de procesión litúrgica y de camino teológico que de organización y marcha cívico-militar. En esta marcha teológica es posible reconocer una secuencia de momentos que se repiten una y otra vez: gracia, pecado, castigo, conversión y de nuevo gracia. Dicha secuencia —en la que la gracia es el momento clave— constituye uno de los principales ejes teológicos del libro. Con ello la comunidad del desierto se convierte en punto de referencia para el pueblo de Dios de todos los tiempos: al verse reflejada en el libro de Números, la comunidad eclesial comprenderá que es un pueblo en marcha, un pueblo de profetas, un pueblo dirigido por la palabra divina y dedicado a servir al Señor.


Digamos finalmente que, dentro del libro de Números, los textos de mayor calado y densidad teológica son los cuatro poemas que el autor pone en boca de Balaán, el singular protagonista de los cps. Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25, y que pertenecen a las antiguas tradiciones yavista y elohista. En ellos se enfatizan los temas de la elección y la bendición divina que a través de Israel alcanzan al resto de la humanidad, temas cuya presencia mitiga en cierta manera la escasa presencia en Números de temas tan capitales como la creación, la promesa, la alianza o la ley.


5. Estructura


Según sean los criterios —geográficos, literarios o temáticos— que con preferencia se utilicen, así será la estructura que se aplique a Números. Si utilizamos criterios geográficos, cabría distinguir tres partes:


a) Núm 1:1-54Núm 10:1-10 : estancia en el Sinaí;


b) Núm 10:11-36Núm 21:1-35 : marcha desde el Sinaí hasta Transjordania; y


c) Núm 22:1-41Núm 36:1-13 : acampada en las llanuras de Moab.


Pero cabe también utilizar criterios literario-temáticos como son los dos censos de Núm 1:1 ss y Núm 26:1 ss y como es el hecho de que Núm 1:1-54Núm 25:1-18 tenga como protagonista a la generación que salió de Egipto, mientras que en Núm 26:1-65Núm 36:1-13 lo es la generación que, totalmente renovada, se encamina hacia la tierra prometida. En la presente traducción seguimos este segundo modelo que articulamos como sigue:


I.— LA GENERACIÓN DEL ÉXODO (Núm 1:1-54Núm 25:1-18)


EN SINAÍ (Núm 1:1Núm 10:10)


Organización del campamento (Núm 1:1-54; Núm 2:1-34; Núm 3:1-51; Núm 4:1-49)


Leyes diversas y bendición sacerdotal (Núm 5:1-31; Núm 6:1-27)


Ofrendas de los jefes y normas para los levitas (Núm 7:1-89; Núm 8:1-26)


Celebración de la Pascua y partida (Núm 9:1-10, Núm 10:1-10)


DESDE SINAÍ HASTA TRANSJORDANIA (Núm 10:11-36Núm 25:1-18)


De Sinaí a Cadés (o Parán) (Núm 10:11-36; Núm 11:1-35; Núm 12:1-16)


En Cadés y su entorno (Núm 13:1-33; Núm 14:1-45; Núm 15:1-41; Núm 16:1-50; Núm 16:36-48; Núm 18:1-32; Núm 19:1-22; Núm 20:1-13)


De Cadés a Moab (Núm 20:14-29; Núm 21:1-35)


En la estepa de Moab (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18)


II.— LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA (Núm 26:1-65Núm 36:1-13)


Normas sobre la ocupación de la tierra (Núm 26:1-65Núm 31:1-54)


Ocupación de Transjordania y últimas disposiciones (Núm 32:1-42Núm 36:1-13)


Fuente:

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Notas

Deuteronomio  28,1— naciones de la tierra: Otra posible traducción: naciones del país, es decir, de Canaán. Ver 10.25; Deu 11:22-25.


Deuteronomio  28,1Deu 28:1-68 : Era usual en el antiguo Oriente añadir a las cláusulas de una alianza, pacto o convenio una serie de bendiciones y maldiciones, que debían recaer, respectivamente, sobre los que cumplían o dejaban de cumplir lo estipulado. También los códigos legislativos, como el célebre código del rey Hammurabi, llevaban a veces un epílogo con fórmulas de bendición y maldición. Éxo 23:20; Lev 26:3-45.
Deuteronomio  28,5— tu cesta y... tu artesa: Imágenes para aludir a la abundancia de frutos de la tierra (higos, uvas, aceitunas) que se recogían en cestas, y a la abundancia de cereal y, por tanto, de harina que era amasada en artesas para hacer el pan.
Deuteronomio  28,6— al salir... al entrar: Este modismo hebreo puede referirse a cualquier tipo de expediciones militares, con la salida y el regreso de las tropas.
Deuteronomio  28,10— que con razón eres llamado pueblo de Dios: Lit. verán que el nombre del Señor es invocado sobre ti.
Deuteronomio  28,14Deu 11:13-17.
Deuteronomio  28,20— abandonarle: Heb. dice: abandonarme.
Deuteronomio  28,22— plagas y pestes sobre tus cultivos: Con esta expresión se traducen dos palabras hebreas que significan, respectivamente, la quemazón producida por los vientos ardientes del desierto, y el añublo o roya, una variedad de hongo que destruye el trigo y la cebada.

— te hagan perecer completamente: Nótese que el texto hebreo enumera aquí “siete” plagas porque este número es símbolo de plenitud.
Deuteronomio  28,24— arena y ceniza: Alusión a las tempestades que llevan la arena del desierto a los campos de cultivo.
Deuteronomio  28,27— úlceras como las de Egipto: Lit. inflamación egipcia. Posible referencia a la viruela.

— con tumores, sarna y tiña incurables: En lugar de “sarna” el texto hebreo diría lit. erupción ulcerosa. En todo caso, la identificación de las enfermedades aquí mencionadas es conjetural.
Deuteronomio  28,36Deu 4:27-28; 2Re 17:4-6; 2Re 25:8-12.
Deuteronomio  28,572Re 6:28-29; Lam 4:10.
Deuteronomio  28,57— no compartirá: Expresión añadida para completar el sentido de la frase, que en el texto hebreo queda sin explicitar. Ver, sin embargo, Deu 28:55.

— el hijo que acaba de parir: Lit. lo que salga de entre sus piernas. En el AT, la palabra pies/piernas se emplea, a veces, como una forma eufemística de referirse a los órganos genitales, tanto masculinos como femeninos.
Deuteronomio  28,68— te hará volver allí en barcos: Algunos consideran que esta expresión tiene sentido figurado y significa simplemente de prisa. Existen, sin embargo, frescos y relieves egipcios que representan barcos cargados de familias cananeas o semitas, llevadas a Egipto para servir como esclavos.