Hechos 13 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 52 versitos |
1

III.— TESTIGOS HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA (13—28)

Primer viaje misionero de Pablo y Bernabé (13:1—14:28)

Bernabé y Pablo enviados a misionar

Había en la iglesia de Antioquía * varios profetas * y maestros *; a saber, Bernabé, Simeón, apodado el Negro; Lucio de Cirene, Manaén, hermano de leche del tetrarca Herodes º, y Saulo. º
2 Un día de ayuno, mientras celebraban el culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: — Apártenme a Bernabé y a Saulo para la tarea que les he encomendado. º
3 Entonces, después de haber ayunado y haber hecho oración, les impusieron las manos y los despidieron. º
4

Anuncio de la buena nueva en Chipre

Investidos de esta misión por el Espíritu Santo, Bernabé y Saulo llegaron a Seleucia º, donde se embarcaron rumbo a Chipre.
5 A su llegada a Salamina * comenzaron a proclamar el mensaje de Dios en las sinagogas judías. Como colaborador llevaban a Juan º. º
6 Recorrieron toda la isla hasta Pafos *. Allí se encontraron con un mago judío llamado Barjesús º, que se hacía pasar por profeta.
7 Pertenecía al séquito de Sergio Paulo, el procónsul, hombre inteligente que había mandado llamar a Bernabé y a Saulo con el deseo de oír el mensaje de Dios.
8 Pronto se les opuso Elimas, el mago (tal es el significado de su nombre), intentando apartar de la fe al procónsul º. º
9 Por lo cual, Saulo, conocido también por Pablo º, lleno del Espíritu Santo, lo miró fijamente
10 y le dijo: — ¡Embaucador, embustero redomado, engendro del diablo, enemigo del bien! ¿Hasta cuándo vas a falsear la verdad limpia y llana del Señor? º
11 Pues mira, el Señor va a castigarte: te dejará ciego y durante algún tiempo no verás la luz del sol. Dicho y hecho: Elimas quedó sumido en la más completa oscuridad y se movía a tientas buscando una mano que lo guiara. º
12 Cuando el procónsul vio lo ocurrido, no dudó en abrazar la fe, profundamente impresionado por lo que se le había enseñado acerca del Señor.
13

En Antioquía de Pisidia

Pablo y sus compañeros se dirigieron por mar desde Pafos hasta Perge º, ciudad de Panfilia. Pero Juan se separó allí de ellos y regresó a Jerusalén. º
14 Desde Perge continuaron su viaje hasta llegar a Antioquía de Pisidia º. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron.
15 Después de la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga los invitaron a intervenir: — Hermanos —les dijeron—, si tienen algún mensaje que comunicar a los asistentes, pueden hablar ahora. º
16

Discurso de Pablo

Pablo se levantó y, haciendo con la mano ademán de silencio, comenzó así: — Escúchenme, israelitas, y ustedes los que, sin serlo, rinden culto a Dios º. º
17 El Dios del pueblo de Israel escogió a nuestros antepasados, engrandeció a este pueblo durante su estancia en Egipto y lo sacó de allí con su gran poder. º
18 Los soportó º durante cerca de cuarenta años en el desierto, º
19 y aniquiló siete naciones en el territorio de Canaán con el fin de entregárselo como herencia a los israelitas. º
20 Todo esto duró unos cuatrocientos cincuenta años. Después los guió por medio de caudillos hasta la época del profeta Samuel. º
21 Luego solicitaron un rey y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis. Era Saúl miembro de la tribu de Benjamín, y reinó durante cuarenta años º. º
22 Después Dios lo destituyó y les puso como rey a David, acerca del cual manifestó: He encontrado que David, hijo de Jesé º, es un hombre de mi agrado, que cumplirá todo cuanto quiero.
23 Y Dios, de acuerdo con su promesa, hizo surgir de su linaje un salvador para Israel, Jesús. º
24 Previamente Juan, como precursor, proclamó un bautismo que sirviera como señal de conversión para todo el pueblo israelita. º
25 Próximo ya el final de su carrera, decía Juan: “¿Quién piensan ustedes que soy? Por supuesto no el que esperan, pues ni siquiera soy digno de desatar el calzado a quien viene después de mí”.
26 Hermanos, los que son descendientes de Abrahán y los que, sin serlo, viven entre ustedes rindiendo culto a Dios º: vean que a nosotros se nos ha confiado este mensaje de salvación.
27 Los ciudadanos de Jerusalén y sus gobernantes no reconocieron a Jesús y lo condenaron, cumpliendo así los anuncios de los profetas, que todos los sábados se leen en la sinagoga. º
28 Y sin hallar en él causa alguna de muerte, lo entregaron a Pilato para que mandara ajusticiarlo. º
29 Y cuando llevaron a cabo todo lo que estaba escrito sobre él, lo bajaron del madero y lo depositaron en un sepulcro. º
30 Pero Dios lo resucitó triunfante de la muerte. º
31 Él después se apareció durante un buen número de días a quienes lo habían acompañado º desde Galilea a Jerusalén. Ellos son ahora sus testigos ante el pueblo.
32 En cuanto a nosotros, estamos aquí para anunciarles la buena nueva referente a la promesa que Dios hizo a nuestros antepasados,
33 y que ahora ha cumplido en favor de nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, como está escrito en el salmo segundo: Tú eres mi hijo; hoy te he engendrado. º
34 Que Dios lo resucitó triunfante de la muerte, de modo que jamás pueda ya experimentar la corrupción, está así afirmado en la Escritura: Les cumpliré las firmes promesas que hice a David. º
35 Y en otro lugar lo confirma: No permitirás que tu fiel servidor sufra la corrupción. º
36 Por lo que respecta a David, después de haber estado al servicio del plan de Dios durante su vida, falleció, se reunió con sus antepasados y experimentó la corrupción. º
37 Pero aquel a quien Dios resucitó, no experimentó la corrupción.
38 Y deben saber, hermanos, que gracias a él se les anuncia hoy a ustedes el perdón de los pecados. Por la ley de Moisés no tenían posibilidad alguna de recuperar la amistad divina; º
39 pero ahora, todo el que cree en él puede recuperar esa amistad.
40 Por tal razón, cuídense de que no se cumpla en ustedes aquella predicción profética: º
41 ¡Contemplen esto, engreídos, y que el estupor los haga desaparecer! Voy a realizar una obra tal en este tiempo, que ustedes no la creerán cuando se la cuenten.
42

Los judíos rechazan el mensaje mientras los paganos lo acogen

Cuando Pablo y Bernabé salían de la sinagoga, fueron invitados a volver el sábado siguiente para seguir hablando de estos mismos temas.
43 Se disolvió así la reunión; pero muchos judíos y prosélitos practicantes º continuaron en compañía de Pablo y Bernabé, que trataban de convencerlos con sus exhortaciones a que permaneciesen fieles al don recibido de Dios. º
44 El sábado siguiente se congregó casi toda la ciudad para escuchar el mensaje del Señor.
45 Pero al ver los judíos tal multitud, se llenaron de envidia y trataban de contrarrestar con insultos los razonamientos de Pablo. º
46 En vista de ello, Pablo y Bernabé les dijeron sin miramientos: — Era nuestro deber anunciarles primero a ustedes el mensaje de Dios. Pero ya que lo rechazan y ustedes mismos se descalifican para la vida eterna, nos dedicaremos de lleno a los no judíos. º
47 Así nos lo ha indicado el Señor: Te he puesto como luz de las naciones y como portador de salvación para el mundo entero. º
48 Cuando los no judíos oyeron esto, se alegraron sobremanera y no cesaban de alabar el mensaje del Señor. Y todos los que estaban destinados a la vida eterna abrazaron la fe.
49 El mensaje del Señor se extendió por toda aquella región.
50 Pero los judíos excitaron los ánimos de las damas piadosas y distinguidas, así como de los altos personajes de la ciudad, y organizaron una persecución contra Pablo y Bernabé hasta conseguir arrojarlos de su territorio. º
51 Estos, a su vez, sacudieron contra ellos el polvo de sus pies * en señal de protesta y emprendieron la marcha hacia Iconio º,
52 en tanto que los discípulos º quedaban muy gozosos y llenos del Espíritu Santo. º

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Introducción a Hechos

INTRODUCCIÓN


1. Aspectos generales


En la introducción al tercer evangelio quedó claro que el libro de los Hechos de los Apóstoles ha de ser considerado como la segunda parte de una obra conjunta que la tradición cristiana, prácticamente sin fisuras, ha atribuido a un cristiano del último tercio del siglo I llamado Lucas. En consecuencia, lo dicho allí sobre las características generales y estado primitivo de la obra, sobre su finalidad, el autor y los destinatarios es plenamente válido para esta introducción.


Debemos señalar, en primer lugar, que el título que actualmente lleva el libro — Hechos de los Apóstoles — no es original, aunque con ligeras variantes se remonta, como mínimo, a la segunda mitad del siglo II. Por otra parte, dicho título tampoco responde al contenido básico del libro. En efecto, el grupo de los doce apóstoles en conjunto sólo se menciona de pasada en los primeros capítulos. Inmediatamente el protagonismo pasa a Pedro que ocupa el primer plano de la escena en la primera parte de la obra. Del resto de los apóstoles, sólo los hijos de Zebedeo — Juan y Santiago — tienen una cierta y esporádica cabida (siempre a la sombra de Pedro) en el relato (Hch 3:1-4; Hch 3:11; Hch 4:1-15; Hch 4:23; Hch 8:14-17; Hch 8:25; Hch 12:1-2). A partir del capítulo Hch 13:1-52 el protagonista del libro es Pablo, a quien Lucas admira, pero a quien no aplica nunca el apelativo de apóstol. Con razón, pues, se ha dicho que el título adecuado para esta parte de la obra de Lucas podría ser Historia de los Orígenes Cristianos, o bien, Hechos del Espíritu, si consideramos que el Espíritu Santo es, sin lugar a dudas, el verdadero y profundo protagonista de toda la obra lucana.


El texto griego del libro de los Hechos (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Hch) se ha transmitido en dos principales formas: a) el llamado texto alejandrino o egipcio, representado por importantes y valiosos papiros y códices; es un texto breve y sobrio, los críticos lo consideran más cercano al original, y suele ser utilizado como base para ediciones críticas; y b) el texto llamado occidental (tal vez por haber sido copiado en Occidente y conservado durante varios siglos en Lyón) representado por una tradición manuscrita de menor peso, pero de ninguna manera desdeñable; es un texto que introduce numerosas adiciones con respecto al anterior, trata de corregir inexactitudes, las citas del AT son menos cercanas a los LXX, tiende a resaltar las figuras de Pedro y Pablo, es abiertamente antijudío y subraya más todavía, si fuera posible, la actividad del Espíritu Santo. La inmensa mayoría de las traducciones modernas — y la presente no es una excepción — utilizan el texto alejandrino como principal punto de referencia.


La autoría de Lucas, reconocida de forma unánime por la tradición, ha suscitado últimamente algunas reservas, pero nadie ha presentado una alternativa consistente. La opinión hoy más común es que toda la obra — Evangelio y Hechos — habría sido escrita en la década de los 80 y en un lugar fuera de Palestina, sin que sea posible concretar mucho más.


2. Dimensión literaria. Proceso de composición


La calidad literaria de Hch puede calificarse de excelente. Resiste con holgura la comparación con otros importantes escritos profanos de la época helenística y, dentro del NT, sólo el propio tercer evangelio, el escrito a los Hebreos y algunos pasajes de las cartas paulinas pueden colocarse a su altura. Lucas es un magnífico narrador que, imitando el estilo de los LXX, construye con soltura y elegancia. Sabe alternar oportunamente los diversos niveles del lenguaje, desde el más popular al más elevado, y esto hace que Hch, donde podríamos decir que escribe con más libertad literaria que en el caso del Evangelio, la redacción resulte, si cabe, más pulida y brillante.


Por lo que se refiere al proceso de composición, Hch constituye una novedad dentro de la literatura cristiana del siglo I. Su autor no dispuso de un modelo previo como en el caso del Evangelio, primera parte de la obra. Pero sí tuvo a mano la necesaria información y, dado el método de trabajo que el propio Lucas nos revela en el prólogo a toda su obra (Luc 1:1-4), nos hace suponer que también para componer la segunda parte se sirvió de fuentes que pudieron ser tanto orales como escritas. Entre estas últimas, se sugiere la existencia de una fuente jerosolimitana y otra antioquena para los primeros quince capítulos de libro. Y sobre todo, para la segunda parte del libro (Hch 16:1-40Hch 28:1-31), se ha propuesto la utilización por parte de Lucas de un hipotético diario de viajes escrito por el propio Lucas o por otro compañero de Pablo (¿Silas, tal vez?). A este diario pertenecerían las célebres “secciones nosotros”, cuatro pasajes, especialmente relacionados con travesías marítimas (Hch 16:10-17; Hch 20:5-15; Hch 21:1-18; Hch 27:1Hch 28:16), en los que el narrador pasa sorprendentemente de narrar en tercera persona a hacerlo en primera persona del plural. Puede pensarse en apuntes del mismo autor del libro que habría formado parte del grupo apostólico de Pablo en estas concretas ocasiones, o tal vez mejor, en apuntes de otro acompañante de Pablo que llegaron a manos del autor de Hch y que este no dudó en utilizar.


En todo caso, el autor de Hch contó con una abundante información, tanto escrita como oral, con la que elaboró un peculiar y personalísimo género literario que podemos denominar historia teológica o teología narrativa. Un género literario al que el autor ha dado forma a base de entretejer hábilmente una amplia serie de relatos, discursos y sumarios. La cuidadosa disposición de estos tres elementos, desiguales en extensión pero igualmente importantes en la estructura global del libro, constituye el hilo conductor de toda la trama.


Los relatos ocupan la mayor parte de la obra — dos terceras partes — , pero no pretenden agotar los acontecimientos que tuvieron lugar en aquellos primeros años de la Iglesia. El autor ha llevado a cabo una significativa selección de los acontecimientos y personajes más representativos desde su particular perspectiva teológica y desde la finalidad que pretende con el libro.


Los discursos (veinticuatro en total, que ocupan casi una tercera parte del libro) son el instrumento a través del cual el autor transmite y explica sus convicciones teológicas. Puestos en boca de todo tipo de personas, y en lugares claves del relato, hacen que el lector profundice en el sentido de los acontecimientos y descubra en ellos el mensaje que se quiere transmitir, a saber, la muerte y resurrección de Jesucristo como fuente y camino de salvación para todos los seres humanos.


Y finalmente los sumarios, breves resúmenes de la vida comunitaria que están presentes sobre todo en la primera parte del libro (Hch 2:42-47; Hch 4:32-35; Hch 5:12-16; Hch 9:31; Hch 6:7; Hch 12:24; Hch 16:5). No cabe duda de que son una elaboración del autor; con ellos quiere, por una parte, ofrecer a los lectores pausas de reflexión para que profundicen en el mensaje; y por otra, los convierte en medios privilegiados para presentar su visión de cómo debería ser la comunidad cristiana ideal, la de entonces y la de todos los tiempos.


3. Valor histórico


Hemos definido Hch como una historia teológica o una teología narrativa. Esto significa que el autor no pretende elaborar sin más una crónica histórica de la primitiva comunidad cristiana, ni buscar información exhaustiva sobre ella. Selecciona, más bien, episodios y personajes, con frecuencia los idealiza y, en otros casos, los simplifica y esquematiza. De ahí que Hch no pueda ser considerado como un simple tratado de historia, y menos aún debe pretenderse que responda a nuestro actual concepto científico de la historia. Tomar siempre al pie de la letra sus “aparentes” informaciones, puede resultar peligroso y desorientador. Por otra parte, no deben pasarse por alto los significativos silencios de Hch. Nada dice, por ejemplo, de la fundación de iglesias tan importantes como la de Alejandría o la de Roma, nada sobre la actividad apostólica de Pedro fuera de Palestina, nada sobre las tormentosas relaciones entre Pablo y las comunidades de Corinto y Galacia. Sean cuales sean los motivos de este silencio, el hecho es incuestionable y demuestra que Hch no es ni una historia total de la primitiva Iglesia cristiana, ni tampoco una biografía completa de Pablo.


Todo esto es cierto, pero en modo alguno debe conducir a posturas extremas que presenten a Hch como una abierta falsificación tendenciosa o, en el mejor de los casos, como una obra con buenas intenciones pero muy mal informada. Frente al radicalismo crítico del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, hoy prevalece la idea de que Hch es, en líneas generales, históricamente fiable; su autor escribe como teólogo, pero también como historiador, pues la auténtica historia es indispensable para una correcta teología.


Por lo que respecta a la imagen de Pablo en Hch, los mismos autores que teóricamente parecen desconfiar de los datos de Hch, luego en la práctica los utilizan con menos reservas de las señaladas en principio. Aunque con ribetes apologéticos y un tanto idealizadores, la figura histórica de Pablo que se desprende de Hch es correcta y coincide substancialmente con la de las propias cartas del Apóstol. A todo esto habría que añadir una amplia serie de datos consignados en Hch que están básicamente de acuerdo con lo que sabemos por otras fuentes no bíblicas sobre el funcionamiento de aquella sociedad grecorromana. No existen, pues, razones de peso para poner en entredicho el valor histórico fundamental de Hch.


4. Mensaje y contenido


Hch es el testimonio documental de cómo, a través de la acción del Espíritu, la salvación traída por Jesucristo se hace presente y operativa en la primitiva Iglesia cristiana, comunidad fraternal de fe, y llega a penetrar en el corazón mismo del mundo pagano. Además de esto, el autor trata de demostrar que la nueva religión — el nuevo “camino” — no pretende conculcar las leyes del imperio romano, sino más bien tender puentes de aproximación y crear lazos de colaboración y entendimiento. La figura y la acción misionera de Pablo es, al respecto, emblemática.


Así pues, Hch es ante todo una especie de memoria-testimonio sobre la obra realizada por el Espíritu Santo en los primeros años de la Iglesia. El Espíritu prometido (Hch 1:5; Hch 2:16-21; ver Luc 24:49) y enviado (Hch 2:1-4) es el verdadero protagonista del libro y el auténtico artífice de la extensión del mensaje cristiano hasta los confines del Imperio. Los personajes — Pedro, Esteban, Felipe, Bernabé, Apolo, Pablo, etc. — , aparecen y desaparecen; el Espíritu está siempre alentando y vivificando a la Iglesia. Con razón podemos hablar de Hch como de Evangelio del Espíritu Santo o Hechos del Espíritu.


Por su parte, la acción del Espíritu consiste primordialmente en hacer de los discípulos de Jesús testigos privilegiados del acontecimiento central de la historia, que no es otro sino la salvación traída por Jesús. A través de estos testigos, que lo son no sólo mediante palabras sino también a través de signos prodigiosos (Hch 3:1-10; Hch 5:1-16; Hch 8:6-7; Hch 9:32-41; Hch 12:6-11; Hch 13:11; Hch 14:8-20; Hch 16:25-26; Hch 20:9-12; ver Luc 24:49), la salvación de Jesús va llegando a los más diversos ambientes y lugares, y se convierte en mensaje que interpela a individuos y grupos. Este ofrecimiento de salvación a través de la predicación apostólica es aceptado por unos y rechazado por otros. En realidad, tanto los apóstoles como los demás misioneros cristianos son plenamente conscientes de que su condición de servidores de la palabra (Hch 6:4) les acarreará permanentes dificultades y sufrimientos. Pero eso no va a ser obstáculo para que, llenos de alegría y sin miedo alguno, proclamen el mensaje de salvación por todas partes, desde Jerusalén hasta Roma, cumpliendo así el encargo de Jesús (Hch 1:8).


El resultado de esta acción conjunta — presencia del Espíritu y actividad misionera de los testigos — es la formación y crecimiento imparable de la Iglesia cristiana como comunidad de salvación. Hch da testimonio de ello desde la primera hasta la última página. Todo en él tiene una referencia comunitaria; todo se hace desde una experiencia de fraternidad y participación (Hch 2:42-46; Hch 4:32-35; Hch 11:27-30). De esta manera la Iglesia nacida en Pentecostés se constituye en el nuevo pueblo adquirido por Dios (Hch 15:14; Hch 18:10), en la comunidad universal de salvación y de fe que se concreta en las múltiples y variopintas iglesias locales: Jerusalén, Samaría, Antioquía, Filipos, Tesalónica, Corinto, Éfeso, Roma.


Subrayemos, finalmente, que el autor de Hch ha querido compendiar todo este proceso de formación y crecimiento de la Iglesia en la preciosa imagen del camino (Hch 9:2; Hch 13:10; Hch 16:17; Hch 18:25-26; Hch 19:9; Hch 19:23; Hch 22:4; Hch 24:14; Hch 24:22). Recuerda así Lucas a los creyentes de entonces y de todos los tiempos la condición itinerante del cristiano: la Iglesia no es una realidad anquilosada e inmóvil, sino dinámica y en permanente actitud de crecimiento y de marcha. La historia que Lucas cuenta no termina en el capítulo Hch 28:1-31 de Hch, que por otra parte no deja de ser un sorprendente final para un relato que parecería tener a Pablo como protagonista. ¿Por qué no nos dice en qué paró la situación de Pablo prisionero y en espera de un juicio ante los tribunales del emperador? Pues porque el verdadero protagonista del libro no es el mensajero, sino el mensaje; y lo mismo que el mensaje tenía que llegar, y llegó, hasta los confines de la tierra, la historia queda abierta para que llegue también, por los “caminos” que Dios quiera, hasta el final de los tiempos, cuando Jesús vuelva a clausurar esa historia de salvación.


5. Estructura y división


En épocas pasadas se ha propuesto dividir el libro de Hch en dos grandes partes atendiendo, bien al programa misionero (misión a los judíos-misión a los paganos) que se sugiere en Hch 2:39, bien a los dos principales protagonistas del libro que son Pedro y Pablo. Estos criterios tienen valor y en cierta manera el autor los ha debido tener en cuenta a la hora de estructurar esta parte de la obra. Pero son insuficientes para explicar el orden interno del libro en su conjunto. Por eso hoy se acude a una combinación de criterios geográficos, literarios y teológicos que tienen como punto de arranque el texto programático de Hch 1:8 con sus tres elementos: la fuerza del Espíritu, los testigos de la palabra, y el camino que ha de recorrer el mensaje. La repetida mención de estos tres elementos en puntos estratégicos del libro, nos conduce a la siguiente división:


— Introducción (Hch 1:1-26)


I. — TESTIGOS EN JERUSALÉN (Hch 2:1Hch 8:3)


- Derramamiento del Espíritu en Pentecostés (Hch 2:1-43)


- La primera comunidad cristiana (Hch 2:43Hch 5:16)


- Primeras persecuciones (Hch 5:17Hch 8:3)


II. — TESTIGOS EN JUDEA Y SAMARÍA (Hch 8:4Hch 12:25)


- Evangelización de Samaría (Hch 8:4-40)


- Pablo irrumpe en escena (Hch 9:1-31)


- Actividad misionera de Pedro (Hch 9:32Hch 12:25)


III. — TESTIGOS HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA (Hch 13:1-52Hch 28:1-31)


- Primer viaje misionero de Pablo (Hch 13:1-52Hch 14:1-28)


- Asamblea de Jerusalén (Hch 15:1-35)


- Segundo viaje misionero de Pablo y Bernabé (Hch 15:36Hch 18:22)


- Tercer viaje misionero de Pablo (Hch 18:23Hch 21:16)


- Pablo arrestado en Jerusalén (Hch 21:17Hch 23:22)


- Pablo prisionero en Cesarea del Mar (Hch 23:23Hch 26:32)


- Pablo trasladado a Roma (Hch 27:1-44Hch 28:1-31)


Fuente:

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Notas

Hechos 13,1Hch 11:27; 1Co 12:28; Efe 4:11.


Hechos 13,1— Antioquía: Ver segunda nota a Hch 6:5.

— profetas: Ver notas a 1Co 10:12 y Efe 2:20. En nuestro caso se trata, sin duda, de cristianos que comunican mensajes en nombre de Dios.

— maestros: Es decir, miembros de la Iglesia encargados de enseñar lo concerniente a la fe.

— Herodes: Este Herodes es Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande y de su tercera esposa Maltaké. Ver VOCABULARIO BÍBLICO y tercera nota a Luc 3:1.
Hechos 13,2Hch 9:27; (ver Hch 9:15; Gál 1:15-16).
Hechos 13,3Hch 6:6; Hch 14:23.
Hechos 13,4— Seleucia: Ciudad que servía como puerto a Antioquía.
Hechos 13,5Hch 3:26; Hch 13:46.
Hechos 13,5— Salamina: Ciudad situada en la costa oriental de Chipre.

— Juan: Es decir, Juan Marcos. Ver nota a Hch 12:12.
Hechos 13,6— Pafos: Ciudad de la costa suroccidental de Chipre.

— Barjesús: Nombre arameo que significa: hijo de Jesús (o de Josué). Adviértase el parecido con el pasaje de Hch 8:9-20.
Hechos 13,82Ti 3:8.
Hechos 13,8— procónsul: Término técnico dentro de la administración romana para designar al gobernador de una provincia totalmente pacificada.
Hechos 13,9— Saulo... Pablo: Ver nota a Hch 8:1. En realidad, y según la costumbre de la época, nuestro personaje debió llevar ambos nombres desde su nacimiento (ver Hch 1:23; Hch 9:36; Hch 12:12; Hch 13:1).
Hechos 13,10Hch 8:20-23; Pro 10:9; (ver Ose 14:9); Jua 8:44.
Hechos 13,11(ver Hch 9:8; Hch 22:11).
Hechos 13,13Hch 12:12; Hch 15:37-39.
Hechos 13,13— Perge: Ciudad situada en la costa sur de Asia Menor y perteneciente a la provincia romana de Panfilia.
Hechos 13,14— Antioquía de Pisidia: Esta ciudad -que no debe confundirse con Antioquía de Siria (ver segunda nota a Hch 6:5)- estaba situada en la región central del Asia Menor.
Hechos 13,15Hch 15:21; Luc 4:16-22.
Hechos 13,16Hch 10:2; Hch 12:17.
Hechos 13,16— rinden culto a Dios: Lit. los que temen a Dios. Ver nota a Hch 2:11.
Hechos 13,17Éxo 1:7; Éxo 6:1; Éxo 6:6; Éxo 12:51.
Hechos 13,18Éxo 16:35; (ver Núm 14:34).
Hechos 13,18— los soportó: Bastantes mss., alguno de cierto valor, dicen: los alimentó (ver Deu 1:31; Deu 2:7).
Hechos 13,18-21— cuarenta años... cuatrocientos cincuenta años... cuarenta años: Todas estas cifras tienen un cierto alcance simbólico y no habría que poner énfasis en su exactitud cronológica (ver nota a Gál 3:17).
Hechos 13,19Deu 7:1; Jos 14:1.
Hechos 13,20Gén 15:13; Éxo 12:14-41; Jue 2:16; 1Sa 3:20.
Hechos 13,211Sa 7:5; Hch 7:19; 1Sa 10:20-21; 1Sa 10:24; 1Sa 11:15; 1Sa 13:14; 1Sa 16:12-13; Isa 44:28; Sal 89:20.
Hechos 13,22— Jesé: Ver nota a 1Sa 16:1.
Hechos 13,23Hch 4:12; 2Sa 7:12; Isa 11:1; (ver Luc 2:11).
Hechos 13,24Hch 1:5; Hch 10:37; Hch 19:3-5; Mat 3:1-2; Mat 3:11 y par.; Jua 1:20; Jua 1:27; Jua 3:28.
Hechos 13,26— rindiendo culto a Dios: Ver nota a Hch 13:16.
Hechos 13,27Hch 2:23; Hch 3:18.
Hechos 13,28Mat 17:19; Mat 17:23-24; Mat 26:60 y par.; Luc 23:4; Luc 23:14-15; Luc 23:21-23; Jua 18:38; Jua 19:4; Jua 19:6-7; Jua 19:15.
Hechos 13,29Luc 23:53 y par.; Jua 19:38; Jua 19:41-42.
Hechos 13,30Hch 1:3; Hch 1:8; Hch 2:24; 1Co 15:4-7.
Hechos 13,31— lo habían acompañado: Lit. habían subido con él.
Hechos 13,33Sal 2:7; (ver Heb 1:5; Heb 5:5).
Hechos 13,34Isa 55:3 (según la versión de los LXX).
Hechos 13,35Sal 16:10 (según la versión de los LXX).
Hechos 13,36Hch 2:29; 1Re 2:10.
Hechos 13,38Hch 2:38; Rom 3:20-31; (ver Heb 9:9).
Hechos 13,40Hab 1:5.
Hechos 13,43Hch 11:23; Hch 14:22.
Hechos 13,43— prosélitos practicantes: Ver notas a Mat 23:15 y Hch 2:11. Sin embargo, la expresión griega de este pasaje (única en el libro de los Hechos) resulta un tanto sorprendente, pues no parece distinguir suficientemente entre los dos tipos de paganos que se relacionaban religiosamente con los judíos y que son mencionados y descritos en las notas arriba indicadas.
Hechos 13,45Hch 14:2; Hch 18:6.
Hechos 13,46Hch 3:26; Hch 18:6; Hch 19:8-9; Luc 7:30.
Hechos 13,47Isa 49:6.
Hechos 13,50Hch 17:4; Hch 17:12.
Hechos 13,51— el polvo de sus pies: Ver nota a Mat 10:14.

— Iconio: Esta ciudad, junto con Listra y Derbe, estaba enclavada en la región de Licaonia; en realidad, constituían las tres principales ciudades de la región que también se conoció como Galacia del Sur, al sudeste de la península del Asia Menor, pero ya tierra adentro.
Hechos 13,52Hch 8:8; 1Ts 1:6.
Hechos 13,52— discípulos: Ver primera nota a Hch 6:1.