Jonás 2 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 10 versitos |
1 (2:2) Desde el vientre del pez, Jonás suplicó º al Señor, su Dios, º
2 (2:3) con estas palabras: En mi angustia clamé al Señor y fui atendido por él; desde las profundidades del reino de los muertos º pedí auxilio y tú me escuchaste. º
3 (2:4) Me arrojaste a las simas del mar, sus corrientes me cercaron, tu recio oleaje me arrolló. º
4 (2:5) Me dije: “He sido expulsado lejos de tu presencia, pero aún volveré a ver º tu Templo santo”. º
5 (2:6) Las aguas me anegaron hasta el cuello º, el abismo me envolvía, las algas se enredaban en mi cabeza. º
6 (2:7) Me hundí hasta el cimiento de los montes *; la tierra se cerraba º tras de mí para siempre. Sin embargo tú, Señor Dios mío, me hiciste salir vivo de la tumba.
7 (2:8) Estando ya sin aliento, me acordé del Señor y elevé hacia ti mi oración, hacia tu santo Templo.
8 (2:9) Los que adoran a ídolos vanos, es que han olvidado tu amor. º
9 (2:10) Mas yo, con un canto agradecido, te he de presentar sacrificios: ¡cumpliré lo que he prometido! ¡La salvación se halla en el Señor!
10 (2:11) Entonces, el Señor dio instrucciones al pez y este vomitó a Jonás en tierra firme.

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Introducción a Jonás

INTRODUCCIÓN


1. Trasfondo histórico-cultural


El profeta protagonista de este libro es presentado como Jonás, hijo de Amitay, razón por la que ha sido identificado tradicionalmente con el profeta de igual nombre y filiación mencionado en 2Re 14:25. Pero no hay lugar a dicha identificación pues ni al profeta de 2Re 14:1-29 se le conoce relación alguna con Nínive, ni esta ciudad era capital de Asiria en tiempos de Jeroboán II (786-746 a. C.). La exagerada extensión asignada a Nínive (ver Jon 3:3), así como la carencia total de referencias históricas a un hecho tan notable como habría sido la conversión de Nínive, nos hacen pensar que no estamos ante un relato histórico-biográfico enmarcado en una época concreta. El aparente marco histórico del libro es a todas luces ficticio.


2. Aspectos literarios


El libro de Jonás se considera escrito profético y, sin embargo, carece de oráculos propiamente dichos. En realidad, el libro es una obra maestra de la narrativa hebrea, que se inicia de forma abrupta e impresionista (sin título ni introducción) con la intención evidente de sorprender al lector y conducirlo a una honda reflexión teológica. Para la composición del libro se habla, bien de un redactor que habría elaborado determinadas tradiciones orales preexistentes, bien de un comentario midrásico inspirado sobre todo en el ciclo profético de Elías (1Re 19:4-5).


La colocación junto a Miqueas en el canon hebreo haría pensar en el siglo VIII a. C. como fecha de composición, pero tal colocación no es en modo alguno determinante para establecer la datación de estos libros proféticos. Lo probable es que el libro de Jonás se escribiera entre los siglos V y IV a. C.; y lo que sí es cierto, es que en el siglo II a. C. el libro se incluía entre los profetas menores (ver Sir 49:10; Tob 14:4).


Contenido y dimensión religiosa


A primera vista el libro es el relato de las peripecias acaecidas a un profeta que rehúye inicialmente la misión encomendada por Dios, que después la lleva a cabo ante la presión divina y que finalmente se enoja por el perdón que el Señor otorga a los arrepentidos ninivitas. Esta actitud inmisericorde de Jonás se explica tal vez porque busca defender su credibilidad como profeta (ver Deu 18:21-22; Jer 28:9).


Pero todo esto no es más que el artificio literario-narrativo para resaltar el carácter universal del perdón divino aun en casos tan extremos como el de Nínive que era el prototipo del paganismo impío, cruel y opresor (ver Isa 10:5-15; Nah 3:1-5). Al mismo tiempo, el libro es un enérgico alegato contra los nacionalismos radicales y la xenofobia indiscriminada que nada tienen que ver con las más antiguas tradiciones israelitas (Gén 12:3). Su lectura sigue interpelando vigorosamente en este concreto punto la conciencia de cualquier lector.


Fuente:

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Notas

Jonás 2,1Sal 18:6; Sal 120:1.


Jonás 2,1-9— Jonás suplicó: La oración de Jonás se formula con vocabulario y figuras poéticas propias del lenguaje cúltico del Templo, presentando coincidencias literales con numerosos salmos; constituye, en sí misma, un salmo de acción de gracias por una pasada experiencia salvadora (ver Sal 30:1-12).
Jonás 2,2— reino de los muertos: Lit. seol; a veces se traduce también por abismo. Ver VOCABULARIO BÍBLICO.
Jonás 2,2Sal 31:7.
Jonás 2,3Sal 31:22.
Jonás 2,4— aún volveré a ver: Así literalmente el texto hebreo; pero también cabría traducir: ¿cómo (o cuándo) volveré a contemplar...? O también: ¿cómo desearía contemplar?.
Jonás 2,4Sal 69:1-2.
Jonás 2,5— hasta el cuello: Lit. hasta la “nefesh”, término hebreo que significa “vida, aliento, respiración” y también “garganta”; con mucha frecuencia se ha traducido por “alma” como sinónimo de soplo o aliento vital que, según la concepción semita, se transmitía desde la cabeza al resto del cuerpo a través del cuello o la garganta. Este último es, sin duda, el sentido que tiene en nuestro texto.
Jonás 2,5Sal 30:3; Sal 49:15; Sal 107:20; Job 33:18.
Jonás 2,6— ... hasta el cimiento de los montes: La expresión se apoya en el convencimiento cultural semita de que la tierra tenía sus cimientos en un abismo oceánico subterráneo (ver Sal 24:2; Sal 18:14).

— la tierra se cerraba: Al descender al reino de los muertos (el llamado seol), este cerraba sus puertas (ver Isa 38:10), impidiendo el retorno de los muertos.
Jonás 2,8Sal 22:25.