Ezequiel  40 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 49 versitos |
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IV.— EL NUEVO TEMPLO Y LA NUEVA CIUDAD DEL SEÑOR (40—48)

Plano ideal del nuevo Templo

El año vigésimo quinto º de nuestra deportación, al comienzo del año, el día diez del mes, el año décimo cuarto después de que la ciudad fuese destruida, ese mismo día sentí sobre mí la mano del Señor, que me condujo allá. º
2 Por medio de una visión divina me transportó a la tierra de Israel y me dejó en un monte altísimo º, sobre el que había unas construcciones que parecían una ciudad, orientada hacia el sur.
3 Cuando me llevó allá, vi un hombre que parecía ser de bronce. Llevaba en su mano una cuerda de lino y una vara para medir; estaba de pie junto a la puerta. º
4 El hombre me dirigió la palabra: — Hijo de hombre, observa bien, escucha con atención y pon interés en todo lo que te voy a mostrar, pues te he hecho venir aquí para mostrarte algo; luego transmite a los israelitas todo lo que veas. º
5 Vi un muro que señalaba el perímetro exterior del Templo. La vara de medir que tenía el hombre en la mano tenía una longitud de tres metros º; con ella midió la construcción: tres metros de ancho y otros tres de alto.
6 Se dirigió luego al pórtico oriental º, subió los escalones y midió el umbral del pórtico: tres metros de ancho.
7 Luego las alcobas, cada una de las cuales medía tres metros de largo por tres de ancho; la distancia entre alcoba y alcoba era de dos metros y medio; y el umbral del pórtico que estaba junto al vestíbulo interior medía tres metros.
8 Después midió el vestíbulo del pórtico por la parte interior:
9 tenía cuatro metros de profundidad, y sus pilastras medían un metro de espesor.
10 Había tres alcobas a cada lado del pórtico que daba al este. Las alcobas tenían las mismas dimensiones, así como las pilastras situadas a cada lado del pasillo.
11 Después midió la anchura del vano del pórtico, que resultó ser de cinco metros; el pórtico medía seis metros y medio de largo.
12 En la parte frontal de las alcobas había parapetos que medían medio metro por cada lado; y las alcobas tenían tres metros por cada lado.
13 Midió también la estructura del pórtico, desde el fondo de una alcoba hasta el fondo de la otra: y había doce metros y medio.
14 Midió después el vestíbulo, que tenía diez metros; el atrio rodeaba por todas partes al pórtico º.
15 Desde la parte frontal del pórtico, justo a la entrada, hasta la parte frontal del vestíbulo en su parte interior había veinticinco metros.
16 Las alcobas tenían ventanas enrejadas todo alrededor del pórtico, por la parte interior; también el vestíbulo tenía ventanas todo alrededor, por la parte interior. Las pilastras del pórtico tenían palmeras esculpidas.
17 A continuación me condujo al atrio exterior, en el que pude ver habitaciones y un enlosado construido en torno al atrio; en frente del enlosado había treinta habitaciones.
18 El enlosado, es decir, el enlosado inferior, lindaba con los pórticos, y su anchura era la misma que la longitud de estos.
19 Después midió la distancia que había desde el frontal interior del pórtico inferior hasta el frontal exterior del pórtico interior, y resultó ser de cincuenta metros.
20 A continuación midió la longitud y la anchura del pórtico septentrional del atrio exterior.
21 Todas sus alcobas (tres a cada lado), pilastras y vestíbulo tenían las mismas dimensiones que las del primer pórtico: veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho.
22 Las ventanas del vestíbulo y las palmeras ornamentales eran iguales que las del pórtico oriental. Conducía a él una escalinata de siete peldaños, y el vestíbulo estaba al fondo.
23 Lo mismo que en el pórtico oriental, había un pórtico que conducía al atrio interior. Midió entonces la distancia entre los dos pórticos y resultó ser de cincuenta metros.
24 Después me condujo en dirección sur, y pude ver el pórtico meridional. Entonces midió sus pilastras y su vestíbulo, y las dimensiones eran las mismas que las del primer pórtico.
25 Tanto el pórtico como su vestíbulo tenían ventanas alrededor, por la parte interior, lo mismo que en los otros pórticos. El pórtico medía veinticinco metros de largo por veinticinco de ancho.
26 Tenía una escalinata de siete peldaños, y su vestíbulo estaba al fondo. Tenía también palmeras esculpidas en sus pilastras, una a cada lado.
27 El atrio interior tenía un pórtico orientado hacia el sur; cuando midió la distancia que había entre los pórticos meridionales, resultó ser de cincuenta metros.
28 Después me condujo al atrio interior, a través del pórtico meridional, y midió el pórtico, que tenía las mismas dimensiones que los demás.
29 Sus alcobas, pilastras y vestíbulo medían lo mismo que las del primer pórtico. Al igual que su vestíbulo, tenía ventanas alrededor. Medía veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho.
30 El perímetro del vestíbulo era de doce metros y medio de largo por dos y medio de ancho º.
31 Su vestíbulo daba al atrio exterior, y llevaba esculpidas tres palmeras en sus pilastras; su escalinata tenía ocho peldaños.
32 Después me condujo en dirección este, al atrio interior, y midió el llamado pórtico oriental. Tenía las mismas dimensiones que los demás.
33 Sus alcobas, pilastras y vestíbulo tenían las mismas medidas que los anteriores. Tanto el pórtico como su vestíbulo tenían ventanas alrededor. Medía veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho.
34 Su vestíbulo daba al atrio exterior, y llevaba esculpidas palmeras a cada lado. Su escalinata tenía ocho peldaños.
35 Después me condujo al pórtico septentrional y lo midió. Se encontraron las mismas dimensiones que las anteriores, tanto para el pórtico
36 como para sus alcobas, pilastras y vestíbulo. Alrededor de él había ventanas. Medía veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho.
37 Su vestíbulo daba al atrio exterior y llevaba esculpidas palmeras a cada lado. Su escalinata tenía ocho peldaños.
38 Con el vestíbulo del pórtico comunicaba una sala, donde se lavaban las víctimas de los holocaustos. º
39 En el propio vestíbulo había unas mesas, dos a cada lado. Eran usadas para degollar a las víctimas de los holocaustos y de los sacrificios expiatorios y penitenciales.
40 En la parte de fuera, en dirección al pórtico septentrional, había dos mesas; otras dos estaban colocadas al otro lado, en dirección al vestíbulo del pórtico.
41 Había, pues, cuatro mesas en la parte interior del pórtico y otras cuatro fuera: un total de ocho mesas dedicadas a los sacrificios.
42 (42a) Las cuatro mesas destinadas a las víctimas de los holocaustos estaban construidas con piedras labradas; medían tres cuartos de metro de largo y de ancho, por medio metro de alto.
(43a) Las repisas que estaban empotradas en las murallas medían un palmo de ancho;
43 (42b) en ellas se colocaban los instrumentos utilizados para degollar las víctimas de los holocaustos y de las ofrendas sacrificiales.
(43b) La carne de las ofrendas debía ser colocada sobre las mesas.
44 Fuera del pórtico interior había dos salas º, en el atrio interior: una daba al sur y la otra, al lado del pórtico meridional, estaba orientada al norte.
45 Entonces me dijo: — Esta sala orientada al sur está destinada a los sacerdotes responsables del servicio del Templo, º
46 mientras que la sala que da al norte está destinada a los sacerdotes responsables del servicio del altar. Estos últimos son los sadoquitas º, descendientes de Leví, que pueden acercarse al Señor para servirlo º.
47 Después midió el atrio central: era cuadrado, de cincuenta metros de lado; el altar estaba delante del Templo.
48 Después me condujo al vestíbulo º del Templo y midió sus pilastras: dos metros y medio por cada lado. El pórtico medía siete metros de ancho, y sus paredes laterales metro y medio.
49 El vestíbulo tenía diez metros de ancho por doce de largo. Se ascendía a él por diez peldaños, y tenía una columna junto a cada una de las pilastras.

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Introducción a Ezequiel 

INTRODUCCIÓN


1. Características generales


Como el resto de los libros proféticos, el libro de Ezequiel es una obra de recopilación. Encontramos en él un material variopinto, probablemente más misceláneo que en ningún otro profeta, pues, junto a las habituales denuncias contra la comunidad israelita, oráculos contra las naciones extranjeras y anuncios de restauración, encontramos una original descripción de un nuevo país, una nueva ciudad y un nuevo Templo.


En líneas generales, el libro de Ezequiel se compone de una introducción y cuatro partes. A la introducción, en la que se describe la conocida visión del carro de Yahvé, el Señor, la vocación del profeta y la misión que el Señor le encarga (Eze 1:1Eze 3:15), sigue un primer bloque compuesto fundamentalmente de oráculos y visiones de juicio contra Jerusalén y sus habitantes (Eze 3:16Eze 24:27). Viene a continuación una recopilación de oráculos contra las naciones extranjeras (cps. Eze 25:1-17Eze 32:1-32), de características formales similares a las de los bloques de Isaías y Jeremías. El siguiente bloque está integrado por profecías de restauración y esperanza (cps. Eze 33:1-33Eze 39:1-29). La última parte contiene la descripción del nuevo Templo y la nueva ciudad del Señor (cps. Eze 40:1-49Eze 48:1-35). Si prescindimos del último bloque, el libro de Ezequiel no difiere, por lo que respecta a su contenido, de las obras de los otros grandes profetas israelitas. La profecía bíblica, conciencia moral de su pueblo, insiste con frecuencia en la inminente destrucción de la nación: la corrupción de las instituciones y del pueblo ha llegado a tales extremos que el Señor no tiene más remedio que acabar con aquello que había creado. Los remiendos no sirven para nada. Pero, al propio tiempo, Yahvé, el Señor, no es un “fracasado”, no está dispuesto a que el resto de las naciones se ría de él por haber sido incapaz de salvar a su pueblo. Sobre las ruinas del país creará algo nuevo, imperecedero (teología de la restauración). Este es a grandes rasgos el cometido de la profecía israelita y de quienes retocaron sus textos.


La disposición actual del material del libro requiere una breve explicación. Resulta evidente que, a partir del final del cp. Eze 24:1-27, encontramos un cambio de temática. La denuncia del pecado y el anuncio de la destrucción de Jerusalén y del Templo dan paso a los oráculos de restauración. Diríase que Jerusalén ya ha sido destruida y que el pueblo necesita reavivar su mortecina esperanza o recuperar el ánimo perdido. La denuncia de las acciones detestables de los israelitas es sustituida por una continua llamada a la fe en las novedades que se avecinan. La clave de la disposición actual del material está en el cp. Eze 33:1-33, donde hay una referencia (vv. Eze 20:45-27Eze 22:1-31) al mismo acontecimiento histórico que el de Eze 24:27. El resto del cp. Eze 33:1-33 es una cuidada composición que trata de retomar algunos de los temas expuestos con anterioridad: así, Eze 33:1-9 remite a Eze 3:19-21; Eze 33:10-19 al cp. Eze 18:1-32; Eze 33:23-29 a Eze 11:14-16. Si el cp. Eze 33:1-33 ejerce la función de bisagra, habremos de pensar que los cps. Eze 1:1-28Eze 24:1-27 fueron transmitidos junto con el bloque de oráculos contra las naciones (cps. Eze 25:1-17Eze 32:1-32). A este bloque serían añadidos los capítulos independientes Eze 34:1-31Eze 37:1-28 (con temáticas peculiares) y los relativos al rey Gog (Eze 38:1-23Eze 39:1-29). Finalmente se le colocaría a este material, como apéndice, los cps. Eze 40:1-49Eze 48:1-35.


En cuanto a la fecha de composición del libro de Ezequiel, existen discrepancias entre los expertos. Un reducido grupo de especialistas la sitúa en el siglo IV (e incluso III) a. C.; en tal caso, el profeta Ezequiel sería un personaje ficticio. Pero la mayoría de los comentaristas sigue relacionando directa o indirectamente el libro con la persona real de Ezequiel, si bien para no pocos, Eze 38:1-23Eze 39:1-29 y Eze 40:1-49Eze 48:1-35 serían obra directa de los discípulos del profeta, más que del propio Ezequiel. En realidad, habida cuenta de la mezcla de poesía y prosa, y de las diferencias de estilo y centros de interés, está todavía por determinar con precisión qué material se remonta al propio profeta y cuál se debe a la intervención de los discípulos de su círculo profético.


Por otra parte, un buen número de expertos comparte la idea de la reelaboración deuteronomista de numerosos pasajes en prosa. A pesar de todo, se sigue aceptando la idea de que una gran parte del libro (quizá el sesenta por ciento) es original del profeta y de que incluso las partes atribuidas a los editores del libro conservan el espíritu y la mentalidad de Ezequiel. Probablemente la edición básica del libro de Ezequiel tuvo lugar en el propio siglo VI a. C., en dos etapas: a) recopilación de las palabras y de los escritos del profeta; b) añadidos de su círculo de discípulos.


2. Marco histórico


La predicación de Ezequiel tiene como telón de fondo la ruina de Judá y de Jerusalén, así como la situación de los desterrados en Babilonia. La reforma del rey Josías (621 a. C.) había impulsado una radical reforma de las instituciones religiosas en Judá, pero su inesperada muerte (609 a. C.) truncó la puesta en marcha oficial del proyecto. A partir de estas fechas se precipitan los acontecimientos políticos internacionales, y Judá con su capital Jerusalén deben rendirse a las tropas de Nabucodonosor (598 a. C.). Tras esta rendición, tiene lugar una primera deportación, al tiempo que los neobabilonios colocan en el trono de Judá a Matanías (tercer hijo del rey Josías) a quien Nabucodonosor cambia el nombre por Sedecías (598-587 a. C.). Sin embargo, ciertos grupos nacionalistas enrarecen el ambiente, acabando por arrastrar a Sedecías a la rebelión y obligando a una segunda intervención de Nabucodonosor. Esta vez, el rey de Babilonia arrasa la ciudad y el Templo, destrucción que va acompañada de una segunda y definitiva deportación (587 a. C.).


Ezequiel fue testigo sin duda, en su juventud, de violentas tensiones, tanto religiosas como políticas. Por una parte, la inicial reforma de Josías había propiciado la esperanza en una renovación de las instituciones religiosas judías. Al mismo tiempo que esta esperanza era cultivada por ciertos círculos influidos por la teología deuteronomista, el espíritu religioso de la población en general se nutría de un sincretismo religioso que se extendió virulentamente tras la muerte del rey reformador. Por otra parte, la población estaba políticamente dividida entre los partidarios de los conquistadores y los que buscaban el apoyo de Egipto para librarse del yugo neobabilónico.


La localización concreta de la predicación de Ezequiel sigue siendo objeto de una interminable controversia entre los especialistas. La mayoría opina que Ezequiel formó parte del grupo de los primeros deportados (año 597 a. C.) y ejerció su actividad profética en una comunidad de exiliados que vivía en la ciudad mesopotámica de Tel Abib (Eze 3:15). Pero es evidente que la mayor parte de su mensaje está dirigido a los habitantes de Jerusalén. Y surgen dos preguntas: a) ¿Cómo es posible que un profeta proclamara su mensaje a un auditorio que no podía escucharle? b) ¿De dónde le viene a Ezequiel el conocimiento tan preciso de las circunstancias que marcaban la vida diaria de la población que había quedado en Jerusalén? De aquí que algunos estudiosos opinen que Ezequiel recibió en Judá la llamada a profetizar y que ejerció su ministerio exclusivamente en Palestina. La ubicación del ministerio de Ezequiel en Babilonia sería creación ficticia de un “editor babilónico” del libro. Incluso hay quienes opinan que Ezequiel ni siquiera es una figura histórica. Finalmente, otros tratan de resolver el problema proponiendo una triple etapa en la actividad profética de Ezequiel, a saber: comienzo de la actividad profética en Babilonia, traslado real (y no simplemente en visión) a Jerusalén, donde ejercería su ministerio hasta la caída de la ciudad en el 587 a. C., y nueva actividad en Babilonia.


3. Características literarias


Si prescindimos de algunos poemas magistrales, el libro de Ezequiel no constituye una cumbre de la literatura bíblica. Para emitir un juicio más preciso es necesario tener en cuenta la duda sobre la autoría ezequeliana de bastantes pasajes y también la doble forma de exponer el mensaje: prosa y poesía. Además, la presencia de las distintas manos de recopiladores, correctores, ampliadores y editores dificultan una aproximación objetiva al estilo del libro.


En lo que se refiere a la prosa, los textos que reproducen diálogos, encuentros u otro tipo de situaciones análogas suelen ser fluidos y llegan al desenlace con relativa agilidad; en cambio, la prosa oracular, es decir, aquella en la que el profeta denuncia las actitudes negativas del pueblo y sus acciones detestables, se caracteriza por la reiteración de situaciones y enjuiciamientos que a veces provocan el hastío en el lector. Este estilo repetitivo (análogo al que se observa en numerosas páginas del Deuteronomio) puede deberse, entre otras circunstancias, a la proliferación de redactores o editores del libro, o a alguna escuela teológica en particular.


En cuanto a la parte poética, el libro de Ezequiel se caracteriza, al mismo tiempo, por cierta dependencia (sobre todo en el uso de tópicos e imágenes) de la profecía precedente y por algunas innovaciones y originalidades. El estilo poético de Ezequiel es mucho más penetrante y atractivo que el de los pasajes en prosa. Los cps. Eze 26:1-21Eze 32:1-32 (oráculos contra Tiro y Egipto) tienen una fuerza expresiva comparable a la de las mejores páginas de Isaías. Junto a estos hermosos ejemplos nos encontramos con otros poemas en los que se advierte la presencia de “alguien” que ha mutilado algún verso o ha añadido otros. En tales circunstancias, el poema presenta una estructura difuminada o una sobrecarga literaria e ideológica que lo desdibujan. Es característico de numerosos poemas del libro de Ezequiel lo que podríamos denominar “ampliación explicativa”: es decir, encontrar en la parte final de un poema (sobre todo si es de tipo alegórico) su interpretación (véanse, entre otros textos, Eze 5:5; Eze 12:9-10; Eze 17:12 ss). Esto hace que el poema pierda su apertura a la interpretación del mismo por parte del lector y se convierta, de alguna manera, en propiedad exclusiva del autor.


Otro rasgo de los poemas de Ezequiel es el recurso a un material mitológico espigado, sin duda, en los poemas mitológicos cananeos. El profeta hace un uso limitado de él adaptándolo a la fe yavista. En ocasiones el uso de tales elementos mitológicos es sólo tangencial; Ezequiel se sirve de ellos para confeccionar poemas originales y dotarlos de un cuerpo de imágenes inédito hasta entonces.


4. Claves de lectura


La teología de Ezequiel hace hincapié en las líneas doctrinales patrocinadas ya por los profetas que lo precedieron, pero al mismo tiempo cultiva unas tendencias teológicas peculiares, que hacen que el lector se familiarice de inmediato con el libro.


a) Los profetas que vivieron la destrucción de Jerusalén se hicieron eco de la reacción popular ante las dimensiones del desastre, pero sobre todo ante su “calidad”. Desde tiempo inmemorial (quizá desde la época preisraelita) se había cultivado entre la población de Jerusalén una especie de convencimiento teológico, a saber: Sión y su Templo (morada del Señor, el gran rey sobre todos los dioses de Sal 95:3) eran inviolables e indestructibles. En consecuencia ningún atacante sería capaz de penetrar en Jerusalén, pues el propio Señor saldría en defensa de su ciudad (ver Sal 2:1-4; Sal 46:1-8). Sin embargo, la destrucción de la ciudad y del Templo supuso un duro golpe para la fe israelita: era evidente que el Señor había sido derrotado por sus oponentes. El Señor había desaparecido y el pueblo se había quedado sin Dios.


b) Es aquí cuando interviene el teólogo Ezequiel para hacer una serie de observaciones de gran calado. En primer lugar, el Señor es absolutamente independiente de las instituciones israelitas: el hecho de que estas desaparezcan del escenario de la historia no implica que al Señor le ocurra lo mismo. En segundo lugar, no han sido las tropas de Nabucodonosor quienes han destruido el país y el Templo. El rey babilónico sólo ha sido un instrumento en manos del propio Dios israelita que es el responsable último de la desolación del país. En tercer lugar, el Señor no ha desaparecido como tragado por la catástrofe. Al contrario, ha sido él quien ha abandonado la ciudad (Eze 11:22-25) y el Templo (Eze 10:18-22), dejándolos inermes, a merced de las tropas del invasor. La razón es bien simple: el Señor está harto de las infidelidades de su pueblo y no tiene más remedio que convertirse en juez y ejecutor del castigo anunciado con tanta insistencia.


c) Pero, como el resto de los profetas, Ezequiel no se limita a anunciar la catástrofe y a darla por bienvenida. El reverso de tal situación es el anuncio de restauración. En este punto Ezequiel alcanza cimas de gran escritor. Su visión de la llanura de los huesos secos (Eze 37:1-14) es de tal hondura teológica, que ha dejado una huella imborrable en la tradición judeocristiana. La presencia en este pasaje del espíritu inspirador de vida, y la imagen del agua que fluye por debajo del altar del Templo y que es fuente de vida (Eze 47:1-2) evocan, lo mismo que en Isaías, la idea de una nueva creación.


d) Otro aspecto relacionado con el anterior es la idea de que el Señor dirige la historia independientemente del compromiso con su pueblo. La movilidad cósmica del Señor, representada por el carro que transporta su gloria en todas direcciones, es una descripción en clave de imagen de su movilidad teológica. El Señor tiene en sus manos el destino de la historia y de los pueblos y no tiene por qué estar sometido a las instituciones de Israel, por muy sagradas que puedan parecer. Si el Señor ha actuado como ha actuado, ha sido para reivindicar su poder y su justicia ante las naciones que, de otro modo, se habrían burlado de su impotencia ante las infidelidades de su pueblo.


e) Posiblemente la contribución más llamativa de Ezequiel a la historia de la teología bíblica se concreta en su doctrina de la retribución individual (ver sobre todo cp. Eze 18:1-32). No es que Ezequiel haya sido su creador, pero sí su impulsor más decidido. Hasta ahora se había insistido sobre todo en la responsabilidad colectiva: los padres comieron los agraces y los hijos sufren la dentera (Eze 18:12). Ezequiel pone al descubierto lo inapropiado del aforismo y proclama que las malas acciones de una persona no pueden acabar diluidas en el cuerpo social de la familia o la nación. Ahora bien, es posible que Ezequiel no advirtiese el oscuro callejón en que se metía al dejar en segundo plano la explicación comunitaria del mal que hasta entonces había sido prioritaria y que seguiría vigente en muchos ambientes hasta los tiempos del NT (ver Jua 9:2). ¿Cómo explicar las desgracias de un inocente desde la perspectiva de la responsabilidad individual? Con este interrogante tuvieron que debatirse generaciones enteras de sabios en Israel, que dejaron la huella de sus agónicas discusiones en el libro de Job.


f) Finalmente, hay que mencionar la relación del pensamiento de Ezequiel con el nacimiento del Judaísmo. Aunque todos reconocen el protagonismo de Esdras en la nueva configuración del pueblo de Israel (el quizá mal llamado “Judaísmo”), fue Ezequiel (o por lo menos los que completaron con posterioridad el libro) quien puso las bases a dicha nueva configuración. Si los culpables indirectos de la corrupción del pueblo de Israel y de la destrucción de sus instituciones habían sido las ideologías paganas, había que hacer todo lo posible por evitar la contaminación con extranjeros y por establecer unas rígidas normas de conducta que rigieran con seguridad la vida de los ciudadanos. De aquí surgió el exclusivismo y el culto a la ley que caracterizó al Israel postexílico.


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Notas

Ezequiel  40,1Eze 40:1-49; Eze 41:1-26; Eze 42:1-20; Eze 43:1-27; Eze 44:1-31; Eze 45:1-25; Eze 46:1-24; Eze 47:1-23; Eze 48:1-35 : El nuevo Templo y la nueva ciudad del Señor: Estos capítulos constituyen la parte más reciente del libro de Ezequiel; una adición que responde perfectamente a la temática central de los cps. Eze 1:1-28Eze 39:1-29. Una vez que Yahvé, el Señor, decide restaurar a su pueblo, necesita una nueva ciudad y un nuevo Templo. A este propósito responden los cps. Eze 40:1-49Eze 48:1-35. El texto hebreo está sumamente recargado con sucesivas adiciones y a menudo deficientemente transmitido, lo que obliga a recurrir a otras versiones, sobre todo a la griega y a ofrecer traducciones más o menos conjeturales.


Ezequiel  40,1Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 36:6-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-20; 1Re 6:1-38; 1Re 7:1-51; 2Cr 3:1-17; 2Cr 4:1-22.
Ezequiel  40,1— el año vigésimo quinto...: La visión está fechada el 22 de octubre del año 573 a. C.
Ezequiel  40,1Eze 1:3+; Apo 21:10.
Ezequiel  40,2— un monte altísimo: Se trata del monte Sión magnificado (ver Eze 17:22; Eze 20:40).
Ezequiel  40,3Apo 11:1; Apo 21:15.
Ezequiel  40,4Éxo 25:9; Éxo 25:40.
Ezequiel  40,5— una longitud de tres metros: Lit. una longitud de seis codos (cada codo de un codo y un palmo). En relación con este inciso es conveniente tener en cuenta las siguientes observaciones:

a) Para la equivalencia entre las medidas semitas y las del sistema métrico decimal (que vamos a utilizar en este y en los siguientes capítulos), ver TABLA DE PESAS, MEDIDAS Y MONEDAS;

b) Las medidas del libro de Ezequiel siguen el cómputo egipcio en el que el codo era equivalente a 52,50 ctms., es decir, un palmo menor (7,5 ctms más que el codo normal hebreo que equivalía a 45 ctms);

c) En nuestra traducción redondeamos las medidas (que, por lo demás, en estos capítulos tienen con frecuencia un alcance más bien simbólico) haciendo equivales el codo a medio metro, y la vara (o caña) a tres metros.
Ezequiel  40,6— pórtico oriental: La descripción de este pórtico recuerda las características de las puertas de las fortalezas del período salomónico.
Ezequiel  40,14— ... al pórtico: La traducción de la segunda parte del versículo es conjetural.
Ezequiel  40,30— ... por dos y medio de ancho: Este versículo es omitido por la versión griega de los LXX; la traducción que ofrecemos es conjetural.
Ezequiel  40,38-46— Con el vestíbulo... para servirlo: Parece que estos versículos, relacionados con la liturgia ritual y que nada tienen que ver con lo arquitectónico, no formaban parte del texto original.
Ezequiel  40,38Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19.
Ezequiel  40,44— había dos salas: Seguimos a la versión griega. El texto hebreo dice: estaban las salas de los cantores.
Ezequiel  40,45Eze 44:15-16.
Ezequiel  40,46— los sadoquitas: Son los supuestos descendientes de Sadoc, elegido sacerdote por Salomón (1Re 4:2), en detrimento de Abiatar (1Re 2:26-27), a quien correspondía tal función.
Ezequiel  40,48— vestíbulo: esta dependencia (en hebreo ulam) era uno de los tres espacios más importantes del Templo, junto con el “lugar santo” (hekal) y el “lugar santísimo” (debir). Esta estructura general es idéntica a la del Templo de Salomón.