I Corintios 2 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 16 versitos |
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Pablo y su proclamación del mensaje en Corinto

Yo mismo, hermanos, cuando llegué a la ciudad, no les anuncié el proyecto salvador º de Dios con alardes de sabiduría o elocuencia.
2 Decidí que entre ustedes debía ignorarlo todo, a excepción de Cristo crucificado; º
3 así que me presenté ante ustedes sin recursos y temblando de miedo. º
4 Mi predicación y mi mensaje no se apoyaban en una elocuencia inteligente y persuasiva; era el Espíritu con su poder quien los convencía, º
5 de modo que la fe de ustedes no es fruto de la sabiduría humana, sino del poder de Dios.
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La verdadera sabiduría

Sin embargo, también nosotros * disponemos de una sabiduría para los formados en la fe *; una sabiduría que no pertenece a este mundo ni a los poderes perecederos º que gobiernan este mundo; º
7 una sabiduría divina, misteriosa, escondida, destinada por Dios, desde antes de todos los tiempos, a constituir nuestra gloria. º
8 Ninguno entre los poderosos de este mundo ha llegado a conocer tal sabiduría, pues, de haberla conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria º.
9 Pero según dice la Escritura º: Lo que jamás vio ojo alguno, lo que ningún oído oyó, lo que nadie pudo imaginar que Dios tenía preparado para aquellos que lo aman, º
10 eso es lo que Dios nos ha revelado por medio del Espíritu. Pues el Espíritu todo lo sondea, incluso lo más profundo de Dios.
11 ¿Quién, en efecto, conoce lo íntimo del ser humano, sino el mismo espíritu humano que habita en su interior? Lo mismo pasa con las cosas de Dios: sólo el Espíritu divino las conoce. º
12 En cuanto a nosotros, no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para poder así reconocer los dones que Dios nos ha otorgado. º
13 Esto es precisamente lo que expresamos con palabras que no están inspiradas por el saber humano, sino por el Espíritu. Y así acomodamos las cosas espirituales a los que poseen el Espíritu º.
14 La persona mundana es incapaz de captar lo que procede del Espíritu de Dios; lo considera un absurdo y no alcanza a comprenderlo, porque sólo a la luz del Espíritu pueden ser valoradas estas cosas. º
15 En cambio, la persona animada por el Espíritu puede emitir juicio sobre todo, sin que ella esté sujeta al juicio de nadie. º
16 Porque ¿quién conoce el modo de pensar del Señor hasta el punto de poder darle lecciones? ¡Ahora bien, nosotros estamos en posesión del modo de pensar de Cristo! º

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Introducción a I Corintios

INTRODUCCIÓN


1. Pablo y Corinto


En la ciudad de Corinto le tocó vivir a Pablo una de las más emocionantes y formidables aventuras de su misión apostólica. Llegó allí en el curso de su segundo viaje misionero después de pasar por Filipos, Tesalónica, Berea y Atenas (ver Hch 16:11Hch 18:1). Esto sucedía, aproximadamente, en el transcurso de la primera mitad del año 50 d. C. Con la colaboración de Silas y Timoteo, que se le unieron poco después procedentes de Macedonia, se consagró durante año y medio, más o menos, a una intensa labor evangelizadora que abarcó no solamente la ciudad de Corinto, sino también el cercano puerto de Cencreas (ver Hch 18:18; Rom 16:1) e incluso la provincia entera de Acaya (ver 2Co 1:1).


Corinto — en la actualidad una pequeña población de poco más de 25,000 habitantes — era por entonces una ciudad populosa. Algunos historiadores hablan de 200,000 ciudadanos libres y 400,000 esclavos. La colonia judía era, sin duda, numerosa. Capital de la provincia romana de Acaya y residencia oficial del procónsul romano, Corinto se había convertido en uno de los más importantes centros comerciales del Imperio. Estratégicamente situada en el istmo que lleva su nombre, disponía de dos puertos para el tráfico marítimo: Cencreas para las rutas orientales y Lequeo para las occidentales. Pero precisamente por todas estas razones, en Corinto se daban cita toda clase de cultos y creencias religiosas, y la ciudad era terreno abonado para las conductas y costumbres más licenciosas imaginables. Hasta tal punto había adquirido Corinto una bien cimentada fama de ciudad alegre y libertina, que se había hecho proverbial la expresión “vivir como un corintio” para referirse a alguien de conducta notoriamente inmoral. Era sobremanera famoso y conocido en toda la cuenca mediterránea el templo de Afrodita, la diosa del amor, donde más de un millar de servidoras de la diosa ejercían en su honor la prostitución sagrada.


Teniendo esto en cuenta, no debe causar extrañeza que en el seno de la comunidad cristiana fundada por Pablo en Corinto surgieran muy pronto serios problemas no sólo de tipo doctrinal sino sobre todo de carácter ético. El Apóstol no tuvo más remedio que hacer frente a estos problemas con toda solicitud y presteza.


2. Primera carta


Los problemas mencionados fueron multiplicándose y agravándose una vez que Pablo decidió marchar de Corinto. Ahora se encuentra probablemente en Éfeso y allí le van llegando, por distintos conductos, noticias no siempre halagüeñas de cómo va desenvolviéndose la iglesia de Corinto. Algunos problemas y situaciones requieren una solución urgente. No se descuida Pablo e inicia con los corintios un rico intercambio epistolar del que se han conservado dos cartas. Es casi seguro, sin embargo, que entre ellos se cruzaron algunas más: de otras dos de Pablo a los corintios y de una, al menos, de los corintios a Pablo, se encuentran referencias en las dos que han llegado hasta el presente (ver 1Co 5:9-11; 1Co 7:1; 2Co 2:3-4; 2Co 2:9).


Los familiares o empleados de Cloe — probablemente una acomodada comerciante cristiana de Corinto — (ver 1Co 1:11) y también Estéfanas, Fortunato y Acaico (ver 1Co 16:17-18) han puesto a Pablo al tanto de los graves problemas existentes en la comunidad. Además, los mismos corintios parecen haber escrito una carta a Pablo planteándole una serie de cuestiones concretas sobre la vida práctica cristiana (ver 1Co 7:1). A todo ello responde Pablo con una extensa carta, serena, bien organizada y de un singular valor histórico para conocer la fisonomía de las primeras comunidades cristianas. Es la que se conoce como primera carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 1 Co). Debió redactarla — o dictarla — en Éfeso entre los años 53 y 55 d. C.


Además de las valiosas informaciones sobre la vida y el desenvolvimiento de las primeras iglesias cristianas — particularmente la de Corinto — y sobre la actividad y proyectos apostólicos de Pablo, hay que subrayar el valor literario de esta carta. Es, sin duda, a este respecto, el escrito más logrado del Apóstol. Sorprende la variedad de tonos: desde la más admirable sencillez hasta el lirismo más incomparable, pasando por la ironía, el sarcasmo y las explosiones de ternura o de indignación. El capítulo 1Co 13:1-13 de la carta es una página soberbia de la literatura universal, de belleza y profundidad difícilmente superables.


3. Contenido y claves de lectura


De lo dicho hasta aquí se desprende que las cartas de Pablo a la iglesia cristiana de Corinto, pero de manera especial esta primera que ahora nos ocupa, fueron motivadas por situaciones y problemas concretos a los que el Apóstol tuvo que hacer frente con cierta urgencia, sin tiempo, por tanto, para detenerse en exposiciones sistemáticas. Pero Pablo tiene el privilegio del genio, lo que le permite ennoblecer y sublimar todo cuanto toca. Es admirable observar cómo se eleva por encima de las pequeñas cosas de cada día para encararnos con los grandes principios cristianos.


En 1 Co no hay un tema central dominante. Estamos ante una serie de temas diversos sobre los que Pablo va reflexionando sucesivamente sin apenas relacionarlos entre sí. A lo sumo cabría establecer una cierta relación intencionada entre los temas primero y último: salvación a través de la cruz de Cristo (1Co 1:17-31) y salvación a través de la resurrección de Cristo (1Co 15:1-28).


Después de una breve introducción y la acostumbrada acción de gracias, Pablo aborda en primer lugar el grave problema de las rivalidades existentes entre los cristianos de Corinto. Se han formado varios grupos enfrentados entre sí como si en el cristianismo fuera posible la existencia de varias sabidurías y varios maestros de sabiduría. La verdad es — proclama Pablo — que existe una sola sabiduría, la de Dios, y un solo maestro de sabiduría, Jesucristo (1Co 1:101Co 4:21).


A continuación se hace eco la carta de algunas conductas absolutamente incorrectas existentes en el seno de la iglesia corintia: un caso de flagrante inmoralidad sexual, no difícil de explicar en una ciudad tan libertina como Corinto (1Co 5:1-13), el hecho de que los cristianos traten de resolver sus pleitos ante jueces paganos (1Co 6:1-8), y la permisividad sexual de que hacen alarde algunos miembros de la comunidad (1Co 6:10-20).


En 1Co 7:1-401Co 10:1-33 responde Pablo a dos cuestiones concretas que preocupaban a la iglesia de Corinto y sobre las que probablemente habían preguntado al Apóstol por escrito: a) cuál debe ser la actitud del cristiano ante la disyuntiva celibato o matrimonio; y b) cómo deben comportarse los cristianos ante el consumo de alimentos ofrecidos o sacrificados a los falsos dioses.


Seguidamente, en los cps. 1Co 11:1-34 al 1Co 14:1-40, se ocupa de varios temas relacionados con el buen funcionamiento de las reuniones litúrgicas: utilización del velo por parte de las mujeres (1Co 11:2-16), abusos en la celebración de la cena del Señor (1Co 11:17-34), problemas nacidos de la diversidad y ejercicio de los dones del Espíritu (1Co 12:11Co 14:40). Destaca en esta sección el relato de la cena del Señor con las consecuencias que de ella se derivan (1Co 11:23-34) y el magnífico canto al amor cristiano del cp. 1Co 13:1-13.


La carta alcanza su cima doctrinal en un largo y espléndido capítulo dedicado al tema central de la fe en Jesucristo: Cristo ha resucitado y su resurrección es garantía de la nuestra. Es este un acontecimiento fundamental sin el que nada tiene sentido en la vida del creyente (1Co 15:1-58).


El último capítulo contiene instrucciones sobre la colecta a favor de los hermanos necesitados de Judea, noticias sobre los planes de viaje de Pablo, recomendaciones y consejos, y los acostumbrados saludos finales (1Co 16:1-24).


4. Estructura de la carta


— Introducción (1Co 1:1-9)


I. — DIVISIONES DENTRO DE LA COMUNIDAD (1Co 1:101Co 4:21)


II. — CONDUCTAS INCORRECTAS DE ALGUNOS CORINTIOS (1Co 5:1-131Co 6:1-20)


III. — RESPUESTA A DOS CUESTIONES CONCRETAS (1Co 7:11Co 11:1)


IV. — PROBLEMAS EN LAS REUNIONES LITÚRGICAS (1Co 11:21Co 14:40)


V. — RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO Y DE LOS CREYENTES (1Co 15:1-58)


— Conclusión (1Co 16:1-24)


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Notas

I Corintios 2,1— el proyecto salvador: Lit. misterio, según dicen algunos de los mejores y más antiguos mss.; según otros mss.: testimonio.


I Corintios 2,22Co 11:6; Gál 6:14.
I Corintios 2,3Hch 18:9; 2Co 10:1.
I Corintios 2,41Ts 1:5.
I Corintios 2,61Co 3:1; Efe 4:13.
I Corintios 2,6— también nosotros: En oposición a los griegos, que alardeaban de ser los poseedores de la auténtica sabiduría.

— formados en la fe: Lit. perfectos. No se refiere aquí Pablo a un grupo elitista de cristianos, sino a quienes han alcanzado la madurez en la fe; podría también traducirse por: adultos en la fe.

— poderes perecederos: Puede aludir aquí el Apóstol, tanto a las autoridades humanas (que es lo más probable), cuanto a las potencias del mal (ver 1Co 15:24-25; Efe 6:12).
I Corintios 2,7Rom 16:25-27; Col 1:26.
I Corintios 2,8— al Señor de la gloria: En el AT, “gloria” de Dios es el mismo ser divino en cuanto se manifiesta a través de sus atributos de poder, belleza, esplendor, etc. (Ver Éxo 24:16-17; Éxo 33:18-23; Deu 5:23-24; Isa 6:3; Isa 60:1-3; Eze 11:22-23). Se trata, pues, de un atributo divino que, como tal, es absolutamente incomunicable. Pablo atribuye esa gloria, en este pasaje, a Jesucristo.
I Corintios 2,9— dice la Escritura: La presente cita está inspirada en Isa 64:4; Pablo la glosa con cierta libertad.
I Corintios 2,9Isa 64:4; (ver Sir 1:10).
I Corintios 2,11Pro 20:27.
I Corintios 2,12Jua 16:13-14.
I Corintios 2,13— poseen el Espíritu: Texto de no fácil traducción. Otra posible traducción sería: explicando las cosas del Espíritu con un lenguaje espiritual.
I Corintios 2,14Jua 14:17.
I Corintios 2,151Jn 2:20.
I Corintios 2,16Isa 40:13; Rom 11:34.