Eclesiástico 16 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 30 versitos |
1

Los hijos que interesan

No ambiciones tener muchos hijos si de nada valen, ni tampoco te alegres de los hijos que salgan torcidos º;
2 aunque sean muchos, no te sientas orgulloso de ellos, a no ser que sean fieles servidores del Señor º.
3 No pongas demasiada esperanza en su futuro ni te sientas seguro al ver que son muchos; pues a veces uno solo º vale más que mil y morir sin hijos es preferible a tenerlos impíos.
4 Uno solo, si es inteligente, repoblará una ciudad; en cambio, una turba de malvados la dejará desierta º.
5

Lecciones de la historia

Muchas cosas como estas he visto con mis ojos y aún son peores las que he oído contar.
6 El Señor envió fuego contra los pecadores reunidos, contra la nación rebelde se encendió su ira º.
7 No perdonó a los gigantes del pasado º que se rebelaron confiados en su fuerza.
8 Tampoco perdonó a los vecinos de Lot, sino que los destruyó por su soberbia º.
9 No tuvo compasión de un pueblo corrompido º al que hizo aniquilar por sus pecados. º
10 Y lo mismo a los seiscientos mil que se pusieron en camino y se confabularon para rebelarse en el desierto º. º
11 Y aunque sólo uno hubiera sido rebelde, sería un milagro el que escapara sin castigo, pues la misericordia y la ira pertenecen al Señor, capaz de perdonar con largueza y de hacer que su ira se desborde º. º
12 Si es grande su misericordia, no es menos exigente su severidad: juzga a cada uno según su conducta.
13 No va a escapar el pecador con el fruto de su robo ni la paciencia del piadoso quedará defraudada;
14 quien socorre al necesitado tendrá su recompensa º, cada uno recibirá según su conducta
15 Hizo el Señor que se volviera terco el faraón y se negara obstinadamente a obedecerle, para así poner de manifiesto su poder.
16 Toda la creación reconoce su misericordia, a los seres humanos ha confiado su luz y su alabanza º.
17

Reflexiones del necio

No digas: “Me esconderé del Señor, pues, ¿quién allá arriba se acordará de mí? Nadie me reconocerá entre tantos, insignificante como soy en el inmenso universo” º. º
18 Hasta los cielos más misteriosos y encumbrados se estremecen, junto con la tierra y el abismo, cuando el Señor decide hacerse presente.
19 Igualmente los montes y los cimientos de la tierra se echan a temblar cuando él los mira. º
20 Pero el corazón humano no piensa en estas cosas ni presta atención a sus designios.
21 Como sobreviene la tempestad sin que uno se dé cuenta, así la mayor parte de sus obras quedan ocultas º.
22 ¿Quién proclamará el bien que uno hace o qué se puede esperar de una alianza tan lejana?
23 Así razonan los que andan faltos de sensatez, pues el necio y el descarriado sólo piensan necedades º.
24

Bondad y armonía de la creación

Escúchame, hijo º y aprende a ser inteligente prestando atención a mis palabras: º
25 te manifestaré con tacto lo que atañe a la instrucción º, te comunicaré con precisión lo que se refiere al saber.
26 Cuando el Señor, al comienzo, creó el universo º, a cada criatura le asignó puntualmente su función.
27 Las puso en orden de manera perpetua fijando su jerarquía para siempre; no pasan hambre ni sienten cansancio y nunca dejan desatendida su tarea.
28 Ninguna es para su vecina un estorbo y jamás desobedecen la palabra del Señor.
29 Luego se fijó el Señor en la tierra y la colmó de sus bienes;
30 la pobló de seres vivientes que a ella un día volverán.

Patrocinio

 
 

Introducción a Eclesiástico

INTRODUCCIÓN


1. Datos generales


El libro de Eclesiástico es una de las obras más representativas de la literatura sapiencial israelita. En este aspecto, no desmerece en nada al lado de Job, Eclesiastés y Proverbios, libro este último con el que presenta estrechas semejanzas. El judaísmo palestinense — dominado a partir del siglo I d. C. por el grupo de los fariseos — no reconoció su carácter de libro sagrado. Sin embargo sí le reconoció tal carácter el judaísmo alejandrino; además, los rabinos le dispensaron siempre un gran aprecio hasta el punto de ser citado con frecuencia en el Talmud.


La literatura rabínica se refiere a este libro como “Proverbios de Ben Sira”, los manuscritos griegos lo denominan “Sabiduría de Jesús, hijo de Sira” y en la tradición latina ha prevalecido desde antiguo el nombre de “Eclesiástico” debido al amplio uso que hizo de él la Iglesia primitiva, sobre todo para instruir a los que se preparaban a recibir el Bautismo. En realidad se trata prácticamente del único libro, dentro de la antigua literatura israelita, del que conocemos con certeza el nombre del autor: Jesús Ben (hijo de) Sira. De ahí que modernamente — sobre todo en ambientes especializados — sea frecuente dar también a esta obra el nombre de Libro de Ben Sira, o bien el Sirácida.


Escrito en lengua semita, si bien el original hebreo (del que Jerónimo, el traductor de la Vulgata, llegó a conocer una copia) se perdió muy pronto, el texto completo ha llegado a nosotros — al menos por el momento — sólo en las traducciones griega, siriaca y latina. Pero a finales del siglo XIX — exactamente a partir del año 1896 — se fueron descubriendo en las excavaciones de una antigua sinagoga de El Cairo una serie de manuscritos con buena parte del texto hebreo original de Eclo. A estos manuscritos de El Cairo hay que añadir dos pequeños fragmentos procedentes de las cuevas 2 y 11 de Qumrán, descubiertos en 1956, y un rollo de mayor entidad encontrado en el año 1964 en las ruinas de la antigua fortaleza de Masada, junto al Mar Muerto. Un total de nueve manuscritos que nos han permitido recuperar dos terceras partes aproximadamente del texto hebreo de Eclo.


2. Marco histórico


Ben Sira, el autor de Eclo, fue sin duda un experto maestro de sabiduría que vivió y enseñó en Jerusalén a caballo entre los siglos III y II a. C. Son los últimos años de la hegemonía de los Tolomeos egipcios sobre Palestina y los primeros del dominio de los Seleúcidas sirios. Ben Sira tiene reciente el recuerdo personal del sumo sacerdote Simón II (ver Sir 50:1-24) que estaba en funciones cuando Antíoco III conquista Jerusalén en el año 198 a. C. Por otra parte no encontramos ninguna alusión en Eclo a los trágicos acontecimientos que tuvieron lugar a raíz de la muerte del sumo sacerdote Simón II y de su hijo Onías III (años 180-175 a. C.), de la encarnizada persecución de Antíoco IV Epífanes contra el judaísmo (años 175-168 a. C.) y del consiguiente levantamiento de los Macabeos (años 167-166 a. C.). Por tanto, Ben Sira debió escribir su obra no más tarde del año 180 a. C. Esta fecha queda más o menos confirmada por el hecho de que el nieto del autor traduce en Egipto la obra del abuelo hacia el año 130 a. C., como se deduce de los datos aportados por el traductor en el prólogo de la obra. Un período de unos cincuenta años entre el original hebreo y la traducción al griego parece más que correcto.


Son los años en que el helenismo amenaza con invadirlo todo, y Ben Sira, espíritu abierto por lo demás a ciertos aspectos de la nueva cultura, quiere poner en guardia a sus lectores contra los peligros que esta cultura entraña para la religiosidad judía. Los israelitas van a tener que elegir entre aceptar indiscriminadamente el helenismo o bien mantenerse fieles a las exigencias fundamentales de la ley y de la tradición de sus antepasados.


3. Características literarias


Son las propias de la literatura sapiencial, si bien Ben Sira, a diferencia del autor de Proverbios, no compone habitualmente por refranes o sentencias aisladas, sino a base de temas que dan lugar a un amplio abanico de subgéneros literarios: himnos, plegarias, reflexiones moralizantes, notas autobiográficas, poemas didácticos, salmo de acción de gracias, etc.


Sin que lo podamos calificar de brillante, Ben Sira posee un aceptable talento literario capaz de combinar lo lírico y lo didáctico. Escribe en hebreo clásico tardío, sin que su vocabulario y estilo desmerezcan del resto de la literatura sapiencial; en más de una ocasión imita el tono devocional de algunos salmos. No se descarta en ciertos momentos la influencia de autores griegos, pero no es en absoluto determinante. Nos encontramos ante un semita que compone con criterios diferentes a los que son propios de la literatura griega y que lleva a cabo una especie de traslado de la enseñanza moral a la instrucción por escrito con numerosos temas sobre los que vuelve una y otra vez con frecuentes digresiones.


Como no escribe con la intención de elaborar un tratado sistemático sobre ningún tema concreto, no debemos buscar una estructura rigurosa o un orden muy estudiado. Lo cual no quiere decir que la obra de Ben Sira carezca de una estructura elemental que podríamos determinar como sigue:


Prólogo (del traductor griego)


I. — LA SABIDURÍA: NATURALEZA Y CAMINO HACIA ELLA (Sir 1:1-30Sir 23:1-27)


II. — EXCELENCIAS DE LA SABIDURÍA (Sir 24:1Sir 42:14)


III. — LA SABIDURÍA EN LA NATURALEZA (Sir 42:15Sir 43:33)


IV. — LA SABIDURÍA EN LA HISTORIA (Sir 44:1-23Sir 50:1-29)


Epílogo (Sir 51:1-30)


4. Finalidad y contenido fundamental


Como se ha indicado más arriba, Ben Sira escribe para defender el patrimonio cultural y religioso del judaísmo frente a la avalancha de un helenismo que amenazaba con absorberlo todo. Se siente orgulloso de ser israelita y está convencido de que en la ley revelada radica la auténtica sabiduría. El pensamiento y la civilización griega tienen, sin duda, sus valores; pero nunca como para suplantar los valores de la tradición y la sabiduría israelitas, valores que Ben Sira ha heredado y que ha ido haciendo suyos a través de la reflexión, la plegaria y la propia experiencia; ahora los quiere transmitir a sus compatriotas.


A primera vista puede dar la impresión — y así se ha sugerido en ocasiones — que el tema central de Eclo es el del “temor de Dios”, en el sentido bíblico del término “temor” que no es el de sentir miedo o terror, sino el de venerar, respetar, tributar honor, en última instancia el de ser fieles al Señor; de hecho en la presente traducción las expresiones literales “temor de Dios” o “temor del Señor” y “temer a Dios” o “temer al Señor” se han traducido por “honrar o respetar a Dios o al Señor”. Pero en realidad, todo el libro está articulado en torno a la verdadera sabiduría y, más en concreto, en torno a la vinculación sabiduría-ley en cuanto la ley es la expresión más adecuada de la sabiduría. En este sentido, se ha escrito que Ben Sira sería el último de los sabios y el primero de los rabinos. Nadie piense, sin embargo, que el autor de Eclo es un legalista a quien sólo preocupa el simple cumplimiento de la ley en sus más mínimos detalles. Leyendo Sir 24:1-34 constatamos que es sobre todo el corazón y la buena disposición interior lo que importa.


Ben Sira está interesado por el culto, pero lo está mucho más por la conducta moral y social. Por lo demás, habla poco del futuro, sea de la nación, sea del individuo. Sobre un eventual futuro mesiánico, apenas hay una ligera alusión en Sir 36:1-10. Y no deja de sorprender que, encontrándose tan cercano cronológicamente a los libros de Daniel, 2 Macabeos y Sabiduría, no encontremos en Eclo ninguna referencia a una existencia ultra terrena, sea para bien o para mal (ver Sir 14:16; Sir 17:27-28); si acaso, un ligero atisbo en Sir 7:17 y Sir 48:11.


Finalmente, hay que valorar de forma muy positiva la habilidad con que Ben Sira integra en su enseñanza la historia del pueblo israelita, sirviéndose de las figuras más representativas de la misma (Sir 44:1-23Sir 50:1-29).


5. El texto traducido


El hecho de que sólo parcialmente haya llegado hasta nosotros el texto hebreo de Eclo, hace que, por el momento, parezca más oportuno tomar como base la traducción del texto griego de los LXX. Así lo hacemos en la presente traducción interconfesional ateniéndonos a las siguientes directrices: a) Seguimos la edición crítica griega de los LXX publicada por Alfred Rahlfs (primera edición, Stuttgart 1935) en la que se ponen en nota una serie de versículos que no figuran en los manuscritos griegos más representativos. b) Del texto hebreo, sólo incorporamos a la traducción las aportaciones que juzgamos manifiestamente preferibles a la lectura del texto griego, consignando en nota tal incorporación. c) Las restantes variantes hebreas consideradas de cierta importancia son también consignadas en nota.


Téngase en cuenta que tanto los diversos manuscritos hebreos descubiertos, como el texto griego de los LXX, son tributarios del texto hebreo original, para cuya reconstrucción fidedigna son válidos, en mayor o menor medida, todos los materiales manuscritos que poseemos.


Fuente:

Patrocinio

Notas

Eclesiástico 16,1Pro 17:21; Sab 4:1.


Eclesiástico 16,1torcidos: Lit. impíos.
Eclesiástico 16,2— sean fieles servidores del Señor: Lit. teman al Señor.
Eclesiástico 16,3— uno solo: El texto hebreo añade: si hace la voluntad del Señor.
Eclesiástico 16,4— si es inteligente: El texto hebreo dice: si, aunque tenga hijos, honra al Señor.

— ... desierta: Así según el texto hebreo; la versión griega dice: pero la raza de los sin ley será destruida.
Eclesiástico 16,6— se encendió su ira: Evocación, bien del episodio narrado en Núm 11:1-3, bien del narrado en Núm 16:1-50.
Eclesiástico 16,7— los gigantes del pasado: Se trata, sin duda, de los personajes mencionados en Gén 6:1-7.
Eclesiástico 16,8— por su soberbia: Evocación de los sucesos relatados en Gén 19:1-38.
Eclesiástico 16,9— un pueblo corrompido: Parece referirse a Canaán (ver Jos 4:1-24; Jos 5:1-15; Jos 6:1-27; Jos 7:1-26; Jos 8:1-35; Jos 9:1-27; Jos 10:1-43).
Eclesiástico 16,9Deu 20:16-17; Jos 6:17; Jos 6:21.
Eclesiástico 16,10— en el desierto: Esta concreta aclaración no figura en el texto bíblico, pero se sobreentiende; el texto parece aludir a los episodios narrados en Núm 13:1-33; Núm 14:1-45.
Eclesiástico 16,10Éxo 12:37; (ver Núm 14:20-23).
Eclesiástico 16,11— capaz de... se desborde: El texto hebreo dice: el Señor tolera y perdona, pero descarga su furor sobre los malvados.
Eclesiástico 16,11Éxo 34:6-7; Job 34:11; Pro 24:12; Rom 2:6.
Eclesiástico 16,14— su recompensa: Así el texto hebreo; la versión griega dice lit. su lugar.
Eclesiástico 16,15-16— ... su luz y su alabanza: Estos versículos no figuran en los manuscritos griegos más valiosos, pero sí en el texto hebreo y en numerosos manuscritos griegos que en lugar de alabanza dicen oscuridad.
Eclesiástico 16,17— en la inmensidad del universo: El texto hebreo dice: comparado con los espíritus de todos los humanos.
Eclesiástico 16,17Sal 139:7-12; Amó 9:2-4.
Eclesiástico 16,19Sal 18:7; Job 37:1-7.
Eclesiástico 16,20-21— ... ocultas: Estos dos versículos resultan un tanto oscuros en la versión griega. En realidad, sería preferible sustituirlos por el texto hebreo que dice así: v. Sir 16:20 : Pero no se fijará en mí ni prestará atención a mi conducta; v. Sir 16:21 : si peco, nadie me ve, y si engaño a escondidas ¿quién se va a enterar?.
Eclesiástico 16,23— descarriado... necedades: El texto hebreo omite estos vocablos y propone: pues sólo así discurre el necio.
Eclesiástico 16,24— Escúchame, hijo: El texto hebreo dice: Escúchenme
Eclesiástico 16,24Sir 42:21-25; Gén 1:1-31; Gén 2:1-4; Rom 1:19-20.
Eclesiástico 16,25— lo referente a la instrucción: El texto hebreo dice: mi pensamiento.
Eclesiástico 16,26— ... el universo: En este punto se interrumpe el texto hebreo de que disponemos para no reanudarse hasta Sir 30:11. En el intervalo sólo contamos con algunos versículos sueltos del original hebreo.