I Corintios 1 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 31 versitos |
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Introducción (1:1-9)

Saludo

Pablo, elegido por designio de Dios para ser apóstol de Cristo Jesús, y el hermano Sóstenes º, º
2 a la Iglesia de Dios reunida en Corinto *. A ustedes que, consagrados º por Cristo Jesús, han sido elegidos por Dios para ser su pueblo, junto con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor suyo y nuestro. º
3 Que Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, el Señor, les concedan gracia y paz. º
4

Acción de gracias

Doy gracias sin cesar a mi Dios por ustedes ya que les ha otorgado su gracia mediante Jesucristo
5 y los ha enriquecido sobremanera con toda clase de dones, tanto en lo que se refiere al conocer como al hablar.
6 Y de tal manera se ha consolidado en ustedes el mensaje de Cristo,
7 que de ningún don carecen mientras están a la espera de que nuestro Señor Jesucristo se manifieste º. º
8 Él será quien los mantenga firmes hasta el fin, para que nadie tenga de qué acusarlos el día de nuestro Señor Jesucristo º.
9 Dios, que los ha elegido para vivir en unión con su Hijo Jesucristo, es un Dios que cumple su palabra. º
10

I.— DIVISIONES DENTRO DE LA COMUNIDAD (1:10—4:21)

Diversos grupos en la iglesia de Corinto

Pero tengo algo que pedirles, hermanos, y lo hago en nombre de nuestro Señor Jesucristo: que haya concordia entre ustedes. Destierren cuanto signifique división y recuperen la armonía pensando y sintiendo lo mismo. º
11 Digo esto, hermanos míos, porque los de Cloe º me han informado de que hay divisiones entre ustedes.
12 Me refiero a eso que anda diciendo cada uno de ustedes: “Yo pertenezco a Pablo”, “yo a Apolo” *, “yo a Pedro” º, “yo a Cristo”.
13 Pero bueno, ¿es que Cristo está dividido? ¿Ha sido crucificado Pablo por ustedes o han sido bautizados en su nombre?
14 ¡Es como para dar gracias a Dios el no haber bautizado entre ustedes más que a Crispo y a Gayo! º
15 Así nadie puede presumir de haber quedado vinculado a mí por el bautismo.
16 Bueno, también bauticé a la familia de Estéfanas; fuera de estos, no recuerdo haber bautizado a ningún otro. º
17 Es que Cristo no me envió a bautizar, sino a proclamar el mensaje evangélico. Y a proclamarlo sin alardes de humana elocuencia, para que no quede anulada la eficacia de la cruz de Cristo. º
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Cristo crucificado, poder y sabiduría de Dios

El lenguaje de la cruz es, ciertamente, un absurdo para los que van por sendas de perdición; mas para nosotros, los que estamos en camino de salvación, es poder de Dios. º
19 Lo dice la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios y haré fracasar la inteligencia de los inteligentes. º
20 ¿Quién se atreverá a presumir de sabio, de maestro o de investigador de este mundo? ¿No ha demostrado Dios que la sabiduría de este mundo es pura necedad? º
21 En efecto, el mundo con su sabiduría sobre Dios no ha llegado a conocer a Dios a través de esa sabiduría. Por eso, Dios ha decidido salvar a los creyentes a través de un mensaje que parece absurdo. º
22 Porque mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría º, º
23 nosotros anunciamos a Cristo crucificado, que para los judíos es una piedra en que tropiezan y para los paganos es cosa de locos.
24 Pero para los que Dios ha elegido, sean judíos o griegos, ese Cristo es poder y sabiduría de Dios, º
25 pues lo que en Dios parece absurdo es mucho más sabio que lo humano, y lo que en Dios parece débil es más fuerte que lo humano. º
26 Basta, hermanos, con que se fijen en cómo se ha realizado su propia elección: no abundan entre ustedes los que el mundo º considera sabios, poderosos o aristócratas. º
27 Al contrario, Dios ha escogido lo que el mundo tiene por necio, para poner en ridículo a los que se creen sabios; ha escogido lo que el mundo tiene por débil, para poner en ridículo a los que se creen fuertes;
28 ha escogido lo sin importancia según el mundo, lo despreciable, lo que nada cuenta, para anular a quienes piensan que son algo.
29 De este modo, ningún mortal podrá alardear de algo ante Dios º
30 que a ustedes los ha injertado en Cristo Jesús, convertido para nosotros en sabiduría divina, en fuerza salvadora º, santificadora y liberadora.
31 Así que, como dice la Escritura, si de algo hay que presumir, que sea de lo que ha hecho el Señor. º

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Introducción a I Corintios

INTRODUCCIÓN


1. Pablo y Corinto


En la ciudad de Corinto le tocó vivir a Pablo una de las más emocionantes y formidables aventuras de su misión apostólica. Llegó allí en el curso de su segundo viaje misionero después de pasar por Filipos, Tesalónica, Berea y Atenas (ver Hch 16:11Hch 18:1). Esto sucedía, aproximadamente, en el transcurso de la primera mitad del año 50 d. C. Con la colaboración de Silas y Timoteo, que se le unieron poco después procedentes de Macedonia, se consagró durante año y medio, más o menos, a una intensa labor evangelizadora que abarcó no solamente la ciudad de Corinto, sino también el cercano puerto de Cencreas (ver Hch 18:18; Rom 16:1) e incluso la provincia entera de Acaya (ver 2Co 1:1).


Corinto — en la actualidad una pequeña población de poco más de 25,000 habitantes — era por entonces una ciudad populosa. Algunos historiadores hablan de 200,000 ciudadanos libres y 400,000 esclavos. La colonia judía era, sin duda, numerosa. Capital de la provincia romana de Acaya y residencia oficial del procónsul romano, Corinto se había convertido en uno de los más importantes centros comerciales del Imperio. Estratégicamente situada en el istmo que lleva su nombre, disponía de dos puertos para el tráfico marítimo: Cencreas para las rutas orientales y Lequeo para las occidentales. Pero precisamente por todas estas razones, en Corinto se daban cita toda clase de cultos y creencias religiosas, y la ciudad era terreno abonado para las conductas y costumbres más licenciosas imaginables. Hasta tal punto había adquirido Corinto una bien cimentada fama de ciudad alegre y libertina, que se había hecho proverbial la expresión “vivir como un corintio” para referirse a alguien de conducta notoriamente inmoral. Era sobremanera famoso y conocido en toda la cuenca mediterránea el templo de Afrodita, la diosa del amor, donde más de un millar de servidoras de la diosa ejercían en su honor la prostitución sagrada.


Teniendo esto en cuenta, no debe causar extrañeza que en el seno de la comunidad cristiana fundada por Pablo en Corinto surgieran muy pronto serios problemas no sólo de tipo doctrinal sino sobre todo de carácter ético. El Apóstol no tuvo más remedio que hacer frente a estos problemas con toda solicitud y presteza.


2. Primera carta


Los problemas mencionados fueron multiplicándose y agravándose una vez que Pablo decidió marchar de Corinto. Ahora se encuentra probablemente en Éfeso y allí le van llegando, por distintos conductos, noticias no siempre halagüeñas de cómo va desenvolviéndose la iglesia de Corinto. Algunos problemas y situaciones requieren una solución urgente. No se descuida Pablo e inicia con los corintios un rico intercambio epistolar del que se han conservado dos cartas. Es casi seguro, sin embargo, que entre ellos se cruzaron algunas más: de otras dos de Pablo a los corintios y de una, al menos, de los corintios a Pablo, se encuentran referencias en las dos que han llegado hasta el presente (ver 1Co 5:9-11; 1Co 7:1; 2Co 2:3-4; 2Co 2:9).


Los familiares o empleados de Cloe — probablemente una acomodada comerciante cristiana de Corinto — (ver 1Co 1:11) y también Estéfanas, Fortunato y Acaico (ver 1Co 16:17-18) han puesto a Pablo al tanto de los graves problemas existentes en la comunidad. Además, los mismos corintios parecen haber escrito una carta a Pablo planteándole una serie de cuestiones concretas sobre la vida práctica cristiana (ver 1Co 7:1). A todo ello responde Pablo con una extensa carta, serena, bien organizada y de un singular valor histórico para conocer la fisonomía de las primeras comunidades cristianas. Es la que se conoce como primera carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 1 Co). Debió redactarla — o dictarla — en Éfeso entre los años 53 y 55 d. C.


Además de las valiosas informaciones sobre la vida y el desenvolvimiento de las primeras iglesias cristianas — particularmente la de Corinto — y sobre la actividad y proyectos apostólicos de Pablo, hay que subrayar el valor literario de esta carta. Es, sin duda, a este respecto, el escrito más logrado del Apóstol. Sorprende la variedad de tonos: desde la más admirable sencillez hasta el lirismo más incomparable, pasando por la ironía, el sarcasmo y las explosiones de ternura o de indignación. El capítulo 1Co 13:1-13 de la carta es una página soberbia de la literatura universal, de belleza y profundidad difícilmente superables.


3. Contenido y claves de lectura


De lo dicho hasta aquí se desprende que las cartas de Pablo a la iglesia cristiana de Corinto, pero de manera especial esta primera que ahora nos ocupa, fueron motivadas por situaciones y problemas concretos a los que el Apóstol tuvo que hacer frente con cierta urgencia, sin tiempo, por tanto, para detenerse en exposiciones sistemáticas. Pero Pablo tiene el privilegio del genio, lo que le permite ennoblecer y sublimar todo cuanto toca. Es admirable observar cómo se eleva por encima de las pequeñas cosas de cada día para encararnos con los grandes principios cristianos.


En 1 Co no hay un tema central dominante. Estamos ante una serie de temas diversos sobre los que Pablo va reflexionando sucesivamente sin apenas relacionarlos entre sí. A lo sumo cabría establecer una cierta relación intencionada entre los temas primero y último: salvación a través de la cruz de Cristo (1Co 1:17-31) y salvación a través de la resurrección de Cristo (1Co 15:1-28).


Después de una breve introducción y la acostumbrada acción de gracias, Pablo aborda en primer lugar el grave problema de las rivalidades existentes entre los cristianos de Corinto. Se han formado varios grupos enfrentados entre sí como si en el cristianismo fuera posible la existencia de varias sabidurías y varios maestros de sabiduría. La verdad es — proclama Pablo — que existe una sola sabiduría, la de Dios, y un solo maestro de sabiduría, Jesucristo (1Co 1:101Co 4:21).


A continuación se hace eco la carta de algunas conductas absolutamente incorrectas existentes en el seno de la iglesia corintia: un caso de flagrante inmoralidad sexual, no difícil de explicar en una ciudad tan libertina como Corinto (1Co 5:1-13), el hecho de que los cristianos traten de resolver sus pleitos ante jueces paganos (1Co 6:1-8), y la permisividad sexual de que hacen alarde algunos miembros de la comunidad (1Co 6:10-20).


En 1Co 7:1-401Co 10:1-33 responde Pablo a dos cuestiones concretas que preocupaban a la iglesia de Corinto y sobre las que probablemente habían preguntado al Apóstol por escrito: a) cuál debe ser la actitud del cristiano ante la disyuntiva celibato o matrimonio; y b) cómo deben comportarse los cristianos ante el consumo de alimentos ofrecidos o sacrificados a los falsos dioses.


Seguidamente, en los cps. 1Co 11:1-34 al 1Co 14:1-40, se ocupa de varios temas relacionados con el buen funcionamiento de las reuniones litúrgicas: utilización del velo por parte de las mujeres (1Co 11:2-16), abusos en la celebración de la cena del Señor (1Co 11:17-34), problemas nacidos de la diversidad y ejercicio de los dones del Espíritu (1Co 12:11Co 14:40). Destaca en esta sección el relato de la cena del Señor con las consecuencias que de ella se derivan (1Co 11:23-34) y el magnífico canto al amor cristiano del cp. 1Co 13:1-13.


La carta alcanza su cima doctrinal en un largo y espléndido capítulo dedicado al tema central de la fe en Jesucristo: Cristo ha resucitado y su resurrección es garantía de la nuestra. Es este un acontecimiento fundamental sin el que nada tiene sentido en la vida del creyente (1Co 15:1-58).


El último capítulo contiene instrucciones sobre la colecta a favor de los hermanos necesitados de Judea, noticias sobre los planes de viaje de Pablo, recomendaciones y consejos, y los acostumbrados saludos finales (1Co 16:1-24).


4. Estructura de la carta


— Introducción (1Co 1:1-9)


I. — DIVISIONES DENTRO DE LA COMUNIDAD (1Co 1:101Co 4:21)


II. — CONDUCTAS INCORRECTAS DE ALGUNOS CORINTIOS (1Co 5:1-131Co 6:1-20)


III. — RESPUESTA A DOS CUESTIONES CONCRETAS (1Co 7:11Co 11:1)


IV. — PROBLEMAS EN LAS REUNIONES LITÚRGICAS (1Co 11:21Co 14:40)


V. — RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO Y DE LOS CREYENTES (1Co 15:1-58)


— Conclusión (1Co 16:1-24)


Fuente:

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Notas

I Corintios 1,1Rom 1:1; 2Co 1:1; Gál 1:1.


I Corintios 1,1— Sóstenes: Sólo aquí se menciona en las cartas paulinas. Podría tratarse, aunque no es seguro, del mismo personaje que en Hch 18:17 aparece como jefe de la sinagoga de Corinto.
I Corintios 1,21Co 6:11; Hch 9:14; Rom 10:13.
I Corintios 1,2— en Corinto: Capital de la provincia romana de Acaya (ver Introducción a esta carta y nota a Rom 15:26). La expresión Iglesia de Dios se refiere a la concreta comunidad cristiana de Corinto, pero evoca la asamblea del Señor de la que se habla en el AT (Deu 23:1-8).

— consagrados: Lit. santos. Ver nota a Rom 1:7.
I Corintios 1,3Rom 1:7.
I Corintios 1,7— se manifieste: Se trata sin duda de la manifestación gloriosa de Cristo al final de los tiempos; aquí emplea Pablo el término “apocalipsis” (y no “parusía”, que es más técnico, ver 1Co 15:23; 1Ts 2:19; 1Ts 3:13; 2Ts 2:1; 2Ts 2:8).
I Corintios 1,7Luc 17:30; 1Ts 1:10; 2Ts 1:7; Tit 2:13.
I Corintios 1,8— el día de nuestro Señor Jesucristo: Esta expresión se inspira en el día del Señor de los textos proféticos del AT (Amó 5:18; Joe 2:1; Sof 1:7). Con ella se designa la manifestación gloriosa de Cristo a la que se refiere la nota anterior; otras designaciones en el NT serían: el día de Cristo (Flp 1:6; Flp 1:10); el día del Hijo del hombre (Luc 17:24); el día de Dios (2Pe 3:12); el día de la visita (1Pe 2:12); el gran día (Jud 1:6); el último día (Jua 6:39-40; Jua 6:44; Jua 6:54; Jua 11:24; Jua 12:48); o simplemente el día, aquel día (1Co 3:13; 1Ts 5:4; 2Ts 1:10; 2Ti 1:12; 2Ti 1:18; 2Ti 4:8).
I Corintios 1,91Co 10:13; Deu 7:9; 1Ts 5:24.
I Corintios 1,10Rom 15:5; Flp 2:2.
I Corintios 1,11— los de Cloe: Probablemente se trate de una acomodada comerciante cristiana de Corinto, cuyos empleados viajaban con frecuencia entre Corinto y Éfeso, lugar desde donde escribe Pablo.
I Corintios 1,12— Apolo: Erudito de origen alejandrino convertido al cristianismo y dotado de un gran celo apostólico; de él se habla en Hch 18:24-28.

— Pedro: El texto griego mantiene el nombre arameo Cefas (ver Jua 1:42).
I Corintios 1,14Hch 1:18; Hch 19:29; Rom 16:23.
I Corintios 1,161Co 16:15; 1Co 16:17.
I Corintios 1,171Co 2:1-5; Mat 28:19.
I Corintios 1,18Rom 1:16.
I Corintios 1,19Isa 29:14.
I Corintios 1,20Isa 44:25.
I Corintios 1,21Rom 1:19-21.
I Corintios 1,22Mat 12:38-39; Hch 17:18-20.
I Corintios 1,22— piden milagros... buscan sabiduría: En ambos casos se trata de encontrar seguridades humanas que Pablo no puede menos de contraponer al mensaje de la cruz.
I Corintios 1,24Col 2:3.
I Corintios 1,252Co 13:14.
I Corintios 1,26— el mundo considera sabios: Lit. los sabios según la carne. Ver nota a Rom 7:5.
I Corintios 1,26Mat 11:25.
I Corintios 1,29Rom 3:27; Efe 2:9.
I Corintios 1,30— fuerza salvadora: Ver nota a Rom 1:16.
I Corintios 1,31Jer 9:23-24 (cita libre); 2Co 10:17.