Eclesiástico 3 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 31 versitos |
1

Padres e hijos

Escuchen, hijos, los consejos del padre º, pónganlos en práctica y se salvarán.
2 El Señor ha dado más honor al padre que a los hijos y ha confirmado la autoridad de la madre sobre ellos.
3 Quien respeta a su padre, verá perdonados sus pecados;
4 quien engrandece a la madre, acumula tesoros.
5 Al que trata con respeto a su padre, sus propios hijos lo colmarán de alegría; cuando rece, será escuchada su plegaria.
6 Quien respeta a su padre, tendrá larga vida; el que obedece al Señor, reconfortará a su madre º;
7 servirá a sus padres como si fueran sus dueños.
8 Respeta º a tu padre con obras y palabras, de esta manera recaerá sobre ti su bendición. º
9 La bendición del padre afianza la familia, la maldición de la madre arranca sus cimientos º.
10 No pongas tu gloria en la deshonra de tu padre, pues jamás te servirá de gloria esa deshonra;
11 la gloria del hijo radica en el honor de su padre, una madre sin honra es la vergüenza de sus hijos º. º
12 Cuida, hijo mío, de tu padre en su vejez y no le causes tristeza mientras viva;
13 aunque le falle la mente, sé indulgente con él y no lo desprecies, tú que rebosas vigor.
14 La limosna del padre *, no caerá en saco roto: servirá para obtener el perdón de tus pecados º.
15 En momentos de aflicción, el Señor se acordará de ti, y como el sol deshace la escarcha, así él deshará tus pecados.
16 Abandonar al padre es como blasfemar; maltratar a la madre, como ser maldecido por el Señor. º
17

Humildad y sencillez

Hijo mío, compórtate siempre con sencillez y serás más apreciado que quienes hacen regalos º.
18 Cuanto más grande seas, más debes humillarte; te granjearás así la benevolencia del Señor º. º
19
20 Porque grande es el poder del Señor, pero son los pequeños quienes lo ensalzan º.
21 No ambiciones conseguir lo que te supera, ni investigues lo que está más allá de tus fuerzas. º
22 Medita lo que se te ha encomendado, pues de nada te servirán las cosas ocultas.
23 No te empeñes en hacer lo que excede tu capacidad, lo que se te ha revelado supera la inteligencia humana.
24

Orgullo y terquedad

A muchos han extraviado sus propias ideas, y perversas especulaciones los han desorientado º.
25
26 El corazón obstinado terminará mal, quien ama el peligro en él perecerá. º
27 El corazón obstinado se cargará de fatigas, el pecador cometerá pecado tras pecado.
28 La herida del soberbio no tiene cura, pues la planta del mal ha echado raíces en él º.
29 El que es inteligente medita los proverbios, el anhelo del sabio es tener oídos atentos º.
30

Socorrer al necesitado

Por ardiente que sea un fuego, el agua lo apaga; socorrer al necesitado, obtiene el perdón de los pecados. º
31 Quien se adelanta a hacer el bien, prepara el porvenir º; si alguna vez cae, encontrará un apoyo.

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Introducción a Eclesiástico

INTRODUCCIÓN


1. Datos generales


El libro de Eclesiástico es una de las obras más representativas de la literatura sapiencial israelita. En este aspecto, no desmerece en nada al lado de Job, Eclesiastés y Proverbios, libro este último con el que presenta estrechas semejanzas. El judaísmo palestinense — dominado a partir del siglo I d. C. por el grupo de los fariseos — no reconoció su carácter de libro sagrado. Sin embargo sí le reconoció tal carácter el judaísmo alejandrino; además, los rabinos le dispensaron siempre un gran aprecio hasta el punto de ser citado con frecuencia en el Talmud.


La literatura rabínica se refiere a este libro como “Proverbios de Ben Sira”, los manuscritos griegos lo denominan “Sabiduría de Jesús, hijo de Sira” y en la tradición latina ha prevalecido desde antiguo el nombre de “Eclesiástico” debido al amplio uso que hizo de él la Iglesia primitiva, sobre todo para instruir a los que se preparaban a recibir el Bautismo. En realidad se trata prácticamente del único libro, dentro de la antigua literatura israelita, del que conocemos con certeza el nombre del autor: Jesús Ben (hijo de) Sira. De ahí que modernamente — sobre todo en ambientes especializados — sea frecuente dar también a esta obra el nombre de Libro de Ben Sira, o bien el Sirácida.


Escrito en lengua semita, si bien el original hebreo (del que Jerónimo, el traductor de la Vulgata, llegó a conocer una copia) se perdió muy pronto, el texto completo ha llegado a nosotros — al menos por el momento — sólo en las traducciones griega, siriaca y latina. Pero a finales del siglo XIX — exactamente a partir del año 1896 — se fueron descubriendo en las excavaciones de una antigua sinagoga de El Cairo una serie de manuscritos con buena parte del texto hebreo original de Eclo. A estos manuscritos de El Cairo hay que añadir dos pequeños fragmentos procedentes de las cuevas 2 y 11 de Qumrán, descubiertos en 1956, y un rollo de mayor entidad encontrado en el año 1964 en las ruinas de la antigua fortaleza de Masada, junto al Mar Muerto. Un total de nueve manuscritos que nos han permitido recuperar dos terceras partes aproximadamente del texto hebreo de Eclo.


2. Marco histórico


Ben Sira, el autor de Eclo, fue sin duda un experto maestro de sabiduría que vivió y enseñó en Jerusalén a caballo entre los siglos III y II a. C. Son los últimos años de la hegemonía de los Tolomeos egipcios sobre Palestina y los primeros del dominio de los Seleúcidas sirios. Ben Sira tiene reciente el recuerdo personal del sumo sacerdote Simón II (ver Sir 50:1-24) que estaba en funciones cuando Antíoco III conquista Jerusalén en el año 198 a. C. Por otra parte no encontramos ninguna alusión en Eclo a los trágicos acontecimientos que tuvieron lugar a raíz de la muerte del sumo sacerdote Simón II y de su hijo Onías III (años 180-175 a. C.), de la encarnizada persecución de Antíoco IV Epífanes contra el judaísmo (años 175-168 a. C.) y del consiguiente levantamiento de los Macabeos (años 167-166 a. C.). Por tanto, Ben Sira debió escribir su obra no más tarde del año 180 a. C. Esta fecha queda más o menos confirmada por el hecho de que el nieto del autor traduce en Egipto la obra del abuelo hacia el año 130 a. C., como se deduce de los datos aportados por el traductor en el prólogo de la obra. Un período de unos cincuenta años entre el original hebreo y la traducción al griego parece más que correcto.


Son los años en que el helenismo amenaza con invadirlo todo, y Ben Sira, espíritu abierto por lo demás a ciertos aspectos de la nueva cultura, quiere poner en guardia a sus lectores contra los peligros que esta cultura entraña para la religiosidad judía. Los israelitas van a tener que elegir entre aceptar indiscriminadamente el helenismo o bien mantenerse fieles a las exigencias fundamentales de la ley y de la tradición de sus antepasados.


3. Características literarias


Son las propias de la literatura sapiencial, si bien Ben Sira, a diferencia del autor de Proverbios, no compone habitualmente por refranes o sentencias aisladas, sino a base de temas que dan lugar a un amplio abanico de subgéneros literarios: himnos, plegarias, reflexiones moralizantes, notas autobiográficas, poemas didácticos, salmo de acción de gracias, etc.


Sin que lo podamos calificar de brillante, Ben Sira posee un aceptable talento literario capaz de combinar lo lírico y lo didáctico. Escribe en hebreo clásico tardío, sin que su vocabulario y estilo desmerezcan del resto de la literatura sapiencial; en más de una ocasión imita el tono devocional de algunos salmos. No se descarta en ciertos momentos la influencia de autores griegos, pero no es en absoluto determinante. Nos encontramos ante un semita que compone con criterios diferentes a los que son propios de la literatura griega y que lleva a cabo una especie de traslado de la enseñanza moral a la instrucción por escrito con numerosos temas sobre los que vuelve una y otra vez con frecuentes digresiones.


Como no escribe con la intención de elaborar un tratado sistemático sobre ningún tema concreto, no debemos buscar una estructura rigurosa o un orden muy estudiado. Lo cual no quiere decir que la obra de Ben Sira carezca de una estructura elemental que podríamos determinar como sigue:


Prólogo (del traductor griego)


I. — LA SABIDURÍA: NATURALEZA Y CAMINO HACIA ELLA (Sir 1:1-30Sir 23:1-27)


II. — EXCELENCIAS DE LA SABIDURÍA (Sir 24:1Sir 42:14)


III. — LA SABIDURÍA EN LA NATURALEZA (Sir 42:15Sir 43:33)


IV. — LA SABIDURÍA EN LA HISTORIA (Sir 44:1-23Sir 50:1-29)


Epílogo (Sir 51:1-30)


4. Finalidad y contenido fundamental


Como se ha indicado más arriba, Ben Sira escribe para defender el patrimonio cultural y religioso del judaísmo frente a la avalancha de un helenismo que amenazaba con absorberlo todo. Se siente orgulloso de ser israelita y está convencido de que en la ley revelada radica la auténtica sabiduría. El pensamiento y la civilización griega tienen, sin duda, sus valores; pero nunca como para suplantar los valores de la tradición y la sabiduría israelitas, valores que Ben Sira ha heredado y que ha ido haciendo suyos a través de la reflexión, la plegaria y la propia experiencia; ahora los quiere transmitir a sus compatriotas.


A primera vista puede dar la impresión — y así se ha sugerido en ocasiones — que el tema central de Eclo es el del “temor de Dios”, en el sentido bíblico del término “temor” que no es el de sentir miedo o terror, sino el de venerar, respetar, tributar honor, en última instancia el de ser fieles al Señor; de hecho en la presente traducción las expresiones literales “temor de Dios” o “temor del Señor” y “temer a Dios” o “temer al Señor” se han traducido por “honrar o respetar a Dios o al Señor”. Pero en realidad, todo el libro está articulado en torno a la verdadera sabiduría y, más en concreto, en torno a la vinculación sabiduría-ley en cuanto la ley es la expresión más adecuada de la sabiduría. En este sentido, se ha escrito que Ben Sira sería el último de los sabios y el primero de los rabinos. Nadie piense, sin embargo, que el autor de Eclo es un legalista a quien sólo preocupa el simple cumplimiento de la ley en sus más mínimos detalles. Leyendo Sir 24:1-34 constatamos que es sobre todo el corazón y la buena disposición interior lo que importa.


Ben Sira está interesado por el culto, pero lo está mucho más por la conducta moral y social. Por lo demás, habla poco del futuro, sea de la nación, sea del individuo. Sobre un eventual futuro mesiánico, apenas hay una ligera alusión en Sir 36:1-10. Y no deja de sorprender que, encontrándose tan cercano cronológicamente a los libros de Daniel, 2 Macabeos y Sabiduría, no encontremos en Eclo ninguna referencia a una existencia ultra terrena, sea para bien o para mal (ver Sir 14:16; Sir 17:27-28); si acaso, un ligero atisbo en Sir 7:17 y Sir 48:11.


Finalmente, hay que valorar de forma muy positiva la habilidad con que Ben Sira integra en su enseñanza la historia del pueblo israelita, sirviéndose de las figuras más representativas de la misma (Sir 44:1-23Sir 50:1-29).


5. El texto traducido


El hecho de que sólo parcialmente haya llegado hasta nosotros el texto hebreo de Eclo, hace que, por el momento, parezca más oportuno tomar como base la traducción del texto griego de los LXX. Así lo hacemos en la presente traducción interconfesional ateniéndonos a las siguientes directrices: a) Seguimos la edición crítica griega de los LXX publicada por Alfred Rahlfs (primera edición, Stuttgart 1935) en la que se ponen en nota una serie de versículos que no figuran en los manuscritos griegos más representativos. b) Del texto hebreo, sólo incorporamos a la traducción las aportaciones que juzgamos manifiestamente preferibles a la lectura del texto griego, consignando en nota tal incorporación. c) Las restantes variantes hebreas consideradas de cierta importancia son también consignadas en nota.


Téngase en cuenta que tanto los diversos manuscritos hebreos descubiertos, como el texto griego de los LXX, son tributarios del texto hebreo original, para cuya reconstrucción fidedigna son válidos, en mayor o menor medida, todos los materiales manuscritos que poseemos.


Fuente:

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Notas

Eclesiástico 3,1Éxo 12:20; Deu 5:16; Pro 23:22; (ver Efe 6:1-3).


Eclesiástico 3,1— los consejos del padre: O bien: de su padre; así según la antigua versión latina de la Vulgata; el texto griego dice: escúchenme a mí, el padre.
Eclesiástico 3,6— a su madre: Algunos manuscritos griegos añaden: quien honra al Señor, respetará a su padre.
Eclesiástico 3,8— Respeta...: A partir de este momento disponemos ya de texto hebreo (ver Introducción al libro) que utilizaremos en la medida que parezca oportuno o que recogeremos en nota siempre que sus variantes parezcan de interés.
Eclesiástico 3,8Gén 27:25-29; Mat 15:4-6; (ver Mat 21:28-31).
Eclesiástico 3,9— afianza la familia... arranca sus cimientos: El texto hebreo dice: hace echar raíces... arranca lo plantado.
Eclesiástico 3,11— ... de sus hijos: Según el texto hebreo, este verso debería traducirse: quien desprecia a su madre, se llena de pecados.
Eclesiástico 3,11Pro 17:6.
Eclesiástico 3,14— la limosna que hace el padre: En absoluto, cabría también traducir: socorrer al padre.

— para obtener el perdón de tus pecados: Así según el texto hebreo; la versión griega ofrece un texto de difícil traducción, a saber: para edificarte una casa.
Eclesiástico 3,16Lev 20:9; Deu 27:16; Pro 19:26; Pro 30:17; (ver Éxo 21:17).
Eclesiástico 3,17— quienes hacen regalos: Esta traducción está inspirada en el texto hebreo; la versión griega avalaría más bien la siguiente: y serás amado por quienes agradan al Señor.
Eclesiástico 3,18— la benevolencia del Señor: Algunos manuscritos griegos y la versión siriaca añaden el v. Sir 3:19 que dice: Son muchos los altivos y orgullosos, pero el Señor revela sus secretos a los humildes.
Eclesiástico 3,18Pro 3:34; Mar 9:35 y par.
Eclesiástico 3,20— lo ensalzan: El texto hebreo dice en este versículo: Es grande la misericordia de Dios y revela sus secretos a los humildes. Nótese cómo la segunda parte del versículo coincide con la segunda parte de Sir 3:19 (ver nota precedente).
Eclesiástico 3,21Sal 131:1.
Eclesiástico 3,24— los han desorientado: Algunos manuscritos griegos añaden el v. Sir 3:25 que dice: Si no tienes pupilas, te faltará la luz; si careces de ciencia, no te dediques a enseñar.
Eclesiástico 3,26Pro 28:14; Rom 2:5.
Eclesiástico 3,28— La herida... ha echado raíces en él: El texto hebreo dice: No te apresures a curar la herida del malvado; no hay remedio para él, pues es brote de mala planta.
Eclesiástico 3,29— el anhelo... oídos atentos: El texto hebreo dice: quien escucha atentamente la sabiduría, se alegrará.
Eclesiástico 3,30Sir 7:23; Sir 29:8-13; Tob 4:7-42; Tob 5:1-21; Tob 6:1-17; Tob 7:1-18; Tob 8:1-21; Tob 9:1-6; Tob 10:1-12; Tob 11:1-16; Tob 12:8; Mat 6:1-4; Mat 19:21.
Eclesiástico 3,31— prepara el porvenir: El texto hebreo dice: lo recordarán más tarde.