Deuteronomio  32 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 52 versitos |
1 Escuchen, cielos, que voy a hablar; oye, tierra, las palabras de mi boca.
2 Que caiga mi enseñanza como lluvia y desciendan como rocío mis palabras, como aguacero sobre la hierba, como lluvia abundante sobre los pastos.
3 Proclamaré el nombre del Señor. ¡Reconozcan la grandeza de nuestro Dios!
4 Él es la Roca º; su obra es perfecta y todos sus caminos son justos. dios es fiel y sin maldad, es justo y recto.
5 Pero se comportaron mal con él los que ya no son sus hijos a causa de su depravación º: ¡esa generación torcida y perversa!
6 ¿Y así le pagan al Señor, pueblo insensato y necio? ¿Acaso no es él tu Padre, tu Creador, el que te creó y te dio el ser?
7 Recuerda los días de antaño, piensa en los tiempos pasados; pídele a tu padre que te lo cuente, a tus ancianos que te lo expliquen:
8 cuando el Altísimo * dio su herencia a las naciones, cuando dividió a toda la humanidad y fijó las fronteras a los pueblos º según el número de los hijos de Dios º.
9 Pero la parte del Señor es su pueblo, la porción de su herencia es Jacob:
10 lo halló en una tierra desolada, en la rugiente soledad del desierto; lo envolvió en sus brazos y lo protegió, lo cuidó como a la niña de sus ojos;
11 como un águila que revolotea sobre el nido y anima a sus polluelos a emprender el vuelo, así el Señor extendió sus alas, lo tomó y lo llevó sobre sus plumas. º
12 Sólo el Señor lo guiaba; ningún dios extraño tuvo que ir con él.
13 Le hizo cabalgar sobre los montes y lo alimentó con los frutos del campo; lo crió con miel de la peña y aceite de la dura roca;
14 con cuajada de vaca y leche de oveja, y con corderos cebados y cabritos; con carneros oriundos de Basán; con los mejores granos de trigo y la sangre fermentada de la uva.
15 Pero engordó Jesurún º y se sacudió la carga. ¡Sí, engordaste, te pusiste rollizo te hiciste corpulento! Abandonó al Dios que lo creó, y despreció a su Roca salvadora.
16 Provocaron sus celos con dioses extraños, lo enojaron con abominaciones.
17 Ofrecieron sacrificios a demonios que no son Dios; a dioses que no habían conocido, a dioses nuevos, recién llegados, a quienes sus antepasados no adoraron. º
18 Despreciaste a la Roca que te engendró; olvidaste al Dios que te dio la vida.
19 Y el Señor se llenó de ira, al ver cómo sus hijos e hijas le ofendían.
20 Entonces dijo: Voy a ocultarles mi rostro, ¡y a ver en qué terminan! Sin duda son una generación perversa, hijos desleales.
21 Provocaron mis celos adorando a quien no es Dios, me han enojado con sus ídolos vanos; ahora yo provocaré sus celos con un pueblo que no es pueblo; º los irritaré con una nación insensata.
22 Se ha encendido el fuego de mi ira, que quema hasta lo profundo del abismo º; devorará la tierra y sus cosechas, y consumirá la raíz de las montañas.
23 Amontonaré desastres sobre ellos y serán blanco de todas mis flechas.
24 Quedarán extenuados por el hambre y la fiebre, consumidos por epidemias malignas; enviaré contra ellos colmillos de fieras y serpientes venenosas que muerden el polvo.
25 En la calle caerán sus hijos a filo de espada, y en sus casas reinará el espanto; perecerán el muchacho y la muchacha, el anciano y el niño de pecho.
26 Me dije: Voy a destruirlos º y a borrar de la tierra su recuerdo.
27 Pero temí las burlas del enemigo, que los adversarios pudieran entenderlo mal y pensaran: “La victoria ha sido nuestra º, nada de esto lo ha hecho el Señor”.
28 Porque es un pueblo que ha perdido el juicio y carece de cordura.
29 Si fueran sabios, lo entenderían y comprenderían cuál será su fin.
30 ¿Cómo podría uno solo hacer huir a mil o dos poner en fuga a diez mil, si no es porque los ha vendido su Roca y los ha entregado el Señor?
31 ¡Bien saben nuestros enemigos que su roca no es como la nuestra!
32 Su viña es un retoño de la cepa de Sodoma y de los campos de Gomorra; sus uvas son uvas venenosas, sus racimos saben amargos;
33 su vino es veneno de víbora, ¡ponzoña mortal de serpientes!
34 Todo esto lo tengo guardado, atesorado en mi recuerdo,
35 para el día de la venganza, º cuando llegue el tiempo de darles su merecido, el momento de su caída. Porque se apresura su desastre, su ruina es inminente.
36 El Señor saldrá en defensa de su pueblo cuando lo vea desfallecer; se compadecerá de sus siervos cuando ya no queden ni esclavos ni libres º. º
37 Entonces dirá: ¿Dónde están ahora sus dioses, la roca en la cual buscaron refugio,
38 los que comían la grasa de sus sacrificios y bebían el vino de sus ofrendas? ¡Que se levanten a ayudarlos! ¡Que vengan a protegerlos!
39 ¡Vean ahora que yo soy el único Dios! No hay otros dioses fuera de mí. Yo doy la muerte y la vida, yo causo la herida y la sano. ¡Nadie puede librarse de mi poder!
40 Levanto la mano al cielo º y juro: Tan cierto como que vivo para siempre,
41 es que me vengaré de mis adversarios cuando afile mi espada reluciente y comience a impartir justicia º. ¡Daré su merecido a los que me odian!
42 Mis flechas se embriagarán de sangre, y mi espada se hartará de carne: sangre de heridos y de cautivos, cabezas de jefes enemigos.
43 ¡Alégrense, naciones, con su pueblo, porque él vengará la sangre de sus siervos. dios se vengará de sus enemigos, y purificará su tierra y a su pueblo º! º
44 Moisés, acompañado de Josué º, hijo de Nun, se presentó ante todo el pueblo de Israel y les recitó completo este cántico.
45 Cuando Moisés terminó de recitar a todo Israel el cántico,
46 les dijo: — Mediten bien en todas estas palabras con las que hoy doy testimonio contra ustedes y díganles a sus hijos que cumplan fielmente todas las cláusulas de esta ley.
47 Porque no son palabras que ustedes deban tomar a la ligera, sino que de ellas depende su vida; y por ellas prolongarán sus días en la tierra que van a tomar en posesión al otro lado del Jordán.
48

Anuncio de la muerte de Moisés

Aquel mismo día el Señor le dijo a Moisés:
49 — Sube a las montañas de Abarín, al monte Nebo, en el territorio de Moab, enfrente de Jericó, y contempla la tierra de Canaán que voy a dar en posesión a los israelitas.
50 Allí, en el monte al que vas a subir, morirás y te reunirás con tus antepasados, al igual que tu hermano Aarón, que murió en el monte Hor y fue a reunirse con sus antepasados.
51 Ustedes dos me fueron infieles a la vista de todos los israelitas, cuando estaban en las aguas de Meribá, en Cadés, en el desierto de Sin; allí no reconocieron mi santidad delante de ellos.
52 Por eso no entrarás en la tierra que voy a dar a los israelitas; solamente la verás de lejos. º

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Introducción a Deuteronomio 

INTRODUCCIÓN


El libro de Números se centra sobre todo en narrar la marcha de los israelitas a través del desierto, camino de la tierra prometida. Fue esta una vivencia histórica que dejó una profunda huella en la memoria colectiva de Israel. Los profetas Oseas y Jeremías describen esta época con rasgos netamente positivos, como el tiempo de las relaciones ideales entre Dios y su pueblo (Jer 2:2-3; Ose 2:14-21). Para la escuela deuteronomista es el tiempo y el lugar en que Dios pone a prueba a su pueblo (Deu 8:2-6), una prueba de la que no siempre los israelitas salieron bien parados, como lo hace notar el profeta Ezequiel (Eze 20:1-49) y también el salmista que invita a su generación a no comportarse como lo hizo la generación del desierto, generación terca y rebelde que no fue fiel a Dios (Sal 78:8).


Llegados los tiempos de la Nueva Alianza, Juan Bautista y Jesús de Nazaret buscarán repetir esta experiencia del desierto (Mat 3:1; Mat 4:1; Luc 1:80) tratando de encontrarse allí con Dios, de ser plenamente fieles a los planes divinos y de introducir al nuevo pueblo de Dios en la verdadera “tierra prometida”, una tierra que de veras mane leche y miel.


1. Título y texto


Siguiendo la costumbre semita de referirse a los libros bíblicos por sus primeras palabras, los judíos designaban a este libro —que hoy denominamos de NÚMEROS— con el título de “y él habló” y más comúnmente con el de bemidbar, es decir “en el desierto”, que es el que mejor corresponde al contenido y el que actualmente lleva en la Biblia hebrea.


El título castellano actual —libro de Números— procede de la versión griega de los LXX y se debe al interés del autor o autores del mismo por los censos, y a las abundantes cifras que se consignan en él.


En cuanto al texto hebreo que ha llegado hasta nosotros, hay que decir que el de Números presenta un excelente estado de conservación; sólo hay que exceptuar algún que otro versículo en pasajes poéticos (ver Núm 21:14; Núm 21:30 y Núm 24:22-24). Como testigos cualificados del texto primitivo disponemos del Texto Masorético, de la traducción griega de los LXX, del Pentateuco Samaritano y de algunos manuscritos de Qumrán (4QNm). Entre las traducciones antiguas merecen también mencionarse el targum arameo de Ónkelos, la Peshita siriaca y la Vulgata latina.


2. Contexto histórico


El libro de Números se sitúa históricamente en la época de formación del pueblo israelita, concretamente abarca el tramo que va desde la teofanía del Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35) hasta su llegada a las llanuras de Moab, en la ribera oriental del Jordán (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18; Núm 26:1-65; Núm 27:1-23; Núm 28:1-31; Núm 29:1-40; Núm 29:40-15; Núm 31:1-54; Núm 32:1-42; Núm 33:1-56). En este sentido podemos decir que Números continúa la trama narrativa de Éxodo y enmarca geográficamente los discursos parenéticos del Deuteronomio.


Es difícil para el historiador precisar el contorno exacto de los acontecimientos que tuvieron lugar en este período y que podrían fecharse en el último cuarto del segundo milenio a. C. Parece que diversos clanes seminómadas, unos procedentes de Egipto y otros oriundos de Canaán, pero étnicamente afines, se fusionaron para dar origen a una nación fuertemente aglutinada por lazos sobre todo religiosos. Ni los restos arqueológicos ni los textos extrabíblicos de la época nos proporcionan noticias sobre ello; se limitan a constatar movimientos de diversos grupos tribales en el marco de las migraciones de distintos clanes seminómadas en dirección a Palestina. Pero los avatares vividos por los clanes israelitas en esta marcha hacia Palestina dejaron un recuerdo perdurable en su memoria: incidentes de todo tipo, conflictos entre los componentes de las distintas tribus, derrotas sufridas, victorias obtenidas, itinerarios recorridos. El libro de Números es una evocación teológico-literaria de todas estas vivencias; ello hace que bastantes datos resulten poco verosímiles históricamente hablando. A la hora de organizar los materiales que integran el libro de Números, el autor tiene ante todo un interés religioso que relega a un segundo plano la precisión histórica.


3. Proceso de composición


Como el resto de los libros que integran el Pentateuco, el libro de Números es el resultado de un largo y complejo proceso redaccional. Remitimos sobre el particular a lo dicho en la introducción general al Pentateuco. Así pues, también en Números están presentes los grandes estratos literarios que conocemos con el nombre de tradición yavista (J), tradición elohista (E) y tradición sacerdotal (P). Los textos yavistas, más vinculados a las tribus del sur, resaltan sobre todo los aspectos humanos de los orígenes históricos del pueblo israelita e insisten en su destino universal (Núm 22:1-41; Núm 24:1-25); los elohistas, por su parte, ponen énfasis en la unidad de la nación que se está gestando, condenan cualquier tendencia separatista (Núm 16:12-34) y alumbran el despertar de la institución profética (Núm 11:25-29).


Pero es sobre todo la tradición sacerdotal la que vertebra de principio a fin el libro de Números. Podemos decir al respecto que autores de la escuela sacerdotal han reelaborado profundamente las antiguas tradiciones yavistas y elohistas, aportando al mismo tiempo una gran cantidad de materiales nuevos; con ello han dado origen a una obra que podemos considerar nueva, tanto en la forma como en el fondo. Por lo demás, lo mismo que en Éxodo y Deuteronomio, en el libro de Números alternan secciones narrativas y legales, de forma que los pasajes narrativos son como el marco de los textos legales y cultuales.


4. Contenido teológico y claves de lectura


Se ha dicho más arriba que el contenido teológico fundamental de Números está sobre todo inspirado por la tradición sacerdotal que considera a Israel no tanto como una nación más, implicada en la vida política internacional y preocupada por tanto de su organización militar, cuanto como una comunidad dedicada a rendir culto al Señor, su Dios. Así las cosas, todo en esta comunidad está perfectamente regulado, hasta en sus más mínimos detalles, por la voluntad divina. Aunque aparentemente es Moisés el que preside y guía a la comunidad, quien realmente la gobierna es la palabra del Señor.


Al ser un pueblo en marcha —la larga marcha a través del desierto—, Israel no dispone de un santuario asentado de manera estable en un lugar concreto, sino que Dios se hace presente, es decir mora (de donde el nombre peculiar del santuario: la Morada) en una Tienda movible y transportable; nadie puede monopolizar la presencia del Señor al mismo tiempo protectora y temible. Por su parte, la institución de los sacerdotes y levitas actúa de pararrayos para que el pueblo, tantas veces infiel y pecador, no sea fulminado por la cólera divina (Núm 8:19; Núm 16:47-48). Cabría, pues, decir que la marcha de los israelitas a través del desierto tiene más de procesión litúrgica y de camino teológico que de organización y marcha cívico-militar. En esta marcha teológica es posible reconocer una secuencia de momentos que se repiten una y otra vez: gracia, pecado, castigo, conversión y de nuevo gracia. Dicha secuencia —en la que la gracia es el momento clave— constituye uno de los principales ejes teológicos del libro. Con ello la comunidad del desierto se convierte en punto de referencia para el pueblo de Dios de todos los tiempos: al verse reflejada en el libro de Números, la comunidad eclesial comprenderá que es un pueblo en marcha, un pueblo de profetas, un pueblo dirigido por la palabra divina y dedicado a servir al Señor.


Digamos finalmente que, dentro del libro de Números, los textos de mayor calado y densidad teológica son los cuatro poemas que el autor pone en boca de Balaán, el singular protagonista de los cps. Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25, y que pertenecen a las antiguas tradiciones yavista y elohista. En ellos se enfatizan los temas de la elección y la bendición divina que a través de Israel alcanzan al resto de la humanidad, temas cuya presencia mitiga en cierta manera la escasa presencia en Números de temas tan capitales como la creación, la promesa, la alianza o la ley.


5. Estructura


Según sean los criterios —geográficos, literarios o temáticos— que con preferencia se utilicen, así será la estructura que se aplique a Números. Si utilizamos criterios geográficos, cabría distinguir tres partes:


a) Núm 1:1-54Núm 10:1-10 : estancia en el Sinaí;


b) Núm 10:11-36Núm 21:1-35 : marcha desde el Sinaí hasta Transjordania; y


c) Núm 22:1-41Núm 36:1-13 : acampada en las llanuras de Moab.


Pero cabe también utilizar criterios literario-temáticos como son los dos censos de Núm 1:1 ss y Núm 26:1 ss y como es el hecho de que Núm 1:1-54Núm 25:1-18 tenga como protagonista a la generación que salió de Egipto, mientras que en Núm 26:1-65Núm 36:1-13 lo es la generación que, totalmente renovada, se encamina hacia la tierra prometida. En la presente traducción seguimos este segundo modelo que articulamos como sigue:


I.— LA GENERACIÓN DEL ÉXODO (Núm 1:1-54Núm 25:1-18)


EN SINAÍ (Núm 1:1Núm 10:10)


Organización del campamento (Núm 1:1-54; Núm 2:1-34; Núm 3:1-51; Núm 4:1-49)


Leyes diversas y bendición sacerdotal (Núm 5:1-31; Núm 6:1-27)


Ofrendas de los jefes y normas para los levitas (Núm 7:1-89; Núm 8:1-26)


Celebración de la Pascua y partida (Núm 9:1-10, Núm 10:1-10)


DESDE SINAÍ HASTA TRANSJORDANIA (Núm 10:11-36Núm 25:1-18)


De Sinaí a Cadés (o Parán) (Núm 10:11-36; Núm 11:1-35; Núm 12:1-16)


En Cadés y su entorno (Núm 13:1-33; Núm 14:1-45; Núm 15:1-41; Núm 16:1-50; Núm 16:36-48; Núm 18:1-32; Núm 19:1-22; Núm 20:1-13)


De Cadés a Moab (Núm 20:14-29; Núm 21:1-35)


En la estepa de Moab (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18)


II.— LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA (Núm 26:1-65Núm 36:1-13)


Normas sobre la ocupación de la tierra (Núm 26:1-65Núm 31:1-54)


Ocupación de Transjordania y últimas disposiciones (Núm 32:1-42Núm 36:1-13)


Fuente:

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Notas

Deuteronomio  32,4— Él es la Roca. La imagen de la roca, que aparece varias veces en el cántico (Deu 32:15; Deu 32:18; Deu 32:30-31; Deu 32:37), expresa la idea de firmeza y protección.


Deuteronomio  32,5— los que ya no son sus hijos a causa de su depravación: Traducción conjetural de un texto hebreo oscuro.
Deuteronomio  32,8— Altísimo: Heb. Elión; antiguo título de Dios, usado también por los pueblos cananeos.

— los hijos de Dios: En realidad, el texto hebreo dice: los hijos de Israel; sin embargo, la traducción adoptada, avalada por las antiguas versiones y por algún manuscrito hebreo, tiene probabilidades de responder al texto original; haría referencia a los ángeles o a los servidores celestiales de Dios.
Deuteronomio  32,8Hch 17:26.
Deuteronomio  32,11Éxo 19:4.
Deuteronomio  32,15— Jesurún: Nombre poético de Israel, de significado incierto. Probablemente se trata de un diminutivo derivado de la palabra hebrea que significa recto o justo. Otros lo derivan de la palabra hebrea que significa “toro”, como símbolo de fuerza. Ver Deu 33:5; Deu 33:26; Isa 44:2.
Deuteronomio  32,171Co 10:20.
Deuteronomio  32,21Éxo 20:5; Rom 10:19; 1Co 10:22.
Deuteronomio  32,22— del abismo: Lit. seol. Se trata del lugar que los antiguos hebreos consideraban como el “reino de los muertos” (y así ha sido traducido habitualmente este vocablo en la presente traducción) y que situaban en lo más profundo de la tierra.
Deuteronomio  32,26— destruirlos: Otra posible traducción: dispersarlos.
Deuteronomio  32,27— la victoria ha sido nuestra: Lit. nuestra mano ha prevalecido.
Deuteronomio  32,35Rom 12:19; Heb 10:30.
Deuteronomio  32,36Sal 135:14.
Deuteronomio  32,36— ni esclavos ni libres: Traducción probable de un texto hebreo poco claro que diría literalmente: ni retenido ni suelto, un modismo semita que puede entenderse de distintas maneras: ni fuertes ni débiles, ni casado ni soltero, ni menor ni adulto, o, si se trata de ganado, ni encerrado (en el corral) ni suelto (en el campo).
Deuteronomio  32,40— levanto la mano al cielo: Gesto que se hacía al prestar un juramento.
Deuteronomio  32,41— y comience a impartir justicia: Lit. y empuñe en mi mano el juicio.
Deuteronomio  32,43Rom 15:10; Apo 19:2.
Deuteronomio  32,43— Un antiguo ms. hebreo y la versión griega de los LXX ofrecen un texto más extenso de este versículo: ¡Alégrense, cielos, con él! ¡Adórenle todos los dioses (o los hijos de Dios)! ¡Alégrense, naciones, con su pueblo, y que todos los mensajeros de Dios se fortalezcan para él! Él vengará la muerte de sus hijos, tomará venganza de sus enemigos. Dará su merecido a los que lo aborrecen, el Señor perdonará a la tierra de su pueblo.
Deuteronomio  32,44— Josué: El texto hebreo conserva aquí el nombre de Oseas -“el que salva” (ver Núm 13:8)-, antiguo nombre de nuestro protagonista que Moisés cambió por el de Josué -“el Señor salva”- (ver Núm 13:16).
Deuteronomio  32,52Deu 3:23-27; Núm 20:10-13; Núm 27:12-14.