Eclesiástico 10 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 31 versitos |
1

Buenos y malos gobernantes

El gobernante sabio instruye a su pueblo; si quien dirige es inteligente, todo estará en orden.
2 Según el que gobierna un pueblo, así sus ministros; y según el que dirige la ciudad, así sus habitantes.
3 Rey sin instrucción º, desastre para su pueblo; en la inteligencia de quienes mandan, se cimentará la ciudad.
4 El gobierno del mundo está en manos del Señor que en cada momento designa como jefe a quien conviene.
5 El éxito humano º depende del Señor, él confiere autoridad a quien legisla. º
6

Contra la injusticia y la soberbia

Que ningún agravio te enemiste * con el prójimo, ni hagas algo con ánimo de injuriar º. º
7 El Señor y los humanos detestan la arrogancia, para ambos es odiosa la injusticia.
8 La hegemonía pasa de nación a nación mediante la injusticia, la violencia y el dinero.
9 ¿De qué puede ufanarse el que es polvo y ceniza, si ya en vida se pudren sus entrañas?
10 Una larga dolencia desconcierta al médico º; el que hoy es rey, mañana estará muerto.
11 Cuando muere el ser humano hereda lombrices, orugas y gusanos.
12 El origen de la soberbia humana radica en apartarse del Señor º, en alejar su corazón del Creador;
13 pues el origen de la soberbia es el pecado, y quien se obstina en ella, difunde iniquidad º. Por eso el Señor envió terribles castigos hasta aniquilar totalmente a los impíos.
14 El Señor destronó a los poderosos º y puso en su lugar a los humildes. º
15 El Señor arrancó de raíz a las naciones y plantó en su lugar a los sencillos º.
16 El Señor arrasó º las regiones paganas, las aniquiló desde sus mismos cimientos;
17 arrancó a unos, exterminó a otros y borró de la tierra su memoria. º
18 No es digna del ser humano la soberbia, ni la violencia es propia del nacido de mujer.
19

Los que merecen ser honrados

¿Una raza merecedora de honor?: la raza humana. ¿Una raza merecedora de honor?: los que honran al Señor. ¿Una raza merecedora de desprecio?: la raza humana. ¿Una raza merecedora de desprecio?: la de quienes quebrantan los mandamientos. º
20 El que preside merece el honor de los hermanos y el Señor mira con buenos ojos a quienes lo honran º.
21
22 Huésped o extranjero, inmigrante o necesitado º, su timbre de gloria será honrar al Señor.
23 No está bien despreciar al sensato, aunque sea pobre, ni se debe rendir homenaje al pecador.
24 Notables, gobernantes y poderosos pueden recibir homenaje, pero ninguno más grande que quien honra al Señor.
25 Al esclavo que es sabio lo servirán los libres, sin que el inteligente tenga nada que objetar.
26

Sencillez y autenticidad

No presumas de sabio cuando haces lo que debes ni en tiempos difíciles busques honores.
27 Es preferible trabajar y vivir con holgura que andar pavoneándose y no tener qué comer. º
28 Hijo mío, sé modesto al valorarte y no te estimes más allá de lo debido.
29 Al que se declara culpable, ¿quién lo absolverá? Al que se deshonra a sí mismo, ¿quién lo estimará?
30 Al pobre se le aprecia por su inteligencia; al rico, porque atesora riquezas.
31 Si uno es estimado cuando es pobre, lo será mucho más si llega a rico; pero si es despreciado aun siendo rico, ¡cuánto más si se hace pobre!

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Introducción a Eclesiástico

INTRODUCCIÓN


1. Datos generales


El libro de Eclesiástico es una de las obras más representativas de la literatura sapiencial israelita. En este aspecto, no desmerece en nada al lado de Job, Eclesiastés y Proverbios, libro este último con el que presenta estrechas semejanzas. El judaísmo palestinense — dominado a partir del siglo I d. C. por el grupo de los fariseos — no reconoció su carácter de libro sagrado. Sin embargo sí le reconoció tal carácter el judaísmo alejandrino; además, los rabinos le dispensaron siempre un gran aprecio hasta el punto de ser citado con frecuencia en el Talmud.


La literatura rabínica se refiere a este libro como “Proverbios de Ben Sira”, los manuscritos griegos lo denominan “Sabiduría de Jesús, hijo de Sira” y en la tradición latina ha prevalecido desde antiguo el nombre de “Eclesiástico” debido al amplio uso que hizo de él la Iglesia primitiva, sobre todo para instruir a los que se preparaban a recibir el Bautismo. En realidad se trata prácticamente del único libro, dentro de la antigua literatura israelita, del que conocemos con certeza el nombre del autor: Jesús Ben (hijo de) Sira. De ahí que modernamente — sobre todo en ambientes especializados — sea frecuente dar también a esta obra el nombre de Libro de Ben Sira, o bien el Sirácida.


Escrito en lengua semita, si bien el original hebreo (del que Jerónimo, el traductor de la Vulgata, llegó a conocer una copia) se perdió muy pronto, el texto completo ha llegado a nosotros — al menos por el momento — sólo en las traducciones griega, siriaca y latina. Pero a finales del siglo XIX — exactamente a partir del año 1896 — se fueron descubriendo en las excavaciones de una antigua sinagoga de El Cairo una serie de manuscritos con buena parte del texto hebreo original de Eclo. A estos manuscritos de El Cairo hay que añadir dos pequeños fragmentos procedentes de las cuevas 2 y 11 de Qumrán, descubiertos en 1956, y un rollo de mayor entidad encontrado en el año 1964 en las ruinas de la antigua fortaleza de Masada, junto al Mar Muerto. Un total de nueve manuscritos que nos han permitido recuperar dos terceras partes aproximadamente del texto hebreo de Eclo.


2. Marco histórico


Ben Sira, el autor de Eclo, fue sin duda un experto maestro de sabiduría que vivió y enseñó en Jerusalén a caballo entre los siglos III y II a. C. Son los últimos años de la hegemonía de los Tolomeos egipcios sobre Palestina y los primeros del dominio de los Seleúcidas sirios. Ben Sira tiene reciente el recuerdo personal del sumo sacerdote Simón II (ver Sir 50:1-24) que estaba en funciones cuando Antíoco III conquista Jerusalén en el año 198 a. C. Por otra parte no encontramos ninguna alusión en Eclo a los trágicos acontecimientos que tuvieron lugar a raíz de la muerte del sumo sacerdote Simón II y de su hijo Onías III (años 180-175 a. C.), de la encarnizada persecución de Antíoco IV Epífanes contra el judaísmo (años 175-168 a. C.) y del consiguiente levantamiento de los Macabeos (años 167-166 a. C.). Por tanto, Ben Sira debió escribir su obra no más tarde del año 180 a. C. Esta fecha queda más o menos confirmada por el hecho de que el nieto del autor traduce en Egipto la obra del abuelo hacia el año 130 a. C., como se deduce de los datos aportados por el traductor en el prólogo de la obra. Un período de unos cincuenta años entre el original hebreo y la traducción al griego parece más que correcto.


Son los años en que el helenismo amenaza con invadirlo todo, y Ben Sira, espíritu abierto por lo demás a ciertos aspectos de la nueva cultura, quiere poner en guardia a sus lectores contra los peligros que esta cultura entraña para la religiosidad judía. Los israelitas van a tener que elegir entre aceptar indiscriminadamente el helenismo o bien mantenerse fieles a las exigencias fundamentales de la ley y de la tradición de sus antepasados.


3. Características literarias


Son las propias de la literatura sapiencial, si bien Ben Sira, a diferencia del autor de Proverbios, no compone habitualmente por refranes o sentencias aisladas, sino a base de temas que dan lugar a un amplio abanico de subgéneros literarios: himnos, plegarias, reflexiones moralizantes, notas autobiográficas, poemas didácticos, salmo de acción de gracias, etc.


Sin que lo podamos calificar de brillante, Ben Sira posee un aceptable talento literario capaz de combinar lo lírico y lo didáctico. Escribe en hebreo clásico tardío, sin que su vocabulario y estilo desmerezcan del resto de la literatura sapiencial; en más de una ocasión imita el tono devocional de algunos salmos. No se descarta en ciertos momentos la influencia de autores griegos, pero no es en absoluto determinante. Nos encontramos ante un semita que compone con criterios diferentes a los que son propios de la literatura griega y que lleva a cabo una especie de traslado de la enseñanza moral a la instrucción por escrito con numerosos temas sobre los que vuelve una y otra vez con frecuentes digresiones.


Como no escribe con la intención de elaborar un tratado sistemático sobre ningún tema concreto, no debemos buscar una estructura rigurosa o un orden muy estudiado. Lo cual no quiere decir que la obra de Ben Sira carezca de una estructura elemental que podríamos determinar como sigue:


Prólogo (del traductor griego)


I. — LA SABIDURÍA: NATURALEZA Y CAMINO HACIA ELLA (Sir 1:1-30Sir 23:1-27)


II. — EXCELENCIAS DE LA SABIDURÍA (Sir 24:1Sir 42:14)


III. — LA SABIDURÍA EN LA NATURALEZA (Sir 42:15Sir 43:33)


IV. — LA SABIDURÍA EN LA HISTORIA (Sir 44:1-23Sir 50:1-29)


Epílogo (Sir 51:1-30)


4. Finalidad y contenido fundamental


Como se ha indicado más arriba, Ben Sira escribe para defender el patrimonio cultural y religioso del judaísmo frente a la avalancha de un helenismo que amenazaba con absorberlo todo. Se siente orgulloso de ser israelita y está convencido de que en la ley revelada radica la auténtica sabiduría. El pensamiento y la civilización griega tienen, sin duda, sus valores; pero nunca como para suplantar los valores de la tradición y la sabiduría israelitas, valores que Ben Sira ha heredado y que ha ido haciendo suyos a través de la reflexión, la plegaria y la propia experiencia; ahora los quiere transmitir a sus compatriotas.


A primera vista puede dar la impresión — y así se ha sugerido en ocasiones — que el tema central de Eclo es el del “temor de Dios”, en el sentido bíblico del término “temor” que no es el de sentir miedo o terror, sino el de venerar, respetar, tributar honor, en última instancia el de ser fieles al Señor; de hecho en la presente traducción las expresiones literales “temor de Dios” o “temor del Señor” y “temer a Dios” o “temer al Señor” se han traducido por “honrar o respetar a Dios o al Señor”. Pero en realidad, todo el libro está articulado en torno a la verdadera sabiduría y, más en concreto, en torno a la vinculación sabiduría-ley en cuanto la ley es la expresión más adecuada de la sabiduría. En este sentido, se ha escrito que Ben Sira sería el último de los sabios y el primero de los rabinos. Nadie piense, sin embargo, que el autor de Eclo es un legalista a quien sólo preocupa el simple cumplimiento de la ley en sus más mínimos detalles. Leyendo Sir 24:1-34 constatamos que es sobre todo el corazón y la buena disposición interior lo que importa.


Ben Sira está interesado por el culto, pero lo está mucho más por la conducta moral y social. Por lo demás, habla poco del futuro, sea de la nación, sea del individuo. Sobre un eventual futuro mesiánico, apenas hay una ligera alusión en Sir 36:1-10. Y no deja de sorprender que, encontrándose tan cercano cronológicamente a los libros de Daniel, 2 Macabeos y Sabiduría, no encontremos en Eclo ninguna referencia a una existencia ultra terrena, sea para bien o para mal (ver Sir 14:16; Sir 17:27-28); si acaso, un ligero atisbo en Sir 7:17 y Sir 48:11.


Finalmente, hay que valorar de forma muy positiva la habilidad con que Ben Sira integra en su enseñanza la historia del pueblo israelita, sirviéndose de las figuras más representativas de la misma (Sir 44:1-23Sir 50:1-29).


5. El texto traducido


El hecho de que sólo parcialmente haya llegado hasta nosotros el texto hebreo de Eclo, hace que, por el momento, parezca más oportuno tomar como base la traducción del texto griego de los LXX. Así lo hacemos en la presente traducción interconfesional ateniéndonos a las siguientes directrices: a) Seguimos la edición crítica griega de los LXX publicada por Alfred Rahlfs (primera edición, Stuttgart 1935) en la que se ponen en nota una serie de versículos que no figuran en los manuscritos griegos más representativos. b) Del texto hebreo, sólo incorporamos a la traducción las aportaciones que juzgamos manifiestamente preferibles a la lectura del texto griego, consignando en nota tal incorporación. c) Las restantes variantes hebreas consideradas de cierta importancia son también consignadas en nota.


Téngase en cuenta que tanto los diversos manuscritos hebreos descubiertos, como el texto griego de los LXX, son tributarios del texto hebreo original, para cuya reconstrucción fidedigna son válidos, en mayor o menor medida, todos los materiales manuscritos que poseemos.


Fuente:

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Notas

Eclesiástico 10,1Pro 8:15-16; Sab 6:1-11.


Eclesiástico 10,3— sin instrucción: El texto hebreo dice: disoluto.
Eclesiástico 10,5— el éxito humano: El texto hebreo dice: la autoridad humana.
Eclesiástico 10,5Rom 13:1.
Eclesiástico 10,6— te enemiste: El texto hebreo dice: te haga devolver mal.

— ... de injuriar: El texto hebreo dice: ni marches por la senda del orgullo.
Eclesiástico 10,6Lev 19:18; (ver Mat 5:22; Mat 18:21-22).
Eclesiástico 10,10— ... desconcierta al médico: El texto hebreo dice: una enfermedad repentina preocupa al médico.
Eclesiástico 10,12— radica en apartarse del Señor: El texto hebreo dice: es la insolencia.
Eclesiástico 10,13— ... difunde iniquidad: En la primera parte de este versículo el texto hebreo dice: pozo de insolencia es el pecador, fuente de donde mana el deshonor.
Eclesiástico 10,14— a los poderosos: El texto hebreo dice: a los soberbios.
Eclesiástico 10,14Sir 33:12; 1Sa 2:4-8; Luc 1:52.
Eclesiástico 10,15— ... a los sencillos: Este versículo falta en el texto hebreo. Por lo demás, algunas traducciones proponen sustituir a las naciones por a los soberbios, atendiendo al paralelismo y a la similitud entre los respectivos vocablos hebreos.
Eclesiástico 10,16— arrasó: El texto hebreo dice: borró hasta las huellas.
Eclesiástico 10,17Isa 40:15-17.
Eclesiástico 10,19Ver 1Co 1:26-31.
Eclesiástico 10,20— le honran: Algunos manuscritos griegos añaden el v. Sir 10:21 que dice: El Señor acogerá a quien le honra, pero rechazará a los soberbios y obstinados.
Eclesiástico 10,22— huésped... necesitado: Así según el texto hebreo que, atendido el contexto, parece más probable; la versión griega dice: rico, distinguido o necesitado.
Eclesiástico 10,27Pro 12:9.