Judith 7 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 32 versitos |
1

Betulia sitiada por Holofernes

Al día siguiente, Holofernes ordenó a su ejército y al conjunto de las tropas auxiliares que se le habían unido, que se dirigieran hacia Betulia y se adelantaran a ocupar los pasos de montaña y a entrar en combate contra los israelitas.
2 Así pues, todos sus soldados se pusieron en marcha aquel mismo día. Formaban un ejército de ciento setenta mil soldados de infantería y doce mil de caballería, sin contar los encargados de la intendencia y los hombres de a pie que se les habían unido formando en conjunto una gran multitud. º
3 Acamparon en el valle próximo a Betulia, junto al manantial *, y se desplegaron a lo ancho desde Dotán hasta Belmáin *, y a lo largo desde Betulia hasta Ciamón º, que está situado enfrente de Esdrelón.
4 Cuando los israelitas vieron aquella inmensa muchedumbre, fueron presa de terror y se dijeron unos a otros: — Esa gente va a arrasar la tierra entera, y ni las montañas más altas ni los valles ni los cerros podrán resistir su potencia.
5 Cada cual tomó entonces sus armas, encendieron hogueras en las torres y permanecieron en guardia durante toda la noche. º
6 Al segundo día, Holofernes hizo desfilar toda su caballería ante los ojos de los israelitas que estaban en Betulia.
7 Exploró los accesos de la ciudad, inspeccionó los manantiales, se apoderó de ellos y puso allí un destacamento de soldados. Luego volvió a reunirse con su gente.
8

El plan de los aliados de Holofernes

Se acercaron entonces a él todos los jefes edomitas, los comandantes de los moabitas y los oficiales del litoral, y le dijeron:
9 — Señor nuestro, si escuchas lo que hemos de decirte, no habrá bajas en tu ejército. º
10 Esa gente israelita no confía en sus armas, sino en la altura de las montañas donde viven, porque no es fácil alcanzar la cima de esos montes. º
11 Por eso, señor, evita entrar directamente en combate con ellos y no morirá ni uno solo de tus hombres.
12 Permanece en el campamento, mantén alerta a todos los que forman tu ejército y manda que tus soldados se apoderen del manantial que brota al pie de la montaña,
13 porque ahí van a buscar agua los habitantes de Betulia. Cuando ya estén muriéndose de sed, entregarán la ciudad, y nosotros entonces, con toda nuestra gente, subiremos a la cima de los montes cercanos, acamparemos allí y estaremos atentos a que ni un solo hombre salga de la ciudad.
14 El hambre los consumirá con sus mujeres y sus niños, y antes que la espada caiga sobre ellos, habrán quedado tendidos por las calles de su ciudad.
15 Así harás que paguen muy caro su rebeldía y el haberse negado a salir pacíficamente a recibirte.
16 Holofernes y todos sus oficiales acogieron con satisfacción la propuesta; así que ordenó que se actuara tal como se había dicho.
17 Entonces los amonitas levantaron el campamento y, junto con cinco mil asirios, acamparon en el valle y se apoderaron de las cisternas y los manantiales de los israelitas.
18 Los edomitas y los amonitas subieron luego para acampar en la montaña, frente a Dotán; enviaron también un destacamento hacia el sur y el este, frente a Egrebel *, cerca de Cus *, que está a orillas del torrente Mocmur º. El resto del ejército asirio acampó en la llanura, cubriendo todo aquel territorio en el cual sus tiendas de campaña y su impedimenta formaban un inmenso campamento que albergaba a una enorme muchedumbre.
19

Una situación desesperada

Los israelitas, profundamente desalentados al verse rodeados por sus enemigos y sin posibilidad alguna de romper el cerco, invocaron al Señor su Dios. º
20 Todo el ejército asirio, con su infantería, sus carros de guerra y su caballería, mantuvo asediada a Betulia por espacio de treinta y cuatro días, de manera que las reservas de agua se agotaron para todos sus habitantes.
21 Las cisternas quedaron vacías y el agua, cuyo reparto era racionado, no alcanzaba ni un solo día a calmar la sed de nadie.
22 Los niños languidecían, mientras las mujeres y los jóvenes, consumidos por la sed, caían desfallecidos en las calles de la ciudad y en los umbrales de las puertas.
23 El pueblo entero, jóvenes, mujeres y niños, se levantó entonces clamando a grandes voces contra Ozías y contra las autoridades de la ciudad. En presencia de todos los ancianos decían:
24 — ¡Que Dios juzgue entre ustedes y nosotros el gran daño que nos han causado negándoos a hablar de paz con los asirios!
25 Ahora ya no hay quien nos socorra, pues Dios nos ha puesto en sus manos para que, en presencia de esa gente, la sed acabe con nosotros y seamos completamente destruidos.
26 Llamen, pues, a los asirios y entréguenles la ciudad para que sea saqueada por la gente de Holofernes y todo su ejército.
27 Es preferible que nos hagan cautivos y seamos sus esclavos. De esa manera seguiremos vivos y no habremos de contemplar la muerte de nuestros niños ni habremos de ver cómo desfallecen y mueren nuestras mujeres y nuestros hijos. º
28 Por el cielo y por la tierra, y también por nuestro Dios, Señor de nuestros antepasados, que nos castiga a causa de nuestros pecados y los de nuestros antepasados, les solicitamos que actúen º conforme a lo que en este día les pedimos.
29 Toda la gente que estaba allí reunida rompió a llorar amargamente, invocando a una voz y con fuertes gritos a Dios, el Señor.
30 Ozías les dijo entonces: — ¡Animo, hermanos, resistamos otros cinco días! En ese tiempo el Señor nuestro Dios volverá a apiadarse de nosotros y no nos abandonará definitivamente. º
31 Si pasados esos días no hemos recibido ayuda, haré lo que ustedes han propuesto.
32 Luego ordenó que la gente se dispersara y que cada cual regresara a su puesto: los hombres se dirigieron a las murallas y a las torres de la ciudad; a las mujeres y a los niños los hizo regresar a sus casas. Entre tanto, en la ciudad reinaba un profundo abatimiento.

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Introducción a Judith

INTRODUCCIÓN


1. Datos generales


El libro de Judit nos cuenta el conflicto que se produce cuando las pretensiones expansionistas, que lleva consigo la ideología imperialista propia de los poderosos de la tierra (personificados en la figura de Nabucodonosor), se confrontan con los deseos de libertad de un pueblo. Como tantas veces en la Biblia, Dios se pone a favor de los más débiles y, contra toda esperanza, destruye las pretensiones arrogantes de los fuertes, haciendo de la debilidad instrumento para su acción.


2. Características literarias


La enorme abundancia de detalles concretos, tanto geográficos como históricos, podrían dar a esta narración una apariencia de historia estricta. Sin embargo, desde el primer momento estos detalles son tan claramente equívocos y anacrónicos, que su función en el relato debe ser necesariamente otra.


El autor de Judit trabaja los datos insertándolos de forma acumulativa, sin preocuparse de la coherencia de los mismos: Nabucodonosor (rey de Babilonia) se convierte en el rey de Asiria; Nínive (destruida años antes de su reinado) es su capital; Holofernes (un personaje persa), el general de su ejército. El valor de estos nombres está en su potencial evocador: son los enemigos de Israel, los tiranos de la historia. Pareciera que el autor, en lugar de facilitar la localización histórica de lo que está narrando, lo que pretendiera es precisamente evitarla o, mejor aún, utilizar este recurso para situar su historia en todos los tiempos. Otra pista nos la dan el carácter simbólico de algunos nombres: Judit (= la judía), Ajior (= mi hermano es luz), Betulia (= la doncella), Ozías (= Dios es mi fuerza)... nos sitúan en un ámbito en el que los protagonistas van más allá de sí mismos y pasan a ser personajes arquetípicos de un conflicto más profundo y más duradero. El mismo tratamiento psicológico de los actores nos encamina en esta misma dirección. Por si esto fuera poco, una lectura atenta nos descubre detrás de este relato el trasfondo de muchas escenas bíblicas.


Podríamos decir que estamos ante una obra de ficción con carácter didáctico que utiliza elementos históricos para plantear un conflicto que trasciende la historia y es siempre permanente: por una parte, el dios imperial, tiránico y prepotente que conduce a la muerte y a la esclavitud; por otra, el Dios de Israel que actúa a través de la debilidad para liberar a los que confían en él.


3. Estructura y contenido


En cuanto a la estructura de la narración, el libro tiene claramente dos partes bien diferenciadas: los capítulos Jdt 1:1-16Jdt 7:1-32 en que se narra el avance arrollador de Nabucodonosor, mediante su general Holofernes, hasta los pies de la ciudad de Betulia; y la segunda parte, capítulos Jdt 8:1-36Jdt 16:1-25, en que el personaje de Judit entra en escena para liberar a su pueblo.


4. El texto del libro de Judit


Los manuscritos más antiguos que poseemos del libro de Judit están todos ellos en lengua griega; los más importantes son los grandes manuscritos unciales del siglo IV o V. Otras versiones latinas dependen del griego. La Vulgata ofrece un texto más corto y el propio Jerónimo, el traductor de la Vulgata, confiesa que ha hecho la traducción con poco cuidado.


A pesar de que los testimonios más antiguos están en lengua griega, hoy casi nadie reconoce esta como su lengua original. El texto griego no es sino una traducción de un original en lengua semítica, hebreo o arameo.


5. Fecha y lugar de composición


La descripción que el autor de Judit hace de la figura de Nabucodonosor y de sus pretensiones divinas no se corresponde con los usos de las monarquías asiria o babilónica; más bien responde a la figura de los reyes griegos, especialmente Antíoco IV, llamado Epífanes (se puede comparar con la descripción que hace el libro de Daniel de este personaje en Dan 11:36-37). Esto nos anima a pensar que el contexto histórico del libro se corresponde con los años siguientes a la revuelta Macabea, alrededor de la mitad del siglo II a. C. Otros datos provenientes del libro ayudan a confirmar esta fecha: la alusión a costumbres griegas (uso de guirnaldas y coronas de olivo, postura en el banquete); la religiosidad que trasluce el libro está muy próxima a la piedad y espiritualidad del movimiento fariseo (valor de las observancias legales, especialmente las relativas a los alimentos; aprecio de instituciones como el Templo, el sacerdocio, el consejo de ancianos; la centralidad de Jerusalén; la idealización del pueblo de Israel); la estructura política de gobierno, con el sacerdote al frente del Consejo de Ancianos, es también propia de la época griega. El carácter nacionalista y combativo del libro cuadraría bien en este contexto.


En cuanto al autor, aunque no conocemos nada de él, sí que podemos precisar algunos rasgos mínimos a partir de los datos extraídos del libro. La ambientación de la narración, los datos geográficos, el contexto histórico al que pretende responder con su obra, todo el trasfondo semítico del libro y la espiritualidad que trasluce, son elementos que apuntan hacia un judío de Palestina, cercano en su mentalidad al movimiento fariseo.


Fuente:

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Notas

Judith 7,2Jdt 2:15; Jdt 2:20; Jdt 3:9.


Judith 7,3— manantial: A lo largo de la narración el texto va a variar hablando de un manantial, en singular, (Jdt 7:12; Jdt 12:7), o varios manantiales (Jdt 7:7; Jdt 7:17).

— Belmáin y Ciamón: Se desconoce el emplazamiento de estas ciudades (ver nota a Jdt 4:4).
Judith 7,51Ma 12:28.
Judith 7,9Jdt 5:2; Jdt 5:5.
Judith 7,101Re 20:23.
Judith 7,18— Egrebel: Quizá Acraba o Agrave, al sudeste de Siquén.

— Cus: Pudiera ser Cuza.

— torrente Mocmur: Quizá el Wadi Achmar.
Judith 7,19Éxo 14:10.
Judith 7,27Éxo 14:12.
Judith 7,28— que actuéis: El griego dice lit. no actúen, negación que proviene de la fórmula hebrea de juramento; el sentido, sin embargo, es positivo.
Judith 7,301Sa 11:3.