42 (41) y 43 (42): Estos salmos, divididos artificialmente, forman un único poema tal y como lo indica la repetición de un mismo estribillo (Sal 42:5, Sal 42:12; Sal 43:5) y otros paralelos (Sal 42:9-10; Sal 43:1-2). En él se recoge el lamento de una persona a la que abate su alejamiento del Templo y el ambiente hostil que la rodea, circunstancias que motivan la súplica confiada que se inserta en el Sal 43:1-5.