Daniel  13 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 64 versitos |
1

La historia de Susana

En la ciudad de Babiloniaº residía un hombre llamado Joaquín,
2 que estaba casado con Susana, hija de Jelquías, una mujer de gran belleza y temerosa de Dios.
3 Sus padres, personas de recta conducta, la habían educado de acuerdo con la ley de Moisés.
4 Joaquín era un hombre muy rico y tenía un jardín junto a su casa#. Muchos judíos iban a visitarlo, porque todos le tenían en la mayor estimación.
5 Ese mismo año, dos ancianos del pueblo habían sido elegidos jueces, pero de hombres como ellos había dicho el Señor#: “La injusticia viene de Babilonia, de ancianos que son jueces y pretenden gobernar a mi pueblo”.
6 Iban con frecuencia a casa de Joaquín, y a ellos acudían todos los que tenían alguna causa pendiente.
7 Cuando, cerca ya del mediodía, toda la gente se había despedido, Susana salía de la casa para pasear por el jardín de su marido.
8 Pero aquellos dos viejos, al verla cada día entrar en el jardín y pasear por él, se llenaron de malos deseos.
9 Sus pensamientos se trastornaron, y evitaban levantar los ojos al cielo y recordar los justos juicios de Dios.
10 Aunque ambos sentían una ardiente pasión por ella, se ocultaban el uno al otro su propio tormento,
11 pues les avergonzaba confesarse mutuamente los deseos que sentían de poseerla.
12 Sin embargo, los dos buscaban a diario una oportunidad para contemplarla.
13 Uno de aquellos días se despidieron, diciendo: — Vámonos a casa, que es hora de comer. Salieron de allí, y cada cual tomó su propio camino;
14 pero luego ambos dieron la vuelta y se encontraron de nuevo frente a frente en el mismo lugar. Se preguntaron por los motivos de su regreso, y se confesaron mutuamente la pasión que sentían. Entonces se pusieron de acuerdo para buscar el momento de sorprender sola a Susana.
15 Un día, mientras aguardaban la ocasión, entró ella en el jardín, como solía hacer. Iba únicamente acompañada de dos criadas, y su intención era bañarse, porque hacía mucho calor.
16 En el jardín no había ninguna otra persona fuera de los dos viejos, que se habían escondido para espiarla.
17 Dijo Susana a sus criadas: — Tráiganme aceite y perfumes, y cierren las puertas del jardín, porque quiero bañarme.
18 Ellas hicieron lo que les había ordenado: cerraron las puertas del jardín y salieron por una puerta lateral para traer lo que se les había pedido. Pero no vieron a los viejos, que permanecían ocultos.
19 En cuanto salieron las criadas, corrieron ellos adonde se encontraba Susana
20 y le dijeron: — Mira, las puertas del jardín están cerradas y nadie puede vernos. Nosotros estamos llenos de pasión por ti: acéptanos y consiente en acostarte con nosotros;
21 porque si no consientes, testificaremos contra ti: diremos que un joven estaba contigo y que por eso mandaste salir a las criadas.
22 Susana empezó a gemir, y dijo: — ¡La angustia se ha apoderado de mí! Si consiento en hacer lo que quieren, me espera la muerte#, y si me niego, tampoco podré escapar de sus manos.º
23 Pero antes prefiero caer en sus manos sin haber hecho nada malo, que pecar delante del Señor.
24 Entonces Susana comenzó a gritar con todas sus fuerzas, y también gritaron los dos viejos en contra de ella.
25 Uno de ellos echó a correr y abrió las puertas del jardín.
26 Los criados de la casa, al oír los gritos que salían del jardín, entraron allí apresuradamente por la puerta lateral, para ver qué estaba sucediendo.
27 Cuando los viejos contaron su versión de los hechos, los criados se llenaron de vergüenza, pues jamás se había dicho cosa semejante de Susana.
28 Al día siguiente se reunió el pueblo en casa de Joaquín, el marido de Susana, y también comparecieron los dos viejos con el malvado propósito de hacer que la condenaran a muerte.
29 Delante del pueblo dijeron:º — Ordenen que traigan aquí a Susana, hija de Jelquías y esposa de Joaquín. Fueron a buscarla,
30 y ella se presentó acompañada de sus padres, sus hijos y todos sus familiares.
31 Susana, que era muy delicada y bella,
32 llegó cubierta con un velo, pero aquellos malvados ordenaron que se lo quitara para recrearse a gusto con su hermosura.
33 Los parientes y todos los que estaban viendo a Susana, rompieron a llorar.
34 Pero los dos viejos, levantándose en medio de la gente, pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana#º
35 que, llorando, alzó los ojos al cielo porque en su corazón confiaba plenamente en el Señor.
36 Los viejos dijeron entonces: — Mientras nosotros paseábamos a solas por el jardín, entró esta mujer junto con dos criadas, a las que ordenó que cerraran las puertas del jardín y se marcharan de allí.
37 Entonces se le acercó un joven que había estado escondido, y se acostó con ella.
38 Nosotros estábamos en un rincón del jardín y, al ver tal maldad, corrimos hacia ellos
39 y los vimos abrazados. Pero no pudimos atrapar al joven porque, siendo más fuerte que nosotros, logró abrir las puertas y se nos escapó.
40 En cambio a esta sí pudimos detenerla. Le preguntamos quién era ese joven,
41 pero no nos lo quiso decir. Este es nuestro testimonio. La gente reunida creyó lo dicho por los ancianos del pueblo, que además eran jueces, y Susana fue condenada a muerte.
42 Ella gritó entonces con todas sus fuerzas: — ¡Dios eterno! Tú conoces lo que está oculto y sabes todas las cosas antes que sucedan.º
43 Tú sabes que estos han testificado falsamente contra mí y ahora voy a morir sin haber hecho nada de lo que ellos, en su maldad, me han acusado.
44 El Señor escuchó las palabras de Susana,
45 y cuando se la llevaban para darle muerte, despertó Dios el santo espíritu de un hombre muy joven llamado Daniel,º
46 el cual gritó con fuerte voz: — ¡Yo no me hago cómplice de la muerte de esa mujer!
47 Todos los presentes, volviéndose a él, le preguntaron: — ¿Qué quieres decir con eso?
48 Él, puesto en medio de la gente, dijo: — ¡Israelitas, están mal de la cabeza! ¿Cómo se atreven a condenar a una israelita, sin antes haberla juzgado y sin siquiera haber examinado debidamente su causa?
49 Regresen al lugar del juicio, y comprobarán que estos hombres han levantado una calumnia contra ella.
50 Todo el pueblo regresó de prisa. Los ancianos dijeron entonces al joven: — Ven, siéntate con nosotros y dinos lo que estás pensando, porque Dios te ha dotado de una sabiduría superior a tu edad.º
51 Daniel les contestó: — Separen a esos dos y alejen al uno del otro. Yo los interrogaré.
52 Así se hizo y, una vez separados, llamó Daniel a uno de ellos y le dijo: — Viejo en días y en maldad, ahora van a caerte encima los pecados que cometiste en otro tiempo
53 cuando, dictando sentencias injustas, condenabas al inocente y absolvías al culpable, siendo así que el Señor ha dicho: “No condenes a muerte a quien es inocente y justo”.
54 Dime ahora, si de veras los viste, ¿debajo de qué árbol los viste abrazados? Él contestó: — Debajo de un lentisco.
55 Daniel replicó: — ¡Está bien! Pero ahora tu mentira se volverá contra ti, pues el ángel de Dios ha recibido de él la orden de partirte en dos.
56 Después de esto, hizo que se fuera, y mandó que trajeran al otro viejo. A este le dijo: — ¡Estirpe de Canaán y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión ha pervertido tu corazón.
57 Así se portaban ustedes con las mujeres de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a ustedes. Pero una hija de Judá se ha negado a consentir en la maldad de ustedes.
58 Dime ahora, ¿debajo de qué árbol los sorprendiste abrazados? Él respondió: — Debajo de una encina#.
59 Daniel le contestó: — ¡Está bien! Pero también tu mentira se volverá contra ti, pues el ángel de Dios está esperando con la espada dispuesta para partirte por la mitad. De ese modo los destruirá a ambos.
60 Entonces el pueblo reunido prorrumpió en gritos de júbilo, bendiciendo a Dios que salva a quienes confían en él.
61 Después se levantaron todos contra los dos viejos y los hicieron sufrir el mismo castigo que ellos pretendieron infligir a Susana, porque Daniel, por confesión de ellos mismos, los había declarado culpables de levantar falso testimonio.
62 Los mataron conforme a la ley de Moisés, y de ese modo se salvó aquel día la vida de una mujer inocente.
63 Jelquías y su esposa dieron gracias a Dios por su hija Susana, y lo mismo hicieron su marido Joaquín y los demás parientes, porque nada deshonroso se había encontrado en ella.
64 En cuanto a Daniel, a partir de aquel día, el pueblo lo tuvo en la más alta estima.

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Introducción a Daniel 

INTRODUCCIÓN


1. Características generales


El libro hebreo-arameo de Daniel se define por la duplicidad. Hemos de señalar, en primer lugar, el uso de dos lenguas: de Dan 2:4 b a Dan 7:28 está escrito en arameo; para el resto, el autor o los autores han utilizado el hebreo. Además no hace falta ser un crítico literario para advertir la presencia de dos tipos de material narrativo: mientras los cps. Dan 1:1-21Dan 5:31-27 ofrecen al lector una serie de escenas que los críticos definen como “historietas cortesanas”, los cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13 están integrados por visiones entreveradas de material apocalíptico. Se trata, como se ve, de dos géneros literarios distintos. Por otra parte, los hechos narrados en ambas secciones transcurren en dos situaciones geopolíticas diversas. El trasfondo de Dan 1:1-21Dan 5:31-27 está relacionado con las experiencias vividas por los hebreos deportados a Babilonia por Nabucodonosor (587 a. C.), y no parece extenderse más allá del edicto de Ciro. Por otra parte, las visiones de Dan 7:1-28Dan 12:1-13, aunque supuestamente localizadas en el mismo período de tiempo, van más allá del horizonte histórico de Babilonia, pues penetran en los dramáticos acontecimientos históricos que jalonaron la existencia judía en la última parte del período helenístico (primera mitad del siglo II a. C.).


La primera parte del libro de Daniel (Libro de la historia de Daniel, cps. Dan 1:1-21Dan 5:31-27) se compone de una introducción y cinco visiones. La segunda parte (Libro de las visiones, cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13) está integrada por cuatro visiones, que revelan los acontecimientos de la historia del Oriente Próximo desde la deportación de Nabucodonosor hasta la irrupción del reinado de Dios en la tierra (el tiempo final). Los cps. Dan 7:1-28 y Dan 8:1-27 hablan de los reinos del mundo que ocuparán este período de tiempo y de su progresiva decadencia. En cambio, el cp. Dan 9:1-27, que pretende profundizar en un texto de Jeremías relativo a la duración de la desolación de Jerusalén, define ese período como un todo de setenta semanas de años. Los cps. Dan 10:1-21Dan 12:1-13 (cuarta visión) describen la naturaleza y el destino trágico del último de los reinos del mundo: el reino seléucida.


A pesar de la diferencia tan drástica de géneros literarios que las separan, las dos partes que integran el libro de Daniel pueden considerarse variaciones sobre un único tema: la relación entre los reinos del mundo y el reino de Dios. El enfoque es distinto, pero la finalidad idéntica.


Respecto a la fecha de composición de las partes hebrea y aramea del libro de Daniel, existe casi un consenso entre los especialistas sobre el término a quo. Dado que los acontecimientos a los que aluden las visiones coinciden con las crueles medidas tomadas por Antíoco IV Epífanes contra los israelitas residentes en Palestina, se supone que al menos el libro de las visiones (cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13) tuvo que ser escrito durante o poco después del espacio de tiempo que va desde la profanación del Templo de Jerusalén (167 a. C.) a la muerte de Antíoco (164 a. C.), sin poder precisar más. Y por parecidas razones, lo mismo cabe decir en relación con la primera parte del libro.


Por lo que respecta a la autoría del libro, parece claro que la atribución a Daniel (un personaje, por lo demás, del folclore israelita) debe ser considerada una pseudoepigrafía. Es imposible que una persona que vivió en la corte de Nabucodonosor (mediados del siglo VI a. C.) pudiese ser testigo de acontecimientos de la primera mitad del siglo II a. C. Por otra parte, dada la duplicidad de lenguas y de géneros literarios, es correcto pensar que tras la obra se esconde más de un autor.


Añadamos, finalmente, que la versión griega de los LXX contiene además tres pasajes deuterocanónicos conservados únicamente en griego. Son el cántico de Azarías, el relato de Susana, y los episodios de Bel y del dragón. En las Biblias para católicos, el primer pasaje ocupa un espacio entre los vv. Dan 3:24 y Dan 3:91 del cp. Dan 3:1-30, mientras que los otros dos están colocados al final del libro (cps. Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42).


2. Marco histórico


El libro de Daniel refleja una sociedad hebrea privada de autonomía, sometida durante cuatro siglos al yugo político, a la opresión financiera y al expansionismo imperialista de babilonios, persas y griegos. Este estado de cosas comenzó con la destrucción de Jerusalén y su Templo por obra del ejército babilónico (587 a. C.), y con la deportación a Babilonia de los núcleos de población más representativos desde el punto de vista político, religioso, financiero y administrativo. El imperio, que Nabucodonosor llevó a su máximo esplendor, acabó cediendo terreno ante la presión persa. Hacia el año 539 a. C. Ciro conquistó Babilonia. Poco después permitió que los hebreos que lo desearan regresasen a Palestina (Esd 1:1-11Esd 6:1-22). A partir de aquí comienza un período de reconstrucción nacional, que incluía las instituciones religiosas, en particular el Templo de Jerusalén.


Pero Palestina siguió bajo el control de los persas que, si bien permitieron el regreso de los desterrados a sus lugares de origen y la reconstrucción de Jerusalén y de otras ciudades de la región, fue más por intereses político-militares que por razones de liberalidad y generosidad administrativa. Se trataba, en efecto, de repoblar las zonas de Palestina para no dejar desguarnecido el flanco occidental del Imperio ante un eventual avance de los griegos. De hecho, fueron las fulgurantes conquistas de Alejandro Magno las que, a raíz de la batalla de Arbelas en el año 331 a. C., acabaron con el imperio persa.


Tras la muerte del caudillo griego en 323 a. C., su imperio fue dividido entre sus generales. Para la historia crípticamente representada en el libro de Daniel, interesa saber que Ptolomeo se hizo cargo de Egipto, y Seleuco de Siria-Mesopotamia. Palestina, que en un principio fue gobernada desde Egipto, acabó siendo anexionada al reino seléucida por Antíoco III (198 a. C.). Pero la presencia beligerante de partidarios de Siria y partidarios de Egipto fue una constante en Jerusalén con las inevitables consecuencias políticas y religiosas.


El rey seléucida de mayor interés para la comprensión del libro de Daniel es Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.), cuya actuación, evocada de manera críptica en la segunda parte del libro de Daniel, terminó provocando la explosión política conocida como levantamiento de los Macabeos.


3. Contenido y características literarias


Como ya se ha dicho, el libro de Daniel tiene dos partes claramente diferenciadas: los relatos o “historietas cortesanas” de la primera parte (Dan 1:1-21Dan 5:31-27) y las visiones de la segunda (Dan 7:1-28Dan 12:1-13).


Los relatos de la primera parte presentan una estructura narrativa muy parecida: siempre aparece un rey (con sus ministros o astrólogos) y surge un problema del que depende la vida de Daniel; con la ayuda de Dios, todo se resuelve a favor del héroe. En general, el material de los primeros seis capítulos pone de relieve las peculiaridades morfológicas del cuento popular y se caracterizan por un lenguaje directo que ha conmovido y cautivado siempre a sus lectores.


En cuanto a las visiones de la segunda parte, ya se ha dicho que presentan claros rasgos apocalípticos. Pero ¿qué es un apocalipsis? Arriesgando una definición que probablemente será incompleta o parcialmente inadecuada, puede decirse que un apocalipsis es el relato de una supuesta revelación transmitida en dos etapas (mensaje e interpretación), recibida en una visión cargada de lenguaje simbólico (cósmico y/o teriomorfo) e interesada en interpretar la naturaleza del mundo presente y sus acontecimientos recurriendo a supuestos hechos ocurridos en el mundo celeste. En este proceso de interpretación, los sucesos del tiempo final tienen un protagonismo singular. Junto al vidente receptor de la revelación suele aparecer un ángel intérprete. Tras la visión, su destinatario suele recibir la orden de sellarla, en espera de que el “libro de la visión” sea abierto en el momento oportuno. Respecto al origen de la apocalíptica, existen dos tendencias entre los estudiosos. Mientras unos la relacionan con la profecía, otros la consideran hija de la sabiduría.


Hablando en concreto del libro de Daniel, parece indudable que tanto la primera como la segunda parte contienen numerosos elementos de carácter apocalíptico. Y es evidente que lo profético y lo sapiencial aflora aquí y allá en el curso del libro. Ello hace de Daniel un libro sui generis en el que se dan cita, junto con aspectos propios de la apocalíptica formas literarias proféticas y sapienciales atestiguadas en el resto del AT.


4. Claves de lectura


En primer lugar, el libro de Daniel es una obra en cuyas páginas alienta el espíritu de la resistencia judía, que se negaba a perder su identidad como nación y a dejarse asimilar por la cultura del imperio dominante. En este sentido representa una especie de reacción contra una lectura optimista del destierro según la cual a los desterrados no les fue tan mal, pues gozaron de unas condiciones que les permitían prosperar sin mayores problemas. El libro de Esdras sería un ejemplo de este tipo de lectura. Pero en realidad, los imperios babilónico y persa, cada uno a su modo, buscaban lo mismo: la progresiva supresión de la identidad de los pueblos sometidos, su muerte social. Los relatos del libro de Daniel han de ser inscritos en la resistencia judía a dicho proceso de eliminación pues presentan a un héroe que se opone con valentía a las exigencias aniquiladoras de un poder extranjero. Bien entendido que no es lícito identificar resistencia con formas violentas de resistencia (como las que aparecen en los libros de los Macabeos). La resistencia puede apelar a las sutilezas de la psicología o de la espiritualidad, no necesariamente a las armas.


Este sería el caso del libro de Daniel que sugiere entre líneas una resistencia pasiva, no-violenta. Su insistencia en el “ésjaton”, es decir, en el tiempo final como momento de la intervención liberadora de Dios, su actitud “sabia” de aceptar que nada tiene que aportar el ser humano para acelerar ese momento, su convicción de que la historia está en manos del Señor, todo ello ha convencido a numerosos estudiosos de que el libro de Daniel supone una especie de correctivo a la lucha armada de los Macabeos.


En segundo lugar el libro de Daniel constituye un sutil manual de teología política. Los grandes imperios del mundo y su poderosa máquina destructiva, depredadora y opresiva se encaminan hacia su aniquilación, sometidos a un plan determinado por el propio Dios. Sólo el sometimiento a la voluntad del Señor por parte de los tiranos y el reconocimiento de la supremacía divina pueden salvar a estos de la destrucción. Pero se trata de una teología política hebrea, pues a través de las páginas del libro de Daniel afloran sentimientos nacionalistas que no parecen tener en cuenta el sufrimiento del resto de los pueblos oprimidos. Se trata de una consecuencia lógica de la teología hebrea: Yahvé, el Señor, es el Dios de las naciones; pero tiene su morada en Sión, y el pueblo de Israel es su primogénito, su pueblo por excelencia. Este esquema teológico fue cristianizado principalmente durante la Edad Media, con el resultado de la teoría del sometimiento del poder civil a la autoridad de la Iglesia, representante en la tierra del propio poder de Dios.


Digamos, finalmente, que esta pequeña obra profética ha ejercido una gran influencia en las comunidades judías y cristianas a lo largo de la historia, pero la lectura que se ha hecho de ella no ha sido quizá lo debidamente equilibrada. Con frecuencia ha sido leída desde el desamparo de los pueblos sometidos. Pero también se ha convertido a veces en el libro de cabecera de grupos de resistencia violenta. Páginas bíblicas como las de Daniel son particularmente susceptibles de una lectura fundamentalista en una doble dirección: sirven para animar tanto el espíritu combativo de grupos armados como las proclamas de sometimiento, en espera de que Dios intervenga a su debido tiempo. Un peligro que debe ser conjurado desde el espíritu cristiano del evangelio.


TEXTOS DEUTEROCANÓNICOS DE DANIEL.


INTRODUCCIÓN


1. Características generales


En el texto que la versión griega de los LXX ofrece del libro de Daniel (y también en la Vulgata latina y otras versiones), nos encontramos con tres fragmentos que no aparecen en el original hebreo y arameo. La primera de estas secciones se corresponde a la “oración de Azarías” y al “cántico de los tres jóvenes”, que en el texto griego se añaden a Dan 3:24. Las otras dos secciones, “la historia de Susana” y “Daniel contra Bel y contra el Dragón”, aparecen como epílogo cerrando el libro en los capítulos Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42 respectivamente.


Aunque estos textos nos han llegado sólo en su versión griega, la abundancia de semitismos hace suponer un original semita hebreo o arameo.


El propio texto griego nos ha llegado en dos formas diferentes: la de los LXX y la de Teodoción. Esta segunda es la que se ha impuesto en la tradición textual y es la que seguimos en esta traducción. De todas formas no son dos traducciones distintas sino dos variantes de un mismo texto traducido con mucha libertad.


2. Las tres secciones


La oración de Azarías: Es una pieza litúrgica de carácter penitencial. Es muy probable que en un primer momento tuviera vida independiente; de hecho no tiene una relación clara con el contexto en el que está insertada. Seguidamente aparece el cántico de los tres jóvenes; se trata de otro himno litúrgico, esta vez de alabanza, inspirado en los Sal 136:1-26 y Sal 148:1-14. También es probable que viera la luz en otro contexto diferente y posteriormente fuera incluido aquí.


La historia de Susana: Como la oración y el cántico pudo ser, en su origen, una historia independiente sin ningún tipo de alusión a Daniel. Podemos reconocer el itinerario de su evolución en las diferentes versiones: en la versión de los LXX aparece como epílogo a la obra, solamente hace mención de “un joven” sin precisar que se trate de Daniel; la traducción de Teodoción sitúa la historia en Babilonia, identifica al joven con Daniel y coloca ya todo el pasaje en el inicio, como introducción al personaje central del libro.


Daniel contra Bel y contra el Dragón: Se trata de otros dos relatos edificantes cuyo objeto es el de ridiculizar la adoración a los dioses paganos. El ataque no va dirigido únicamente contra los ídolos.


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Notas

Daniel  13,1— Babilonia: Este dato aparece en la versión griega de Teodoción pero no en la de los LXX.


Daniel  13,4— un jardín junto a su casa: Esta situación de Joaquín es más bien ficticia y difícilmente se corresponde con la situación real de los judíos en el exilio.
Daniel  13,5— había dicho el Señor: No se conoce de dónde procede esta cita, desde luego de ningún pasaje bíblico.
Daniel  13,22— me espera la muerte: Castigo prescrito por la ley a las mujeres sorprendidas en adulterio (Lev 20:10; Deu 22:22).
Daniel  13,22Lev 20:10; Deu 22:22; Jua 8:4-5.
Daniel  13,29Núm 5:18-22
Daniel  13,34Lev 24:14.
Daniel  13,34— sus manos sobre la cabeza de Susana: Ver Lev 24:14.
Daniel  13,42Sal 33:13-15; Pro 15:11.
Daniel  13,45Dan 4:8; Dan 5:11; Dan 5:14.
Daniel  13,50Sab 4:8-9.
Daniel  13,54Ver Dan 13:58.
Daniel  13,58— lentisco... encina: El autor hace un juego de palabras con el nombre griego de los árboles y de los castigos.