Deuteronomio  1 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 46 versitos |
1

I.— PRIMER DISCURSO DE MOISÉS (1:1—4:43)

Introducción histórica

Estas son las palabras que Moisés comunicó a todo Israel, al otro lado del Jordán, en el desierto, en la Arabá º, frente a Suf, entre Parán, Tofel, Labán, Jaserot y Di Zahab.
2 Desde el monte Horeb * hasta Cadés Barnea hay once jornadas de camino, por la ruta de la montaña de Seír º.
3 El día primero del undécimo mes *, en el año cuarenta º, Moisés comunicó a los israelitas todo lo que el Señor le había encomendado que les dijese,
4 después de haber derrotado a Sijón, rey de los amorreos, que residía en Jesbón, y a Og, rey de Basán, que residía en Astarot y Edreí.
5 Al otro lado del Jordán, en tierra de Moab, comenzó Moisés a promulgar esta ley, diciendo:
6

Dios da la orden de partida

El Señor, nuestro Dios, nos dijo esto en el Horeb: — ¡Ya llevan mucho tiempo en estas montañas!
7 Desmonten, pues, el campamento y pónganse en marcha; diríjanse a las montañas de los amorreos * y a todas sus zonas vecinas: la Arabá, la Montaña, la Sefela *, el Négueb y el litoral. Sigan por la tierra de los cananeos hasta llegar al Líbano y al río grande: el río Éufrates º.
8 ¡Miren! Yo les he entregado el país; ahora entren y tomen posesión de la tierra que el Señor les prometió según juró a sus antepasados, Abrahán, Isaac y Jacob, y a sus descendientes.
9

Nombramiento de jueces

(Ex 18:13-27)

En aquella ocasión les dije: “Yo solo no doy abasto con todos ustedes,
10 porque el Señor su Dios, los ha multiplicado de tal manera que son tan numerosos como las estrellas del cielo.
11 ¡Que el Señor, el Dios de sus antepasados, los haga mil veces más numerosos todavía y los bendiga como les ha prometido!
12 Pero, ¿cómo podré yo solo sobrellevar sus cargas, sus disputas y pleitos?
13 Elijan de cada tribu hombres experimentados, que sean conocidos por su sabiduría y prudencia y yo los pondré al frente de ustedes”. º
14 Ustedes me respondieron: “Estamos de acuerdo con lo que nos propones”.
15 Entonces elegí de entre los jefes de las tribus a algunos hombres sabios y experimentados, y les di autoridad sobre ustedes. A unos los puse a cargo de grupos de mil hombres; a otros, a cargo de cien; a otros, de cincuenta; a otros, de diez, y a otros los nombré oficiales responsables de cada tribu.
16 Al mismo tiempo, di a los jueces estas normas: “Escuchen a sus hermanos y administren justicia cuando tengan pleitos entre ellos o con extranjeros.
17 No sean parciales en las sentencias; consideren de igual manera la causa de los débiles y la de los poderosos; no se dejen intimidar por nadie, porque el juicio es de Dios. º Y si el asunto les sobrepasa, pásenmelo a mí para que yo lo atienda”.
18 Yo les indiqué entonces todo lo que debían hacer.
19

Misión de los doce espías

(Nm 13:1—14:4)

Así, pues, dejamos el Horeb y recorrimos todo ese inmenso y espantoso desierto que ustedes han visto, camino de las montañas de los amorreos, hasta que llegamos a Cadés Barnea, como el Señor nuestro Dios nos había mandado.
20 Entonces les dije: “Ya han llegado a las montañas de los amorreos, que el Señor nuestro Dios nos da.
21 El Señor tu Dios te entrega esta tierra: ¡Adelante, pues!, toma posesión de ella tal como te ha dicho el Señor, el Dios de tus antepasados. No temas ni te acobardes”.
22 Pero todos ustedes vinieron a decirme: “¿Qué tal si primero enviamos algunos hombres para que inspeccionen esta tierra y averigüen qué rutas debemos seguir y las ciudades en las que podemos entrar?”.
23 Su propuesta me pareció buena, así que escogí a doce de ustedes, uno por cada tribu.
24 Ellos partieron y subieron por la montaña hasta llegar al valle de Escol º y exploraron la zona.
25 Después tomaron algunos frutos de la tierra, nos los trajeron y nos dijeron: “La tierra que el Señor nuestro Dios nos da es realmente espléndida”.
26 Sin embargo, ustedes se rebelaron contra la orden del Señor su Dios, se negaron a subir, º
27 y se pusieron a murmurar dentro de sus tiendas diciendo: “El Señor debe odiarnos; nos sacó de Egipto para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos”.
28 ¡A dónde vamos a ir! Nuestros hermanos nos han metido el miedo en el cuerpo al decirnos que la gente de allí es más fuerte y más alta que nosotros, que las ciudades son enormes y están provistas de murallas que tocan el cielo. ¡Para colmo, nos dicen que vieron anaquitas º por allí!
29 Entonces les respondí: “No se asusten ni les tengan miedo.
30 El Señor su Dios va delante de ustedes y combatirá por ustedes, como ya vieron que lo hizo en Egipto. º
31 Y también has visto cómo el Señor tu Dios te conducía a lo largo de todo el camino que han recorrido por el desierto hasta llegar aquí, con el cuidado con que un padre lleva a su hijo”.
32 A pesar de eso, ninguno de ustedes confió en el Señor su Dios, º
33 que iba delante de ustedes para buscarles dónde acampar. De noche lo hacía en forma de fuego, para que vieran el camino a seguir, y de día los acompañaba en forma de nube. º
34

El Señor se enoja contra los israelitas y los castiga

(Nm 14:20-35)

Cuando el Señor escuchó sus murmuraciones, se enojó e hizo este juramento:
35 “Nadie de esta generación perversa verá esta tierra fértil que juré dar a sus antepasados.
36 Solo la verá Caleb, hijo de Jefuné. A él y a sus hijos les daré la tierra que ha explorado, porque él sí ha confiado plenamente en el Señor”.
37 También el Señor se enojó conmigo, por culpa de ustedes, y me dijo: “Tampoco tú entrarás en esa tierra. º
38 Quien sí entrará es tu ayudante, Josué hijo de Nun. Infúndele valor, porque él será quien haga que Israel posea la tierra.
39 En cuanto a sus niños, que aún no tienen uso de razón º —y que ustedes pensaron que acabarían siendo botín de guerra—, ellos sí entrarán en la tierra y la poseerán, porque yo se la he dado.
40 En cuanto a ustedes, den media vuelta, regresen al desierto y encamínense de nuevo al mar de las Cañas”.
41

La derrota en Jormá

(Nm 14:39-45)

Entonces me respondieron diciendo: “Hemos pecado contra el Señor, pero ahora iremos y lucharemos tal como el Señor nuestro Dios nos lo ha mandado”. Y se equiparon para la guerra, pensando que era fácil subir a la montaña.
42 Pero el Señor me dijo: “Adviérteles que no suban a pelear si no quieren ser derrotados por el enemigo, porque yo no estaré con ellos”.
43 Yo le advertí, pero no me escucharon; se rebelaron contra la orden del Señor y tuvieron la osadía de subir a la montaña.
44 Entonces los amorreos que habitaban las montañas salieron a su encuentro y los hicieron correr como si los persiguiese un enjambre de avispas, y los derrotaron desde Seír hasta Jormá.
45 De vuelta lloraron ante el Señor, pero no los escuchó ni les prestó atención.
46 Por eso tuvieron que permanecer tanto tiempo en Cadés Barnea.

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Introducción a Deuteronomio 

INTRODUCCIÓN


El libro de Números se centra sobre todo en narrar la marcha de los israelitas a través del desierto, camino de la tierra prometida. Fue esta una vivencia histórica que dejó una profunda huella en la memoria colectiva de Israel. Los profetas Oseas y Jeremías describen esta época con rasgos netamente positivos, como el tiempo de las relaciones ideales entre Dios y su pueblo (Jer 2:2-3; Ose 2:14-21). Para la escuela deuteronomista es el tiempo y el lugar en que Dios pone a prueba a su pueblo (Deu 8:2-6), una prueba de la que no siempre los israelitas salieron bien parados, como lo hace notar el profeta Ezequiel (Eze 20:1-49) y también el salmista que invita a su generación a no comportarse como lo hizo la generación del desierto, generación terca y rebelde que no fue fiel a Dios (Sal 78:8).


Llegados los tiempos de la Nueva Alianza, Juan Bautista y Jesús de Nazaret buscarán repetir esta experiencia del desierto (Mat 3:1; Mat 4:1; Luc 1:80) tratando de encontrarse allí con Dios, de ser plenamente fieles a los planes divinos y de introducir al nuevo pueblo de Dios en la verdadera “tierra prometida”, una tierra que de veras mane leche y miel.


1. Título y texto


Siguiendo la costumbre semita de referirse a los libros bíblicos por sus primeras palabras, los judíos designaban a este libro —que hoy denominamos de NÚMEROS— con el título de “y él habló” y más comúnmente con el de bemidbar, es decir “en el desierto”, que es el que mejor corresponde al contenido y el que actualmente lleva en la Biblia hebrea.


El título castellano actual —libro de Números— procede de la versión griega de los LXX y se debe al interés del autor o autores del mismo por los censos, y a las abundantes cifras que se consignan en él.


En cuanto al texto hebreo que ha llegado hasta nosotros, hay que decir que el de Números presenta un excelente estado de conservación; sólo hay que exceptuar algún que otro versículo en pasajes poéticos (ver Núm 21:14; Núm 21:30 y Núm 24:22-24). Como testigos cualificados del texto primitivo disponemos del Texto Masorético, de la traducción griega de los LXX, del Pentateuco Samaritano y de algunos manuscritos de Qumrán (4QNm). Entre las traducciones antiguas merecen también mencionarse el targum arameo de Ónkelos, la Peshita siriaca y la Vulgata latina.


2. Contexto histórico


El libro de Números se sitúa históricamente en la época de formación del pueblo israelita, concretamente abarca el tramo que va desde la teofanía del Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35) hasta su llegada a las llanuras de Moab, en la ribera oriental del Jordán (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18; Núm 26:1-65; Núm 27:1-23; Núm 28:1-31; Núm 29:1-40; Núm 29:40-15; Núm 31:1-54; Núm 32:1-42; Núm 33:1-56). En este sentido podemos decir que Números continúa la trama narrativa de Éxodo y enmarca geográficamente los discursos parenéticos del Deuteronomio.


Es difícil para el historiador precisar el contorno exacto de los acontecimientos que tuvieron lugar en este período y que podrían fecharse en el último cuarto del segundo milenio a. C. Parece que diversos clanes seminómadas, unos procedentes de Egipto y otros oriundos de Canaán, pero étnicamente afines, se fusionaron para dar origen a una nación fuertemente aglutinada por lazos sobre todo religiosos. Ni los restos arqueológicos ni los textos extrabíblicos de la época nos proporcionan noticias sobre ello; se limitan a constatar movimientos de diversos grupos tribales en el marco de las migraciones de distintos clanes seminómadas en dirección a Palestina. Pero los avatares vividos por los clanes israelitas en esta marcha hacia Palestina dejaron un recuerdo perdurable en su memoria: incidentes de todo tipo, conflictos entre los componentes de las distintas tribus, derrotas sufridas, victorias obtenidas, itinerarios recorridos. El libro de Números es una evocación teológico-literaria de todas estas vivencias; ello hace que bastantes datos resulten poco verosímiles históricamente hablando. A la hora de organizar los materiales que integran el libro de Números, el autor tiene ante todo un interés religioso que relega a un segundo plano la precisión histórica.


3. Proceso de composición


Como el resto de los libros que integran el Pentateuco, el libro de Números es el resultado de un largo y complejo proceso redaccional. Remitimos sobre el particular a lo dicho en la introducción general al Pentateuco. Así pues, también en Números están presentes los grandes estratos literarios que conocemos con el nombre de tradición yavista (J), tradición elohista (E) y tradición sacerdotal (P). Los textos yavistas, más vinculados a las tribus del sur, resaltan sobre todo los aspectos humanos de los orígenes históricos del pueblo israelita e insisten en su destino universal (Núm 22:1-41; Núm 24:1-25); los elohistas, por su parte, ponen énfasis en la unidad de la nación que se está gestando, condenan cualquier tendencia separatista (Núm 16:12-34) y alumbran el despertar de la institución profética (Núm 11:25-29).


Pero es sobre todo la tradición sacerdotal la que vertebra de principio a fin el libro de Números. Podemos decir al respecto que autores de la escuela sacerdotal han reelaborado profundamente las antiguas tradiciones yavistas y elohistas, aportando al mismo tiempo una gran cantidad de materiales nuevos; con ello han dado origen a una obra que podemos considerar nueva, tanto en la forma como en el fondo. Por lo demás, lo mismo que en Éxodo y Deuteronomio, en el libro de Números alternan secciones narrativas y legales, de forma que los pasajes narrativos son como el marco de los textos legales y cultuales.


4. Contenido teológico y claves de lectura


Se ha dicho más arriba que el contenido teológico fundamental de Números está sobre todo inspirado por la tradición sacerdotal que considera a Israel no tanto como una nación más, implicada en la vida política internacional y preocupada por tanto de su organización militar, cuanto como una comunidad dedicada a rendir culto al Señor, su Dios. Así las cosas, todo en esta comunidad está perfectamente regulado, hasta en sus más mínimos detalles, por la voluntad divina. Aunque aparentemente es Moisés el que preside y guía a la comunidad, quien realmente la gobierna es la palabra del Señor.


Al ser un pueblo en marcha —la larga marcha a través del desierto—, Israel no dispone de un santuario asentado de manera estable en un lugar concreto, sino que Dios se hace presente, es decir mora (de donde el nombre peculiar del santuario: la Morada) en una Tienda movible y transportable; nadie puede monopolizar la presencia del Señor al mismo tiempo protectora y temible. Por su parte, la institución de los sacerdotes y levitas actúa de pararrayos para que el pueblo, tantas veces infiel y pecador, no sea fulminado por la cólera divina (Núm 8:19; Núm 16:47-48). Cabría, pues, decir que la marcha de los israelitas a través del desierto tiene más de procesión litúrgica y de camino teológico que de organización y marcha cívico-militar. En esta marcha teológica es posible reconocer una secuencia de momentos que se repiten una y otra vez: gracia, pecado, castigo, conversión y de nuevo gracia. Dicha secuencia —en la que la gracia es el momento clave— constituye uno de los principales ejes teológicos del libro. Con ello la comunidad del desierto se convierte en punto de referencia para el pueblo de Dios de todos los tiempos: al verse reflejada en el libro de Números, la comunidad eclesial comprenderá que es un pueblo en marcha, un pueblo de profetas, un pueblo dirigido por la palabra divina y dedicado a servir al Señor.


Digamos finalmente que, dentro del libro de Números, los textos de mayor calado y densidad teológica son los cuatro poemas que el autor pone en boca de Balaán, el singular protagonista de los cps. Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25, y que pertenecen a las antiguas tradiciones yavista y elohista. En ellos se enfatizan los temas de la elección y la bendición divina que a través de Israel alcanzan al resto de la humanidad, temas cuya presencia mitiga en cierta manera la escasa presencia en Números de temas tan capitales como la creación, la promesa, la alianza o la ley.


5. Estructura


Según sean los criterios —geográficos, literarios o temáticos— que con preferencia se utilicen, así será la estructura que se aplique a Números. Si utilizamos criterios geográficos, cabría distinguir tres partes:


a) Núm 1:1-54Núm 10:1-10 : estancia en el Sinaí;


b) Núm 10:11-36Núm 21:1-35 : marcha desde el Sinaí hasta Transjordania; y


c) Núm 22:1-41Núm 36:1-13 : acampada en las llanuras de Moab.


Pero cabe también utilizar criterios literario-temáticos como son los dos censos de Núm 1:1 ss y Núm 26:1 ss y como es el hecho de que Núm 1:1-54Núm 25:1-18 tenga como protagonista a la generación que salió de Egipto, mientras que en Núm 26:1-65Núm 36:1-13 lo es la generación que, totalmente renovada, se encamina hacia la tierra prometida. En la presente traducción seguimos este segundo modelo que articulamos como sigue:


I.— LA GENERACIÓN DEL ÉXODO (Núm 1:1-54Núm 25:1-18)


EN SINAÍ (Núm 1:1Núm 10:10)


Organización del campamento (Núm 1:1-54; Núm 2:1-34; Núm 3:1-51; Núm 4:1-49)


Leyes diversas y bendición sacerdotal (Núm 5:1-31; Núm 6:1-27)


Ofrendas de los jefes y normas para los levitas (Núm 7:1-89; Núm 8:1-26)


Celebración de la Pascua y partida (Núm 9:1-10, Núm 10:1-10)


DESDE SINAÍ HASTA TRANSJORDANIA (Núm 10:11-36Núm 25:1-18)


De Sinaí a Cadés (o Parán) (Núm 10:11-36; Núm 11:1-35; Núm 12:1-16)


En Cadés y su entorno (Núm 13:1-33; Núm 14:1-45; Núm 15:1-41; Núm 16:1-50; Núm 16:36-48; Núm 18:1-32; Núm 19:1-22; Núm 20:1-13)


De Cadés a Moab (Núm 20:14-29; Núm 21:1-35)


En la estepa de Moab (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18)


II.— LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA (Núm 26:1-65Núm 36:1-13)


Normas sobre la ocupación de la tierra (Núm 26:1-65Núm 31:1-54)


Ocupación de Transjordania y últimas disposiciones (Núm 32:1-42Núm 36:1-13)


Fuente:

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Notas

Deuteronomio  1,1-46Deu 1:1-46; Deu 2:1-37; Deu 3:1-29; Deu 4:1-43 : Esta primera parte de Deuteronomio está conformada por un breve prólogo histórico (Deu 1:1-5) y un amplio discurso introductorio de Moisés que consta a su vez de dos partes: a) un resumen de los acontecimientos vividos por Israel desde su estancia en el Sinaí hasta su llegada al monte Pisga en tierras de Moab, frente al Jordán (Deu 1:6-46; Deu 2:1-37; Deu 3:1-29); y b) un recuerdo de la alianza sellada en el desierto y de sus obligaciones, con el consiguiente anuncio de un futuro destierro si el pueblo israelita es infiel a dicha alianza. Pero al mismo tiempo permanece abierta la posibilidad de la conversión y el regreso a la tierra prometida (Deu 1:4-40). La sección concluye con un breve apéndice sobre las ciudades de refugio establecidas al otro lado del Jordán (Deu 4:41-43).


Deuteronomio  1,1— la Arabá: Es la cuenca o depresión que se extiende al sur del lago de Genesaret y que se divide en tres partes: el curso del río Jordán, la región del Mar Muerto (cuya superficie está a 392 m. por debajo del nivel del mar y que en Deu 3:17 se llama mar de Arabá) y la franja que llega hasta el golfo de Áqaba, en el mar Rojo (Deu 2:1; Deu 2:8).
Deuteronomio  1,2— Horeb: Es el nombre con el que se designa siempre en Deuteronomio al monte Sinaí, con la única excepción Deu 33:2.

— Seír: Zona montañosa al sudeste de Palestina, donde habitaban los edomitas. Es otra forma de designar el territorio de Esaú/Edom. Ver Gén 36:8; Deu 2:22.
Deuteronomio  1,3— mes undécimo... año cuarenta: Se trata del mes de Sabat, equivalente a la segunda y primera parte respectivamente de nuestros enero-febrero. Ver CALENDARIO.
Deuteronomio  1,7— amorreos: Este término se emplea, a veces, para designar a los cananeos en general.

— Sefela: Con esta denominación se conoce la zona de valles situada entre el macizo central montañoso de Palestina y la franja costera llana del mar Mediterráneo.

— la Arabá... el Líbano... el río Éufrates: Es una manera de señalar las fronteras ideales del territorio asignado a Israel: el valle del Jordán hasta la costa del Mediterráneo por el oeste, y hasta las montañas del Líbano y el río Éufrates por el norte y el nordeste.
Deuteronomio  1,13Ver Núm 4:14-17.
Deuteronomio  1,172Cr 19:6-7; Pro 16:33.
Deuteronomio  1,24Núm 13:23-24.
Deuteronomio  1,26Deu 9:23; Heb 3:16.
Deuteronomio  1,28— anaquitas: Los anaquitas, al igual que los emitas, los refaítas, los zonzonitas y los zuzitas son los nombres legendarios de los primeros habitantes de Palestina y Transjordania antes de la llegada de los israelitas. Ver Gén 14:5 y nota a Deu 2:10-11.
Deuteronomio  1,30Éxo 14:13-14.
Deuteronomio  1,32Heb 3:19.
Deuteronomio  1,33Ver Éxo 40:34-38; Núm 9:15-23.
Deuteronomio  1,37Deu 3:25-26; Deu 32:51-52.
Deuteronomio  1,39— que aún no tienen uso de razón: Lit. que aún no saben distinguir lo bueno de lo malo.